Seguramente muchos recordarán con terror las clases de bibliotecología (ahora no recuerdo la materia específica) donde nos ponían a estudiar los niveles de los documentos y donde poco hablábamos de la historia de las distintas obras (esa era harina de otro costal, o de otra materia). Pues sí, aunque les parezca extraño los bibliotecarios clasificamos la información no sólo por materia, sino hasta por nivel de documento: están los documentos primarios, los secundarios y un tercer tipo, conocidos como obras de consulta o referencia. Ya en otro momento les explicaré en qué consiste cada nivel de documento y antes de que se me vayan aburridos a leer otra cosa, sólo les diré que dentro de las obras de consulta entran los diccionarios y, como a mi me gusta esto de la historia de la bibliotecología y todo lo que tenga que ver con los libros, el día de hoy toca el turno en este post al origen de los diccionarios.
Aunque nadie ha logrado ponerse de acuerdo, se cree que los primeros diccionarios surgieron en Mesopotamia por allá del 2,300 a.C., según la Wikipedia, se han descubierto textos cuneiformes que pertenecieron a la famosísima Biblioteca de Asurbanipal y que describían palabras sumerias. Interesante saber que ya desde los orígenes de la escritura, se escribiera sobre las palabras mismas. En fin, esto fue hace miles de años; sin embargo, el diccionario como lo conocemos hoy en día es un tanto más reciente.
En la Grecia clásica también podemos encontrar rastros de los primeros diccionarios, el filólogo y poeta griego, Filetas, realizó en el siglo IV a.C un compendio con el vocabulario mas complicado en la obra de Homero. Ya para el primer siglo de nuestra era, el gramático Apolonio realizó un Léxico Homérico.
En la Edad Media es posible encontrar los primeros glosarios especializados en distintos temas. Pero el término diccionario lo debemos al inglés John de Garland que en 1220 ecribió un libro de ayuda para la dicción latina, de ahí el término diccionario; aunque el trabajo de de Garland no fuera propiamente un diccionario, sino una ayuda para la pronunciación de las palabras de origen latino.
Como dato curioso, esos fósiles de diccionarios eran generalmente bilingües y eran utilizados para ayudar a traducir de una lengua a otra, por ejemplo, en 1552 apareció el Anglicum Latinum. Lo mismo ocurrió con los primeros diccionarios publicados en el México Colonial, aunque estos tuvieron fin evangelizador, es decir, para poder convertir a los antiguos pobladores de México fue necesario comenzar a hablarles en su propia lengua. El primer diccionario aparecido en México (y de paso en la América Conquistada) fue el Vocabulario en lengua castellana y mexicana que Fray Alonso de Molina escribió entre 1555 y 1571, a partir de 1571 incluyó uno en español-náhuatl. Después de este le seguirían otros pero el de Molina es un obligado en estos temas.
En cuanto a la lengua inglesa, el primer diccionario de que se tiene conocimiento fue la Table Alphabetical publicado por Robert Cawdrey en 1604, es un compendio de términos poco usuales de la lengua inglesa como To concruciate que es algo así como atormentar. Al diccionario de Cawdrey seguirían muchos otros; el primero que incluyó en el título la palabra diccionario fue The English Dictionaire, conocido también como An interpreter of hard english words de Henry Cockeram publicado en 1623. Los diccionarios en inglés más famosos son el Johnson Dictionary publicado en abril de 1755 y el imprescindible Oxford English Dictionary publicado 173 años después. Este último, por cierto, con un origen peculiar y bastante sangriento, pero esa es otra historia que vale para otro post.
Y desde luego, no podemos dejar de lado a la lengua española, con el primer Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española y publicado en 1780, el antecedente del DRAE que uilizamos en la actualidad incluso para consulta en línea. Cosa curiosa que la Real Academia surgiera hasta 1713 y publicara un diccionario de nuestra lengua casi 7 décadas después de fundación y aproximadamente 7 siglos después de los primerios vestigios de la lengua española.
Referencias:
Forsyth, Mark. The etymologicon: a circular stroll through the hidden connections of the English Language. USA : Totem Books, 2011.
Prieto, Carlos. 5000 años de palabras. México : FCE, 2006.
Imagen vía: Wikipedia
Verónica como siempre interesantísimo, muchísimas gracias me llevo tu post , para compartir y mil gracias de verdad
http://elrincondelibrosusados.blogspot.com.es/
pue la informacion de los diccionarios bilingues es muy interesante
HOLA UVEJOTA.
Estoy muy agradecido por tu articulo sobre los diccionarios. Soy un investigador en muchos temas y ahora escribo un libro que tentativamente se llamaría Metafísica del Lenguaje. Hay un capitulo que lo he denominado Historia y lenguaje y quisiera ahi incluirlo.
Quisiera citarte textualmente, con tu nombre, como debe hacerse una cita literaria, en la parte histórica sobre el nacimiento de los diccionarios. Ademas, si es que no tienes inconveniente, podría enviarte el borrador del trabajo, al tenerlo por terminar?
Puedes enviarme cualquier novedad a mi correo adjunto. SALUDOS. Reinaldo
Hola, si es de utilidad el artículo claro que puedes usarlo, y sí espero me puedas enviar el borrador para leerlo.
Saludos.
Estimada Verónica:
Me gusta mucho tu blog y me gustaría aclarar una duda que tengo:
¿Por qué no citas en tu magnifico resumen el pionero trabajo del insigne Antonio de Nebrija que publicó en 1492 la primera gramática castellana y el primer DICCIONARIO latino-español?.
Sería bueno recordar que en este orden de cosas la primera gramática del francés surge en 1530. En 1534, la primera gramática del alemán. La de nuestros vecinos portugueses, en 1536. Y hasta 1586 no vería la luz la primera gramática del inglés.
Parece como si a todos los que hablamos español nos diera vergüenza admitir los logros de nuestros predecesores.
Felicidades de nuevo por tu Blog.
Hola Antonio, muchas gracias por tu comentario hacia el blog.
En cuanto a tu pregunta, no cité el trabajo de Antonio de Nebrija porque honestamente no lo tenía presente cuando publiqué el artículo. Sin embargo, siempre son bienvenidos los comentarios, las aclaraciones y los aportes, como este. Muchas gracias.