E-Books in libraries (Libros electrónicos en bibliotecas) es un documento preparado por David R. O’Brian, Urs Gasser y John Palfrey, para un taller realizado en el Berkman Center for Internet & Society el 24 de febrero de 2012 al que asistieron los principales involucrados en el universo del libro, como es el caso de editores, bibliotecarios, entre otros, y que fueron invitados con el propósito de que fueran ellos quienes identificaran los principales aspectos en materia del libro electrónico y los desafíos que enfrenta actualmente la biblioteca ante la llegada de este formato y su adopción.
La primera parte del documento nos ofrece un panorama histórico del e-book que comienza en 1971 con la llegada del Proyecto Gutenberg, liderado por Michael Stern Hart (1947-2011), y que alcanzaría un boom inesperado en 2007 cuando Amazon lanzó al mercado su primer Kindle, mercado que ha mostrado en los últimos 5 años un rápido crecimiento –y cuyas ventas han sido incluso mayores frente a las ventas de libros impresos–, gracias a la demanda cada vez mayor de libros en este formato no sólo en Estados Unidos, sino en la mayoría de países alrededor del mundo.
De acuerdo con un estudio reciente publicado por Library Journal y Bowker titulado Understandig the behavior & preferences of U.S Public Library Users, los usuarios prefieren que las bibliotecas tengan e-books a cualquier otro material, es decir, el 28% de usuarios de las bibliotecas públicas en Estados Unidos prefieren descargar libros electrónicos y este porcentaje es mayor cuando son al mismo tiempo lectores de libros electrónicos. De hecho, se prefiere que las bibliotecas públicas cuenten en sus acervos con libros electrónicos que con otro tipo de materiales, como puede ser el caso de la música o vídeos.
Las bibliotecas escolares en México: un diagnóstico desde la comunidad escolar es un estudio encomendado por la SEP a la OEI y que, de acuerdo con lo expresado en documento, permitirá insertarse en el proyecto de la OEI _Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios_ que busca el desarrollo de los países a través del desarrollo de las competencias y sociedades lectoras.
Para ello este estudio da cuenta del panorama y funcionamiento de las bibliotecas escolares en México, mismas que en la primera década del siglo XXI han mostrado una mayor visibilidad y crecimiento en los recintos de los tres niveles de la Educación Básica. Ell primer registro de una biblioteca de este tipo data de 1957, mientras que a partir de 1999 se establecieron 24% de las bibliotecas estudiadas, número que creció gracias al lanzamiento del Plan Nacional de Lectura en 2001. El estudio incluye también a las bibliotecas de aula.
Los resultados de este estudio comprenden las siguientes secciones: acervos, instalaciones, tecnologías y equipo, personal, servicios bibliotecarios, gestión y funcionamiento, la biblioteca de aula, metodología para la realización del estudio y conclusiones. Para ello, se incluyó una muestra de 187 escuelas de las 189,356 existentes en el país (69,743 preescolar, 87,549 primarias y 32,064 secundarias).
De esta muestra, sólo 86 escuelas cuentan con un espacio destinado específicamente a la biblioteca y en su mayoría se trata de escuelas generales, lo que deja un tanto rezagadas a las escuelas indígenas. En relación con los espacios destinados a la biblioteca escolar, la mayoría son un salón de clase con mobiliario propio de una institución escolar y que ha sido adaptado al nuevo espacio, sólo un a quinta parte de la muestra señala tener mobiliario específico para las bibliotecas. En relación con el equipo audiovisual y de cómputo, es mínimo y falta conexión a internet.
Las bibliotecas escolares que comprenden el estudio están compuestas por alrededor de 450 ejemplares, de los cuales la mayoría son textos literarios (89%) y una minoría de formación docente y libros en formato electrónico 15%, la dotación de los acervos en su mayoría corre a cargo del Programa Nacional de Lectura y en menor medida del consejo Nacional de Fomento Educativo, aunque también se reporta la adquisición de materiales con presupuesto escolar o donaciones hechas por los padres de familia; a grandes rasgos la valoración que maestros hacen de los acervos es buena y suficiente para cubrir las necesidades de la institución educativa; mientras los alumnos de niveles más avanzados están menos satisfechos con sus colecciones.
Un dato sorprendente es que sólo 70% de los maestros bibliotecarios dice contar con inventarios y es escasa existencia de bases de datos y demás herramientas para el control de los acervos, lo que hasta cierto punto da una clara idea de la escasa preparación bibliotecaria de los “maestros bibliotecarios”.
Y entrando en el tema del personal, en la sección del estudio destinada a este tema se revelan datos sorprendentes. La mayoría de los responsables son maestros y directores, y sólo 11% designa específicamente a un “maestro-bibliotecario”, es decir, que más de la mitad de las bibliotecas escolares (60%) no cuentan con encargado exclusivo de la biblioteca y los responsables se tienen que dividir entre otras actividades docentes. De todo este universo de responsables de la biblioteca escolar sólo 9% es bibliotecario o documentalista de profesión. La mayoría de los responsables ha recibido capacitación en el área de promoción lectora y manejo de computadoras y, en menor medida reciben capacitación en biblioteconomía, lo que resulta paradójico, ya que debería ser una de las prioridades en la capacitación para poder manejar una biblioteca; no es extraño entonces que entre las principales demandas de los responsables figure precisamente la capacitación en esta materia.
Entre los servicios destacan el préstamo en sala y a domicilio, la lectura en sala y servicios de información sobre los acervos. Mención aparte merece el tema de promoción de la lectura pues, de acuerdo con los encuestados, 77% ofrece programas de este tipo y 53% de los maestros afirma haber participado en este tipo de programas. Es una lástima que el estudio no se detenga a analizar más a fondo este rubro, especialmente cuando las bibliotecas escolares deben tener como uno de sus principales objetivos el de la formación de lectores y cuando forma parte de las metas del programa de la OEI.
Entre una de las conclusiones más destacadas de este estudio está la que menciona que no basta con la existencia de materiales para la formación de lectores, para ello hace falta además que tanto docentes, como padres de familia se involucren y sean también lectores. Por otro lado, el estudio refleja también la desigualdad existente entre las diferentes bibliotecas escolares y el reto que representan hoy en día para el logro de los objetivos del programa de la OEI.
Vale la pena leer y analizar cuidadosamente este estudio, que aunque tiene ya dos años de publicado, presenta datos que dudo mucho hayan presentado cambios significativos en estos últimos dos años y que sirven para darnos una idea de qué terreno pisamos cuando hablamos de bibliotecas escolares en México.
Hará cosa de un par de semanas que se había anunciado con bombo y platillo en varios periódicos, blogs, twitter, facebook y otros espacios la realización de la I Feria Virtual del Libro; sin embargo, creo que bien vale la pena mencionarlo nuevamente hoy que ha dado comienzo y que se estará llevando a cabo hasta el día 11 de marzo.
¿Qué tiene esta feria en particular?
Al igual que cualquier feria del libro: muchos expositores –entre ellos Libranda, Bubok, 24 Symbols, Entrelectores, Anatomía de Red, Federación de Gremios de Editores, entre muchos otros– actividades, charlas, conferencias, venta de libros tanto en formato electrónico como impreso, etc.; pero todo eso de manera virtual, es decir, que si cuentas con una conexión a Internet de al menos 1MB de ancho de banda y Adobe Flash Player (usuarios de iPad, abstenerse) podrás visitar esta feria desde cualquier parte del mundo.
Otras actividades interesantes son el contacto con los representantes de cada stand vía chat, así como videoconferencias con distintos escritores y personalidades destacadas en el mundo del libro electrónico.
La organización corrió a cargo de Bubok y también de IMASTE (Ideas más Turismo), empresa dedicada a realizar todo tipo de eventos virtuales; a su vez el evento ha sido apoyado por el Ministerio de Cultura español. Y como ya es casi obligado y más tratándose de una feria del libro a través de internet, estos 6 días podrás seguir las actividades en Twitter y su página en Facebook.
Así que ya saben, tienen a partir de hoy y hasta el próximo 11 de marzo para darse una vuelta por esta feria, platicar con los expositores, conocer un poco más del mundo editorial actual y, por qué no, llevarse a su casa algunos libros.
Hace algunas semanas les comentaba que, en materia de libros electrónicos, seguramente este 2012 sería el año de la autoedición; y sin duda todas las redes sociales y aplicaciones enfocadas en el “hágalo usted mismo” a la hora de editar parecen vivir un boom que no hacen más que confirmar la predicción sobre la edición electrónica. Opciones hay muchas, pero en el panorama inmediato aparecen dos grandes de la autoedición, una es desde luego Amazon y iBooks Author, la más reciente creación de Apple que, como era de esperar, causó un gran revuelo y una serie de artículos en distintos blogs y diarios después de su lanzamiento en enero pasado.
Muchos son los se están interesando en la autoedición y poco a poco comienzan a verla como una verdadera opción para dar a conocer su trabajo literario sin necesidad de pasar por los canales tradicionales que, por otra parte, no garantizan la aceptación y un libro impreso en los anaqueles de las librerías. Así que no es de extrañar que las aplicaciones estén ofreciendo opciones; sin embargo, a veces éstas no son del todo comprensibles, así que un manual o una ayuda extra nunca vienen mal. El día de hoy, son dos libros que nos llevan paso a paso en la tarea de autoeditarte precisamente en las dos opciones más conocidas y que ya mencionaba en el párrafo anterior:
McKesson, Nellie and Adam Witwer. Publishing with iBook Author: an introduction to creating ebooks for the iPad. O’Reilly Media, 2012.
Una herramienta que permite al autor-editor conocer las fortalezas y limitantes de iBooks Author, además de guiarlo por todos los pasos necesarios para publicar un libro, desde como crear y diseñar las páginas, como poner contenido interactivo y hasta el momento de publicarlo en iBooks, con todas las implicaciones.
Un libro altamente recomendable si te estás inclinando por utilizar esta herramienta, además se puede descargar de manera gratuita previo registro en el sitio de O’Reilly en formatos ePub, PDF o Kindle.
Amazon Kindle Publishing Guidelines: how to make books available for the Kindle platform, 2012.
Por otro lado, si lo que quieres es publicar para Kindle, este documento es el que debes leer. En él se explica en qué consiste la Kindle Direct Publishing Platform, además las diferentes herramientas para publicar en Kindle como son el Kindle Plugin para InDesign, Kindle Gen, Kindle Previewer Software. Ofrece también una guía para el formato de los textos en donde se incluye la paginación, el formato de los párrafos, espacios, cómo elaborar la portada, cómo trabajar los gráficos, cómo elaborar comics y también libros interactivos con audio y video.
Un libro de gran utilidad que nos guiará paso a paso en la creación de nuestro libro, tanto si somos autores independientes o editoriales. Lo pueden descargar gratuito en formato PDF en Amazon S3.
Entre las principales ventajas que se mencionan al momento de hablar de e-books está la que se refiere a la lectura social; sin embargo, conviene detenernos un poco a analizar a qué nos referimos exactamente con lectura social.
La lectura social, al menos en el contexto del siglo XXI y, específicamente, en el uso de las redes sociales, es aquella que nos permite gracias a las diversas aplicaciones de lectura y las mismas redes sociales, compartir lo que estamos leyendo, nuestras notas, nuestros subrayados, opiniones y saber qué lecturas están haciendo nuestros distintos contactos.
No es raro que empresas que actualmente están apostando todo a la lectura, presenten alternativas sociales para acaparar clientes cautivos que de otra forma sería impensable que se conviertan en compradores de libros y, de una manera más noble en lectores; Kobo con sus premios y la posibilidad de conectarte a Facebook y Twitter; Goodreads, con revisiones y calificaciones de los lectores; Amazon y su red social Amazon Kindle, Readum, son algunos ejemplos representativos de lectura social, aunque no los únicos. Tampoco es raro que hoy en día se afirme que gracias a los distintos dispositivos de lectura, así como las redes sociales más gente y, especialmente los más jóvenes estén leyendo; la lectura social se convierte pues, en un importante empujón a la hora de leer.
Pero algo que quizá se esté perdiendo de vista con la llamada lectura social es que estamos compartiendo información personal. Esto no es una amenaza exclusiva de la lectura, conforme nos conectamos a diferentes redes sociales, en muchas ocasiones y si no ponemos atención es imposible mantenernos “cerrados”, a veces compartimos de más sin querer o sin darnos cuenta: dónde estamos, qué compramos, qué leemos, qué nos gusta, ideología política, etc.; en el caso específico de la lectura, no poner “candados” permite a nuestros contactos lectores saber qué leemos, pero también a las empresas le permite conocer nuestro historial de navegación, qué compramos, dónde compramos, etc.; toda esta información que vamos dejando regada en la red hace posible que dichas empresas elaboren un perfil de usuario, que hace posible a su vez, ofrecernos servicios y también recomendaciones.
Y es aquí donde surge precisamente la interrogante: a pesar de que socializamos todo o casi todo, ¿la lectura debería ser también social?
Esta pregunta ya se ha hecho en otras ocasiones, Should reading be social? es sólo uno de los tantos artículos donde ya comienza a tratarse este asunto, por otro lado he leído en varias ocasiones a varios de mis contactos en distintas redes sociales decir que no disfrutan tanto de la lectura social; la gran mayoría de mis contactos en Kobo tienen con candado su cuenta, así que es nulo lo que comparten en dicha red.
Entonces, volvemos a la misma pregunta, ¿debería ser social la lectura?
Desde el punto del vista de la “era de las redes sociales” y a pesar de que esta se abandera como una gran ventaja a favor de la lectura, los más reticentes y nostálgicos quizá respondan un tajante “no”. Pero, y aquí es donde debemos prestar atención, no debemos olvidar que la lectura siempre ha sido una acción individual (en la mayoría de los casos) que tiende a socializarse.
Me explico: la forma más común de lectura social sin la intervención de las redes sociales se realiza cuando leemos un libro y hablamos de él, lo recomendamos y en el caso de los lectores más nobles, prestamos los libros que nos emocionaron para que nuestros amigos también tengan la oportunidad de leerlo.
Pero la lectura social va más allá: antiguamente muchos círculos de lectores existían gracias al correo, Howard Phillips Lovecraft y su círculo de lectores existía gracias a las cartas que se enviaban entre ellos, muchos de los cuentos de la literatura lovecraftiana fue posible gracias a este círculo de lectores entre los que se encontraba Robert Bloch, Robert E. Howard, entre otros. ¿Y qué me dicen de los círculos de lectores actuales? La gente se reúne a leer libros y compartir sus impresiones; los talleres de cuenta cuentos también son otra forma muy común de socializar la lectura y animar a la gente a leer. Las ferias del libro son otra manera de reunirnos para hablar de libros; finalmente, las bibliotecas no pueden faltar a la hora de hablar de lectura social, prestan libros y los recomiendan también hacen buena parte de su trabajo gracias a la lectura social.
La lectura es y siempre ha sido social; aunque en la mayoría de las ocasiones la lectura es un acto en solitario, siempre terminamos compartiendo nuestras impresiones y libros. Así que preguntar si debemos o socializarla sobra, la pregunta correcta es entonces, ¿deberíamos compartir la lectura a través de las redes sociales? o, para ser más exactos, ¿qué tanto es conveniente compartir a través de las redes sociales, no sólo de lectura, sino de redes sociales en general?
Cuando se habla del libro electrónico a menudo no podemos evitar hacerlo en términos de ventajas y desventajas, pros y contras, defendiendo o atacando a esta “nueva” forma de lectura donde los argumentos a favor y en contra casi siempre salen a flote: poder llevar toda tu biblioteca a cuestas vs DRMs; los libros electrónicos son más baratos vs la escasa oferta de libros en español; posibilidad de leer más libros vs imposibilidad de prestarlos; por mencionar unos cuantos ejemplos. Sin embargo, hay un tema al que debemos prestar especial atención al momento de comenzar a adentrarnos en el mundo de la lectura en pantalla: los formatos de los distintos ebooks.
En la actualidad, los principales formatos de los libros electrónicos son el PDF, el HTML, el Mobi –formato nativo tanto para los dispositivos Kindle, como para las distintas aplicaciones Kindle–, y el ePub que se ha convertido hoy en día en el estándar casi obligado cuando de libros electrónicos se trata, no es gratuito que Amazon, aunque contara con su propio formato haya tenido que revirar y abrirse a dicho formato recientemente. En el post Glosario bibliotecológico: eInk, ePub, Mobipocket, PDF ya les he explicado en qué consiste cada uno de ellos; sin embargo, ante el surgimiento constante de dispositivos de lectura dedicados y los que son multitarea, como las tabletas, o incluso los smartphones, comienza a hacerse complicado saber qué formato de e-book se puede leer en el dispositivo que poseo.
Recientemente veo en iLibrarian esta infografía que nos puede dar una luz en el tema de los formatos y los distintos dispositivos donde leer nuestros libros electrónicos.
A pesar de que, como ya se ha mencionado en párrafos anteriores, la gran mayoría de los dispositivos (llámese e-reader, smartphone, tableta o computadora de escritorio) aceptan al ePub como formato estandar, los usuarios y lectores nos enfrentamos al problema de los DRM que, gracias a la falta de visión de las editoriales y a las tiendas que publican y venden los libros electrónicos, no hacen más que llenar de candados a los archivos en un intento ilusorio de protección antipiratería; lo que se convierte a su vez en un verdadero problema al momento de querer leer un libro en distintos dispositivos. Creo yo que el tema de los DRMs es un problema incluso más grave que el de los formatos, ¿de qué sirve tener un formato estándar si determinado libro no puede ser leído en diferentes dispositivos?
Los únicos libros que se salvan hoy en día de las protecciones son los que están libres de derechos (como muchos clásicos que encontramos en distintos catálogos como el Proyecto Gutenberg), así como los libros que los mismos escritores suben para libre descarga y que, son bastantes dado que en la mayoría de los casos son escritores independientes que quieren dar a conocer su obra. En estos casos, lo aconsejable es descargar el formato ePub, o en su defecto en PDF si existe la opción, para así asegurarnos que podremos leerlo en cualquier dispositivo.
Una posible solución, es la llamada lectura en la nube, de la que ya también he hablado en este blog; con ésta es posible leer un mismo libro en diferentes dispositivos que cuenten con las aplicaciones, por ejemplo, el Kindle Cloud permite leer los libros en formato mobi tanto en los dispositivos Kindle como en las aplicaciones de Kindle para Mac, PC, iPod/iPhone, iPad, dispositivos Android e Internet; Kobo también es una solución con la posibilidad de leer los libros en el Kobo y en las distintas aplicaciones Kobo.
En el mundo de la lectura en pantalla, mucho se ha cuestionado si las nuevas tecnologías que nos permiten hoy en día compartir información y la comunicación de manera constante (llámese smarphones, tablets o computadoras) permiten la lectura o, si se puede hablar de la lectura en los mismos términos que con la lectura de libros impresos. Desde el boom que ha significado la lectura de e-books, en parte gracias al lanzamiento del primer Kindle en 2007 (aunque los libros electrónicos tengan poco más de 40 años de existencia), se han realizado distintos estudios que aseguran, algunos, “que los niveles de lectura aumentan gracias a estos dispositivos, siendo los adolescentes y adultos mayores leen más que con el libro impreso; mientras que otros estudios dicen que no es posible hablar de lectura “profunda” cuando interviene una pantalla que nos expone a cientos de estímulos distintos al acto de leer (como jugar, comunicarse a través de redes sociales, ver videos, etc.) y que ésta sólo alienta lecturas ligeras que no exigen al lector el análisis profundo y que nada tienen que ver con libros completos, novelas, ensayos, artículos científicos, cuentos, etc,. tal como sucede con la lectura de libros impresos.
Tampoco es de extrañar que, dentro de esta gama de dispositivos que nos permiten todo o casi todo, además de la lectura, hoy en día se hable de los e-readers como dispositivos de lectura dedicados; es decir, dispositivos que lo único que permiten al usuario es leer libros, tal es el caso del Kindle, el Sony Reader, el Nook y tantos otros que hemos visto en los últimos años. Sin embargo, pocos pensaron que sólo tres años después del lanzamiento del Kindle, las tabletas se estarían disputando también la actividad de lectura en el panorama del libro impreso. El lanzamiento del iPad en 2010 ha marcado el comienzo de la “era de las tablets” (si se permite el concepto) y tras ella vinieron otras empresas queriendo hacerse de una parte del mercado; por su parte las empresas que hicieron sus pinitos exitosos con los dispositivos de lectura dedicados pronto comienzan a ver que es necesario adaptarse a las necesidades de un mercado al que es imprescindible mantener cautivo no sólo a través de la lectura, pues recordemos que los lectores “duros” son pocos, mientras que los usuarios que quieren todo, además de leer, se cuentan por millones. Así es como pronto llegan al mercado tabletas como el Kindle Fire y la Nook Tablet para tratar de hacer frente al mercado del entretenimiento y el “multitasking”, donde la lectura es sólo una pieza del rompecabezas.
Y es así como surge nuevamente la interrogante que viene dando vueltas y poniendo de cabeza a los que estamos involucrados con el mundo del libro: la lectura en pantalla ¿puede llamarse realmente lectura? ¿las tablets nos permiten o nos lanzan a leer más? ¿estamos leyendo?
Preguntas difíciles de responder y donde seguramente cada pieza que conforma el mundo del libro tendrá su opinión muy particular a este respecto, estarán los optimistas quienes verán a estos dispositivos como una oportunidad sin precedentes para alentar a la gente a leer; estarán los pesimistas, que viven en el pasado y la nostalgia del olor del libro y piensan que esto es lo único que nos pueden ofrecer; estamos los que creemos en las ventajas y vemos que la lectura impresa y la lectura electrónica pueden coexistir; y estarán los paralizados que no entienden qué está pasando y por tanto no saben cómo actuar ni que camino tomar.
Dentro de este último grupo encontramos a varios editores que no creen que las tabletas sean ideales para la lectura o así lo demuestra un estudio de Digital Book World dirigido por Forrester Research. De acuerdo con este estudio, hace un año (resultados del estudio de 2010) 46% de los editores creían que la las tabletas eran plataformas de lectura ideales, porcentaje que este año (a finales de 2011) ha disminuido hasta un 31%. Otros estudios como el realizado a 216 usuarios del Kindle Fire (cuyas ventas alcanzaron los 4 millones de unidades en diciembre de 2011), señalan que el 71% de estos usuarios tienen a la lectura entre las dos primeras actividades que más realizan en dichos dispositivos que tienen como fin principal la lectura; razón por la cual 31% de los editores encuestados aseguran que estos son más adecuados para la lectura. ¿Donde quedarían entonces otras tabletas como el iPad de Apple, la Galaxy de Samsung o la PlayBook de BlackBerry? Según estos editores, en dispositivos para cualquier otra cosa, menos para leer, pues los resultados apuntan a que sólo el 53% de los usuarios del iPad lo utilizan para leer.
Otro aspecto interesante a analizar es que el crecimiento en la venta de e-books aún sigue siendo lento, mientras que paradójicamente las ventas de tabletas aumenta; ¿apuntaría esto a que se hacen otras cosas distintas a la lectura en estos dispositivos? La mayoría daría una respuesta afirmativa
Sin duda, harán falta muchos estudios que den un punto de vista científico sobre la lectura en pantallas; en lo personal, me resulta complicado no hablar de lectura cuando lo que más hago en mi tablet es precisamente leer ya sea blogs, noticias y sí, también libros en las distintas aplicaciones que tengo para tal fin como Kobo, Kindle o Stanza (mis favoritas hasta ahora). O quizá lo que hace falta realmente es replantearnos la lectura y abrirnos a la posibilidad de hablar de múltiples y nuevas formas de lecturas.