Sanción bibliotecaria es una frase fatídica para los usuarios asiduos de las bibliotecas, porque eso implica generalmente la imposibilidad de tomar libros en préstamo:
- El pago de una multa que se calcula conforme a los días que tardaste en devolver el libro, en algunos casos han pasado años antes de que los usuarios devuelvan un libro, así que supongo estamos hablando de multas millonarias o, al menos considerables.
- Un periodo sin poder utilizar el servicio de préstamo bibliotecario. Ese es el que se maneja, por ejemplo, en la Biblioteca Vasconcelos: un mes por un préstamo vencido, tres meses por reincidir en tres ocasiones y seis meses por cinco suspensiones. Para los usuarios más asiduos, este tipo de sanción duele mucho porque a veces es preferible pagar que pasar más de un mes sin poder sacar libros sólo porque se te pasó el periodo de devolución uno o dos días.
- Una mezcla de las anteriores, donde además de no poder sacar libros, para liberar la sanción debes pagar una cantidad de dinero. Este era el tipo de sanción que se realizaba (o sigue realizando) en el sistema bibliotecario de la UNAM durante mis años de estudiante, el usuario debía pagar algo así como 50¢ por libro y por día de demora.
- En el caso de las bibliotecas universitarias, se aseguran además de que la deuda sea saldada de cualquier manera; pues al momento de que el usuario está por titularse le exigen una carta de no adeudo bibliotecario. Así que el usuario para poder obtenerla, deberá revisar con su o sus bibliotecas no tener adeudos y, si los tiene, pagarlos.
Cuento todo lo anterior porque, en lo personal entiendo a las sanciones bibliotecarias como una forma de concientización obligada para el buen uso del bien común, en este caso, los libros de las bibliotecas. Sin embargo, reconozcamos que esta práctica puede jugar en nuestra contra y fomentar que los libros simple y sencillamente no se devuelvan jamás precisamente por el miedo a la multa que hay que pagar; y aunque en su mayoría son costos simbólicos (según Library Journal, para las bibliotecas públicas en Estados Unidos menos del 1% del presupuesto proviene de las multas) existe un terror generalizado hacia las sanciones y por ello encontramos muchos casos de usuarios que pasan 30 años, 50 años, 80 años o incluso el siglo con préstamos vencidos (algo que huele más a robo que a olvido).
Hace algún tiempo leía que la práctica de la sanción bibliotecaria se está repensando o, en varios casos, totalmente abandonada en muchas bibliotecas públicas en Estados Unidos, al menos en lo que respecta a las sanciones para niños y primeros lectores.
Si bien es cierto que, como lo mencionaba Julie Todaro, expresidenta de la ALA, las multas no existen para avergonzar o evidenciar al usuario, sino que funcionan como un recordatorio de que el material es prestado y debe ser devuelto porque pertenece a una comunidad; también es cierto que los responsables de bibliotecas cada vez están más convencidos que esta práctica más allá de concientizar, resulta perjudicial en el uso y relación que el usuario establece con la biblioteca. Por ejemplo, en el caso de niñas y niños usuarios de bibliotecas, los padres prefieren que no lleven libros en préstamo porque olvidan devolverlos y entonces deben pagar la multa. De esta manera, se van alejando de la biblioteca.
Por ello muchas bibliotecas públicas estadounidenses están desechando esta práctica, algunas de las pioneras fueron: la Biblioteca Pública de Rochester, la Biblioteca Distrital de Pikes Peak en Colorado, la Biblioteca Pública de Oak Park en Illinois y las Bibliotecas de Worthington en Ohio lo hicieron en 2017, seguidas muy de cerca por la Biblioteca Pública de Nueva York.
Aunque como ya lo dije, en lo personal entiendo las sanciones como una forma de concientización del buen uso de la biblioteca, también soy partidaria de hacerle la vida más amable al usuario. Pero, ¿cómo encontrar el punto medio?, ¿cómo nos aseguramos que los usuarios no sólo devuelvan los libros a tiempo, sino que los devuelvan?, ¿cómo estrechamos la relación del usuario con la biblioteca y al mismo tiempo logramos que devuelva los materiales a tiempo?
En México, las bibliotecas públicas no cobran por sus servicios y tampoco multan por los préstamos vencidos, la sanción se limita un periodo sin poder llevarte libros en préstamo; sin embargo, esto no garantiza la devolución de los materiales, ni concientiza sobre el bien común en las bibliotecas. Por eso son necesarias otras formas de sensibilizar sin “evidenciar o avergonzar al usuario”, como bien lo señala Todaro.
Algunas prácticas que han servido:
- Ampliar el periodo de préstamo. La Biblioteca Vasconcelos, en febrero de 2018, amplió el periodo de préstamo de libros de 7 días con opción a dos renovaciones, por un periodo de 21 días sin opción a renovación; y para los materiales audiovisuales de 2 días, a un periodo de 7 días sin opción a renovación.
- Colocar máquinas de autodevolución afuera de la biblioteca para permitir que el usuario devuelva el libro incluso después de la hora del cierre.
- Campañas constantes de concientización que pueden hacerse a través de redes sociales, carteles en la biblioteca y tantas formas como la creatividad bibliotecaria tenga.
- Y, la más reciente y mi favorita hasta nuevo aviso: “Lápices solidarios“, un programa de las Bibliotecas de la Universidad de Huelva, en España, por medio del cual el usuario podrá anular la sanción bibliotecaria con el “pago” de un material escolar –goma, lápiz, sacapuntas, cuaderno, colores”. Todo lo recaudado se destinará a “Agua Viva”, asociación que busca la inserción sociolaboral de grupos desfavorecidos. Con este programa, se busca que la sanción deje de ser percibida como algo negativo, pero como no se trata de que los usuarios esperen al vencimiento del préstamo en aras de una buena acción, las Bibliotecas están invitando a sus usuarios a donar aunque no tengan libros prestados y/o vencidos.
Y como “Lápices Solidarios” se pueden ensayar muchas otras formas de concientizar y lograr que los usuarios devuelvan a tiempo los materiales. ¿Qué otra se les ocurre?, ¿creen que las multas o sanciones bibliotecarias tienen alguna utilidad? Los leo.
¡Hola! Gracias por tu blog, en primer lugar, lo estoy disfrutando mucho. En España, pero creo que se hace también a nivel internacional, hay una iniciativa que se llama Quitapesares, por la que puedes canjear tus multas por comida no perecedera para personas necesitadas. Funciona muy bien, y consigue lo que comentabas en el artículo: que no sea contraproducente la pena y la gente vuelva a la biblioteca, devuelva el libro y encima se lleve la satisfacción de hacer algo por quien más lo necesita. Aquí te dejo un link, por si no lo conocías: https://www.youtube.com/watch?v=zEg2oScLtqU
(Sí, es la misma idea del material escolar, pero llevado a la alimentación.)