Recientemente leo la entrevista de Publishing Perspectives a Ran Walker, autor independiente que en 2019 fue nombrado Autor Indie del Año y quien ha decidido que el primer lugar donde sus libros –al menos Portable Black Magic, su más reciente título– estén accesibles sean las bibliotecas. Una especie de embargo como los que imponen las editoriales a las bibliotecas, pero en la que es el autor quien lo impone a las plataformas de distribución de contenidos digitales.
Esto me lleva a pensar que, en una época donde las bibliotecas han tenido que cerrar o dar servicio a trompicones –ya sea por una pandemia mundial, bien porque los presupuestos no las favorecen, porque las autoridades en su cerrazón e ignorancia ceden los espacios para proyectos más lucidores que no tienen futuro más allá de la administración en turno, o porque las editoriales no les ponen nada fácil el trabajo para que la gente pueda acceder a los contenidos– es precisamente cuando la biblioteca necesita aliados.
Cuando se le pregunta a Ran Walker –quien tiene en su haber 22 títulos autopublicados, algunos de estos accesibles en bibliotecas a través de Overdrive– por qué permitir el acceso a sus libros a través de las bibliotecas antes que en cualquier otra plataforma de contenidos digitales, éste responde:
Es mi manera de ayudar a lectores y bibliotecarios. Algunos editores hicieron un gran revuelo con el embargo de libros en bibliotecas, y pensé que, como autor independiente, tengo la capacidad de hacer algo en respuesta. Lo discutí con la gente que trabajo en Bibliolabs y pensamos que sería una buena idea que el libro electrónico esté estrictamente disponible en primer lugar en las bibliotecas. Fue difícil tomar esta decisión porque, como autor independiente, nuestras ventas provienen de libros electrónicos, así que tienes que confiar en que las bibliotecas ayudarán a correr la voz.
Hasta ahora parece que no se ha equivocado pues las bibliotecas han hecho bien su trabajo de correr la voz y lograr que los usuarios se acerquen a tanto a usuarios consagrados, como a autores a los que sería muy difícil llegar a través de canales más tradicionales, de esto ya he hablado en otro momento.
Las bibliotecas, sin embargo, en los últimos años están teniendo serias dificultades para hacer los libros y otros contenidos (especialmente aquellos en formato digital) accesibles a sus usuarios. Las editoriales no lo están haciendo sencillo cuando imponen periodos de embargo a los libros, el costo de estos es más alto para la biblioteca que para el usuario final, las licencias son incosteables o las cambian de perpetuidad a licencias por año.
O bien, lo que está ocurriendo recientemente con los libros publicados por Amazon Publishing que es imposible que se encuentren en bibliotecas a pesar de lo mucho que las bibliotecas lo han negociado. Algo similar ocurre en Audible con aquellos audiolibros que tienen el banner de Only for Audible y a los que no se puede acceder a través de otras plataformas y menos bibliotecas, por ejemplo, la versión audiolibro de la saga Arc of a Scythe de Neil Shusterman sólo puede ser escuchada a través de Audible. Los contenidos exclusivos de las distintas plataformas también pueden convertirse en un problema para la biblioteca y para el mismo usuario que tiene que saltar de plataforma en plataforma para acceder a distintos contenidos.
Si un usuario no encuentra un libro publicado por Amazon Publishing en la biblioteca, se verá en la necesidad de adquirirlo directamente en Amazon. Eso no está mal, el problema comienza cuando el usuario no tiene los recursos para adquirir ese libro y la biblioteca no puede proporcionar acceso al mismo.
Ya lo he mencionado en otras ocasiones, a la editorial le conviene que un libro esté en la biblioteca, es una ventana de exposición que no le va a proporcionar ningún otro espacio. No se trata de que Amazon regale los libros a las bibliotecas, sino de que ofrezca licencias para que éstas permitan el acceso; licencias por las que, desde luego, las bibliotecas pagan y pagan además costos muy altos. No se trata de que las editoriales nos regalen los libros, sino de que no impongan embargos o nos vendan el libro más caro.
Y aunque pueda ser muy tentador para un autor publicar de modo exclusivo con Amazon –especialmente para los autores independientes– o con una editorial que impone un embargo a las bibliotecas, no estoy tan segura de que estén al tanto de lo que esto implica para las bibliotecas y, por ende, para sus lectores. Por esto, la postura de Walker es revolucionaria, más como un autor independiente que depende totalmente de él mismo para vender sus libros. Neil Gaiman también es otro de los grandes aliados de la biblioteca quien en su momento denunció las prácticas de Macmillan.
I’m not a @MacmillanUSA author. If I was, I would be on the phone to my editor pointing out that this just seems like a way for Macmillan to sell fewer digital books to libraries. https://t.co/NZvpObgqT0
— Neil Gaiman (@neilhimself) July 27, 2019
Pues eso, las bibliotecas necesitan aliados. Los autores y la autoedición en bibliotecas quizá sean una salida y para ello es imprescindible que conozcan esta situación; las y los bibliotecarios debemos socializar esta situación.
Otros aliados de la biblioteca son, desde luego, los usuarios que las defiendan y que las visibilicen. Pero para que todo lo anterior sea posible, la biblioteca también necesita bibliotecarias y bibliotecarios que la hagan visible y útil, imprescindible.