Como cada 24 de octubre, estamos hoy celebrando el Día de la Biblioteca. El origen de esta celebración ya lo conocen, y si no lo conoce los invito a que lo revisen por acá.
Y aunque casi ya no llego al festejo, no quiero dejar pasar el día, además publiqué un tuit sobre formas de celebración que creo vale la pena desarrollar un poco más acá. Así que aquí van mis sugerencias para celebrar el Día de la Biblioteca que además bien se puede extender a los 364 días restantes del año:
Pon una credencial de biblioteca en tu vida: una premisa que ya he manejado en muchas otras ocasiones, pero que nunca perderá vigencia. El poner una credencial de biblioteca en tu vida no sólo te va a permitir llevar a casa todos y cada uno de los libros que vea en la estantería; la credencial te hace parte de la comunidad, del espacio, te da pertenencia a un lugar donde encontrarás refugio, conocimiento, lectura, etc.
Pon a un bibliotecarie en tu vida: en serio, no hay cosa mejor que conocer al bibliotecarie de tu biblioteca más cercana. No sólo te apoyará en todo lo que requieras en la biblioteca, también puedes llevarte una bonita amistad, o al menos muchas anécdotas que ni te imaginabas podían suceder en las bibliotecas.
Usa la biblioteca: y mira que el uso ni siquiera tiene que limitarse a la lectura, en el caso de que no te guste leer. Tienes un verdadero mundo de posibilidades si usas la biblioteca.
Salva un libro en la biblioteca: saca en préstamo aquellos libros que no están en tu zona de confort lector, ayuda a que la colección se mueva y así quizá rescates un libro condenado al descarte.
Dona libros a la biblioteca: obvio, no los que ya no quieres, ni los libros de texto, ni las viejas enciclopedias que te tienen estornudando todo el tiempo debido al polvo que acumulan. Piensa tu donación en función de lo que te gustaría encontrar, revisa tu biblioteca personal y seguramente encontrarás libros muy valiosos a los que ya no vas a volver. Permite y ayuda a que la biblioteca lleguen a esos libros.
Haz voluntariado en la biblioteca: sí, ya sé, el tema del voluntariado tiene sus claroscuros, pero compartir tu tiempo con lo que sabes hacer nos ayuda mucho en las bibliotecas.
Haz visible a tu biblioteca: nunca pierdas la oportunidad de difundirla, de decirle a alguien que el libro que estás leyendo lo sacaste de la biblioteca, que vas ahí cada tanto por todas las actividades, que saque su credencial, que son maravillosos los clubes de lectura, que además tiene espacio para todos. Grítalo a los cuatro vientos.
Exigele al bibliotecario: exige un servicio de calidad, dale qué hacer. No te tomes a pecho sus malas caras, si es que las encuentras porque la verdad es que cada vez hay menos bibliotecaries regañones. Exige que te proporcionen un espacio hospitalario.
Comenta, sugiere, pregunta: no hay nada mejor que recibir sus comentarios y sugerencias. Finalmente la biblioteca y los bibliotecarios para eso estamos; así que quién mejor que los usuarios para darnos la pauta.
Y cierro con esta que considero la más importante, léanla como si estuviera en negritas y a 40 puntos.
Defiende a tu biblioteca: en los tiempos que corren, cuando no están todos los que son y los que están hacen barbaridades (no sé si por desconocimiento o por maldad pura), cuando el horizonte ya cruzó todos los tonos de gris y no se ve la luz al final del túnel, los mejores aliados de las bibliotecas son sus usuarios. No permitas que las cierren, pelea por ellas, con tu defensa ayudarás a que permanezcan, a que sean visibles.
Si se les ocurre otra forma de celebración, soy toda ojos. Ahora sí, vayamos a celebrar este día aunque ya casi se acabe, y si no alcanzaron a festejar hoy, pueden hacerlo cualquier otro día del año, la biblioteca no tiene caducidad.
El 22 y 23 de agosto pasado se llevo a cabo en la Biblioteca Pública Piloto (BPP) el XII Encuentro de Bibliotecas, organizado por el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y la BPP. En esta edición con el lema ¿Cuál es el tiempo de las bibliotecas? reflexionamos sobre los desafíos que enfrentan las bibliotecas públicas de cara a la Agenda 2030 de Naciones Unidas (aquí pueden ver el programa).
En el entendido de que las bibliotecas no son islas, previo al encuentro se realizaron tres talleres que reunieron a responsables de diferentes perfiles de bibliotecas con el propósito de recoger las inquietudes particulares de cada institución. El primero, con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas y centros de documentación (22 de mayo); el segundo, con bibliotecas escolares de escuelas públicas y privadas (4 de junio); y el último, con bibliotecas públicas, populares y comunitarias (6 de julio).
Los resultados de dichos talleres se presentaron en la primer charla del encuentro Socialización de resultados de los encuentros previos con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas, escolares, públicas, populares y centros de documentación,a cargo de Lina Villa, consultora en estrategia y sostenibilidad de la Reflejarse. Los temas prioritarios que se identificaron en el primer taller (el de las bibliotecas académicas, universitarias y especializadas) son la conectividad y la articulación entre bibliotecas. Por su parte, las bibliotecas escolares ven que hay grandes diferencias entre bibliotecas escolares de instituciones públicas y especializadas, y que carecen de respaldo institucional; desdde luego, la inclusión es un tema prioritario. Las bibliotecas públicas y privadas, por su parte, ven el gran poder de influir sobre sus públicos, tienen mucha claridad en cuanto a los retos que deben enfrentar y son concientes del interés de distintos actores sobre la biblioteca pública.
En la charla Las bibliotecas como garantes de los derechos culturales, acceso y promoción del desarrollo bibliotecario: líneas estratégicas del Plan Nacional de Desarrollo “Pacto por Colombia” 2018-2022, Sandra Suescún, Coordinadora de la Red Nacional de Bibliotecas, nos llevó por un breve recorrido histórico de los planes y políticas nacionales de lectura en Colombia desde el periodo 2002-2010 hasta la actualidad, y la forma en que éstos y el desarrollo de las bibliotecas públicas han incidido en el incremento de los índices de lectura en Colombia, además del uso y percepción que se tiene de la biblioteca pública en el país. Una palabra clave que podría resumir esta charla es continuidad. Algo que poco se ve en otros países de América Latina (pienso específicamente en México), para lograr un cambio de visión sobre el papel de la biblioteca pública, pero también de la percepción de los usuarios.
Algo que llamó poderosamente mi atención en este encuentro es que desde el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín se tiene muy claro que las bibliotecas inciden en varios aspectos de la vida cotidiana; por ello no pueden actuar aisladas y, como muestra, este encuentro no se limitó a tocar temas netamente bibliotecarios, también se llamó a expertos en otras áreas para hablar de temas que tocan muy de cerca a la biblioteca pública.
Muestras claras de lo anterior fueron los talleres previos al Encuentro, pero también las charlas Desafíos coyunturales y problemas estructurales del desarrollo económico-social de América Latina y de Colombia, Prospectiva económica de Colombia; apuestas y retos de sostenibilidad y Trayectorias y desafíos culturales, sociales y educativos a nivel local y nacional, que reunieron a distintos expertos para ofrecernos una panorámica muy clara de Colombia desde lo político, lo social y lo económico, y la forma en que las bibliotecas públicas inciden en cada uno de estos aspectos, así como la forma en que estos inciden en la biblioteca.
En la conversación Las bibliotecas como centros de participación ciudadana y democracias, retos para América Latina, que tuvieron Natalia Espejo y Clara Budnik, nos hablaron de cómo deben ser percibidas las bibliotecas y como deben percibirse los bibliotecarios a sí mismos; habló de la importancia de la formación profesional y de las compencias blandas que debemos tener los profesionales de la información –como el liderazgo, la empatía, la escucha y el reconocimiento de saberes– en aras de poder pensar a la biblioteca como un espacio para la participación y la democracia.
En la conversación Visión 2030; prospectiva bibliotecaria, escenarios y posibilidades de cambio e innovación, Mauricio Fino y yo tuvimos la encomienda de cerrar el Encuentro y resumir los temas y puntos claves que se abordaron. De la mayoría ya he hablado en este post, pero no quiero pasar de largo por otros no menos importantes:
¿Debe haber modelos bibliotecarios? No, tomando en cuenta que cada biblioteca tiene una particularidad. Lo que es necesario es tener un concepto general de la función de la biblioteca y, sobre ello, encaminar a cada biblioteca en cada comunidad.
Es importante estudiar al usuario no sólo porque es nuestra materia prima, sino porque ellos son los que dan uso a la biblioteca y la moldean. Es importante recordar que el bibliotecario no es el usuario, planificar sin incluirlo y conocerlo, es planificar pensando en el bibliotecario.
¿Cómo se conoce a los usuarios? A través del diálogo horizontal y constante.
Las bibliotecas son más que libros, son espacios de diálogo y reconocimiento.
Es importante medir y documentar, pero igual o incluso más importante ponerle rostro a las cifras. Las cifras nos sirven para la negociación institucional; el rostro, para hacer cercana la biblioteca.
Innovar en bibliotecas cuesta, por ello es importante voltear a ver qué se ha hecho, cómo se ha hecho y si hay posibilidad de implementarlo y “tropicalizarlo” en nuestras bibliotecas.
La necesidad de redefinir a la lectura más allá del objeto libro.
El futuro es algo abstracto, el tiempo es hoy. La biblioteca no tiene futuro, si no entendemos el presente y trabajamos en el presente.
Cuesta trabajo aterrizar en bibliotecas los ODS de la Agenda 2030, en especial si no se consideran las particularidades de cada biblioteca.
Al final de la conversación de cierre
Como parte de este encuentro, durante las tardes se llevaron a cabo distintos talleres encaminados a compartir distintas experiencias y reflexionar sobre las bibliotecas públicas. Comparto la presentación del taller que tuve a mi cargo Bibliotecas ante el siglo XXI: planificar nuevos espacios de acción.
Por último, el día sábado se realizó un taller destinado a visualizar, interpretar y ensayar las distintas formas en que las bibliotecas impactan y son impactadas desde las dimensiones social, política, económica, ambiental. Sólo teniendo presente el amplio contexto en que se mueve la biblioteca podremos aspirar a que en otros países (México) los usuarios puedan decir que la biblioteca pública es “Una ayuda importante para mi vida” o “Lo es todo en mi vida”, tal como sucede en Colombia, un referente para la región en materia de desarrollo bibliotecario.
tiempo de las bibliotecas
Y ya para cerrar, quiero agradecer al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín por la invitación a ser parte de este evento (y de paso volarme la cabeza con todo lo que están haciendo), a Isabel Cristina Bernal de Eventos Académicos por las gestiones para hacer posible mi participación, y a Gonzalo Oyarzún por ponerme en la mira.
En los tiempos que corren vemos muchos sin sentidos en lo referente al libro, la lectura y las bibliotecas en el país. Del nombramiento de un director Nacional de Bibliotecas, (ya no sin formación, sin conocimiento y mucho menos experiencia en bibliotecas públicas), a una Estrategia Nacional de Lectura “en borrador” y sin presupuesto. Del nombramiento de un director de la Biblioteca Vasconcelos que sólo atinó a visualizarla como “la universidad de la lectura”, a su renuncia a los tres meses de asumir el cargo, repitiendo con ello la maldición de ver desfilar por la Vasconcelos a un director tras otro (maldición que sólo Daniel Goldin pudo conjurar y con ello hacer crecer de una forma insospechada a la Vasconcelos). Y, para seguir sin rumbo y sin sentido, ayer se presentó (sin diagnóstico, lineamientos, ni presupuesto) la Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas con la que la Biblioteca de México y la Biblioteca Vasconcelos se fusionan y quedan bajo la dirección de José Mariano Leyva. En el comunicado de prensa se lee:
La Secretaría de Cultura, a través de la Dirección General de Bibliotecas (DGB), informó que las bibliotecas de México y José Vasconcelos se unificarán para complementar los programas y servicios que ofrecen y desde ahí, coordinar a las bibliotecas estatales, municipales y comunitarias, como una sola biblioteca central, informó Marx Arriaga Navarro, titular de la DGB.
Habrá quien argumente que con ese objetivo nació la Vasconcelos. Pues sí, pero no. Muy pronto fue evidente la inoperabilidad de miles de bibliotecas públicas, cada una con sus particularidades, desde una biblioteca en el centro del país.
Con esta fusión, se vulneran las ya de por sí vulneradas bibliotecas públicas en el país. Lo anterior, sin contar con la vulneración a un recinto que venía funcionando bien en los últimos 6 años, al dejarla no sólo sin recursos, sino sin un rumbo en función de sus usuarios y sin una dirección real que esté al frente todos los días, sirviendo a la comunidad que tanto trabajo costó formar. Porque claro, lo que importa no es la comunidad, sino un catálogo colectivo.
Pero además de cometer el error de fusionar ambas bibliotecas, se comenten otros errores de conceptualización que sólo demuestran la ignoracia que los directivos tienen sobre el quehacer de las bibliotecas públicas y que dejan en peligro tanto a las bibliotecas públicas del país, como a la misma Vasconcelos. Menciona Arriaga, director de DGB:
Generalmente esas instituciones cuentan con una biblioteca principal, cuyo acervo es general, y con otras que se encuentran en cada facultad o escuela, cuyo acervo es específico. Las bibliotecas de las facultades replican la forma de trabajo de la central, y esta les proporciona los libros e información que necesitan.
De acuerdo con esto, se pretende hacer una especie de Frankestein copiando el trabajo de las bibliotecas universitarias, cuyo propósito es muy distinto al de las públicas. Pero, más grave que la centralización con un director que obedece a dos amos sin entender la complejidad y particularidad de estos (además de las particularidades de las más de 7 mil bibliotecas públicas), está el tufillo a “almacén de libros” que emana esta Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas y que se está manejando desde diciembre de 2018, pues se pretende que la Biblioteca de México José Vasconcelos se especialice en acervos más antiguos y descatalogados, y deja a la Biblioteca Vasconcelos la responsabilidad de ocuparse de los libros más modernos.
Con lo anterior, se da a la Vasconcelos y la de México una responsabilidad que de toda la vida ha recaído en la Biblioteca Nacional con el Depósito Legal. Eso es un básico que cualquiera al frente de una dirección de bibliotecas debería saber. Y en este punto me pregunto, ¿alguien en la Biblioteca Nacional piensa decir algo al respecto, defender una de sus razones de ser, señalar el absurdo que representa duplicar labores en lugar de que cada una se dedique a lo suyo?
Además de los errores de conceptualización de la labor de las bibliotecas públicas, por no mencionar la de las bibliotecas universitarias y nacional, vemos lo peligroso de esta especie de visión vertical, ya de plano de censor, en la que sólo los directivos saben cuáles deben ser los “libros buenos” e indicados para el pueblo, sin entender que el desarrollo de colecciones es complejo y debe estar cimentado en las necesidades reales de sus comunidades. Y esto lo vemos en la gravísima y preocupante declaración sobre la dotación de acervos que se hizo en 2012:
…muchas veces con cierta carga ideológica, porque había textos de Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze.
Y podemos ver más errores de conceptualización, de conocimiento de lo que se ha hecho y declaraciones convenientemente incompletas, por ejemplo, el ahora director de ambas instituciones señaló:
La Vasconcelos nunca terminó por convertirse en el proyecto original con el cual nació y de esta manera fue bautizado como un elefante blanco; parecía una biblioteca sin mayor sentido, costosa, justo porque no estaba articulada con un programa de Red de Bibliotecas. Quizá por eso la Vasconcelos ha tenido seis directores en seis años.
De forma muy conveniente, omite decir que fueron seis directores, no en seis, sino en trece años; porque precisamente el sexto director (Daniel Goldin) llegó a la Vasconcelos en el sexto año de funcionamiento y duró ahí casi seis años logrando sacarla de este imaginario colectivo de “elefante blanco” para enarbolarla como una biblioteca públia referente a nivel mundial. Además insistir en que era una biblioteca costosa y sin mayor sentido es ignorar el trabajo que se hacía en función de la comunidad, la que por cierto, iba más allá de la zona de la Colonia Guerrero y se extendía a municipios como Ecatepec, Nezahualcóyotl y Naucalpan, además del resto de alcaldías de la CDMX.
Que es necesario que las más de 7 mil bibliotecas de la red, incluidas la Vasconcelos y la de México se complementen y se apoyen, nadie lo duda, que es necesario y obligatorio rescatar y dar de nuevo sentido a las bibliotecas públicas mexicanas, tampoco nadie lo pondrá en duda. Sin embargo, la fusión y centralización no es la respuesta, mandar acervos sin un diagnóstico y sin un plan de trabajo, tampoco es la solución.
Insisto, si no se entienden las particularidades y necesidades de cada biblioteca, si no se entiende la función de la biblioteca pública, si no se conoce a la comunidad y se trabaja con ella en un diálogo horizontal dando valor a su voz, si no se trabaja con un diagnóstico y presupuesto (hoy más que nunca, tiene sentido la frase de “las bibliotecas no son un gasto, son una inversión”), si nada de eso se hace, no habrá Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas que funcione, por rimbombante que suene.
Infortunadamente, pareciera que lo único que importa es tener una bibliografía nacional, un OPAC desabrido que te diga qué libro hay en qué biblioteca; no importa la biblioteca pública, no importan las comunidades, no importan los usuarios, no importan los bibliotecarios. Sólo importa hacer lo que ellos dicen porque ellos lo dicen.
Días después, sólo días después, de que Daniel Goldin fuera no mbrado director de la Biblioteca Vasconcelos, allá por 2013, organizó el primer día del niño con el lema “Un regalo íntimo y compartido en el espacio público”, con cientos de regaladores y actividades simultáneas.
En 2016, logró por fin abrir el piso 7, y no sólo eso, reorganizó todo ese piso en colecciones temáticas que propician esa serendipia que las bibliotecas siempre buscan. Además de reabrir el piso 7 con colecciones temáticas; también creó salas donde se organizaron cientos de talleres que se sumaron a la ya de por sí extensa oferta cultural y educativa que para ese entonces tenía la Vasconcelos.
Pocos meses después de la llegada de Goldin comenzaba a cambiar drásticamente y para bien la percepción que la gente tenía de la Vasconcelos. De ser un elefante blanco, paso a ser un lugar hospitalario. Algo que siempre le ha importado a Daniel es precisamente la hospitalidad: una persona hospitalaria, una biblioteca hospitalaria, lecturas hospitalarias. De esta manera, a los lectores y estudiosos tradicionales que es habitual encontrar en toda biblioteca pública se sumaron jóvenes bailando a las puertas de sus jardines, gente durmiendo, personas en situación de calle que encontraron un refugio en la Vasconcelos, adultos mayores que iban también por el refugio, gente que iba a trabajar o a estar, madres y bebés que fueron a descubrir los libros, pero también a bailar y cantar, y un sinfín de usuarios que moldearon la biblioteca y lograron hacerla aún más hospitalaria.
Días después de que Abraham Nuncio fuera nombrado director de la Vasconcelos en marzo de 2019, lo más que se le ocurrió fue pensar a la biblioteca como la “Universidad de la Lectura”. Una visión de biblioteca bastante rancia para mi gusto, y así lo han demostrado sus primeras acciones; a sólo días, ¡días!, de su nombramiento, decidió que las personas en situación de calle no eran bienvenidas porque sólo la usan de “…dormitorio, baños públicos y aún de parque de diversiones”; también criminalizó a los usuarios y les prohibió el paso a la estantería con mochilas; además de que ya no se les permite que la hagan suya y tengan en ella un lugar cómodo; cayó drásticamente la oferta del piso 7 y las actividades culturales en general, comenzando con la ausencia del festejo del día del niño, a menos que quieran contar entre actividades culturales a la “charla lúdica” con personal de la policía que, desde luego, no fue bien recibida por los usuarios.
Días, sólo días después del nombramiento de Nuncio, varios elevadores dejaron de funcionar y se cayó el portón del jardín, su primer reunión con voluntarios fue deplorable.
Hoy, semanas después del nombramiento de Nuncio, los trabajadores, siguiendo a los de la Ciudadela, le cierran la biblioteca exigiendo la destitución de Marx Arriaga. Yo diría que de paso exigieran la destitución de Nuncio. Aunque hay quienes aseguran que es una buena persona y que tiene las manos atadas, eso no le basta para entender en su dimensión a la Vasconcelos, como lo ha venido demostrando.
Y ya que estamos con Marx Arriaga, alias Ptolomeo, desde el día uno de su nombramiento como director de Bibliotecas Públicas es persona non grata entre usuarios, comunidad bibliotecaria (que tampoco han hecho mucho por fijar una postura, si hemos de ser honestos), escritores, talleristas, y etc. Semanas después de su nombramiento declara que no es bienvenido porque no tiene estudios en biblioteconomía, sin aceptar o entender o ya no sé, que no es bienvenido porque su llegada a la DGB se debe al influyentismo, por la forma como trató a Goldin, por el despido de personal, por la organización de reuniones a espaldas de la dirección, por no contestar a los cientos de cuestionamientos que ha recibido en redes por parte de usuarios y profesionales de la información, por minimizar los conflictos, etc.
Por cierto, si el problema fuera realmente la falta de estudios en biblioteconomía o bibliotecología, Goldin habría tenido el mismo recibimiento.
Meses después del nombramiento de Arriaga como responsable de la DGB, lo único que puede presumir es un OPAC que no aporta, ni es innovador. Además presume de convenios con distintas universidades para hacerse de entusiastas e incautos estudiantes en áreas diferentes a la bibliotecología o biblioteconomía para hacer la labor del bibliotecario porque, claro, en su idea de biblioteca pública no caben los bibliotecarios profesionales, y mucho menos aliarse con asociaciones de bibliotecarios y/o escuelas de biblioteconomía y bibliotecología para formar y fortalecer a bibliotecarios públicos en el país. También presume con bombo y platillo del envío a destajo de colecciones a bibliotecas públicas; lo anterior sin dar a conocer si la selección y adquisición se hizo con base en análisis de las necesidades de las comunidades. En su idea de biblioteca sólo caben libros en estanterías.
¡Ah! Y sí, a medio año de su llegada a la DGB, los trabajadores le cerraron la DGB allá en la Ciudadela exigiendo su destitución y la de su comitiva.
Arriaga y Nuncio lo único que han hecho estos meses es demostrar su falta de experiencia en bibliotecas públicas, su visión rancia de biblioteca, desconocimiento del público y del deber ser de la biblioteca pública, su falta de pericia en la función pública, soberbia e ineptitud para escuchar y negociar.
Espero logren la destitución de Arriaga o una negociación laboral digna y una comprensión de la biblioteca pública; por el bien de los trabajadores, pero en especial, por el bien de los usuarios, que son los que van perdiendo en esta oda al influyentismo.
Que las bibliotecas públicas son esenciales para el desarrollo de las comunidades ya lo sabemos, de hecho en este blog he hablado en varias ocasiones al respecto; sin embargo, a veces repetir algo tantas veces deja de tener sentido, así que no nos viene mal encontrarnos de vez en cuando algún estudio que confirme eso que tanto bibliotecarios/as, como usuarios/as de bibliotecas bien sabemos: las bibliotecas públicas son piedra angular para sus comunidades.
De acuerdo con una encuesta reciente realizada a más de 1000 neoyorquinos, las bibliotecas son una piedra angular irremplazable en Nueva York, especialmente para los ciudadanos más vulnerables. Los resultados de esta encuesta llegan en el justo momento en que los tres sistemas bibliotecarios de la Ciudad de Nueva York (Biblioteca Pública de Nueva York, Biblioteca Pública de Brooklyn y la Biblioteca Pública de Queens) están enfrentando en este año severos recortes presupuestales.
Entre los resultados podemos ver que:
95% está de acuerdo en que las bibliotecas públicas promueven iniciativas importantes para Nueva York.
93% de los encuestados sienten que las bibliotecas públicas son importantes para la ciudad de Nueva York.
93%están de acuerdo en que las bibliotecas públicas son piedra angular para todas las comunidades de la ciudad de Nueva York.
63% dice que las bibliotecas públicas son un complemento en la educación temprana en las escuelas.
Más del 97% de los encuestados creen que las bibliotecas públicas benefician a los niños y niñas, los inmigrantes, personas con bajos ingresos, familias de trabajadores, jubilados, estudiantes e investigadores. Es decir, que las bibliotecas públicas son para todos, sin embargo, aquí vemos un especial énfasis en que poblaciones especialmente vulnerables son las principales beneficiadas. Además de los ya mencionados, otros beneficiados por las bibliotecas son personas en situación de calle, población indígena (pensando en el caso de México), comunidad de ciegos y sordos, desempleados, etc.
65% opina que sin las bibliotecas públicas tendrían acceso limitado a los libros y a internet. Hay gente que simplemente no tiene los recursos económicos para adquirir libros, así que el servicio de préstamo bibliotecario sigue siendo clave para muchos usuarios de bibliotecas.
73% de los encuestados dicen que sin las bibliotecas los niños y adolescentes tendrían pocas o nulas alternativas de programas extracurriculares.
Y por todo eso, y mucho más que no está visible en esta encuesta, 84% está de acuerdo en que las bibliotecas públicas deberían recibir un mayor financiamiento.
Pero, ¿por qué razón los usuaros piensan que las bibliotecas públicas son piedra angular para sus comunidades?
Aunque la encuesta fue realizada sólo a usuarios de la Ciudad de Nueva York, bibliotecas ejemplares que están siendo realmente piedra angular en sus comunidades las encontramos en todo el mundo y que le dan la razón a estos usuarios: bibliotecas que ayudan a combatir la crisis de opiáceos en Estados Unidos, bibliomóviles que llevan a comunidades alejadas servicios de prevención de la salud, servicios bibliotecarios que ofrecen libros en préstamo y conexión a internet a comunidades afectadas por desastres naturales como sismos o incendios. Sin ir más lejos, en México tenemos (o teníamos) una biblioteca que era algo más que sólo libros y que se debía a su comunidad, y así lo dejó ver no sólo en su estudio de usuarios, sino con las actividades como bibliotecas humanas, mediación lectora en la primera infancia, apertura de una sala de lengua de señas, etc.
Así que, para los que piensan que las bibliotecas públicas son sólo una bodega de libros que conservan el patrimonio bibliográfico o para los que piensan que las bibliotecas públicas son universidades de la lectura que sólo deben servir para la lectura de una élite de usuarios, convendría que revisen esta encuesta y estudios similares; pero les convendría más voltear a ver a sus usuarios, conversar con ellos y enterarse de sus necesidades reales y de la forma en que las bibliotecas públicas son piedra angular para sus comunidades.
A mediados de 2016 se anunciaba con bombo y platillo el lanzamiento de Digitalee, la plataforma de préstamo de libros electrónicos de la Dirección General de Bibliotecas Públicas. Como lo comenté en su momento, Digitalee era un buen intento por poner al alcance de las y los ciudadanos libros electrónicos en préstamo bibliotecario, servicio que además ya llevaba años de ventaja en otros países y que era urgente en el nuestro.
Entre marzo y abril de 2018 anunciaron a sus usuarios vía correo electrónico que el sitio estaría offline por algún tiempo debido a una reestructuración, este correo por cierto no llegó a todos sus usuarios. En agosto de 2018 publiqué un post en LeerenPantalla donde documenté todos los problemas en el sitio y la app y preguntaba qué ocurría con la plataforma, pregunta que, desde luego, nunca recibió respuesta.
Desde ese entonces y hasta finales de marzo de este año el sitio y la app estuvieron “funcionando” intermitentemente, con los consabidos bugs y la falta de información y comunicados oficiales por parte de los responsables, llámese DGB, llámese Red Nacional de Bibliotecas Públicas o llámese Educal.
Entre el 23 y 24 de marzo el sitio web dejó de funcionar y cuando se intentaba acceder mandaba error 502 y 404; por su parte, las apps desaparecieron de la tienda de Apple y de Google.
A otros usuarios les respondieron en Twitter que el contrato concluyó y se está valorando la continuidad del servicio.
Mientras que otros usuarios aseguran que el contrato fue rescindido por parte de Educal.
Entre “revisión operativa” y “valorar la continuidad del servicio” hay una gran diferencia. También la hay entre “concluyó el contrato” y “el contrato fue rescindido“. Como les comentaba, todas estas respuestas se han hecho a través de Twitter y sólo cuando un usuario/a pregunta qué está pasando.
Mientras Digitalee permanece en el abandono, en la DGB se vanaglorian por el envío de paquetes de libros a las distintas bibliotecas públicas del país (sin dar a conocer tampoco si se realizó una evaluación de las necesidades reales de información de las comunidades a las que se enviaron dichos paquetes, sin informar si hubo un comité de selección de materiales y mucho menos sin hablar del seguimiento que se le dará a estas colecciones para garantizar su uso).
Mientras servicios similares en otros países se mantienen sólidos y ganan premios, Digitalee permanece en la opacidad, porque además las respuestas que dan de forma obligada (que no comunicados oficiales) no atinan a responder y aclarar qué está sucediendorealmente, y mucho menos informan a quién está a cargo de la supuesta revisión operativa, cuánto tiempo tardará, quién evalúa el catálogo.
Digitalee y la opacidad con la que se ha estado manejando la información da mucho que pensar: ¿quieren desaparecer el sitio y esperan que nadie se de cuenta?, ¿esperan que nadie pregunte y exija explicaciones?, ¿no habrá información oficial al respecto?, ¿esperan que se nos olvide?, ¿dónde fue a parar la inversión económica para una plataforma de estas características? ¿Iba en serio la visión limitada que el actual DGB tiene de la biblioteca pública como conservadora del patrimonio bibliográfico, como si de una vitrina se tratara y por ello el abandono a un proyecto de préstamo digital prometedor como lo era Digitalee?
A ciudadanos, usuarios y bibliotecarios, quienes además hemospagado con nuestros impuestos por este servicio, nos toca exigir que se nos informe de forma oficial qué está pasando. Nos toca también exigir la mejora y continuidad de Digitalee, y de paso la mejora de nuestras bibliotecas públicas, mejora que, por cierto, no se limita a enviar sin ningún sentido (y al parecer sin evaluación) paquetes de libros a las bibliotecas, aunque algunos así lo crean.
Hace algunas semanas les platicaba de la importancia de la sanción bibliotecaria como una forma de inhibir la falta de devolución de los libros a la biblioteca, pero lo cierto es que con sanción o sin sanción, con buzón de autodevolución 24/7 o sin ella, devolver libros en tiempo y forma es y seguirá siendo el Talón de Aquiles de muchos usuarios. Así que, qué les parecería hacerle el trabajo más fácil a los usuarios y que un robot se haga cargo de esa engorrosa tarea de la devolución de los libros a la biblioteca.
Una idea que, de tan sencilla, podríamos decir ¡cómo no se nos ocurrió antes!, o seguramente sí, peropor angas o mangas no pudimos llevarla a la práctica hasta que los señores de Google (sí, Google otra vez llevándose nuestras grandes ideas!), a través de Area 120, una división de productos experimentales de Google, creo BookBot, un robot que desde febrero pasado se encarga de recoger a domicilio los libros de la Biblioteca de Mountain View.
Todos los jueves entre 11 am y 8 pm, BookBot recorre las calles de Mountain View para recoger a domicilio, con previa, cita los libros prestados por la biblioteca, aunque como el servicio goza ya de cierta popularidad, el tiempo de espera es de hasta una semana. Por cierto, que este robot tiene una capacidad de carga de 22 kg.
Olvídate de ir corriendo a la biblioteca antes del cierre, olvídate de olvidar por uno, dos, tres, cien, trescientos sesenta y cinco o más de mil días que tienes sin devolver un libro de tu biblioteca pública de confianza. Bueno, eso será hasta que BookBot sea una realidad en tu comunidad porque de momento sigue estando a prueba para ver a qué problemas se podría enfrentar un servicio de este tipo, por ejemplo, el clima, aunque en México me vienen a la cabeza un sinfín de problemas más humanos a los que, además del clima, se tendría que enfrentar este robot. Así que por el momento tendrás que seguir corriendo a tu biblioteca antes de la hora del cierre para entregar tus libros, esperar que el buzón de autodevolución esté funcionando o resignarte a pagar la multa y a no poder sacar libros en préstamo hasta que finalice la sanción.
Ahora que, pensandolo bien, la idea no es tan novedosa, servicios de devolución en casa con préstamo y bibliotecario incluidos los tenemos desde hace varias décadas con los bibliomóviles; un proyecto que ya está más que probado en varios países y por el que no tenemos que esperar a que sea aprobado. Aunque BookBot visto como un servicio que le ahorrará sanciones al usuario “olvidadizo” no deja de tener su utilidad.
El pasado 21 de febrero, en el marco del Día Internacional de la Arquitectura de la Información, participé en el Volumen LI de UX Nights Diseñar para la Diferencia con la charla Diseñar y pensar la Biblioteca Pública para todo el público.
¿Qué tiene que ofrecer la biblioteca en materia de experiencia de usuario si es sólo un lugar donde hay libros?O eso creemos, porque definitivamente la biblioteca y, en especial la biblioteca pública tiene mucho que aportar a este tema, porque:
Ciertamente una biblioteca no es un almacén de libros.
Tampoco es un lugar de estudio o para leer, o no exclusivamente.
Y no, definitivamente no es un templo del saber.
Según el manifiesto de la IFLA/UNESCO de 1994 la biblioteca pública es:
La biblioteca pública es un centro local de información que facilita a sus usuarios todas las clases de conocimiento e información.
Los servicios de la biblioteca pública se prestan sobre la base de igualdad de acceso para todas las personas, sin tener en cuenta su edad, raza, sexo, religión, nacionalidad, idioma o condición social. Deben ofrecerse servicios y materiales especiales para aquellos usuarios que por una o otra razón no pueden hacer uso de los servicios y materiales ordinarios, por ejemplo, minorías lingüísticas, personas con discapacidades o personas en hospitales o en prisión.
Además de lo anterior, pongamos especial atención en las misiones de la biblioteca pública que enumera este manifiesto. Menciono las que me parecen particularmente relevantes:
Brindar oportunidades para el desarrollo personal y creativo.
Estimular imaginación y creatividad de niños y jóvenes.
Facilitar el acceso a las expresiones culturales de todas las manifestaciones artísticas.
Fomentar el diálogo intercultural y favorecer la diversidad cultural.
Prestar apoyo a la tradición oral
De esta manera, podemos definir que la biblioteca pública es, sí, un espacio común de información, formación y recreación; pero además es un espacio de encuentro, conocimiento y reconocimiento del otro, de creación, ocio, descanso, de pensamiento, filosofía, refugio, de sorpresa, en fin, de formación de ciudadanía.
Pero, ¿por qué pensar y diseñar la biblioteca pública para todo el público?
Dado que atiende a una comunidad diversa, heterogénea, con necesidades de información variadas y con otro tipo de necesidades muy específicas que pueden ser de movilidad, de aprendizaje, cognitivas, etc., debemos pensarla para todos, en donde todos también comprende la particularidad. En este sentido, todos significa: mujeres, hombres, niños y niñas, adolescentes, adultos mayores, personas en situación de calle, indígenas, bebés, ciegos, sordociegos, sordos, estudiantes, profesionistas, amas de casa, etc.
Cuando aterrizamos ese TODOS y vemos lo diverso y específico que es, es cuando comienzan los problemas de diseñar y pensar a la biblioteca para atender a esta población. Porque esto implica pensar y diseñar una biblioteca en el que unos entran por su propio pie, mientras otros no; unos pueden leer, mientras otros no, ya sea porque no están alfabetizados, porque no ven; unos hablan tu lengua, mientras otros no; unos llegan en brazos de sus padres, mientras otros llegan en sillas de ruedas acompañados por sus hijos.
Y aunque las rampas y la señalización en braille son un comienzo obligado, no debemos conformarnos con ello. Aquí es donde precisamente entra la experiencia de usuario. Como bien señala Don Norman (otrora arquitecto de experiencia de usuario en Apple y experto en el tema) la experiencia de usuario no sólo se trata de páginas web y apps móviles. La experiencia de usuario es todo aquello que te hace experimentar el mundo. Implica pensar en espacios físicos y virtuales, en bibliotecarios y bibliotecarias capacitados y sensibilizados en el otro, en servicios adecuados para todas las necesidades tanto físicas como de información, materiales de lectura y software específico.
Aterrizando la experiencia de usuario en materia de lectura y poblaciones con necesidades especiales, específicamente ciegos, débiles visuales y sordos trabajamos con software.
En el caso de ciegos y débiles visuales utilizamos software que lee el contenido de las páginas web. En México el más usado en bibliotecas públicas es Jaws, aunque otros son Non Visual Desktop Access, Orca que además tienen impresión en braille, supernova, trueno, entre otros.
Para el caso de la comunidad sorda, dado que la mayoría de los sordos no están alfabetizados, algunas bibliotecas suelen integrar en la página web videos en LSM (Lengua de señas mexicana) para permitir a estos usuarios la navegación en el sitio.
Pero, ¿sólo eso?
Pensar que la lectura con experiencia de usuario se limita al software que te lee el contenido de una página o videos en LSM que te explican el contenido, es lo mismo que pensar que la experiencia de usuario para la inclusión se limitan a rampas y señalización en braille.
Libros, documentos administrativos y legales, textos informativos, páginas web… que siguen las directrices de la IFLA y de Inclusion Europe en cuanto al lenguaje el contenido y la forma.
Es decir, que la lectura fácil son documentos con ciertas directrices –líneas de texto cortas, lenguaje simple y directo, uso moderado de metáforas, tamaño de fuente grande, evitar palabras difíciles, etc.– que los hacen comprensibles y accesibles entre poblaciones específicas:
Personas con algún tipo de discapacidad cognitiva que les dificulte la comprensión lectora, como es el caso de personas con síndrome de Down o autistas, por mencionar sólo algunos.
Población de lectores con competencia lingüística limitada y en transición. Personas que aún no han adquirido todas las competencias lectoras, pero que en algún momento las tendrán. Por ejemplo: hablantes no nativos de una lengua, como migrantes que llegan a otro país y están aprendiendo la lengua, personas (niños o adultos) a los que se está alfabetizando, personas que requieren acercarse a la lectura de manera amigable.
Comunidad sorda y disléxicos. Muchos sordos no están alfabetizados, al menos no en la forma en la que los oyentes lo estamos. La lectura fácil es un primer acercamiento cuando se están alfabetizando. Los disléxicos, por su parte, tienen dificultad de aprendizaje que afecta la lectoescritura, específicamente la lectura. Por ello, les resultan muy útiles estas frases cortas, estos textos concretos y los significados para ayudar a la comprensión.
La experiencia de usuario en lectura fácil la encontramos generalmente en materiales impresos o en páginas web que manejan el tema. ¿Pero qué pasa si mi biblioteca no cuenta con estos materiales?
Siempre podemos echar mano de la tecnología y de la lectura en pantalla que, sin planearlo, también cumple con los preceptos de la lectura fácil y, de hecho, ya ha probado ser muy útil entre poblaciones con necesidades especiales como los disléxicos o los adultos mayores como se puede leer en este post y en este otro, en específico porque la lectura en pantalla maneja:
Líneas de texto cortas, para el caso de celulares.
Diccionario integrado
Posibilidad de cambiar el tamaño y tipo de fuente.
Posibilidad de cambiar el brillo y color de la pantalla.
Hasta aquí sólo algunos ejemplos de diseñar la biblioteca pública con experiencia de usuario. Desde luego, hay muchas otras, pero lo importante es recordar que pensar y diseñar la biblioteca pública es indispensable pensar en el público real, es imprescindible conocer sus particularidades.
Como bien dice Maria Teresa Andruetto, escritora y ganadora del Premio Hans Christian Andersen, en relación con la literatura para todos, pero que bien puede aplicar en la biblioteca para todos:
…pues creo que es justamente ahí, en la intensa mirada a lo singular donde puede nacer la metáfora de un todo que vaya más allá de lo que estamos dispuestos a ver. El debate social, los pobres, los que discriminan y los que son discriminados, los que no tienen memoria, la violencia familiar y social, las guerras y las dictaduras de todas partes y tantos otros asuntos son temas de la literatura, con la condición de que haya en su tratamiento una intensa mirada singular sobre una circunstancia y una subjetividad también singulares….
Y ya para finalizar, agradecer a Atzimba Tienda por la propuesta y la invitación, y a Brenda Michelle por todas sus gestiones para hacer posible esta charla.