El ecosistema del libro en el Estado de México: Hacia un observatorio de la lectura, financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnología (CONAHCYT), es un proyecto de investigación que busca establecer, fortalecer y crear espacios para el diálogo entre los distintos actores del sector del libro en el Estado de México: editores, libreres, mediadores, bibliotecaries, escritores, lectores y todo aquel interesado en el mundo del libro.
Como parte de sus actividades ha llevado a cabo el Seminario Académico, una serie de charlas y conferencias donde se abordan distintos temas relacionados con el mundo del libro y que actualmente se encuentra en su tercer año; también se han realizado distintos tallares, el documental En busca del lector (2024), el podcast Saberes del libro; además proporciona información sobre las bibliotecas, librerías , edioriales, salas de lectura, escritores y políticas públicas en materia del libro en el Estado de México.
La colección bibliográfica El ecosistema del libro en el Estado de México forma parte también este proyecto. Se trata de diez cuadernillos derivados de los talleres que se han impartido a lo largo de estos tres años. El cuadernillo 5Mediar la lectura en bibliotecas: pasos básicos para un taller se deriva del taller Recursos de mediación lectora en la biblioteca que impartí durante el Encuentro Estatal de Bibliotecarios, en el marco de la Feria Internacional del Libro del Estado de México, FILEM 2023.
Los otros títulos de esta colección son:
1. Escribir como acto vivo de Alejandra Eme Vázquez
2. Autoeditar en lenguas indígenas de Isela Xospa Cruz
3. Diseñar proyectos culturales en redes sociales de Mayra P. Dávila
4. Leer en voz alta de Violeta Hernández B.
6. Promover la lectura desde la historia de Roberto Urra Sandoval
7. Reconocer lectores de Danays del Carmen Castelo Agüero
8. Cartografiar el ecosistema del libro y la lectura de Roberto Urra Sandoval
9. Mapear modelos de organización cultural de Mishelle Muñoz González
10. Investigar el ecosistema del libro en el Estado de México de Sebastián Rivera Mir
Sin duda, un proyecto interesante y necesario para conocer que ocurre en el sector del libro en un estado del país tan grande y que, al compartir tanto con la capital del país, a veces se desdibuja y pareciera que nada ocurre cuando en la realidad es un Estado muy vasto en trabajo editorial, tal como lo vemos en El ecosistema del libro: Hacia un observatorio de la lectura.
Pueden acceder también a la versión digital de estos cuadernillos a través de la página del proyecto.
Esta reseña sobre El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo de Irene Vallejo quizá la van a encontrar un poco extraña, primero por el tiempo que ha pasado desde la publicación de este libro; y segundo porque, al menos en este blog procuro hablar sólo sobre aquellos libros que me vuelan la cabeza en el mejor de los sentidos.
Pero dado que es un libro que habla sobre los libros, no puedo no hablar de él. Especialmente porque desde su publicación ha sido un superventas y el gremio bibliotecario no ha permanecido impasible ante sus encantos.
Como ya lo he dicho en muchas ocasiones, suelo ser muy escéptica cuando se trata de libros que hablan sobre libros, especialmente cuando esos libros lo hacen desde lo aleccionador, el deber ser de la lectura y los libros o el intelectualismo lejano de los lectores a los que se pretende interesar por la lectura.
Así que cuando se publicó El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo, tenía mis dudas, pero no me pude resistir a echarle una mirada. Y he de confesar que la primera vez que intenté su lectura, no pude con él, no pasé del prólogo.
Algún tiempo después volví a la autora con el Manifiesto por la lectura (Siruela, 2020) y lo detesté. Ya sé que está muy feo decir que una detesta un libro y como argumento queda muy flojo, así que lo replanteo: me pareció un manifiesto plagado de lugares comunes y me chocaron bastante los artículos por el tufillo a alta cultura y lo que se debe considerar lectura, además de la burda comparación entre el libro impreso y el libro electrónico. Por acá hablo un poco más de este libro.
Sin embargo, me debía la lectura de El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo, así que hace unos días tuve la oportunidad de reintentarlo, en esta ocasión en audiolibro. No sé si fue gracias a Elena Silva, la narradora, pero en esta ocasión no sólo lo finalicé, sino que he de reconocer que me reconcilié un poquito y entendí por qué tanta fascinación por este libro: hay una gran investigación/documentación detrás y mucho amor por los libros, eso se agradece y hace disfrutable la obra. Pero no toda, hay cosas que me hicieron abandonarlo la primera vez, que en este reencuentro me desagradan como me desagradó el prólogo o su Manifiesto por la lectura y me deja sentimientos encontrados:
La escritura de algunos pasajes son tan rimbombantes que casi rayan en lo cursi.
No entiendo a qué viene la historia personal de la autora. ¿Está hablando de la historia del libro en occidente o de su historia personal? Se entendería si estos pasajes personalísimos se hubieran quedado en el prólogo a manera de explicación del porqué de esta obra, pero volver sobre su infancia, si fue bulleada o si su madre le leía por las noches, todo eso en medio de capítulos donde revisa a los clásicos, no lo entiendo muy bien y no aporta nada a la historia.
Hay capítulos que también se me salen de la historia. Es decir, no habla estrictamente de la lectura y el libro.
En la versión audiolibro el prólogo es leído por Vallejo y la entonación casi me hizo volverlo a abandonar. Preferiría que toda la narración corriera a cargo de Elena Silva.
Lo dicho, me reconcilié un poquito por toda la documentación e investigación que hubo detrás, pero no me reconcilié del todo. Eso sí, me llevo un buen de anotaciones sobre la historia del libro, pero no sé si vuelva a la autora con otra lectura.
Título: El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo
El primer trimestre del año siempre resulta particularmente interesante en materia del libro pues es común que se publiquen informes sobre distintos aspectos de este amplio universo: plataformas de préstamo de libros digitales, venta de libros, encuestas de lectura, etc.
Siempre me ha interesado seguir de cerca todos estos informes, encuestas y estudios porque nos dan además del panorama que nos ofrecen, también nos dejan claro que en el tema de la lectura y el libro ocurren muchas cosas y resulta arriesgado decir que “ya no hay lectores”.
Por un lado crecen ventas, aumentan los préstamos en plataformas de préstamo digital en bibliotecas, mientras que por otro, baja el porcentaje de lectores. ¿Por qué estos datos parecen ser siempre tan dispares, si forman parte de un mismo universo?
Comprar un libro, no es lo mismo que leerlo, o es lo que me vengo diciendo desde hace tiempo, pero qué ocurre realmente.
Sobre la lectura en España
Por ejemplo, recientemente se publicó el Informe Estadístico de eBiblio 2024, un servicio de préstamo digital en bibliotecas españolas donde vemos que durante el 2024 se incrementó a 58,552 la oferta de títulos (incluidos libros digitales, audiolibros, periódicos y revistas); también hubo un aumento del 17.79% de usuarios únicos, es decir, 209,045 frente a los 201,120 del año anterior. De estos 209,045 usuarios, 201,120 son adultos y 7,925 son niñas, niños y jóvenes. Todo esto repercute en los 4,113,814 préstamos realizados, 14.84% más que durante 2023.
Por otro lado, también se presentó recientemente el informe El mercado del libro en España 2024 donde, según palabras de Ignacio López Olaondo, Head of Market Intelligence en Nielsen IQ, el mercado editorial cada vez va mejor a nivel de números macro, alcanzando un régistro histórico de 77 millones de ejemplares vendidos y una facturación superior a los 1,200 millones de euros, es decir, un porcentaje de crecimiento de 9.8% respecto de 2023.
Curiosamente, en este informe la venta de libros infantiles y juveniles se incrementó un 12% y fue superada sólo por los libros de ficción con un porcentaje del 14%. En este mismo orden de ideas, los principales momentos de la venta de libros son navidad, reyes, Feria del Libro de Madrid, inicio de vacaciones de verano, Sain Jordi y el regreso a clases. De estos momentos, al menos tres están muy relacionados con la población infantil y juvenil.
Pero mientras tenemos estos dos informes que registran crecimiento de ventas y de préstamo digital de libros en España; el artículo Cómo fomentar la lectura de textos complejos en tiempos de TikTokseñala con preocupación que, de acuerdo con un estudio realizado en 2024 a estudiantes españoles, entre mayor tiempo dedican a realizar tareas escolares en casa a través de una pantalla, peor es su compresión lectora, sumado al scroll infinito en plataformas como Instagram o TikTok.
El artículo cierra con la propuesta de un eslogan “Más libros y menos TikTok” en favor de la lectura, a mi gusto, bastante hueco y nada novedoso, ¿se acuerdan del famoso “Más book y menos face” que hace unos años se compartía en distintas redes sociales y definitivamente no acercó a los lectores?
Por cierto, así como en algún momento estuvo muy en boga BookTube (uso de YouTube para promover libros y lectura), y más tarde Bookstagram (uso de Instagram); actualmente BookTok (uso de TikTok) se abandera como el movimiento para promover la lectura, captando la atención de editoriales e influencers de los libros, aunque no sé si necesariamente haya un acercamiento a la lectura gracias a esta plataforma. Hay quienes aseguran que sí, pero en definitiva hace falta seguir indagando sobre el tema como ya lo hicieron Gemma Lluch y Aránzazu Sanz-Tejeda en el artículo Contenidos, formas, usos e impactos de los bookstagrammers y booktokers: una revisión, del que ya también hablé en su momento.
Quizá estas plataformas sólo promuevan las ventas y, como ya lo he dicho en otros artículos, ventas no necesariamente se reflejan en lectura. Pero volveríamos a la misma cuestión, por qué son tan dispares estos estudios e informes.
El caso de Reino Unido
Hace unos días comentaba sobre el informe International Book Market 2024. Me detuve un poco en el caso de Reino Unido donde se reportó la disminución del -1.6% en las ventas de libros. En este caso, un artículo publicado en TheBookSeller le estaría dando la razón, pues dos de cada cinco británicos no leyó nada durante el 2024.
Quizá, como lo he comentado en otras ocasiones, lo que debemos hacer es ampliar el concepto de lectura y poner atención en otros formatos donde la gente está leyendo, por ejemplo, el audiolibro.
The National Literacy Trust presentó el Children and Young People’s Listening in 2023 un estudio que indaga sobre lo que 71,351 niñas, niños y jóvenes de 5 a 18 años están escuchando en Reino Unido. Los resultados demuestran que este segmento de la población sigue disfrutando escuchar historias ya sea de una forma más tradicional, es decir, que les lean los padres (59,7%), los profesores o los bibliotecarios (53,4%); o bien, a través de vídeo (69.9%), audiolibros o podcasts (50,9%). Además rescato lo siguiente:
52% de los encuestados que disfrutan escuchando audio, también disfrutan leer en su tiempo libre
40% de los que disfrutan escuchar, también escriben en su tiempo libre.
Escuchar historias puede beneficiar y aumentar el interés por la lectura. De hecho, 30.6% de los encuestados dijo que escuchar historias les ayudó a interesarse en la lectura.
Estados Unidos
¿Y entonces qué pasa, les gusta que les lean o que les cuenten historias, pero ya no están leyendo? ¿estamos hablado de percepción o de descenso real de la lectura?
De acuerdo con Adam Kotsko, profesor asistente en North Central College de Illinois, asegura que en los 15 años que lleva de impartir clases ha visto el declive de la capacidad lectora de las y los jóvenes. Los últimos cinco años esta percepción se ha hecho más evidente. Si antes asignaba unas 30 páginas de lectura, ahora ve que los estudiantes simplemente no pueden enfrentarse a cualquier lectura de más de 10 páginas, las abandonan y no comprenden el texto.
Kotsko nos recuerda que Estados Unidos desde hace varios años vive la censura de distintos títulos en bibliotecas y considera que esto ha cobrado una cuota importante en la capacidad lectora; sin embargo, cnosidera que la pandemia de Covid-19 y el cierre de escuelas dejó secuelas no sólo en la salud de muchos estadounidenses, sino también en la capacidad lectora.
Resulta curioso, sin embargo, que de acuerdo con el informe de préstamos digitales en bibliotecas de Overdrive para 2024, la Biblioteca Digital de Illinois registró 4 millones de préstamos de libros, audiolibros, revistas y otros materiales digitales durante 2024. Desde luego, habrá quien me diga que Adam Kotsko se refiere al declive de la práctica lectora de estudiantes universitarios y el informe de Overdrive se refiere a una biblioteca pública, pero no dejo de pensar que algo no está cuadrando.
¿Qué pasa con México?
De acuerdo con el Módulo de Lectura MOLEC 2024 la población lectora disminuyó un 14.6% entre 2015 y 2024; son precisamente los lectores más jóvenes quienes menos están leyendo. A pesar de este declive, puede verse un ligerísimo repunte de 1.1% en el 2023. Será interesante ver los resultados del MOLEC 2025.
Infortunadamente, como lo menciona Gonzalo Oyarzún en su blog Biblioteca Imaginada, los planes y programas lectores en México parecen ser inexistentes. En la administración pasada se habló de un borrador de Programa Nacional de Lectura que quedó en eso, borrador. Lo anterior, de la mano con la pandemia, el cierre de escuelas, parece ser uno de los motivos de este declive en los lectores.
Falta indagar sobre el papel del audiolibro y plataformas de podcast.
Falta indagar sobre la lectura en digital y esto no sólo se limita a si se lee o no en este formato, sino saber sobre plataformas, dispositivos de lectura, etc.
Falta, como bien apuntó Ale Quiroz, la inclusión de los lectores más jóvenes, ¿por que no se toman en cuenta? ¿cómo cambiarían los resultados?
No olvidemos tampoco que de acuerdo con el ya citado International Book Market 2024, México registró un crecimiento de ventas de libros del 12.6% en general y 20.7% en los libros de ficción. Además, según un artículo publicado en El Universal durante el periodo 2018-2024 aumentó la piratería de libros casi un 10%.
Tristemente no hay mayores pistas sobre la lectura en México, por ejemplo, la Dirección General de Bibliotecas no hacé públicos los datos de préstamos, libros más leídos, tipos de usuarios, a pesar de que recoge esta información mensualmente de cada red estatal de bibliotecas públicas.
Conclusiones sobre la lectura y cómo aprender a empatar los datos
Como pueden ver, tengo más dudas que certezas sobre la lectura. Quizá, como se dice popularmente, estoy confundiendo la gimnasia con la magnesia y analizar unos estudios con la perspectiva de otros no me esté ayudando mucho.
¿Estamos viendo un declive en la comprensión lectora? Quizá. ¿Se siguen vendiendo libros? Sin duda. ¿La gente ya no lee? No estoy tan segura, pero me inclino a pensar que sí hay lectores, sólo que no los estamos analizando correctamente. ¿Seguimos asumiendo sólo un tipo de lectura y un formato? Totalmente. ¿Abrir el concepto de lectura ayudará a encontrar más lectores? Probablemente. ¿Ayudará a la comprensión e interés lector? No lo sé.
En el marco de la Feria del Libro de Londres, NielsenIQ BookData y GfK Entertainment presentaron un avance del International Book Market 2024, un informe con el panorama editorial internacional en el que vemos un incremento en los ingresos de los libros de ficción, mientras que los ingresos por los libros de no ficción han mostrado un descenso.
De los 18 territorios analizados, 16 registraron un incremento en los ingresos de los libros de ficción. Por obvias razones llama poderosamente mi atención el caso de México con un crecimiento de 20.7% en los libros de ficción y un 12.6% de crecimiento en general. Es claro que la venta de libros no necesariamente se traduce en lectores; sin embargo, no deja de sorprenderme que aumenten las ventas de libros en un país donde muchos aseguran que no hay lectores, tan sólo el Módulo de Lectura (MOLEC) 2024 señaló que la población lectora descendió un 14.6% entre el 2015 y el 2024.
¿Qué nos están diciendo estas cifras tan dispares entre ventas de libros y lectores mexicanos?, ¿este panorama editorial nos habla de lectores? Sin duda, tenemos mucho que analizar y contrastar, aunque no estoy tan segura que los responsables de las políticas de lectura estén poniendo atención a estos datos.
Reino Unido es otra región en la que me quiero detener. No deja de llamar la atención los 195 millones de copias vendidas, lo que representó una disminución del -1.6%. Esto me lleva al artículo publicado recientemente en The Bookseller donde se menciona que dos de cada cinco británicos no leyó nada en el último año (2024). Desde luego, Gran Bretaña es sólo una parte de Reino Unido, pero quizá aquí sí podemos hablar de una relación entre las ventas de libros y los lectores.
Resulta curioso que a pesar de las caídas que tuvieron algunas regiones en las ventas de libros, esto no ha afectado como se esperaba pues los precios de los libros aumentaron, aunque en menor medida que el año anterior. Por ejemplo, Francia que tuvo un descenso del 2.8% en la venta de libros, tuvo a su vez un incremento en los precios del 2.6%, alcanzando sus libros un precio promedio de €12.70 (MXN$280.00 aproximadamente). España también registró un aumento del 4% en los precios de los libros
Por último, revisemos el tema de las redes sociales, especialmente el impacto de TikTok y su comunidad de BookTokers en mercado editorial. Si son visitantes de este blog o me leen en otras redes sociales, sabrán que tengo mis serias dudas en cuanto BookTok como una herramienta para la formación de lectores, pero gracias a este informe podemos ver el papel que está teniendo está red social en el mercado editorial. Los libros de ficción y especialmente los géneros Romance y la Fantasía aumentaron sus ventas precisamente gracias a esta red social y la comunidad BookTok.
Aunque en el informe no se mencione, recordemos que el 20.7% de incremento que México registró en las ventas fue precisamente en libros de ficción. Así que leyendo quizá un poco de más, aquí encontramos también cierta influencia de BookTok. Como ya lo mencioné, las ventas no necesariamente se traducen en lectura o lectores, pero aquí ya hay algo importante a lo cual seguirle la pista.
Sin duda, estos datos nos dan un panorama editorial bastante interesante que nos obliga a reflexionar que está ocurriendo con el mercado del libro y con les lectores. Aunque, no olvidemos, que estos datos sólo reflejan las ventas de libros en puntos físicos, es decir, no abarca los formatos digitales y mucho menos las ventas digitales. Así que sólo nos permite acercarnos a una porción de este mercado.
Gracias a la magnifica recomendación de Carola Martínez, llego a Habitar como un pájaro: modos de hacer y pensar los territorios de Vinciane Despret, un libro cargado de sabiduría no sólo desde lo científico, también desde lo filosófico sobre la forma en la que las aves habitan el mundo, cómo conforman su territorio, cómo lo defienden, cómo son en él y por qué son como son. Curiosamente, este libro, aunque de divulgación me dejó reflexionando mucho sobre otros territorios, como los territorios de la lectura.
No resulta extraño que Despret nos traiga en un libro de divulgación reflexiones filosóficas y que a través de esas reflexiones logremos ver a las aves con un ojo distinto. Ella es al fin de cuentas una filósofa de la ciencia, ha estudiado a la ciencia no desde el método riguroso (o sí), sino desde la reflexión, el análisis, la observación profunda y la distancia que pone a los científicos para tratar de entender mejor a las aves y a la ciencia.
De esta manera, con el pretexto de estudiar y acercarse a las aves, cuestiona la forma de hacer ciencia, el papel de las científicas, en particular de las ornitólogas a quienes ha costado hacerse un espacio (tener un territorio) en este campo y cuya gran contribución al estudio de las aves es acercarse y reconocerlas de una manera distinta, más en lo individual, en el sujeto y no en la especie.
Como dice Despret, los ornitólogos hombres van de prisa y quizá por ello sigamos asumiendo cosas erróneas sobre la manera en que las aves habitan los territorios. Sin embargo, son las ornitólogas quienes han enfocado sus estudios desde un polo opuesto al tradicional y gracias a ello se han descubierto cosas inimaginables sobre la forma en que las aves están en el mundo. Es gracias también a las ornitólogas que seguimos indagando: los machos cantan para atraer a las hembras o porque marcan territorio frente a otros machos, las hembras no cantan o simplemente no se les ha estudiado suficiente, las hembras no son territoriales o su manera de hacer territorio es distinta de la de los machos. No puedo continuar sin mencionar a algunas de estas ornitólogas:
Margaret Nice y Barbara Blanchard, por ejemplo, se alejaron de los estudios que sólo clasifican a las aves y decidieron dedicarse a estudiar su comportamiento:
Nice, quien comenzó como ornitóloga aficionada, fue de las primeras en comprender que sólo podía entender a las aves si las estudiaba de manera individual.
Katharina Riebel, Michelle Hall y Naomi Lang, por su parte, fueron las primeras en estudiar a las hembras que cantan, una actividad que tanto ornitólogos, como aficionados siempre han considerado exclusiva de los machos.
Y aunque no se menciona en este libro, quiero rescatar a Betsy Bang, ilustradora médica, quien demostró alrededor de 1960 que algunas especies de aves tenían un sentido del olfato desarrollado.
Volviendo a mi encuentro fortuito con Despret, es gracias a ella que también me encuentro por vez primera con Michel Serres (1930-2019), filósofo e historiador de la ciencia quien en su libro El contrato natural comienza a estudiar el lenguaje y la lectura de las cosas. Esta idea la retoma más adelante en Darwin, Bonaparte y el Samaritano, una filosofía de la historia, otro de sus libros donde trata de explicarnos la historia de la ciencia a través de la lectura del mundo. Desde luego, para mi resultó francamente sorprendente descubrir esta visión sobre la lectura en una disciplina que pareciera tan alejada de este campo, quizá incluso alejada de los mismos estudiosos de la lectura.
El buen cazador lee, después de haber aprendido a leer. ¿Qué descifra? Una impresión codificada. Ahora bien, esta definición podría ser una caracterización de la propia escritura humana histórica.
La escritura, nos dice Serres, la hacemos no sólo los humanos, sino todos los seres vivos y no vivos al dejar constancia de nuestro paso por el mundo: la luz de las estrellas nos habla de algo, cómo era el universo hace millones de años; los fósiles nos cuentan cómo murieron, cómo vivieron, qué comían esos animales; un árbol nos cuenta sobre la temporada del año por el color de sus hojas. Así también la escritura que hacemos y leemos los humanos nos cuenta cosas, pero en definitiva no es exclusiva de nuestra especie. Por ello se puede hablar de lectura de todo lo que nos rodea, pues todo tiene algo que contarnos. Dice Serres:
Si la historia comienza con la escritura, entonces todas las ciencias entran, junto con el mundo, en una historia nueva y sin olvido.
Despret no es para nada condescendiente, tiene mucho que replicarle a los ornitólogos que va mencionando en su libro, desde luego, también tiene sus “asegunes” para Serres en cuanto a unir lo que se supone debe permanecer desvinculado, la lectura y la historia de la ciencia. Y claro, desde la ornitología la réplica tiene todo el sentido.
Pero no puedo pasar por alto a Serres en el camino de la mediación lectora y del estudio de la lectura porque, como bien apunta Despret, “[…]justamente, el motivo que anima a Serres consiste en romper con el hábito sórdido de poner lo humano en el centro del mundo y de los relatos, en abrir la historia a miríadas de seres que cuentan y sin los cuales no estaríamos ahí.”
Así mientras Habitar como un pájaro nos obliga a pensar los territorios y la forma en que estos son habitados por las aves y algunos mamíferos; indirectamente y quizá sin darse cuenta también nos está hablando de los territorios de la lectura, esos que son vastos y que superan a la simple noción de decodificar caracteres o que se limita al formato impreso.
Lectura= libro impreso. No, la lectura o, mejor dicho, los territorios de la lectura, son mucho más que eso. La entiendo y la he querido entender como lo hace Serres, aunque sea arriesgado y tenga serios baches que sortear tanto para el estudio de la ciencia, como para el estudio de la lectura, aunque nos planteé serios cuestionamientos de lo que es leer.
Pero no es sólo Serres quien habla de lectura del mundo para intentar entender la historia de la ciencia. La misma Despret al hablar de la incomodidad que le supone Serres, acude a Mil mesetas, de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un libro que describe como difícil y al que sólo pudo acceder una vez que decidió salir de la rutina de su lectura científica:
Y tenía que aprender a leerlo así, no dejándome guiar por palabras, sino por gestos, ritmos, rupturas, tartamudeos, hipos, afectos. Salir de la rutina que guiaba mi lectura de los artículos científicos, que consistía en recolectar informaciones, inventariar hechos y saberes. Iba a olvidarla, la filosofía no tiene la tarea de informar, sino la de lentificar, la de discordar, la de vacilar.
Despret tuvo pues que distanciarse de la lectura tradicional de decodificar palabras en un texto científico y enfrentarse a una lectura distinta, más corporal, para tratar de entender lo que Deleuze y Guattari querían explicar.
Quizá, con el pretexto de leer a las aves, este libro nos invite también a distanciarnos de la lectura tradicional y adentrarnos en los distintos territorios de la lectura y la escritura para tratar de entender al mundo.
Gracias, querida Carola, por la recomendación, sigo pensando un montó de cosas sobre este libro y ya me estoy anotando otros a la lista de mis territorios de la lectura.
Título: Habitar como un pájaro: modos de hacer y de pensar los territorios
Autora: Vinciane Despret
Traductor: Sebastián Puente
Pie de imprenta: Buenos Aires, Argentina : Cactus, 2022.
Siempre han llamado mi atención todos esos discursos en torno al libro y la lectura que, generalmente idealizan y romantizan el acto de leer y, de tanto repetirse, se dan por ciertos y no se cuestionan. Estos discursos, casi mitos diría yo, lo único que han logrado es alejar más a ese inmenso grupo de “no lectores” (otro mito) que se sienten ajenos al rigor del libro y la lectura.
Durante mucho tiempo mi principal termómetro de discursos y mitos en torno al “deber ser” del libro y la lectura ha sido Goodreads. Los comentarios de los usuarios de esta red social reflejan las duras cargas que se le imponen tanto al objeto, como a la actividad, pero también a los lectores.
Estas cargas están reforzadas por la idea hueca de que leer es simplemente bueno y por ello hay que leer mucho, para qué, por qué o cómo, no lo saben decir a ciencia cierta, pero queda muy bien enarbolar esta bandera. Sobre este tema, de hecho, ya he hablado en el blog acá y acá; sin embargo, hoy me quiero detener nuevamente sobre este tema, pero ahora teniendo como termómetro a Threads.
Como muchos sabrán, Threads es la red de microblogging que Meta lanzó hace un par de años para hacerle competencia a X, antes Twitter. El algoritmo de Threads ha sido muy eficiente para traerme cuentas de usuarias y usuarios interesados en el tema y, con ello, traerme también todas estas discusiones e imaginarios que dan para reflexionar muy detenidamente porque, como dice Daniel Goldin en Los días y los libros:
Debemos desconfiar de los acercamientos fetichistas a los libros.
Una de las discusiones que más me han dado vueltas la cabeza en los últimos meses es el de los retos de lectura que cada fin de año traen de cabeza a los lectores. El punto sobre estos retos es que ponen determinado número de libros a leer durante un año. Sí, ya sé que no les estoy diciendo nada nuevo, mucha gente comienza el año proponiéndose “este año quiero leer más” o “esta año voy a leer 10 libros”, por poner un par de ejemplos. Sin embargo, las conversaciones que he podido ver mencionan 100, 200, incluso 1000 libros en un año.
¿Es posible leer 100 o 1000 libros en un año? Seguramente sí. ¿Cada quién es libre de definir no sólo sus propósitos de año nuevo, sino también sus retos de lectura? Sin duda, y desde ese ángulo, por su puesto que a mi qué me importa que quieran leer 1000 libros. Sin embargo, sin ánimo de hacer un juicio sobre estos lectores, sinceramente creo que quienes intentamos acercar la lectura a las personas debemos reflexionar estos mitos e ideas sobre el libro y la lectura que no aportan nada al andar de un lector.
¿Por qué 100 libros? ¿por qué 1000? ¿qué mueve a estos lectores a poner un número arbitrario que quizá hable más de una especie de competencia similar a aquellas de comer pasteles o tartas donde el que come más es el que gana? En estas competencias el competidor difícilmente podrá decir que disfrutó la tarta o descubrirá que ama las tartas de higo, pero no las de queso, o no podrá darse cuenta que en realidad lo que le gusta son las cemitas de mole y no las tartas.
A lo que pretendo llegar es a que poner un número de libros durante un año no nos dice nada de la experiencia que busca un lector o lectora, sólo está dando eso: un número. Vamos, estos retos de lectura los encuentro tan cuestionables como los resultados de distintas encuestas de lectura que coinciden que en México se leen 2.9 libros por año. Desde luego que cada quien se impone los retos que se le pegue la gana, pero insisto, estas discusiones, esta manera de imponerse la lectura, nos dice mucho sobre lo que se piensa que debe ser la lectura.
Algo muy interesante que también pude leer durante este fin de año lector es que entre noviembre y diciembre muchos usuarios de Threads pedían consejos de libros “chiquitos”, libros infantiles, libros con muchas ilustraciones, para poder completar su reto autoimpuesto. Y aquí ya estamos aterrizando en otro mito, un libro infantil o un libro con ilustraciones no se lee, o se lee rápido y nos puede servir para hacer trampa.
Desde luego, está la otra cara de la moneda, aquellos quienes aseguran que un lector no es “realmente” lector si leyó sólo 2 libros al año. Y si ese lector no leyó un sólo libro en el año, pero leyó todos los cómics que se cruzaron en su camino, ¿no es lector?
Sin duda se escucha muy bien y es socialmente aceptado autodenominarse o que alguien te perciba como un “lector voraz”, pero ¿qué buscan realmente estos lectores? O, mejor dicho, ¿qué los ha llevado a buscarlo de esa manera? Cuál ha sido el papel de la escuela, cuál ha sido el papel de las campañas de lectura de los distintos gobiernos y otras instituciones, cuál es el papel de quienes intentamos mediar entre las historias y los lectores para que se asuma de esta manera la práctica lectora.
Me gustaría saber qué opinan, creen que realmente hay algo que analizar en los retos de lectura o sólo me estoy embrollando yo sola y buscándole cinco pies al gato, sabiendo que tiene cuatro. Y ya para cerrar, traigo de nuevo a mi querido Goldin a colación:
No se puede leer todo. No se puede leer siempre y a veces es difícil hacerlo.
De acuerdo con una reciente entrevista a Quetzalli de la Concha, vicepresidenta y consejera legal de CeMPro (Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor), publicada en El Universal, durante este sexenio aumentó la piratería de libros en México casi un 10% para libros en papel y un 12% para las ediciones digitales. O lo que es lo mismo, en la administración anterior 4 de cada 10 libros leídos eran pirata, mientras que en la actual son 5 de cada 10.
Lo anterior representa una pérdida para el mercado editorial de 15 mil millones de pesos. También se menciona que el mercado del libro ha tenido una caída de 30% en su tamaño. Es curioso además que se mencione que el único apoyo que han recibido por parte del Estado es el de realizar reuniones con la Coordinación de Memoria História que tiene a su cargo la Estrategia Nacional de Lectura.
Y digo que es curioso porque no se puede esperar nada de una coordinación que además se supone opera una “estrategia” que, en términos reales, sólo ha existido a nivel de nombre durante el presente sexenio.
Mucho se puede decir sobre la percepción de la piratería de libros (mi postura ya la he explicado por acá), generalmente es vista como el gran crimen del lector; sin embargo, no nos detenemos a reflexionar quién piratea y, lo más importante, por qué.
Lo primero que viene a mi mente es que venimos de un periodo de pandemia que dejó bastante mermada la economía y afectó tanto a librerías, como al poder adquisitivo de los lectores. De hecho, las repercusiones del Covid-19 para la industria editorial también se esbozan en la entrevista.
Ojo, no estoy diciendo que esté bien, simplemente considero que antes de pensar en métodos punitivos como lo espera la vicepresidente de CeMPro, conviene detenernos a buscar las razones. Porque, más allá de la ilegalidad de adquirir un libro pirata o descargarlo de forma ilegal y de la intervención del crimen organizado en un país ya muy violentado, más allá de hablar de las pérdidas de la industria editorial debidas a la piratería; llama poderosamente mi atención que sea precisamente en México, un país en el que se supone no hay lectores, donde se registre este aumento de piratería de libros.
Los “expertos” en el tema aseguran que no se lee y desde hace varios años nos ronda la fatídica cifra de “tres-punto-y-cachito” libros leídos por año; 3.2 de acuerdo con el Módulo sobre lectura Molec 2024 o 2.9 de acuerdo con otros estudios. Entonces, ¿cómo es posible que crezca tanto la piratería de libros? ¿quién los está leyendo? Si hay oferta, es porque hay demanda, ¿cierto?
También llama mi atención que la Ciudad de México sea considerada como el gran mercado pirata; francamente yo hubiera esperado que se diera más en otros Estados del país donde no hay una oferta de librerías y ferias del libro como la que existe en la capital. Y esto me lleva nuevamente a reflexionar: si la CDMX tiene un mercado amplio y con una gran oferta para los lectores, por qué es precisamente donde se piratea más. ¿Hay más lectores acá que en el resto del país? ¿o quizá en el resto del país la piratería es más digital y por tanto no se puede rastrear tan fácilmente como en la CDMX?
Son muchas preguntas las que me hago con esta entrevista, desde luego es preocupante que el brazo del crímen organizado esté tan metido en la industria del libro, pero vuelvo a lo mismo, ¿esta oferta/demanda puede traducirse en la presencia de lectores? Yo insisto que sí, quizá no es la deseable, pero los lectores ahí están.
Por ello estoy de acuerdo con la entrevistada sobre la necesidad de que el Estado se involucre de una vez, sí, con atacar el problema, pero también es urgente destinar presupuesto a la investigación. Urge que las encuestas como el Molec indaguen más a fondo sobre los lugares donde los lectores adquieren sus materiales de lectura, cuánto destinan económicamente a estos materiales o si los están descargando gratuitamente de sitios pirata.
Nos urge saber si los lectores de libros pirata también van a la biblioteca, adquieren además materiales de lectura en librerías físicas o plataformas digitales legales. Nos urge investigar para entender qué los lleva a piratear. Urge entender a las y los lectores. Urge entender que sí hay lectores.
El pasado 23 de abril, en el marco de los festejos del Día Internacional del Libro y el Derecho de Autor, se presentó el Módulo sobre lectura, Molec 2024. Una encuesta sobre lectura que el INEGI realiza desde el 2015 para generar datos estadísticos sobre la práctica lectora que realizan los mayores de 18 años en un país donde, se asegura, no hay lectores.
Como en años anteriores se consideraron como materiales de lectura los siguientes:
Libros
Revistas
Periódicos
Historietas
Páginas de internet, foros o blogs
Sorprende, y no en un sentido positivo, que una vez más dejen de lado al audiolibro. A pesar de que año con año de manera contundente y sin aparente vuelta a atrás este formato va ganando terreno entre lectores e, incluso entre quienes no se consideran lectores.
La ausencia de este formato me hace reflexionar que siguen quedando fuera muchas prácticas lectoras, por ejemplo, en estos días que he estado leyendo The Sandmandde Neil Gaiman en audiolibro, quedaría fuera de los resultados porque, a pesar de provenir de un cómic, no se incluiría al estarlo leyendo en audiolibro.
Molec 2024, algunos resultados
Como siempre que reviso este tipo de estudios me deja más preguntas que las supuestas respuestas y, desde luego, quiero saber más sobre los cómos, los por qués, los qué pasaría sí Así que, antes de saltar a las conclusiones, veamos algunos de los resultados más interesantes mientras, sobre la marcha, los voy comentando:
Entre el 2015 (año en que comenzó a realizarse esta encuesta) y el 2024 ha disminuido 14.6% la población lectora. Sin embargo, puede verse un ligero crecimiento de 1% entre el 2023 y el 2024. También resalta que sea precisamente el grupo de los más jóvenes (18 a 24 años) quienes presentaron una menor brecha de disminución del porcentaje lector (6.5%). Una hipótesis que me atrevo a plantear es que se trata de un grupo etario que se encuentra estudiando en los niveles medio superior y superior, razón por la cual están leyendo activamente.
En relación con los formatos, no es de extrañar que el libro sea el formato más utilizado para leer con el 41.8%, mientras que las historietas son el formato menos utilizado (4.6%). Esto me lleva a preguntarme si la forma como se nombra influye en los resultados, por ejemplo, ¿cambiaría este porcentaje si en lugar de utilizar historieta, se utilizara cómic o, incluso cómic, historieta, novela gráfica, manga,etcétera? ¿los lectores de estos formatos se sentirían aludidos como lectores?
Aunque entre los objetivos específicos del Molec 2024 se menciona el “Identificar particularidades de la lectura tales como: preferencia de soporte (impreso o digital)”, lo cierto es que poco se distingue en estos resultados sobre libros impresos o digitales. Esto nos priva de indagar más sobre la lectura digital que no, desde luego, no está cubierta con el formato internet, foros o blogs.
Por cierto, al igual que en años anteriores las páginas de internet, foros o blogs, ocupan el segundo lugar de formato de lectura con el 39.4% (en el Molec 2023, este formato ocupó el 37.7%). Esto, desde luego, resulta muy interesante; sin embargo, el ser más específicos nos ayudaría a tener un mejor perfil lector en este rubro. Por ejemplo, ¿qué foros o páginas de internet se utilizan? ¿se trata de foros destinados a la lectura, como podría ser Goodreads o bien plataformas como Wattpad, por sólo mencionar un par de ejemplos? ¿hay distinción entre foro y red social?
Al igual que en el Molec 2023, llama nuevamente mi atención el que se tome en cuenta la velocidad de lectura en esta encuesta, y es que no se puede considerar bueno o malo que alguien lea más o menos rápido. También debe considerarse que hay lecturas que imponen mayor detenimiento, y eso no está mal, ni bien. ¿Qué nos dice realmente que un lector considere que su lectura es rápida, regular, medianamente rápida o lenta? ¿hablamos de alfabetización o práctica lectora? ¿qué criterios toma en cuenta el lector para determinar que lee más o menos rápido?
El papel de las bibliotecas y las librerías
En relación a los establecimientos destinados para adquirir los materiales de lectura se encuentran en primer lugar las tiendas departamentales, seguido por las librerías, puestos de libros o revistas usados y, en último lugar, sí, una vez más, la biblioteca. Algo seguimos sin hacer para visibilizar este espacio, ¿acervos obsoletos? ¿mala calidad en la atención? ¿desconocimiento de la existencia de bibliotecas cercanas? ¿una mezcla de todas?
Pero no desdeñemos el papel de la biblioteca porque sí que juega un papel, si no predominante, al menos importante en la formación de lectores. Por ejemplo, el 39.1% de los encuestados que son lectores fue porque sus padres los llevaban a las bibliotecas o librerías; a su vez, el 65.3% de lectores fue motivado por sus maestros a asistir a la biblioteca.
Salta también que aunque la librería goza de un buen segundo lugar, son las tiendas departamentales las que están ganando terreno. ¿El ofrecer de todo, incluidos los libros, ayuda? Recordemos también que estos espacios ofrecen principalmente best sellers y novedades editoriales, no la especialización que te podría ofrecer una librería, o el espacio que ofrece una biblioteca.
Conclusiones sobre el Molec 2024
Como ya lo mencioné anteriormente, este tipo de estudios dejan más interrogantes que respuestas y eso no es necesariamente negativo, pues nos invitan a analizar con lupa los resultados y matizarlos, nos invitan también a tratar de encontrarles sentido en un mundo tan complejo como los lectores mismos y sus prácticas lectoras. Sin embargo, hay grandes ausentes que no nos permiten perfilar más detenidamente a estos lectores:
Falta indagar sobre el papel del audiolibro y plataformas de podcast.
Falta indagar sobre la lectura en digital y esto no sólo se limita a si se lee o no en este formato, sino saber sobre plataformas, dispositivos de lectura, etc.
Falta, como bien apuntó Ale Quiroz, la inclusión de los lectores más jóvenes, ¿por que no se toman en cuenta? ¿cómo cambiarían los resultados?
Y es que, para determinar si se lee menos o más, o simplemente si se lee en México, no basta con preguntar si se leyeron los formatos incluidos en el Molec 2024.
Sin duda, el Molec se ha convertido en una pauta para conocer lo que está pasando en materia de lectura y lectores. De igual manera entiendo que quizá resultaría muy complicado levantar una encuesta anual que cubra todas estas prácticas lectoras o interrogantes, pero no puedo evitar quedarme con esa sensación de que sigue siendo incompleta y no nos permite ver el panorama completo de este país de “no lectores”.