Siempre han llamado mi atención todos esos discursos en torno al libro y la lectura que, generalmente idealizan y romantizan el acto de leer y, de tanto repetirse, se dan por ciertos y no se cuestionan. Estos discursos, casi mitos diría yo, lo único que han logrado es alejar más a ese inmenso grupo de “no lectores” (otro mito) que se sienten ajenos al rigor del libro y la lectura.
Durante mucho tiempo mi principal termómetro de discursos y mitos en torno al “deber ser” del libro y la lectura ha sido Goodreads. Los comentarios de los usuarios de esta red social reflejan las duras cargas que se le imponen tanto al objeto, como a la actividad, pero también a los lectores.
Estas cargas están reforzadas por la idea hueca de que leer es simplemente bueno y por ello hay que leer mucho, para qué, por qué o cómo, no lo saben decir a ciencia cierta, pero queda muy bien enarbolar esta bandera. Sobre este tema, de hecho, ya he hablado en el blog acá y acá; sin embargo, hoy me quiero detener nuevamente sobre este tema, pero ahora teniendo como termómetro a Threads.
Como muchos sabrán, Threads es la red de microblogging que Meta lanzó hace un par de años para hacerle competencia a X, antes Twitter. El algoritmo de Threads ha sido muy eficiente para traerme cuentas de usuarias y usuarios interesados en el tema y, con ello, traerme también todas estas discusiones e imaginarios que dan para reflexionar muy detenidamente porque, como dice Daniel Goldin en Los días y los libros:
Debemos desconfiar de los acercamientos fetichistas a los libros.
Una de las discusiones que más me han dado vueltas la cabeza en los últimos meses es el de los retos de lectura que cada fin de año traen de cabeza a los lectores. El punto sobre estos retos es que ponen determinado número de libros a leer durante un año. Sí, ya sé que no les estoy diciendo nada nuevo, mucha gente comienza el año proponiéndose “este año quiero leer más” o “esta año voy a leer 10 libros”, por poner un par de ejemplos. Sin embargo, las conversaciones que he podido ver mencionan 100, 200, incluso 1000 libros en un año.
¿Es posible leer 100 o 1000 libros en un año? Seguramente sí. ¿Cada quién es libre de definir no sólo sus propósitos de año nuevo, sino también sus retos de lectura? Sin duda, y desde ese ángulo, por su puesto que a mi qué me importa que quieran leer 1000 libros. Sin embargo, sin ánimo de hacer un juicio sobre estos lectores, sinceramente creo que quienes intentamos acercar la lectura a las personas debemos reflexionar estos mitos e ideas sobre el libro y la lectura que no aportan nada al andar de un lector.
¿Por qué 100 libros? ¿por qué 1000? ¿qué mueve a estos lectores a poner un número arbitrario que quizá hable más de una especie de competencia similar a aquellas de comer pasteles o tartas donde el que come más es el que gana? En estas competencias el competidor difícilmente podrá decir que disfrutó la tarta o descubrirá que ama las tartas de higo, pero no las de queso, o no podrá darse cuenta que en realidad lo que le gusta son las cemitas de mole y no las tartas.
A lo que pretendo llegar es a que poner un número de libros durante un año no nos dice nada de la experiencia que busca un lector o lectora, sólo está dando eso: un número. Vamos, estos retos de lectura los encuentro tan cuestionables como los resultados de distintas encuestas de lectura que coinciden que en México se leen 2.9 libros por año. Desde luego que cada quien se impone los retos que se le pegue la gana, pero insisto, estas discusiones, esta manera de imponerse la lectura, nos dice mucho sobre lo que se piensa que debe ser la lectura.
Algo muy interesante que también pude leer durante este fin de año lector es que entre noviembre y diciembre muchos usuarios de Threads pedían consejos de libros “chiquitos”, libros infantiles, libros con muchas ilustraciones, para poder completar su reto autoimpuesto. Y aquí ya estamos aterrizando en otro mito, un libro infantil o un libro con ilustraciones no se lee, o se lee rápido y nos puede servir para hacer trampa.
Desde luego, está la otra cara de la moneda, aquellos quienes aseguran que un lector no es “realmente” lector si leyó sólo 2 libros al año. Y si ese lector no leyó un sólo libro en el año, pero leyó todos los cómics que se cruzaron en su camino, ¿no es lector?
Sin duda se escucha muy bien y es socialmente aceptado autodenominarse o que alguien te perciba como un “lector voraz”, pero ¿qué buscan realmente estos lectores? O, mejor dicho, ¿qué los ha llevado a buscarlo de esa manera? Cuál ha sido el papel de la escuela, cuál ha sido el papel de las campañas de lectura de los distintos gobiernos y otras instituciones, cuál es el papel de quienes intentamos mediar entre las historias y los lectores para que se asuma de esta manera la práctica lectora.
Me gustaría saber qué opinan, creen que realmente hay algo que analizar en los retos de lectura o sólo me estoy embrollando yo sola y buscándole cinco pies al gato, sabiendo que tiene cuatro. Y ya para cerrar, traigo de nuevo a mi querido Goldin a colación:
No se puede leer todo. No se puede leer siempre y a veces es difícil hacerlo.
Ahora sí, los leo.