
Desde hace tiempo vengo hablando en este blog sobre la importancia de repensar la biblioteca, hacerla más social y útil a su comunidad ofreciendo un espacio que resulte atractivo a los usuarios, no sólo por la diversidad de acervo o mobiliario cómodo, sino por convertirse verdaderamente en un tercer espacio. La biblioteca es actualmente sí ese lugar tradicional de lectura y estudio, pero también tiene ese enorme reto de convertirse en ese remanso para la creación, para el pensamiento, para el descanso, para el trabajo, para la formación de ciudadanía.
Cambiar la idea tradicional de biblioteca no es tarea sencilla, primero es necesario romper varios paradigmas entre los bibliotecarios que nos hacemos cargo de estos espacios. Pero quizá es más importante voltear a ver al usuario y sensibilizarlo sobre las distintas formas de pensar a las bibliotecas porque, curiosamente, es donde quizá encontramos en mayor medida esta idea acartonada de la “biblioteca como templo del saber” y donde este “nuevo” rol de las bibliotecas genera mayor reticencia. Las bibliotecas públicas bien lo saben pues se enfrentan día a día con usuarios que, en muchas ocasiones no están de acuerdo con las actividades al interior de la biblioteca que rompen con el rol tradicional.
Es por ello necesario un trabajo de sensibilización pues, de hecho, proponer una biblioteca más allá de los libros, la lectura y el estudio tendrá mayor o menor aceptación dependiendo del tipo de biblioteca. Por ejemplo, si para la biblioteca pública, que es la cada día se encamina más a ser un espacio social y cultural para la comunidad, no ha sido fácil este cambio de tuerca; imaginemos entonces el gran reto que es para otras bibliotecas como las universitarias o las nacionales que nacieron con objetivos muy específicos para cubrir necesidades también muy específicas, aunque eso no implica que se deban quedar solamente con una forma de trabajo.
En fin, todo lo anterior viene a colación porque hace unos días la Biblioteca Central de la UNAM (biblioteca universitaria), a propósito del Mundial de Futbol Rusia 2018, decidió transmitir en la Sala de Consulta el partido de México vs Suecia.
Esto, como es de esperar generó gran polémica entre sus usuarios en Facebook quienes consideraron “de pésimo gusto” al verla como “…un lugar de estudio no de esparcimiento !!!”, algunos otros lamentaron o se indignaron que un espacio académico se destinara para “estas cosas”. Hubo quienes celebraron y felicitaron a la biblioteca por abrir este espacio para una actividad tan poco “tradicional” como ver el futbol en una biblioteca.
Cabe señalar que la Biblioteca Central cuenta con 12 pisos y que la transmisión del partido de futbol se realizó únicamente en la Sala de Consulta, un espacio cerrado cuya ubicación difícilmente interferiría para las actividades en otras salas y pisos, a menos que los asistentes al partido no controlaran su emoción y se pusieran a gritar desaforadamente.
Volvamos de nuevo, la Biblioteca Central es una biblioteca académica con un objetivo muy específico, aunque yo me pregunto ¿eso la limita a quedarse con ese objetivo: ofrecer libros, bases de datos, computadoras y mesas de trabajo para el estudio y la lectura –en ese orden limitado–?
Seguramente habrá algunos puristas de la biblioteca –incluidos bibliotecarios, usuarios y los que nunca se paran en una biblioteca pero que tienen una idea muy arraigada de lo que se supone debe ser este espacio– que me pregunten, ¿por qué repensar la biblioteca académica cuando lleva décadas, siglos quizá, limitándose a ofrecer un tipo de servicio y atendiendo necesidades muy específicas? ¿para qué convertirla en algo más si para eso existen otro tipo de bibliotecas? A lo que yo respondo lo siguiente:
La biblioteca académica es quizá la única biblioteca a la que se acercarán en toda su vida muchas personas. ¿Por qué no hacer una biblioteca –aunque académica– más cercana y con ello lograr que después de los estudios universitarios, todos estos usuarios se acerquen a otras bibliotecas, ya sea como lectores, trabajadores, creadores, ciudadanos? Es una inversión interesante, ¿no?
Dicho lo anterior, doy la bienvenida y aplaudo el que una biblioteca académica de la talla de la Biblioteca Central de la UNAM comience a explorar otras posibilidades para sus usuarios, esto sin duda implica repensar la biblioteca académica y, desde luego no estamos hablando de algo sencillo ni para su bibliotecarios y mucho menos para sus usuarios, como ya se ha visto en muchos de los comentarios vertidos en la página de Facebook.
Ahora bien, de igual forma considero que un cambio de este tipo no puede ser tan abrupto, desconozco si la Central en otro momento ya ha realizado actividades similares, pero intuyo que es la primera vez, por favor corríjanme si me equivoco. Quizá faltó un trabajo de sensibilización –que además si quieren seguir por ese camino tendrá que ser permanente– para que los usuarios vean esos otros “usos” tan pertinentes y válidos de la biblioteca.
Aquí me viene inmediatamente a la mente el #MundialVasconcelos, una gran apuesta de la Biblioteca Vasconcelos en la que futbol y la literatura se unen para hacer una biblioteca más cercana e invitar a los usuarios a participar activamente. La idea en realidad es muy sencilla, han propuesto a un escritor que representa a cada país que participa en Rusia 2018. Al igual que en el Mundial, han organizado a los escritores representantes de cada nación por grupos tal como en el mundial, de esta manera tuvimos a Michael Ende representando a Alemania jugando contra Juan Villoro por México, en este mismo grupo encontramos a Sok Yong representando a Korea y a Stieg Larsson por Suecia. En cada una de las contiendas los usuarios de instagram que esté siguiendo el #MundialVasconcelos votan por su autor favorito y así es como estos van calificando a las siguientes rondas. Por cierto, México sólo llegó a cuartos de final donde Juan Villoro fue eliminado por García Márquez en representación de Colombia. Y este mundial literario de biblioteca no termina ahí, además de las votaciones, cada cierto tiempo están subiendo un video donde el personal Vasconcelos lee un fragmento de cada autor, lo que además se convierte en una buena manera de comenzar a conocer la obra de estos escritores.
Y si quieren un ejemplo distinto a la Vasconcelos, entonces me viene a la mente la Biblioteca Pública Central “Mauricio Magdaleno” de Zacatecas que en 2010, con motivo del Mundial de Sudáfrica, sacó de su acervo aquellos títulos relacionados con el futbol. Una manera muy sencilla y clásica de poner en circulación el acervo aprovechando un tema de moda entre los usuarios.
Así que transmitir un partido de futbol me parece una buena forma de que la biblioteca vaya más allá, desde luego una forma que es perfectible y que se puede prestar a un mayor trabajo si lo que buscamos es hacer la biblioteca más cercana, pero como ya lo dije, aplaudo esta iniciativa de la Biblioteca Central. Bienvenida la idea de comenzar a repensar la biblioteca académica y honestamente, espero seguir viendo este tipo de actividades.