Corría el año 2019 cuando en la XX Conferencia Iberoamericana de Ministras y Ministros de Cultura de Iberoamérica, realizada el 17 y 18 de octubre, se declaró el 2021 Año Iberoamericano de las Bibliotecas. Seguramente a nadie le pasó por la cabeza en ese 2019, que ahora parece lejanísimo, que el 2021 vendría precedido por un año en el que el coronavirus nos ha obligado replantearnos la educación, el trabajo, la convivencia, la vida misma desde casa, con todas las carencias, retos y el tener que ir resolviendo sobre la marcha que eso implica.
Las bibliotecas no han sido ajenas a un año convulso, ha sido un verdadero reto dar acceso a la información y, quizá lo más importante, seguir siendo ese espacio de refugio, encuentro, reencuentro, cuando no se puede estar. Algunas bibliotecas poco a poco van abriendo sus puertas, o sus ventanas cuando lo primero no se puede, algunas ensayan seguir a la distancia, algunas más recortan horarios y capacidad de aforo, vemos que no hay una respuesta receta, sino mucha voluntad e ingenio. Las tecnologías que durante muchos años han estado ahí, tuvieron que ser finalmente utilizadas para dar servicio, como se dice vulgarmente, las y los bibliotecarios tuvimos que tomar al toro por los cuernos y todo apunta que una buena parte de 2021 seguiremos utilizando y renovando servicios con estas herramientas.
Ya con un diciembre muy avanzado podemos concluir que el 2020 no ha sido un año sencillo para ningún sector o persona, desde luego las bibliotecas no son la excepción; quizá por ello, esta declaratoria del 2021 como el Año Iberoamericano de las Bibliotecas en este contexto resulta particularmente poderoso, importante y urgente. Si bien el deber ser de la biblioteca es un tema que urgía ponerse sobre la mesa desde hace algún tiempo, el contexto de pandemia nos ha obligado a acelerar la discusión, a ya no dar prórroga, nos ha lanzado de lleno. En definitiva, en el 2021 será importante tener a las bibliotecas en la discusión constante para seguirla pensando en un contexto adverso, pero también para visualizar a las bibliotecas que queremos mientras y una vez que pase todo esto. ¿A qué bibliotecas queremos regresar?
De cara el siguiente año, el día de hoy se llevó a cabo la presentación del Año Iberoamericano de las Bibliotecas 2021, en la que se dieron cita personajes clave en materia de bibliotecas, como es el caso de Ana Maria da Costa Souza, presidenta de IBERBIBLIOTECAS; Jeimy Hernández, coordinadora del Área de Lectura y Bibliotecas de CERLALC de la Unesco; Enrique Vargas, coordinador del Espacio Cultural Iberoamericano de la SEGIB; entre otros, para hablarnos un poco de #bibliotecasquecreanfuturo, es decir, lo que se espera de las bibliotecas en 2021 y los años por venir. Como lo mencionan en la página de Iberbibliotecas:
Asimismo, será un tiempo de reflexión alrededor de las bibliotecas de una región conformada por 23 países: Andorra, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Un año que viene con muchos retos para las bibliotecas (públicas, escolares, académicas, comunitarias, especializadas, digitales, nacionales, móviles, itinerantes, etc.), pero al mismo tiempo este año se vislumbra como una gran oportunidad para sentar las bases de las bibliotecas que esperamos tener con o sin un contexto de pandemia.
Les dejo la presentación de esta mañana, seguramente tendremos mucho que aportar el año que ya casi llega.
Cada 20 de julio celebramos el Día Nacional de Bibliotecario en México. A diferencia de otros años, tengo la impresión que en este 2020 hay un mayor ánimo de festejo o eso deja ver la extensa agenda de actividades en línea que distintas instituciones bibliotecarias han preparado para este lunes (en algunos casos se extiende toda la semana, y en otros, incluso, todo el mes), ya sea porque desde casa es más sencillo organizar varios eventos, ya sea porque los tiempos nos obligan a pensar más en celebrar cuando no es posible la cercanía, o porque hemos descubierto esas oportunidades que ahí estaban y no las habíamos explorado lo suficiente y la ocasión se presta para explotarlas al máximo.
He de confesar que no estaba muy convencida de poner este post de celebración en un contexto de pandemia, como si no fuera ya demasiado lo que se dice en todos lados. Pero nos guste o no, estos son los tiempos que nos ha tocado vivir; y si estos mismos tiempos nos obligan a buscar alternativas para celebrar -porque después de todo aún hay mucho por lo que celebrar-, hoy más que nunca también se hace necesario repensar nuestra labor.
Sin duda, esta pandemia nos agarró a todos muy descolocados, las y los profesionales de la información no hemos sido la excepción. De primera instancia tuvimos que cerrar las bibliotecas y tratar de dar el servicio lo mejor que se pudo en estas circunstancias. Desde luego, todos nos volcamos a utilizar redes sociales, videollamadas, talleres en línea y subir videos contando historias. No me voy a detener en lo que se ha hecho porque Ramón Salaberria ha recogido en JardinLac una buena muestra de lo bien que lo han hecho muchas bibliotecas en distintas partes del mundo y también Gonzalo Oyarzún nos platicó de algunos otros ejemplos en su charla, que pueden ver por acá.
Lo interesante es que ahora que comienza a abrirse una pequeña ventana de oportunidad para la reapertura en distintas bibliotecas alrededor del mundo (algunas ya están abiertas), surgen muchas dudas sobre cómo abrir y seguir brindando el servicio en un contexto donde existe un gran temor hacia el otro y donde hay que guardar sana distancia, donde muy seguramente la estantería tendrá que permanecer cerrada y donde tendremos que restringir en un primer momento las reuniones para presentaciones de libros o las diversidad de actividades que se llevan a cabo en una biblioteca.
Y es precisamente bajo esta premisa que debemos de repensar nuestra labor, se vuelve indispensable e ineludible reflexionar: ¿se trata sólo de hacer videoconferencias o talleres en línea? ¿se trata sólo de subir videos donde leemos libros? Estos experimentos han resultado interesantes y también muy reveladores, pero ¿eso es todo? Espero que esto sea sólo el inicio y que nos estemos planteando cómo podemos seguir a distancia y presencial.
Sin duda, estos meses la tecnología nos ha dado una buena muestra de lo útil que es (a ratos también abrumadora y cansada), a la mayoría nos ha mantenido unidos, pero no estoy tan segura que nos hayamos detenido a pensar qué pasa con todos aquellos que no cuentan con estos recursos. Al menos en el contexto biblioteca pública no podemos pasar de largo a todos esos usuarios y por ello, hoy más que nunca debemos entender que es sólo una herramienta más.
Repensar nuestra labor tiene mucho que ver con aterrizarla en esa “nueva normalidad” de la que tanto se habla, tratar de dilucidar si queremos regresar a esa “antigua normalidad” de la que este virus nos obligo a salir y que hemos de admitir, tampoco estaba tan bien. Repensar nuestra labor en este contexto de “nueva normalidad” implica abrir espacios y oportunidades de diálogo, ofrecer certidumbre, espacios seguros, hospitalarios, espacios de acogida para todas y todos; y desde luego, lograr lo anterior implica que resolvamos el espacio y la cercanía en un momento que parecen tan amenazantes.
Así que colegas, bienvenida la celebración por el Día Nacional del Bibliotecario en México y que ésta venga de la mano de una reflexión seria, con menos autocomplacencia y más autocrítica. Porque ni “todo tiempo pasado fue mejor”, pero tampoco “nada de que se hizo antes funcionaba”. Pensemos en dónde estamos y hacia dónde nos queremos dirigir.
Biblioteca Pública Francisco Zarco, Alcaldía Benito Juárez
Algo que ha quedado claro a partir de esta emergencia sanitaria por el Covid-19 es que nadie estaba preparado para enfrentarse a una pandemia y, aunque no sea la primera en la historia de la humanidad, lo cierto es que a todos nos tomó muy mal parados, por lo que en el camino tuvimos que improvisar y seguimos improvisando para dar respuesta desde distintos ámbitos.
En el caso de las bibliotecas y como ya lo he mencionado en otros momentos, las primeras respuestas estuvieron enfocadas en tratar extender los servicios bibliotecarios al terreno digital, algunos con mayor éxito y mejor planeados que otros, pero ese es tema para otro post.
Ahora con la desescalada y el regreso (que en ocasiones no luce tan inminente como lo esperamos) a la “nueva normalidad”, las y los bibiotecarios debemos plantearnos y planificar la reapertura de las bibliotecas de forma segura, para el personal bibliotecario y para los usuarios, pero también sin que la atención y los servicios al público se vean afectados.
Y ese es el verdadero reto:
¿Negar el acceso a personas con síntomas? ¿cómo?
¿Cerrar la estantería?
¿Cerrar espacios?
¿Atender con citas?
¿Segmentar para dar servicio?
¿Mandar a bibliotecarios considerados población vulnerable a sus casas?
¿Abrir la biblioteca o mantenerla cerrada?
En el marco de una situación tan extraordinaria como es esta pandemia, se entiende que la prioridad es la salud de todas y todos, y si eso implica no abrir o restringir, se hace. Lo anterior, en el entendido de que volveremos a abrir las puertas a todas y todos en algún momento, y que en lo que eso sucede hemos de seguir respondiendo como lo hemos estado haciendo desde que esto comenzó. Sin embargo, persiste la interrogante cómo blindar al personal y a los usuarios sin perjudicar el servicio y el acceso, especialmente en un sitio tan democrático como es la biblioteca. Cómo hacemos para seguir siendo ese lugar de refugio, si la situación no nos permite tener un espacio lo suficientemente seguro.
Esas son, al menos las reflexiones y preocupaciones que he tenido en las últimas semanas: pensar la democracia y la seguridad de la biblioteca garantizando la salud de todas y todos.
Por ello, vale la pena revisar algunos documentos que se han ido generando de a poco entre las y los profesionales de la información y responsables de bibliotecas. Aunque desde luego hay más, aquí menciono dos recursos que abordan el tema de forma muy completa:
Apartado Reopening Libraries de la sección COVID-19 and the Global Library Field de la IFLA.
La reapertura de las bibliotecas después de COVID-19 del Blog Infotecarios.
¿Qué ocurre en México?
En el terreno federal, la Secretaría de Cultura publicó hace unos días su Guía Básica para la reapertura de espacios culturales. El rubro de bibliotecas públicas es bastante deficiente; esto es preocupante pues en esta Secretaría es donde están las más de 7 mil bibliotecas públicas del país; aunque considerando que quien está al cargo de la dirección ha sido incapaz de proponer un sólo lineamiento para la reapertura cuando se le pregunta, se entiende que el documento sólo emita cuatro recomendaciones que, desde luego, quedan rebasadas por las particularidades de las bibliotecas, por ejemplo, el préstamo bibliotecario o la diversidad de usuarios que atienden.
Por ello, es importante que a nivel local se elaboren recomendaciones que tomen en cuenta las particularidades de cada localidad, tal como lo está haciendo la Ciudad de México a través de la Dirección de Acervo Bibliohemerográfico, responsable de apoyar a la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México. Un documento que en cuanto sea público, compartiré en este espacio.
El Colegio Nacional de Bibliotecarios también publicó recientemente su documentoRecomendaciones para la reapertura de las bibliotecas en el contexto de la pandemia por Covid-19. En general, es un documento muy completo y es evidente que quienes lo elaboraron conocen esas particularidades, las necesidades y el tipo de trabajo de las bibliotecas.
Hay, sin embargo, algunas recomendaciones que creo merecen un poco más de atención y análisis, por ejemplo, la recomendación del uso de guantes en todo momento puede ser contraproducente si quien los usa sigue llevándose las manos a la cara. Afortunadamente, como se menciona en el mismo documento, el objetivo es que dichas recomendaciones “…puedan servir de referencia a las diferentes bibliotecas y las distintas unidades de información para la realización de sus propios protocolos” (las negritas son mías).
También vale la pena mencionar las Precisiones para el trabajo durante y post-COVID-19 el documento publicado por la Universidad Veracruzana. En este documento, al final hay una infografía con recomendaciones para la reapertura.
Recomendaciones “finales” para la reapertura de las bibliotecas
Como lo decía al inicio, nadie estaba preparado para esta emergencia sanitaria y las bibliotecas y los bibliotecarios hemos tenido que responder con lo que teníamos a mano. Para la reapertura, sin embargo, conviene revisar lo que se está haciendo en otros lados, documentarse y verificar la información, preguntar a otros colegas cómo están resolviendo.
Una vez que se cuente con un panorama general, adaptarlo a las particularidades y necesidades de cada biblioteca; y no olvidemos discutir y reflexionar con el personal bibliotecario sobre lo que se puede hacer y lo que no, pensar en todos los escenarios posibles y cómo resolver a las distintas eventualidad. Con base en lo anterior elaborar lineamientos propios que contengan al menos los siguientes elementos:
Las medidas de higiene en la biblioteca
El aforo y los servicios que es posible ofrecer
Las medidas de higiene para el personal y los usuarios.
El aislamiento del material documental contemplando la permanencia del virus en el papel, como la medida más eficiente.
El día de hoy se llevó a cabo el foro virtual#BibliotecasEnCasa, una iniciativa a cargo de Infotecarios, @IFLALAC y ASCOLBI, Colegio Colombiano de Bibliotecología; que reunió a distintos bibliotecarios para hablar sobre la forma en que las bibliotecas y los profesionales de la información están dando respuesta a la pandemia por el COVID-19 que enfrentamos a nivel mundial.
Sin duda esta iniciativa es una manera de enfrentar a puertas cerradas, mientras que abre ventanas virtuales a la reflexión y el acompañamiento. Y varias de las cosas que abordaron los 10 panelistas, me han dejado reflexionando y con varias inquietudes que ya previamente he venido dejando en otros espacios y que quiero rescatar en este post:
No sólo se trata de compartir recursos
En primer lugar, las bibliotecas se han volcado a poner al alcance de sus usuarios recursos de información en formato electrónico. Y no son los únicos. En estos días hemos podido ver a través de redes sociales a distintas personas ofreciendo acompañamiento virtual desde sus distintos saberes: escritores leyendo, mediadores leyendo, profesionales en distintas áreas ofreciendo talleres, y un cúmulo de proyectos virtuales que tienen como fin hacer la reclusión menos dura. Muchas editoriales también han puesto sus obras en acceso libre, si no permanente, al menos durante este periodo.
Claro que se agradece esta amplia oferta de actividades y acompañamiento de gente para otra gente. Sin embargo, a ratos ha sido abrumador constatar en esta época vivimos con la obsesión de estar ocupados todo el tiempo, produciendo, haciendo, estudiando, consumiendo, “aprendiendo”, ¡leyendo casi por obligación! Mientras que el ocio y el aburrimiento son vistos como un veneno, como algo malo. Comentaba hace unos días en mis redes que un rato de sano ocio y recogimiento no están mal. Aburrirse de vez en cuando tampoco está mal, necesitamos esos espacios en blanco para reencontrarnos y volver a crear.
Lo anterior me lleva a retomar las palabras que mencionó mi querido colega Fernando Gabriel Gutiérrez en su intervención en este foro: “no sólo se trata de compartir recursos” ¿Dónde queda la biblioteca como el lugar para estar? Si perdemos de vista esa función de la bibliotea y la centramos sólo en los recursos, quizá sin darnos cuenta estemos contribuyendo a la infoxicación y la infodemia.
Porque además algo que he podido notar estos días es que las y los bibliotecarios no hemos sabido dar a conocer nuestros recursos. El mejor ejemplo, es el revuelo que causó la noticia que la Unesco “liberó” su Biblioteca Digital Mundial ante esta crisis. En lo personal encontré sorprendente (y no en un sentido positivo) que entre los bibiotecarios corriera como pólvora esta noticia, pues en realidad la Biblioteca Digital Mundial nació en 2009 y siempre ha estado al alcance de todo aquel que tenga conexión a internet. Es decir, qué bueno que esta crisis ha servido para darla a conocer entre quienes no tenían idea de su existencia; pero que muchos colegas celebraran esta noticia, me hace preguntar ¿dónde estamos?
La biblioteca como lugar de información confiable
Esta semana en México se lanzó VERIFICOVID para verificar información relacionada con la pandemia en México, muy similar a Verificado 2018 que sirvió para verificar todas las noticias de la campaña electoral de 2018 en México. En Verificado 2018 participaron periodistas, medios informativos y universidades; en VERIFICOVID están participando periodistas, médicos, comunicólogos y diseñadores. ¿Por qué ninguno de estos dos proyectos tienen profesionales en el área de bibliotecología y la información?
En España está #AyudaBiblioteca, un proyecto en el que participan cerca de 40 bibliotecarios de ciencias de la salud que comparten información, artículos y recursos de calidad relacionados con el COVID19. Ese es un buen ejemplo de lo que podríamos estar haciendo.
¿Qué otras iniciativas a nivel América Latina y México hay al respecto? El que las y los bibliotecarios validemos información y la difundamos es una labor que deberíamos estar realizando de forma natural, ¿o no?
La biblioteca como lugar de encuentro
Entonces vuelvo a la pregunta, ¿poner al alcance recursos electrónicos es todo lo que cae en nuestra cancha? Si la respuesta es sí, aunque espero el párrafo anterior nos ayude a entender que no, ¿entonces dónde quedan todas esas comunidades que no tienen conexión a internet? Y más importante aún, ¿dónde queda la biblioteca como lugar de encuentro? Porque sí, la biblioteca tiene el deber de seguir siendo un lugar de encuentro y un lugar para estar aún en “épocas de guardarse”. Podemos volver, como en el caso de las bibliotecas en Colombia, a servicios tradicionales como contar historias por teléfono, algo simple y a la vez efectivo.
Por último, #BibliotecasEnCasa es, desde luego, un buen ejemplo que nos sirve para la reflexión, para el ensayo, para reconocernos y tomar este papel social en un momento tan complejo a nivel mundial.
El 11 de octubre pasado se llevó a cabo en la Biblioteca de la Escuela Superior de Comercio y Administración del IPN el taller “Agenda 2030, bibliotecas y la nueva sociedad Red“, organizado por la Asociación Mexicana de Bibliotecarios (AMBAC) e impartido por la gran Lourdes Feria e Iván Urbina. Este taller tuvo como propósito darnos a conocer el contexto de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y la forma en que las bibliotecas de todo tipo pueden incidir en el logro de los 17 objetivos y de las 169 metas de desarrollo propuestas por dicha agenda.
Pero además de darnos a conocer de qué va la Agenda 2030, este taller también buscó que los asistentes compartiéramos las distintas experiencias que las bibliotecas mexicanas están teniendo y la forma en que éstas impactan en los 17 objetivos. Recordemos que en agosto de 2017 les anunciaba en este blog el lanzamiento del Library Map of the World de la IFLA, una página web que recoge a nivel mundial las distintas experiencias bibliotecarias que impactan en la Agenda 2030; sin embargo, a dos años de distancia México aún no contaba con experiencias y, en este sentido es que el taller buscó identificar aquellas historias que pudieran integrarse en el Mapa de la IFLA.
Se ha dicho hasta el cansancio, y todos siempre hemos estamos de acuerdo, que las bibliotecas tienen un importante papel en el desarrollo de las comunidades. De hecho, es un discurso muy común desde que estudiamos la carrera; sin embargo, a veces cuesta trabajo aterrizar con ejemplos lo que se da por hecho e incluso aún nos encontramos a quienes insisten en limitarla a los libros y la lectura (algunos, incluso toman decisiones en este entendido). Por ello, este taller resultó interesante, pues no sólo hizo visibles algunos esfuerzos que distintas bibliotecas y bibliotecarios están haciendo en pro de sus comunidades, sino que también nos ayudó a darnos cuenta que las bibliotecas, efectivamente, pueden jugar un papel importante en el logro de los ODS y en el desarrollo de sus comunidades (con o sin Agenda 2030, con o sin Objetivos del Milenio -el antecedente de los ODS-).
Un último objetivo de este taller fue identificar de entre estas experiencias, las más valiosas para integrarlas a México en el Library Map of the World de la IFLA. De esta manera, en el marco de la 33 Feria Internacional del Libro de Guadalajara se presentó Bibliotecas 2030 MX: historias detrás de las historias, un cuaderno de acceso gratuito que recoge varias de las experiencias del taller, algunas de ellas se integrarán posteriormente al mapa de la IFLA.
Sirva pues, este primer post del año para dar a conocer estas experiencias y proponernos ser partícipes de más experiencias que valga la pena publicar en el mapa de la IFLA.
Pues ya sólo me resta desearles un 2020 muy lleno de quehacer bibliotecario que redunde en incremento de colecciones, usuarios, credencialización y actividades en pro de las comunidades.
El 22 y 23 de agosto pasado se llevo a cabo en la Biblioteca Pública Piloto (BPP) el XII Encuentro de Bibliotecas, organizado por el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y la BPP. En esta edición con el lema ¿Cuál es el tiempo de las bibliotecas? reflexionamos sobre los desafíos que enfrentan las bibliotecas públicas de cara a la Agenda 2030 de Naciones Unidas (aquí pueden ver el programa).
En el entendido de que las bibliotecas no son islas, previo al encuentro se realizaron tres talleres que reunieron a responsables de diferentes perfiles de bibliotecas con el propósito de recoger las inquietudes particulares de cada institución. El primero, con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas y centros de documentación (22 de mayo); el segundo, con bibliotecas escolares de escuelas públicas y privadas (4 de junio); y el último, con bibliotecas públicas, populares y comunitarias (6 de julio).
Los resultados de dichos talleres se presentaron en la primer charla del encuentro Socialización de resultados de los encuentros previos con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas, escolares, públicas, populares y centros de documentación,a cargo de Lina Villa, consultora en estrategia y sostenibilidad de la Reflejarse. Los temas prioritarios que se identificaron en el primer taller (el de las bibliotecas académicas, universitarias y especializadas) son la conectividad y la articulación entre bibliotecas. Por su parte, las bibliotecas escolares ven que hay grandes diferencias entre bibliotecas escolares de instituciones públicas y especializadas, y que carecen de respaldo institucional; desdde luego, la inclusión es un tema prioritario. Las bibliotecas públicas y privadas, por su parte, ven el gran poder de influir sobre sus públicos, tienen mucha claridad en cuanto a los retos que deben enfrentar y son concientes del interés de distintos actores sobre la biblioteca pública.
En la charla Las bibliotecas como garantes de los derechos culturales, acceso y promoción del desarrollo bibliotecario: líneas estratégicas del Plan Nacional de Desarrollo “Pacto por Colombia” 2018-2022, Sandra Suescún, Coordinadora de la Red Nacional de Bibliotecas, nos llevó por un breve recorrido histórico de los planes y políticas nacionales de lectura en Colombia desde el periodo 2002-2010 hasta la actualidad, y la forma en que éstos y el desarrollo de las bibliotecas públicas han incidido en el incremento de los índices de lectura en Colombia, además del uso y percepción que se tiene de la biblioteca pública en el país. Una palabra clave que podría resumir esta charla es continuidad. Algo que poco se ve en otros países de América Latina (pienso específicamente en México), para lograr un cambio de visión sobre el papel de la biblioteca pública, pero también de la percepción de los usuarios.
Algo que llamó poderosamente mi atención en este encuentro es que desde el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín se tiene muy claro que las bibliotecas inciden en varios aspectos de la vida cotidiana; por ello no pueden actuar aisladas y, como muestra, este encuentro no se limitó a tocar temas netamente bibliotecarios, también se llamó a expertos en otras áreas para hablar de temas que tocan muy de cerca a la biblioteca pública.
Muestras claras de lo anterior fueron los talleres previos al Encuentro, pero también las charlas Desafíos coyunturales y problemas estructurales del desarrollo económico-social de América Latina y de Colombia, Prospectiva económica de Colombia; apuestas y retos de sostenibilidad y Trayectorias y desafíos culturales, sociales y educativos a nivel local y nacional, que reunieron a distintos expertos para ofrecernos una panorámica muy clara de Colombia desde lo político, lo social y lo económico, y la forma en que las bibliotecas públicas inciden en cada uno de estos aspectos, así como la forma en que estos inciden en la biblioteca.
En la conversación Las bibliotecas como centros de participación ciudadana y democracias, retos para América Latina, que tuvieron Natalia Espejo y Clara Budnik, nos hablaron de cómo deben ser percibidas las bibliotecas y como deben percibirse los bibliotecarios a sí mismos; habló de la importancia de la formación profesional y de las compencias blandas que debemos tener los profesionales de la información –como el liderazgo, la empatía, la escucha y el reconocimiento de saberes– en aras de poder pensar a la biblioteca como un espacio para la participación y la democracia.
En la conversación Visión 2030; prospectiva bibliotecaria, escenarios y posibilidades de cambio e innovación, Mauricio Fino y yo tuvimos la encomienda de cerrar el Encuentro y resumir los temas y puntos claves que se abordaron. De la mayoría ya he hablado en este post, pero no quiero pasar de largo por otros no menos importantes:
¿Debe haber modelos bibliotecarios? No, tomando en cuenta que cada biblioteca tiene una particularidad. Lo que es necesario es tener un concepto general de la función de la biblioteca y, sobre ello, encaminar a cada biblioteca en cada comunidad.
Es importante estudiar al usuario no sólo porque es nuestra materia prima, sino porque ellos son los que dan uso a la biblioteca y la moldean. Es importante recordar que el bibliotecario no es el usuario, planificar sin incluirlo y conocerlo, es planificar pensando en el bibliotecario.
¿Cómo se conoce a los usuarios? A través del diálogo horizontal y constante.
Las bibliotecas son más que libros, son espacios de diálogo y reconocimiento.
Es importante medir y documentar, pero igual o incluso más importante ponerle rostro a las cifras. Las cifras nos sirven para la negociación institucional; el rostro, para hacer cercana la biblioteca.
Innovar en bibliotecas cuesta, por ello es importante voltear a ver qué se ha hecho, cómo se ha hecho y si hay posibilidad de implementarlo y “tropicalizarlo” en nuestras bibliotecas.
La necesidad de redefinir a la lectura más allá del objeto libro.
El futuro es algo abstracto, el tiempo es hoy. La biblioteca no tiene futuro, si no entendemos el presente y trabajamos en el presente.
Cuesta trabajo aterrizar en bibliotecas los ODS de la Agenda 2030, en especial si no se consideran las particularidades de cada biblioteca.
Al final de la conversación de cierre
Como parte de este encuentro, durante las tardes se llevaron a cabo distintos talleres encaminados a compartir distintas experiencias y reflexionar sobre las bibliotecas públicas. Comparto la presentación del taller que tuve a mi cargo Bibliotecas ante el siglo XXI: planificar nuevos espacios de acción.
Por último, el día sábado se realizó un taller destinado a visualizar, interpretar y ensayar las distintas formas en que las bibliotecas impactan y son impactadas desde las dimensiones social, política, económica, ambiental. Sólo teniendo presente el amplio contexto en que se mueve la biblioteca podremos aspirar a que en otros países (México) los usuarios puedan decir que la biblioteca pública es “Una ayuda importante para mi vida” o “Lo es todo en mi vida”, tal como sucede en Colombia, un referente para la región en materia de desarrollo bibliotecario.
tiempo de las bibliotecas
Y ya para cerrar, quiero agradecer al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín por la invitación a ser parte de este evento (y de paso volarme la cabeza con todo lo que están haciendo), a Isabel Cristina Bernal de Eventos Académicos por las gestiones para hacer posible mi participación, y a Gonzalo Oyarzún por ponerme en la mira.
Y, cuando no se puede llegar a una negociación que beneficie a bibliotecarios y sus comunidades, tanto como a las editoriales los distribuidores, no queda más remedio que luchar (o, al menos eso es lo que deberíamos esperar del gremio bibliotecario). Tal como sucede ahora con las 44 bibliotecas que forman parte del Consorcio de Bibliotecas Digitales en el estado de Washington (WDLC), que están planeando un boicot bibliotecario de seis meses contra Blackstone Publishing.
Todo esto comenzó el 1 de julio pasado, cuando Overdrive notificó a las bibliotecas del WDCL que Blackstone decidió imponer en las bibliotecas un embargo de 90 días a una selección de novedades en formato audiolibro publicados por Blackstone Publishing, es decir que bajo este embargo las bibliotecas no pueden adquirir dichos audiolibros durante tres meses. Lo anterior debido a que Blackstone hizo un convenio con lo que ellos en un primer momento llamaron “importante socio estratégico”, que más tarde y de acuerdo con Publishers Weekly, resultó ser Audible. Este convenio obliga a Blackstone a que sus audiolibros estén disponibles de forma exclusiva en Audible por un periodo de tres meses.
Tener la exclusividad con un gigante de los audiolibros como lo es Audible a cualquiera puede nublarle la vista (y la razón), al punto de no tener presente que las bibliotecas son un punto importante de entrada a los contenidos que, en muchas ocasiones, terminan siendo adquiridos por sus usuarios. Lo anterior, sin tomar en cuenta que la adquisición en bibliotecas representa una venta mayúscula para las editoriales y los distribuidores. Si no me creen piensen en las 16,500 bibliotecas que, de acuerdo con el documento que el WDLC envió a Blackstone, existen en Estados Unidos y anímense a hacer cuentas.
Blackstone Publishing vio una oportunidad de beneficiarse, sin tomar en cuenta que perjudica a un socio, este sí, estratégico, en la difusión y venta de sus contenidos: las bibliotecas (recuerden: 44 bibliotecas que bien podrían llegar a sumar 16,500). Así que las 44 bibliotecas del WDLC, a modo de protesta, han decidido no adquirir los audiolibros de Blackstone Publishing (que representa el 20% del catálogo de audio digital del WDLC) del 1 de agosto de 2019 y hasta el 31 de enero de 2020; un boicot bibliotecario que es una especie de embargo a la inversa.
Lo más interesante es que el WDCL está llamando a que todas las bibliotecas en Estados Unidos se unan a esta protesta. En el documento dirigido a Blackstone se puede leer lo siguiente:
Como defensores del acceso equitativo para nuestros residentes, estamos protestando por su decisión, por lo que hemos decidido boicotear los audiolibros de Blackstone durante seis meses (del 1 de agosto de 2019 al 31 de enero de 2020). Solicitamos que revierta el embargo y se abstenga de crear futuras barreras para las bibliotecas.
De lograrse un boicot en todas las bibliotecas de Estados Unidos, significaría un duro golpe contra las editoriales y/o distribuidores y las políticas perversas que imponen a las bibliotecas; políticas que no hacen más que beneficiar a unos cuantos en detrimento de comunidades enteras que se ven impedidas de acceder a los libros y audiolibros que requieren.
Algunos verán este boicot como un arma de doble filo que puede perjudicar a los usuarios en el corto plazo, pero como lo señalan en uno de los documentos para las partes interesadas: medio año sin adquirir audiolibros de Blackstone serviría no sólo a esta editorial, sino al resto del medio a entender el importante papel que tienen las bibliotecas en difundir y permitir que los usuarios descubran los contenidos, lo que a la larga se traduce en ventas para las editoriales.
En lo personal, aplaudo y celebro este boicot bibliotecario que no sólo se queda en la queja. En Whatcom County Library System pueden ver todas las acciones que se están tomando, que van desde el borrador de la carta que se enviará a la editorial, la sección de preguntas y respuestas para los usuarios que estén siendo afectados, una muestra de comunicado de prensa. Parece que tenemos mucho que aprender, como por ejemplo, asumir una postura frente a decisiones que toman terceros y que afectan a las bibliotecas, bibliotecarios/as y usuarios.
Hace unos días la revista Forbes publicó un artículo de las Bibliotecas vs Amazon, o ¿por qué Amazon debería reemplazar las bibliotecas y ahorrar impuestos? (Amazon Should Replace Local Libraries to Save Taxpayers Money), un artículo de Panos Mourdoukoutas, profesor de Economía, colaborador en Forbes y autor del libro The Ten Golden Rules of Leadership. Un artículo que ha causado gran malestar entre la comunidad bibliotecaria y los usuarios de bibliotecas.
En esencia, Amazon ha proporcionado algo mejor que la biblioteca local sin los impuestos. Esta es la razón por la cual Amazon debería reemplazar las bibliotecas locales. Esta medida ahorraría dinero a los contribuyentes y mejoraría el valor para los accionistas de Amazon de una sola vez.
Me he tomado algunos días para escribir con calma este post, no sólo porque me trae muchas reflexiones sobre las bibliotecas públicas, la sociedad, los usuarios de las bibliotecas… y los otros como Mourdoukoutas; pero también quería evitar escribir desde las visceras. No sé si lo logre, pero ahí voy.
En el artículo, Mourdoukoutas afirma que “Las bibliotecas ya no tienen el mismo valor que antes”, entre otras razones porque actualmente hay otros lugares que pueden funcionar como tercer espacio, tal es el caso de Starbucks donde la gente puede sentarse a leer libros obtenidos a través de servicios como Amazon Prime o ver películas a través de Netflix.
Hace varios años escribí un post titulado Las bibliotecas vs los Starbuks en donde hablabade la hospitalidad (una palabra que en ocasiones parece desconocida entre algunos bibliotecarios) y de la importancia de voltear a ver cómo se hacen las cosas en otros lugares para lograr que clientes o, en este caso usuarios prefieran un lugar. Es muy claro que la naturaleza de una biblioteca y la de un Starbucks es muy distinta, abismal, pero finalmente en aquel entonces resultó interesante atisbar por qué varias personas prefieren tener en un Starbucks su “centro de operaciones”. El punto de aquel artículo nada tenía que ver con el reemplazo, sino con la atención al cómo se hace y a los detalles.
Por otro lado, Mourdoukoutas parece desconocer que Netflix tiene un costo mensual de entre MX$109.00 para el servicio básico y MX$199.99 para el Premium, mientras que Amazon Prime tiene un costo de MX$449.00 al año, es decir que con nuestros impuestos, infinitamente inferiores a cualquiera de los servicios ya mencionados, es posible tener bibliotecas que nos ofrecen mucho más que Netflix o Amazon Prime. Pero además en la visión de Mourdoukoutas hay un profundo elitismo al no entender que no todos pueden pagar esas sumas; sin olvidar que las bibliotecas no sólo prestan libros o películas, sino que hay todo un trabajo con y para la comunidad, razón por la cual actualmente son ampliamente identificadas como un tercer espacio.
Y si nos quedáramos exclusivamente con la biblioteca como sinónimo de libros, Mourdoukoutas desconoce también que las bibliotecas ofrecen todo un acervo de libros, no sólo impresos, sino también electrónicos y audiolibros con servicios como Overdrive, entre muchos otros, que tan sólo el año pasado logró más de 225 millones de préstamos electrónicos en las más de 30 mil bibliotecas en 40 distintos países.
Varias carencias más se encuentran en artículo y en el autor, Alejandra Quiroz las ha resumido a la perfección en su tuit:
Somebody hasn’t been to public libraries in a long time.
Somebody ignores that libraries do count as third spaces.
Somebody thinks that tax money is the only thing that sustains libraries.
Somebody is just wrong. https://t.co/iL8fQGBcdF
A estas alturas Forbes ha eliminado el artículo de Mourdoukoutas, pues la respuesta de bibliotecarios y usuarios fue contundente: más de 7.9k tuits (y ya no se puede saber cuántos comentarios en el post original) evidenciando lo ridículo e ignorante de la propuesta. Desde luego la respuesta ha sido una grata sorpresa, no así el manejo de crisis que ha hecho Forbes y que resulta muy cuestionable. Según el comunicado de un portavoz de la revista:
Forbes aboga por el diálogo sobre la diversidad de temas, incluidos aquellos que a menudo presentan opiniones contrarias… Las bibliotecas juegan un rol importante en nuestra sociedad. Este artículo estaba fuera del área de experiencia específica del colaborador, y por eso ha sido eliminado.
Y yo me pregunto, ¿para que publicar sobre un tema que no se domina?, ¿no hubo una revisión antes de publicar el artículo?, ¿nadie se dio cuenta de lo errado de dicha opinión?, ¿qué necesidad de llegar al manejo de crisis y al “borrón y aquí no ha pasado nada”, que además fue pésimo?
Este artículo inevitablemente me trae a la mente a la Biblioteca Vasconcelos, el “elefante blanco”, como muchos (aunque cada vez menos) la siguen llamando después de 12 años de existencia. Cada que alguien se refiere así de esta biblioteca no puedo evitar preguntar sila han visitado recientemente o si en estos 12 años se han parado por ahí; la respuesta siempre es No. Pues bien, el artículo de Mourdoukoutas es exactamente lo mismo que se piensa sobre la Vasconcelos o tantas bibliotecas, y que, al final de cuentas es una muestra de infinita ignorancia:
Sobre la naturaleza de una biblioteca: servicio, espacio, comunidad, creación, recreación, pensamiento, estar, convivencia, ciudadanía, acceso a la información, estudio, lectura, etc.
Sobre la naturaleza de Amazon: una tienda en línea que vende productos.
Pero prestemos más atención, el artículo en realidad es más que una muestra de profunda ignorancia porque:
Lo grave no es que Mourdoukoutas hable sobre algo que no conoce; sino que tenga un espacio para que lo publiquen.
Lo grave es que ese espacio sea una revista como Forbes.
Lo grave y peligroso es que personas e instancias que toman decisiones han argüido cosas similares y por ello muchas bibliotecas han cerrado y seguirán cerrando, el mejor (peor en realidad) ejemplo es el cierre de bibliotecas públicas de Gran Bretaña.
Así que, aunque la defensa de bibliotecarios y usuarios resultó conmovedora y útil para que Forbes borrara el artículo (porque Mourdoukoutas además de ignorante es soberbio y no ha aceptado su error), no es suficiente para que desaparezcan estas ideas equivocadas sobre las bibliotecas. Es imprescindible entender que las bibliotecas son una inversión, no un gasto y, ante la duda yo digo siempre: ponga una biblioteca en su vida.