Algo que ha quedado claro a partir de esta emergencia sanitaria por el Covid-19 es que nadie estaba preparado para enfrentarse a una pandemia y, aunque no sea la primera en la historia de la humanidad, lo cierto es que a todos nos tomó muy mal parados, por lo que en el camino tuvimos que improvisar y seguimos improvisando para dar respuesta desde distintos ámbitos.
En el caso de las bibliotecas y como ya lo he mencionado en otros momentos, las primeras respuestas estuvieron enfocadas en tratar extender los servicios bibliotecarios al terreno digital, algunos con mayor éxito y mejor planeados que otros, pero ese es tema para otro post.
Ahora con la desescalada y el regreso (que en ocasiones no luce tan inminente como lo esperamos) a la “nueva normalidad”, las y los bibiotecarios debemos plantearnos y planificar la reapertura de las bibliotecas de forma segura, para el personal bibliotecario y para los usuarios, pero también sin que la atención y los servicios al público se vean afectados.
Y ese es el verdadero reto:
- ¿Negar el acceso a personas con síntomas? ¿cómo?
- ¿Cerrar la estantería?
- ¿Cerrar espacios?
- ¿Atender con citas?
- ¿Segmentar para dar servicio?
- ¿Mandar a bibliotecarios considerados población vulnerable a sus casas?
- ¿Abrir la biblioteca o mantenerla cerrada?
En el marco de una situación tan extraordinaria como es esta pandemia, se entiende que la prioridad es la salud de todas y todos, y si eso implica no abrir o restringir, se hace. Lo anterior, en el entendido de que volveremos a abrir las puertas a todas y todos en algún momento, y que en lo que eso sucede hemos de seguir respondiendo como lo hemos estado haciendo desde que esto comenzó. Sin embargo, persiste la interrogante cómo blindar al personal y a los usuarios sin perjudicar el servicio y el acceso, especialmente en un sitio tan democrático como es la biblioteca. Cómo hacemos para seguir siendo ese lugar de refugio, si la situación no nos permite tener un espacio lo suficientemente seguro.
Esas son, al menos las reflexiones y preocupaciones que he tenido en las últimas semanas: pensar la democracia y la seguridad de la biblioteca garantizando la salud de todas y todos.
Por ello, vale la pena revisar algunos documentos que se han ido generando de a poco entre las y los profesionales de la información y responsables de bibliotecas. Aunque desde luego hay más, aquí menciono dos recursos que abordan el tema de forma muy completa:
- Apartado Reopening Libraries de la sección COVID-19 and the Global Library Field de la IFLA.
- La reapertura de las bibliotecas después de COVID-19 del Blog Infotecarios.
¿Qué ocurre en México?
En el terreno federal, la Secretaría de Cultura publicó hace unos días su Guía Básica para la reapertura de espacios culturales. El rubro de bibliotecas públicas es bastante deficiente; esto es preocupante pues en esta Secretaría es donde están las más de 7 mil bibliotecas públicas del país; aunque considerando que quien está al cargo de la dirección ha sido incapaz de proponer un sólo lineamiento para la reapertura cuando se le pregunta, se entiende que el documento sólo emita cuatro recomendaciones que, desde luego, quedan rebasadas por las particularidades de las bibliotecas, por ejemplo, el préstamo bibliotecario o la diversidad de usuarios que atienden.
Por ello, es importante que a nivel local se elaboren recomendaciones que tomen en cuenta las particularidades de cada localidad, tal como lo está haciendo la Ciudad de México a través de la Dirección de Acervo Bibliohemerográfico, responsable de apoyar a la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México. Un documento que en cuanto sea público, compartiré en este espacio.
El Colegio Nacional de Bibliotecarios también publicó recientemente su documento Recomendaciones para la reapertura de las bibliotecas en el contexto de la pandemia por Covid-19. En general, es un documento muy completo y es evidente que quienes lo elaboraron conocen esas particularidades, las necesidades y el tipo de trabajo de las bibliotecas.
Hay, sin embargo, algunas recomendaciones que creo merecen un poco más de atención y análisis, por ejemplo, la recomendación del uso de guantes en todo momento puede ser contraproducente si quien los usa sigue llevándose las manos a la cara. Afortunadamente, como se menciona en el mismo documento, el objetivo es que dichas recomendaciones “…puedan servir de referencia a las diferentes bibliotecas y las distintas unidades de información para la realización de sus propios protocolos” (las negritas son mías).
También vale la pena mencionar las Precisiones para el trabajo durante y post-COVID-19 el documento publicado por la Universidad Veracruzana. En este documento, al final hay una infografía con recomendaciones para la reapertura.
Recomendaciones “finales” para la reapertura de las bibliotecas
Como lo decía al inicio, nadie estaba preparado para esta emergencia sanitaria y las bibliotecas y los bibliotecarios hemos tenido que responder con lo que teníamos a mano. Para la reapertura, sin embargo, conviene revisar lo que se está haciendo en otros lados, documentarse y verificar la información, preguntar a otros colegas cómo están resolviendo.
Una vez que se cuente con un panorama general, adaptarlo a las particularidades y necesidades de cada biblioteca; y no olvidemos discutir y reflexionar con el personal bibliotecario sobre lo que se puede hacer y lo que no, pensar en todos los escenarios posibles y cómo resolver a las distintas eventualidad. Con base en lo anterior elaborar lineamientos propios que contengan al menos los siguientes elementos:
- Las medidas de higiene en la biblioteca
- El aforo y los servicios que es posible ofrecer
- Las medidas de higiene para el personal y los usuarios.
- El aislamiento del material documental contemplando la permanencia del virus en el papel, como la medida más eficiente.
Y por último, compartir.
Excelente artículo de un blog que acabo de encontrar y creo tan fundamental que me pregunto cómo es posible que no lo hubiera encontrado antes.
Iré leyendo los otros artículos y comentando.
Gracias.