Con gran beneplácito recibo en mi correo la noticia de que ha sido prohibida la entrada de Macmillan a DBW 2020 en respuesta al embargo a las bibliotecas. En el comunicado señalan:
Ante la falta de respeto sin precedentes y fundamento que ha mostrado Macmillan hacia las bibliotecas públicas, hemos prohibido la entrada de sus empleados a Digital Book World hasta nuevo aviso.
Pero vayamos por partes, ¿qué es DBW y por qué es bienvenida esta decisión?
DBW o Digital Book World es uno de los espacios más prestigiados en el que se dan cita los diferentes actores del mundo de la edición para discutir todo lo relativo a la edición digital. La próxima reunión se realizará del 14 al 16 de septiembre.
Desde que llegaron los libros electrónicos a nuestras vidas, las bibliotecas y los bibliotecarios hemos realizado grandes esfuerzos para permitir a los usuarios el acceso a estos contenidos; desde luego, no ha sido una tarea sencilla, pero uno de los principales retos a los que nos hemos tenido que enfrentar son todas las restricciones que las editoriales y distribuidores nos imponen para que podamos ofrecer ese acceso: licencias de uso, periodos de embargo, costos más altos que al lector final, materiales en exclusividad a los que no es posible acceder. Todo lo anterior en el entendido (de las editoriales) de que están perdiendo dinero al permitir que un libro electrónico esté disponible en una biblioteca.
El 2019 fue, sin duda, uno de los años más difíciles para las bibliotecas en este sentido, en este blog pueden ver varias notas que he estado documentado sobre este tema. Los bibliotecarios y las asociaciones bibliotecarias unen fuerzas para no permitir o al menos tratar de negociar estas restricciones absurdas, en específico para las restricciones que Macmillan ha venido imponiendo, la ALA lanzó la campaña #eBooksforAll de la que también les platiqué en este blog. Sin embargo, las editoriales (especialmente los grandes grupos editoriales como Macmillan, Penguin Random House, Hachette, HarperCollins y Simon and Schuster) nos ponen el camino cada vez más difícil y poco se ha podido hacer.
Por ello nunca vienen mal los aliados que hagan contrapeso. Hace algunos días mientras me enteraba que Penguin Random House había decidido retirar todos sus títulos de Storytel (plataforma de audiolibros, no biblioteca), reflexionaba en twitter que los escritores harían mucho por las bibliotecas si decidieran no publicar en estos sellos editoriales.
Neil Gaiman ya lo ha planteado también y creo que es momento de considerarlo seriamente.
Pensémoslo de esta manera, la Red de Bibliotecas Públicas de la DGB tiene más de 7 mil bibliotecas en todo el país. El sistema de Bibliotecas de la UNAM (bibliotecas académicas) tiene más de 130. Pero además existen las bibliotecas escolares y otros centros documentales regados por todo el país. Para un autor no hay mejor ventana de exposición que una biblioteca, si una editorial no le facilita a la biblioteca ofrecer acceso al libro de determinado autor, le está quitando una gran oportunidad de exposición, además de estar perdiendo dinero. Por otro lado, recordemos que un libro que llega a la biblioteca tiene mayores probabilidades de ser adquirido por sus usuarios. Esto es algo que ya se ha planteado en varios estudios y conferencias, incluido DBW.
Los mismos usuarios de las bibliotecas y otros actores en el mundo del libro también pueden ser nuestros aliados antes esta problemática. Por ello, la decisión de Digital Book World de prohibir el acceso a los empeados de Macmillan y su sellos es tan relevante. Además sienta un precedente importante que las editoriales no pueden minimizar. En el comunicado Bradley Metrock, CEO de Score Publishing y la cara detrás de DBW, señala que esta situación puede durar días o 50 años y que están en todo su derecho de prohibir la entrada a los empleados de Macmillan hasta que cumpla con las solicitudes de la ALA.
Y yo les aplaudo.