Gracias a la magnifica recomendación de Carola Martínez, llego a Habitar como un pájaro: modos de hacer y pensar los territorios de Vinciane Despret, un libro cargado de sabiduría no sólo desde lo científico, también desde lo filosófico sobre la forma en la que las aves habitan el mundo, cómo conforman su territorio, cómo lo defienden, cómo son en él y por qué son como son. Curiosamente, este libro, aunque de divulgación me dejó reflexionando mucho sobre otros territorios, como los territorios de la lectura.
No resulta extraño que Despret nos traiga en un libro de divulgación reflexiones filosóficas y que a través de esas reflexiones logremos ver a las aves con un ojo distinto. Ella es al fin de cuentas una filósofa de la ciencia, ha estudiado a la ciencia no desde el método riguroso (o sí), sino desde la reflexión, el análisis, la observación profunda y la distancia que pone a los científicos para tratar de entender mejor a las aves y a la ciencia.
De esta manera, con el pretexto de estudiar y acercarse a las aves, cuestiona la forma de hacer ciencia, el papel de las científicas, en particular de las ornitólogas a quienes ha costado hacerse un espacio (tener un territorio) en este campo y cuya gran contribución al estudio de las aves es acercarse y reconocerlas de una manera distinta, más en lo individual, en el sujeto y no en la especie.
Como dice Despret, los ornitólogos hombres van de prisa y quizá por ello sigamos asumiendo cosas erróneas sobre la manera en que las aves habitan los territorios. Sin embargo, son las ornitólogas quienes han enfocado sus estudios desde un polo opuesto al tradicional y gracias a ello se han descubierto cosas inimaginables sobre la forma en que las aves están en el mundo. Es gracias también a las ornitólogas que seguimos indagando: los machos cantan para atraer a las hembras o porque marcan territorio frente a otros machos, las hembras no cantan o simplemente no se les ha estudiado suficiente, las hembras no son territoriales o su manera de hacer territorio es distinta de la de los machos. No puedo continuar sin mencionar a algunas de estas ornitólogas:
- Margaret Nice y Barbara Blanchard, por ejemplo, se alejaron de los estudios que sólo clasifican a las aves y decidieron dedicarse a estudiar su comportamiento:
- Nice, quien comenzó como ornitóloga aficionada, fue de las primeras en comprender que sólo podía entender a las aves si las estudiaba de manera individual.
- Katharina Riebel, Michelle Hall y Naomi Lang, por su parte, fueron las primeras en estudiar a las hembras que cantan, una actividad que tanto ornitólogos, como aficionados siempre han considerado exclusiva de los machos.
- Y aunque no se menciona en este libro, quiero rescatar a Betsy Bang, ilustradora médica, quien demostró alrededor de 1960 que algunas especies de aves tenían un sentido del olfato desarrollado.
Volviendo a mi encuentro fortuito con Despret, es gracias a ella que también me encuentro por vez primera con Michel Serres (1930-2019), filósofo e historiador de la ciencia quien en su libro El contrato natural comienza a estudiar el lenguaje y la lectura de las cosas. Esta idea la retoma más adelante en Darwin, Bonaparte y el Samaritano, una filosofía de la historia, otro de sus libros donde trata de explicarnos la historia de la ciencia a través de la lectura del mundo. Desde luego, para mi resultó francamente sorprendente descubrir esta visión sobre la lectura en una disciplina que pareciera tan alejada de este campo, quizá incluso alejada de los mismos estudiosos de la lectura.
El buen cazador lee, después de haber aprendido a leer. ¿Qué descifra? Una impresión codificada. Ahora bien, esta definición podría ser una caracterización de la propia escritura humana histórica.
La escritura, nos dice Serres, la hacemos no sólo los humanos, sino todos los seres vivos y no vivos al dejar constancia de nuestro paso por el mundo: la luz de las estrellas nos habla de algo, cómo era el universo hace millones de años; los fósiles nos cuentan cómo murieron, cómo vivieron, qué comían esos animales; un árbol nos cuenta sobre la temporada del año por el color de sus hojas. Así también la escritura que hacemos y leemos los humanos nos cuenta cosas, pero en definitiva no es exclusiva de nuestra especie. Por ello se puede hablar de lectura de todo lo que nos rodea, pues todo tiene algo que contarnos. Dice Serres:
Si la historia comienza con la escritura, entonces todas las ciencias entran, junto con el mundo, en una historia nueva y sin olvido.
Despret no es para nada condescendiente, tiene mucho que replicarle a los ornitólogos que va mencionando en su libro, desde luego, también tiene sus “asegunes” para Serres en cuanto a unir lo que se supone debe permanecer desvinculado, la lectura y la historia de la ciencia. Y claro, desde la ornitología la réplica tiene todo el sentido.
Pero no puedo pasar por alto a Serres en el camino de la mediación lectora y del estudio de la lectura porque, como bien apunta Despret, “[…]justamente, el motivo que anima a Serres consiste en romper con el hábito sórdido de poner lo humano en el centro del mundo y de los relatos, en abrir la historia a miríadas de seres que cuentan y sin los cuales no estaríamos ahí.”
Así mientras Habitar como un pájaro nos obliga a pensar los territorios y la forma en que estos son habitados por las aves y algunos mamíferos; indirectamente y quizá sin darse cuenta también nos está hablando de los territorios de la lectura, esos que son vastos y que superan a la simple noción de decodificar caracteres o que se limita al formato impreso.
Lectura= libro impreso. No, la lectura o, mejor dicho, los territorios de la lectura, son mucho más que eso. La entiendo y la he querido entender como lo hace Serres, aunque sea arriesgado y tenga serios baches que sortear tanto para el estudio de la ciencia, como para el estudio de la lectura, aunque nos planteé serios cuestionamientos de lo que es leer.
Pero no es sólo Serres quien habla de lectura del mundo para intentar entender la historia de la ciencia. La misma Despret al hablar de la incomodidad que le supone Serres, acude a Mil mesetas, de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un libro que describe como difícil y al que sólo pudo acceder una vez que decidió salir de la rutina de su lectura científica:
Y tenía que aprender a leerlo así, no dejándome guiar por palabras, sino por gestos, ritmos, rupturas, tartamudeos, hipos, afectos. Salir de la rutina que guiaba mi lectura de los artículos científicos, que consistía en recolectar informaciones, inventariar hechos y saberes. Iba a olvidarla, la filosofía no tiene la tarea de informar, sino la de lentificar, la de discordar, la de vacilar.
Despret tuvo pues que distanciarse de la lectura tradicional de decodificar palabras en un texto científico y enfrentarse a una lectura distinta, más corporal, para tratar de entender lo que Deleuze y Guattari querían explicar.
Quizá, con el pretexto de leer a las aves, este libro nos invite también a distanciarnos de la lectura tradicional y adentrarnos en los distintos territorios de la lectura y la escritura para tratar de entender al mundo.
Gracias, querida Carola, por la recomendación, sigo pensando un montó de cosas sobre este libro y ya me estoy anotando otros a la lista de mis territorios de la lectura.
Título: Habitar como un pájaro: modos de hacer y de pensar los territorios
Autora: Vinciane Despret
Traductor: Sebastián Puente
Pie de imprenta: Buenos Aires, Argentina : Cactus, 2022.
ISBN 978-987-3831-66-9