El 11 de octubre pasado se llevó a cabo en la Biblioteca de la Escuela Superior de Comercio y Administración del IPN el taller “Agenda 2030, bibliotecas y la nueva sociedad Red“, organizado por la Asociación Mexicana de Bibliotecarios (AMBAC) e impartido por la gran Lourdes Feria e Iván Urbina. Este taller tuvo como propósito darnos a conocer el contexto de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y la forma en que las bibliotecas de todo tipo pueden incidir en el logro de los 17 objetivos y de las 169 metas de desarrollo propuestas por dicha agenda.
Pero además de darnos a conocer de qué va la Agenda 2030, este taller también buscó que los asistentes compartiéramos las distintas experiencias que las bibliotecas mexicanas están teniendo y la forma en que éstas impactan en los 17 objetivos. Recordemos que en agosto de 2017 les anunciaba en este blog el lanzamiento del Library Map of the World de la IFLA, una página web que recoge a nivel mundial las distintas experiencias bibliotecarias que impactan en la Agenda 2030; sin embargo, a dos años de distancia México aún no contaba con experiencias y, en este sentido es que el taller buscó identificar aquellas historias que pudieran integrarse en el Mapa de la IFLA.
Se ha dicho hasta el cansancio, y todos siempre hemos estamos de acuerdo, que las bibliotecas tienen un importante papel en el desarrollo de las comunidades. De hecho, es un discurso muy común desde que estudiamos la carrera; sin embargo, a veces cuesta trabajo aterrizar con ejemplos lo que se da por hecho e incluso aún nos encontramos a quienes insisten en limitarla a los libros y la lectura (algunos, incluso toman decisiones en este entendido). Por ello, este taller resultó interesante, pues no sólo hizo visibles algunos esfuerzos que distintas bibliotecas y bibliotecarios están haciendo en pro de sus comunidades, sino que también nos ayudó a darnos cuenta que las bibliotecas, efectivamente, pueden jugar un papel importante en el logro de los ODS y en el desarrollo de sus comunidades (con o sin Agenda 2030, con o sin Objetivos del Milenio -el antecedente de los ODS-).
Un último objetivo de este taller fue identificar de entre estas experiencias, las más valiosas para integrarlas a México en el Library Map of the World de la IFLA. De esta manera, en el marco de la 33 Feria Internacional del Libro de Guadalajara se presentó Bibliotecas 2030 MX: historias detrás de las historias, un cuaderno de acceso gratuito que recoge varias de las experiencias del taller, algunas de ellas se integrarán posteriormente al mapa de la IFLA.
Sirva pues, este primer post del año para dar a conocer estas experiencias y proponernos ser partícipes de más experiencias que valga la pena publicar en el mapa de la IFLA.
Pues ya sólo me resta desearles un 2020 muy lleno de quehacer bibliotecario que redunde en incremento de colecciones, usuarios, credencialización y actividades en pro de las comunidades.
Este año se ha caracterizado por el reto constante que ha representado para las bibliotecas dar acceso a libros electrónicos, lo anterior debido principalmente a prácticas insostenibles que las editoriales y los distribuidores están imponiendo. En junio pasado Hachette Book Group anunció que partir del 1 de julio eliminaría el modelo de compra a perpetuidad para libros electrónicos y audiolibros; un mes más tarde, Overdrive anunciaba el embargo de 90 días a una selección de novedades en audiolibro que Blackstone decidió imponer en las bibliotecas.
En ambos casos, los bibliotecarios en Estados Unidos han alzado la voz. Sin embargo, esto sigue sin ser suficiente y cada vez es más preocupante el camino que quieren imponer las editoriales a las bibliotecas que buscan dar acceso a libros electrónicos y audiolibros. Por ello es necesaria una llamada de atención contundente, y eso le ha quedado muy claro a la ALA que el 9 de noviembre lanzó la campaña#eBooksForAll para denunciar y expresar su preocupación después de que Macmillan Publishers impusiera a las bibliotecas un embargo de 8 semanas después del lanzamiento del libro y lo que es peor, determinó que las bibliotecas sólo podrán adquirir una copia de cada título que se publique en formato electrónico. En el comunicado emitido por Mary Ghikas, Directora Ejecutiva de la ALA podemos leer lo siguiente (las negritas son mías):
El objetivo de la ALA es enviar un claro mensaje a John Sargent, CEO de Macmillan: el acceso a los libros electrónicos no debe ser negado o retrasado. Nuestros miembros nos dicen que los usuarios quieren una manera sencilla de unirse a este movimiento y demandar el acceso a los libros electrónicos para todos… Las bibliotecas tienen millones de aliados allá afuera y los estamos invitando a tomar acciones”.
Ni los bibliotecarios, ni las editoriales, comenzando por Macmillan, podemos ignorar esa fuerza que tienen los millones de aliados a los que se hace referencia, ya lo mencionan en la campaña #eBooksforall:
Macmillan es el único editor de las Cinco Grandes en proponer un embargo de este tipo y los lectores no se pueden permanecer callados.
La ALA y las bibliotecas en todo el país te pedimos expresar tu desacuerdo con la nueva política de Macmillan firmando la petición y diciéndole a John Sargen, el CEO de Macmillan que el acceso a los libros electrónicos no debe ser retrasado o negado. Debemos tener #eBooksforall.
#eBooksForAll
Pero así como no debemos ignorar la fuerza de los usuarios, tampoco debemos obviar el papel que los autores pueden tener en esta campaña, ellos también pueden alzar la voz en favor de las bibliotecas como ya lo ha hecho Neil Gaiman que aunque no es autor de dicha editorial, pesa mucho en el mercado. Otros se pueden sumar.
De igual forma, ni los bibliotecarios, ni las editoriales debemos ignorar el importante rol que juegan las bibliotecas en la cadena del libro. Parece absurdo que las editoriales vean a las bibliotecas como una amenaza, cuando en realidad el que una biblioteca adquiera algún título representa una gran exposición para autores y editoriales; es precisamente gracias a las bibliotecas que hay un incremento en el consumo de libros electrónicos y audiolibros. Pensemos, por ejemplo, que Overdrive, la principal plataforma a nivel mundial de préstamo de libros electrónicos para bibliotecas, en 2018 alcanzó los 274 millones de préstamos digitales.
Quizá sea también un buen momento para voltear a ver lo que se está haciendo con el movimiento de acceso abierto en el campo de las revistas académicas. Otras muchas formas podemos encontrar; sin embargo, no deja de ser preocupante lo que ocurre en el ámbito del libro electrónico en las bibliotecas. Sí quieren contribuir, pueden firmar la petición que en este momento alcanza más de 213 mil firmas. Es también buen momento para que las asociaciones bibliotecarias en nuestro país, se sienten a discutir cuál va a ser la postura frente a este tema, porque también acá debemos dar acceso a estos materiales y nos enfrentamos a los mismos problemas que en las bibliotecas de Estados Unidos.
Como cada 24 de octubre, estamos hoy celebrando el Día de la Biblioteca. El origen de esta celebración ya lo conocen, y si no lo conoce los invito a que lo revisen por acá.
Y aunque casi ya no llego al festejo, no quiero dejar pasar el día, además publiqué un tuit sobre formas de celebración que creo vale la pena desarrollar un poco más acá. Así que aquí van mis sugerencias para celebrar el Día de la Biblioteca que además bien se puede extender a los 364 días restantes del año:
Pon una credencial de biblioteca en tu vida: una premisa que ya he manejado en muchas otras ocasiones, pero que nunca perderá vigencia. El poner una credencial de biblioteca en tu vida no sólo te va a permitir llevar a casa todos y cada uno de los libros que vea en la estantería; la credencial te hace parte de la comunidad, del espacio, te da pertenencia a un lugar donde encontrarás refugio, conocimiento, lectura, etc.
Pon a un bibliotecarie en tu vida: en serio, no hay cosa mejor que conocer al bibliotecarie de tu biblioteca más cercana. No sólo te apoyará en todo lo que requieras en la biblioteca, también puedes llevarte una bonita amistad, o al menos muchas anécdotas que ni te imaginabas podían suceder en las bibliotecas.
Usa la biblioteca: y mira que el uso ni siquiera tiene que limitarse a la lectura, en el caso de que no te guste leer. Tienes un verdadero mundo de posibilidades si usas la biblioteca.
Salva un libro en la biblioteca: saca en préstamo aquellos libros que no están en tu zona de confort lector, ayuda a que la colección se mueva y así quizá rescates un libro condenado al descarte.
Dona libros a la biblioteca: obvio, no los que ya no quieres, ni los libros de texto, ni las viejas enciclopedias que te tienen estornudando todo el tiempo debido al polvo que acumulan. Piensa tu donación en función de lo que te gustaría encontrar, revisa tu biblioteca personal y seguramente encontrarás libros muy valiosos a los que ya no vas a volver. Permite y ayuda a que la biblioteca lleguen a esos libros.
Haz voluntariado en la biblioteca: sí, ya sé, el tema del voluntariado tiene sus claroscuros, pero compartir tu tiempo con lo que sabes hacer nos ayuda mucho en las bibliotecas.
Haz visible a tu biblioteca: nunca pierdas la oportunidad de difundirla, de decirle a alguien que el libro que estás leyendo lo sacaste de la biblioteca, que vas ahí cada tanto por todas las actividades, que saque su credencial, que son maravillosos los clubes de lectura, que además tiene espacio para todos. Grítalo a los cuatro vientos.
Exigele al bibliotecario: exige un servicio de calidad, dale qué hacer. No te tomes a pecho sus malas caras, si es que las encuentras porque la verdad es que cada vez hay menos bibliotecaries regañones. Exige que te proporcionen un espacio hospitalario.
Comenta, sugiere, pregunta: no hay nada mejor que recibir sus comentarios y sugerencias. Finalmente la biblioteca y los bibliotecarios para eso estamos; así que quién mejor que los usuarios para darnos la pauta.
Y cierro con esta que considero la más importante, léanla como si estuviera en negritas y a 40 puntos.
Defiende a tu biblioteca: en los tiempos que corren, cuando no están todos los que son y los que están hacen barbaridades (no sé si por desconocimiento o por maldad pura), cuando el horizonte ya cruzó todos los tonos de gris y no se ve la luz al final del túnel, los mejores aliados de las bibliotecas son sus usuarios. No permitas que las cierren, pelea por ellas, con tu defensa ayudarás a que permanezcan, a que sean visibles.
Si se les ocurre otra forma de celebración, soy toda ojos. Ahora sí, vayamos a celebrar este día aunque ya casi se acabe, y si no alcanzaron a festejar hoy, pueden hacerlo cualquier otro día del año, la biblioteca no tiene caducidad.
El pasado 9 de septiembre se llevó a cabo la I Jornada de Bibliotecas Escolares en la Ciudad de Buenos Aires con el lema Bibliotecas Escolares y Cultura Digital. El evento fue organizado por la UNESCO, el Ministerio de Educación e Innovación de la Ciudad de Buenos Aires, con el apoyo de UNOPS y la presencia de IFLA; y reunió a bibliotecarios y comunidad docente para reflexionar sobre los retos que enfrentan las bibliotecas escolares para convertirse en esos espacios acordes con las necesidades escolares y de lectura actuales.
Por ello se habló de las bibliotecas escolares en la era digital, el rol de las bibliotecas escolares en el aprendizaje, las nuevas configuraciones de las bibliotecas escolares, del papel del bibliotecario escolar, las bibliotecas escolares frente al libro electrónico, las bibliotecas escolares reconfigurándose como makerspaces, etc. Lo anterior sin dejar de lado las experiencias de integración con la cultura digital que nos compartieron los docentes bibliotecarios y que nos permitieron aterrizar el discurso sobre bibliotecas escolares actuales y saber qué está pasando en algunos de estos lugares.
En el Panel 3. La irrupción del libro electrónico, tuve el honor de participar con la charla La excentricidad de la lectura en la que hablé sobre lo diversa que es la lectura y lo diversos que son los lectores, al punto de ya no poder definir la lectura en términos relacionados exclusivamente con el libro impreso, y al lector como un ente pasivo consumidor de páginas y páginas impresas. Les comparto la presentación.
Mención especial merecen las intervenciones de Alanna King (@banana29) y María Clemencia Venegas, quienes nos hablaron de la parte más humana de la biblioteca escolar y el rol que deben asumir los bibliotecarios en estos recintos y en estos tiempos; la primera con una charla muy amena y cercana nos dio pautas muy precisas de lo que debe ser la biblioteca escolar; Venegas, por su parte, nos hizo reflexionar de forma magistral (¡nos puso a cantar!) sobre nuestro rol.
Dos ideas que se plantearon y siguen dándome vueltas:
Las bibliotecas universitarias [de universidades públicas] son también bibliotecas públicas al estar financiadas con fondos del Estado. Adrián Méndez dixit.
La principal habilidad del siglo XXI es Leer, sin ello no se puede lograr nada más. Emiliano Pereiro dixit.
Antes de cerrar, no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer profundamente a Carola Martínez, Coordinadora del Plan de Lectura de Buenos Aires, por la invitación a participar en esta Jornada y dejarme aprender un poquito de lo mucho que se hace por allá; Carola y familia, muchas gracias, son de lo mejor. Extender también mi agradecimiento a Diletta Assorbi, del Programa para Educación de la Unesco, por todas las gestiones realizadas para hacer posible mi participación en esta interesante Jornada.
Para los que quieran leer más de esta intensa semana hablando de lectura en pantalla y bibliotecas, acá y acá encuentran la información.
El 22 y 23 de agosto pasado se llevo a cabo en la Biblioteca Pública Piloto (BPP) el XII Encuentro de Bibliotecas, organizado por el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y la BPP. En esta edición con el lema ¿Cuál es el tiempo de las bibliotecas? reflexionamos sobre los desafíos que enfrentan las bibliotecas públicas de cara a la Agenda 2030 de Naciones Unidas (aquí pueden ver el programa).
En el entendido de que las bibliotecas no son islas, previo al encuentro se realizaron tres talleres que reunieron a responsables de diferentes perfiles de bibliotecas con el propósito de recoger las inquietudes particulares de cada institución. El primero, con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas y centros de documentación (22 de mayo); el segundo, con bibliotecas escolares de escuelas públicas y privadas (4 de junio); y el último, con bibliotecas públicas, populares y comunitarias (6 de julio).
Los resultados de dichos talleres se presentaron en la primer charla del encuentro Socialización de resultados de los encuentros previos con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas, escolares, públicas, populares y centros de documentación,a cargo de Lina Villa, consultora en estrategia y sostenibilidad de la Reflejarse. Los temas prioritarios que se identificaron en el primer taller (el de las bibliotecas académicas, universitarias y especializadas) son la conectividad y la articulación entre bibliotecas. Por su parte, las bibliotecas escolares ven que hay grandes diferencias entre bibliotecas escolares de instituciones públicas y especializadas, y que carecen de respaldo institucional; desdde luego, la inclusión es un tema prioritario. Las bibliotecas públicas y privadas, por su parte, ven el gran poder de influir sobre sus públicos, tienen mucha claridad en cuanto a los retos que deben enfrentar y son concientes del interés de distintos actores sobre la biblioteca pública.
En la charla Las bibliotecas como garantes de los derechos culturales, acceso y promoción del desarrollo bibliotecario: líneas estratégicas del Plan Nacional de Desarrollo “Pacto por Colombia” 2018-2022, Sandra Suescún, Coordinadora de la Red Nacional de Bibliotecas, nos llevó por un breve recorrido histórico de los planes y políticas nacionales de lectura en Colombia desde el periodo 2002-2010 hasta la actualidad, y la forma en que éstos y el desarrollo de las bibliotecas públicas han incidido en el incremento de los índices de lectura en Colombia, además del uso y percepción que se tiene de la biblioteca pública en el país. Una palabra clave que podría resumir esta charla es continuidad. Algo que poco se ve en otros países de América Latina (pienso específicamente en México), para lograr un cambio de visión sobre el papel de la biblioteca pública, pero también de la percepción de los usuarios.
Algo que llamó poderosamente mi atención en este encuentro es que desde el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín se tiene muy claro que las bibliotecas inciden en varios aspectos de la vida cotidiana; por ello no pueden actuar aisladas y, como muestra, este encuentro no se limitó a tocar temas netamente bibliotecarios, también se llamó a expertos en otras áreas para hablar de temas que tocan muy de cerca a la biblioteca pública.
Muestras claras de lo anterior fueron los talleres previos al Encuentro, pero también las charlas Desafíos coyunturales y problemas estructurales del desarrollo económico-social de América Latina y de Colombia, Prospectiva económica de Colombia; apuestas y retos de sostenibilidad y Trayectorias y desafíos culturales, sociales y educativos a nivel local y nacional, que reunieron a distintos expertos para ofrecernos una panorámica muy clara de Colombia desde lo político, lo social y lo económico, y la forma en que las bibliotecas públicas inciden en cada uno de estos aspectos, así como la forma en que estos inciden en la biblioteca.
En la conversación Las bibliotecas como centros de participación ciudadana y democracias, retos para América Latina, que tuvieron Natalia Espejo y Clara Budnik, nos hablaron de cómo deben ser percibidas las bibliotecas y como deben percibirse los bibliotecarios a sí mismos; habló de la importancia de la formación profesional y de las compencias blandas que debemos tener los profesionales de la información –como el liderazgo, la empatía, la escucha y el reconocimiento de saberes– en aras de poder pensar a la biblioteca como un espacio para la participación y la democracia.
En la conversación Visión 2030; prospectiva bibliotecaria, escenarios y posibilidades de cambio e innovación, Mauricio Fino y yo tuvimos la encomienda de cerrar el Encuentro y resumir los temas y puntos claves que se abordaron. De la mayoría ya he hablado en este post, pero no quiero pasar de largo por otros no menos importantes:
¿Debe haber modelos bibliotecarios? No, tomando en cuenta que cada biblioteca tiene una particularidad. Lo que es necesario es tener un concepto general de la función de la biblioteca y, sobre ello, encaminar a cada biblioteca en cada comunidad.
Es importante estudiar al usuario no sólo porque es nuestra materia prima, sino porque ellos son los que dan uso a la biblioteca y la moldean. Es importante recordar que el bibliotecario no es el usuario, planificar sin incluirlo y conocerlo, es planificar pensando en el bibliotecario.
¿Cómo se conoce a los usuarios? A través del diálogo horizontal y constante.
Las bibliotecas son más que libros, son espacios de diálogo y reconocimiento.
Es importante medir y documentar, pero igual o incluso más importante ponerle rostro a las cifras. Las cifras nos sirven para la negociación institucional; el rostro, para hacer cercana la biblioteca.
Innovar en bibliotecas cuesta, por ello es importante voltear a ver qué se ha hecho, cómo se ha hecho y si hay posibilidad de implementarlo y “tropicalizarlo” en nuestras bibliotecas.
La necesidad de redefinir a la lectura más allá del objeto libro.
El futuro es algo abstracto, el tiempo es hoy. La biblioteca no tiene futuro, si no entendemos el presente y trabajamos en el presente.
Cuesta trabajo aterrizar en bibliotecas los ODS de la Agenda 2030, en especial si no se consideran las particularidades de cada biblioteca.
Al final de la conversación de cierre
Como parte de este encuentro, durante las tardes se llevaron a cabo distintos talleres encaminados a compartir distintas experiencias y reflexionar sobre las bibliotecas públicas. Comparto la presentación del taller que tuve a mi cargo Bibliotecas ante el siglo XXI: planificar nuevos espacios de acción.
Por último, el día sábado se realizó un taller destinado a visualizar, interpretar y ensayar las distintas formas en que las bibliotecas impactan y son impactadas desde las dimensiones social, política, económica, ambiental. Sólo teniendo presente el amplio contexto en que se mueve la biblioteca podremos aspirar a que en otros países (México) los usuarios puedan decir que la biblioteca pública es “Una ayuda importante para mi vida” o “Lo es todo en mi vida”, tal como sucede en Colombia, un referente para la región en materia de desarrollo bibliotecario.
tiempo de las bibliotecas
Y ya para cerrar, quiero agradecer al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín por la invitación a ser parte de este evento (y de paso volarme la cabeza con todo lo que están haciendo), a Isabel Cristina Bernal de Eventos Académicos por las gestiones para hacer posible mi participación, y a Gonzalo Oyarzún por ponerme en la mira.
En los tiempos que corren vemos muchos sin sentidos en lo referente al libro, la lectura y las bibliotecas en el país. Del nombramiento de un director Nacional de Bibliotecas, (ya no sin formación, sin conocimiento y mucho menos experiencia en bibliotecas públicas), a una Estrategia Nacional de Lectura “en borrador” y sin presupuesto. Del nombramiento de un director de la Biblioteca Vasconcelos que sólo atinó a visualizarla como “la universidad de la lectura”, a su renuncia a los tres meses de asumir el cargo, repitiendo con ello la maldición de ver desfilar por la Vasconcelos a un director tras otro (maldición que sólo Daniel Goldin pudo conjurar y con ello hacer crecer de una forma insospechada a la Vasconcelos). Y, para seguir sin rumbo y sin sentido, ayer se presentó (sin diagnóstico, lineamientos, ni presupuesto) la Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas con la que la Biblioteca de México y la Biblioteca Vasconcelos se fusionan y quedan bajo la dirección de José Mariano Leyva. En el comunicado de prensa se lee:
La Secretaría de Cultura, a través de la Dirección General de Bibliotecas (DGB), informó que las bibliotecas de México y José Vasconcelos se unificarán para complementar los programas y servicios que ofrecen y desde ahí, coordinar a las bibliotecas estatales, municipales y comunitarias, como una sola biblioteca central, informó Marx Arriaga Navarro, titular de la DGB.
Habrá quien argumente que con ese objetivo nació la Vasconcelos. Pues sí, pero no. Muy pronto fue evidente la inoperabilidad de miles de bibliotecas públicas, cada una con sus particularidades, desde una biblioteca en el centro del país.
Con esta fusión, se vulneran las ya de por sí vulneradas bibliotecas públicas en el país. Lo anterior, sin contar con la vulneración a un recinto que venía funcionando bien en los últimos 6 años, al dejarla no sólo sin recursos, sino sin un rumbo en función de sus usuarios y sin una dirección real que esté al frente todos los días, sirviendo a la comunidad que tanto trabajo costó formar. Porque claro, lo que importa no es la comunidad, sino un catálogo colectivo.
Pero además de cometer el error de fusionar ambas bibliotecas, se comenten otros errores de conceptualización que sólo demuestran la ignoracia que los directivos tienen sobre el quehacer de las bibliotecas públicas y que dejan en peligro tanto a las bibliotecas públicas del país, como a la misma Vasconcelos. Menciona Arriaga, director de DGB:
Generalmente esas instituciones cuentan con una biblioteca principal, cuyo acervo es general, y con otras que se encuentran en cada facultad o escuela, cuyo acervo es específico. Las bibliotecas de las facultades replican la forma de trabajo de la central, y esta les proporciona los libros e información que necesitan.
De acuerdo con esto, se pretende hacer una especie de Frankestein copiando el trabajo de las bibliotecas universitarias, cuyo propósito es muy distinto al de las públicas. Pero, más grave que la centralización con un director que obedece a dos amos sin entender la complejidad y particularidad de estos (además de las particularidades de las más de 7 mil bibliotecas públicas), está el tufillo a “almacén de libros” que emana esta Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas y que se está manejando desde diciembre de 2018, pues se pretende que la Biblioteca de México José Vasconcelos se especialice en acervos más antiguos y descatalogados, y deja a la Biblioteca Vasconcelos la responsabilidad de ocuparse de los libros más modernos.
Con lo anterior, se da a la Vasconcelos y la de México una responsabilidad que de toda la vida ha recaído en la Biblioteca Nacional con el Depósito Legal. Eso es un básico que cualquiera al frente de una dirección de bibliotecas debería saber. Y en este punto me pregunto, ¿alguien en la Biblioteca Nacional piensa decir algo al respecto, defender una de sus razones de ser, señalar el absurdo que representa duplicar labores en lugar de que cada una se dedique a lo suyo?
Además de los errores de conceptualización de la labor de las bibliotecas públicas, por no mencionar la de las bibliotecas universitarias y nacional, vemos lo peligroso de esta especie de visión vertical, ya de plano de censor, en la que sólo los directivos saben cuáles deben ser los “libros buenos” e indicados para el pueblo, sin entender que el desarrollo de colecciones es complejo y debe estar cimentado en las necesidades reales de sus comunidades. Y esto lo vemos en la gravísima y preocupante declaración sobre la dotación de acervos que se hizo en 2012:
…muchas veces con cierta carga ideológica, porque había textos de Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze.
Y podemos ver más errores de conceptualización, de conocimiento de lo que se ha hecho y declaraciones convenientemente incompletas, por ejemplo, el ahora director de ambas instituciones señaló:
La Vasconcelos nunca terminó por convertirse en el proyecto original con el cual nació y de esta manera fue bautizado como un elefante blanco; parecía una biblioteca sin mayor sentido, costosa, justo porque no estaba articulada con un programa de Red de Bibliotecas. Quizá por eso la Vasconcelos ha tenido seis directores en seis años.
De forma muy conveniente, omite decir que fueron seis directores, no en seis, sino en trece años; porque precisamente el sexto director (Daniel Goldin) llegó a la Vasconcelos en el sexto año de funcionamiento y duró ahí casi seis años logrando sacarla de este imaginario colectivo de “elefante blanco” para enarbolarla como una biblioteca públia referente a nivel mundial. Además insistir en que era una biblioteca costosa y sin mayor sentido es ignorar el trabajo que se hacía en función de la comunidad, la que por cierto, iba más allá de la zona de la Colonia Guerrero y se extendía a municipios como Ecatepec, Nezahualcóyotl y Naucalpan, además del resto de alcaldías de la CDMX.
Que es necesario que las más de 7 mil bibliotecas de la red, incluidas la Vasconcelos y la de México se complementen y se apoyen, nadie lo duda, que es necesario y obligatorio rescatar y dar de nuevo sentido a las bibliotecas públicas mexicanas, tampoco nadie lo pondrá en duda. Sin embargo, la fusión y centralización no es la respuesta, mandar acervos sin un diagnóstico y sin un plan de trabajo, tampoco es la solución.
Insisto, si no se entienden las particularidades y necesidades de cada biblioteca, si no se entiende la función de la biblioteca pública, si no se conoce a la comunidad y se trabaja con ella en un diálogo horizontal dando valor a su voz, si no se trabaja con un diagnóstico y presupuesto (hoy más que nunca, tiene sentido la frase de “las bibliotecas no son un gasto, son una inversión”), si nada de eso se hace, no habrá Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas que funcione, por rimbombante que suene.
Infortunadamente, pareciera que lo único que importa es tener una bibliografía nacional, un OPAC desabrido que te diga qué libro hay en qué biblioteca; no importa la biblioteca pública, no importan las comunidades, no importan los usuarios, no importan los bibliotecarios. Sólo importa hacer lo que ellos dicen porque ellos lo dicen.
Y, cuando no se puede llegar a una negociación que beneficie a bibliotecarios y sus comunidades, tanto como a las editoriales los distribuidores, no queda más remedio que luchar (o, al menos eso es lo que deberíamos esperar del gremio bibliotecario). Tal como sucede ahora con las 44 bibliotecas que forman parte del Consorcio de Bibliotecas Digitales en el estado de Washington (WDLC), que están planeando un boicot bibliotecario de seis meses contra Blackstone Publishing.
Todo esto comenzó el 1 de julio pasado, cuando Overdrive notificó a las bibliotecas del WDCL que Blackstone decidió imponer en las bibliotecas un embargo de 90 días a una selección de novedades en formato audiolibro publicados por Blackstone Publishing, es decir que bajo este embargo las bibliotecas no pueden adquirir dichos audiolibros durante tres meses. Lo anterior debido a que Blackstone hizo un convenio con lo que ellos en un primer momento llamaron “importante socio estratégico”, que más tarde y de acuerdo con Publishers Weekly, resultó ser Audible. Este convenio obliga a Blackstone a que sus audiolibros estén disponibles de forma exclusiva en Audible por un periodo de tres meses.
Tener la exclusividad con un gigante de los audiolibros como lo es Audible a cualquiera puede nublarle la vista (y la razón), al punto de no tener presente que las bibliotecas son un punto importante de entrada a los contenidos que, en muchas ocasiones, terminan siendo adquiridos por sus usuarios. Lo anterior, sin tomar en cuenta que la adquisición en bibliotecas representa una venta mayúscula para las editoriales y los distribuidores. Si no me creen piensen en las 16,500 bibliotecas que, de acuerdo con el documento que el WDLC envió a Blackstone, existen en Estados Unidos y anímense a hacer cuentas.
Blackstone Publishing vio una oportunidad de beneficiarse, sin tomar en cuenta que perjudica a un socio, este sí, estratégico, en la difusión y venta de sus contenidos: las bibliotecas (recuerden: 44 bibliotecas que bien podrían llegar a sumar 16,500). Así que las 44 bibliotecas del WDLC, a modo de protesta, han decidido no adquirir los audiolibros de Blackstone Publishing (que representa el 20% del catálogo de audio digital del WDLC) del 1 de agosto de 2019 y hasta el 31 de enero de 2020; un boicot bibliotecario que es una especie de embargo a la inversa.
Lo más interesante es que el WDCL está llamando a que todas las bibliotecas en Estados Unidos se unan a esta protesta. En el documento dirigido a Blackstone se puede leer lo siguiente:
Como defensores del acceso equitativo para nuestros residentes, estamos protestando por su decisión, por lo que hemos decidido boicotear los audiolibros de Blackstone durante seis meses (del 1 de agosto de 2019 al 31 de enero de 2020). Solicitamos que revierta el embargo y se abstenga de crear futuras barreras para las bibliotecas.
De lograrse un boicot en todas las bibliotecas de Estados Unidos, significaría un duro golpe contra las editoriales y/o distribuidores y las políticas perversas que imponen a las bibliotecas; políticas que no hacen más que beneficiar a unos cuantos en detrimento de comunidades enteras que se ven impedidas de acceder a los libros y audiolibros que requieren.
Algunos verán este boicot como un arma de doble filo que puede perjudicar a los usuarios en el corto plazo, pero como lo señalan en uno de los documentos para las partes interesadas: medio año sin adquirir audiolibros de Blackstone serviría no sólo a esta editorial, sino al resto del medio a entender el importante papel que tienen las bibliotecas en difundir y permitir que los usuarios descubran los contenidos, lo que a la larga se traduce en ventas para las editoriales.
En lo personal, aplaudo y celebro este boicot bibliotecario que no sólo se queda en la queja. En Whatcom County Library System pueden ver todas las acciones que se están tomando, que van desde el borrador de la carta que se enviará a la editorial, la sección de preguntas y respuestas para los usuarios que estén siendo afectados, una muestra de comunicado de prensa. Parece que tenemos mucho que aprender, como por ejemplo, asumir una postura frente a decisiones que toman terceros y que afectan a las bibliotecas, bibliotecarios/as y usuarios.
Sin duda alguna, uno de los principales retos en el préstamo de libros electrónicos en bibliotecas está relacionado con los tipos de licencias para hacerse de estos formatos de lectura. Y digo que es un reto porque difícilmente una biblioteca va poder adquirir a perpetuidad un libro o audiolibro electrónico para que forme parte de su acervo de forma permanente, o hasta que el descarte los separe o un nuevo formato impida que se puede visualizar ese archivo, lo que ocurra primero. Creo que, de hecho, aquí ya hablé más de un reto.
Pues bien, aunque hay varios tipos de licencias de libros electrónicos para bibliotecas (a cual más abusiva en costo y acceso para las bibliotecas, si hemos de ser honestos); las licencias a perpetuidad son una especie en peligro de extinción. Así lo demuestra la medida más reciente impuesta por Hachette Book Group que reducirá el acceso a largo plazo a los libros digitales y audiolibros.
Los nuevos términos para licenciar libros a bibliotecas entrarán en vigor el 1 de julio de 2019. Con ello los libros electrónicos a perpetuidad (que aunque les implicaba una inversión muy costosa, el acceso era permanente), cambiarán a la modalidad de dos años medidos, es decir, costos más bajos pero cuyo acceso finaliza dos años después; y entonces la biblioteca tendría que pagar nuevamente por el acceso dos años más.
Desde luego, Hachette asegura que esta medida es una “buena noticia” para los bibliotecarios que se habían quejado de los altos precios de los libros. Creerán que no sabemos hacer cuentas, sí, libros por debajo de los US$65 (cuando el precio al público generalmente es de US$14.99) cuya copia única se podrá prestar indefinidamente; pero que a la vuelta de dos años habremos de pagar nuevamente y eso sin contar que será una copia por usuario, es decir, que habran de adquirirse por dos años varias copias de un mismo libro. Hachette no pierde y a nosotros no nos salen las cuentas.
Infortunadamente no son los únicos, en septiembre pasado Penguin Random House hizo un cambio de términos similar al de Hachette con un precio tope de US$55. Y si esto no fuera suficiente, en julio de 2018 Macmillan impuso un embargo (es decir, un periodo en el que los libros no están disponibles para que las bibliotecas los adquieran) en las ventas de nuevos títulos de libros electrónicos a Tor Books, su sello de ficción y fantasía. Como bien indicó Loida García-Febo, presidenta de la ALA “Cuando se publica un nuevo libro en el mercado, las bibliotecas deben poder obtenerlo al mismo tiempo que los compradores a título individual. De lo contrario, el público creería que no estamos respondiendo a sus necesidades. El acceso a la biblioteca es especialmente importante para aquellas personas cuya situación económica es débil y les impide comprar libros“.
Lo dicho, el reto es muy grande, la negociación con las editoriales y las plataformas de distribución siempre es abusiva, algo debemos poder hacer las y los bibliotecarios, una especie de acceso abierto como el que se está viviendo en la publicación de revistas académicas. Las editoriales de alguna manera deben darse cuenta que las bibliotecas son la puerta de entrada para que muchos usuarios terminen adquiriendo sus libros.