Hoy 2 de abril, como todos los años desde 1967, estamos celebrando el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil que homenajea a los libros y los autores que escriben para niños y jóvenes. Como ya les he comentado en otra ocasión, esta celebración coincide con el natalicio de Hans Christian Andersen (2 de abril 1805 – 4 de agosto 1875).
Como se dice generalmente en redes sociales, “voy a dejar esto por aquí y me retiraré lentamente“. Con “esto”, me refiero a portadas de algunos libros ampliamente recomendados para niños, jóvenes y cualquier otro lector sin importar su edad. De la mayoría de ellos ya he hablado anteriormente acá, acá y acá, así que valga este post de celebración para retomarlos, en cuanto a los dos faltantes (¡De aquí no pasa nadie! y Gato encerrado), prometo que estarán reseñados muy pronto por acá.
Y si lo suyo, lo suyo es la lectura en pantalla, en el blog hermano Leer en pantalla también encontrarán algunos títulos que se pueden descargar de forma gratuita o leer en línea durante esta contingencia.
Aprovecho también para compartir por acá la charla que mi querida Áurea Xaydé Esquivel, de la Biblioteca Alaide Foppa, y yo tuvimos en el marco de esta celebración y donde platicamos sobre lecturas, lectores y la Encuesta Cuando leo… cuando escribo. Encuesta sobre prácticas de lectura y escritura de la comunidad estudiantil de la UNAM, de la que ya les platiqué anteriormente y que pueden ver/escuchar en el perfil de Facebook de la Unidad de Vinculación Académica de la UNAM.
En la pasada FIL de Guadalajara se presentó Cuando leo… cuando escribo. Encuesta sobre prácticas de lectura y escritura de la comunidad estudiantil de la UNAM, que presenta los resultados sobre las prácticas de lectura y escritura de sus estudiantes universitarios.
Aunque, como lo menciono arriba, esta encuesta está delimitada a una comunidad estudiantil muy específica; representa una importante brújula sobre la lectura que, si la analizamos en conjunto con otras encuestas similares como la Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos elaborada por IBBY México y de la que ya les platiqué anteriormente, nos daremos cuenta que ese fatídico 2.9 libros al año es un mito muy arraigado y que es necesario tomarnos más en serio el tema de las prácticas lectores y los lectores.
En los resultados de esta encuesta podemos encontrar varias cosas interesantes
Algo en particular me llama la atención de esta encuesta: es de las pocas que toma a la lectura y la escritura como dos prácticas que no se pueden disociar, como se menciona en la misma encuesta “…leer nos lleva a escribir, nos lleva a compartir”. De hecho, a quienes les leían de niños (42%) tienen un mayor gusto por la escritura. Y aquí también las pantallas están jugando un papel importante, pues les permiten un mayor abanico de opciones para expresarse.
Los estudiantes universitarios tienen una percepción positiva ante la lectura. De hecho, es quizá una de las etapas en las que más leen y por gusto: más de la mitad (54%) tanto de bachillerato, como de licenciatura les gusta bastante leer. Sería sin duda interesante poder realizar un seguimiento sobre qué pasa con las prácticas lectoras de estos estudiantes una vez que terminan sus estudios, se mantienen, disminuyen. Esta encuesta revela que el 60% de los estudiantes lee menos que en el nivel de estudios anterior, principalmente por falta de tiempo (68%).
La falta de dinero, es otra de las limitantes para acceder a los libros es una característica que no podemos pasar de largo y nos obliga a reflexionar sobre el papel que están teniendo o deberían tener las bibliotecas entre los estudiantes de una Universidad con un consolidado sistema bibliotecario. De acuerdo con la DGB de la UNAM, su red bibliotecaria se compone de133 bibliotecas; es decir, que los estudiantes, con o sin dinero, tienen opciones de sobra para acceder a los materiales de lectura: prestamo a domicilio, interbibliotecario (entre las bibliotecas de la UNAM y otras bibliotecas fuera de la red universitaria), acceso a bases de datos, a libros electrónicos, etc.
Es interesante ver quiénes son las principales influencias de lectura. Mientras que en la Segunda Encuesta de IBBY México los padres son quienes más influyen en sus hijos; en la de la UNAM son los maestros con el 65% de influencia, aunque los padres con el 64% no están muy alejados. En ambas encuestas el papel del bibliotecario como influencia de lectura es bastante flojo, sólo 4% en la Encuesta de IBBY y 3% en la de la UNAM. Lo anterior debería estar encendiendo focos rojos en el gremio sobre el papel que estamos teniendo.
¿Y qué pasa con la lectura en pantalla?
95% prefiere leer libros en formato impreso; sin embargo, es innegable que las pantallas están diversificando los tipos de lectura; por ejemplo, más de la mitad (65%) prefiere leer noticias en formato electrónico. Pero además, estamos hablando de lectores híbridos que migran de un formato a otro conforme a sus necesidades: sólo 3% lee todo en impreso y 2% lee todo en digital; mientras que el 23% lee más impreso, 33% lee más en digital, lo que implica que también está leyendo en el otro formato; y el 39% lee mitad y mitad. Sin duda, echo en falta al audiolibro, un formato que aunque no es nuevo y su uso a muchos parecerá incipiente (o incluso inexistente), está teniendo un gran auge que lo posiciona como EL formato a futuro, no olvidemos el 18% de lectores de audiolibros de la Segunda Encuesta de IBBY México.
Resulta curioso que la forma de acceso a contenidos digitales sea, en primer lugar, a través de compra directa en librerías, seguido de las descargas gratuitas en internet, mientras que el préstamo en bibliotecas queda en tercer lugar. Y es curioso porque, como ya lo mencionaba anteriormente, la oferta de acervo digital en el sistema bibliotecario de la UNAM es inigualable. ¿Por qué no tienen a las bibliotecas de la UNAM como primera opción de acceso a estos materiales? ¿no lo conocen? ¿no encuentran lo que buscan? ¿no es sencillo o atractivo? Algo que también se queda en el tintero para la reflexión bibliotecaria.
Y, desde luego, al igual que otras encuestas a nivel mundial, es el smartphone con el 63% el rey en el acceso, tanto a internet como a materiales de lectura; muy alejado con sólo un 19% encontramos a las laptops como medio de acceso; las tabletas o computadoras de escritorio sólo son usadas por un 9% y, los dispositivos de lectura dedicados, sólo se llevan el 1% del acceso a la lectura en pantalla.
Lectura social
Aunque muchos sigan insistiendo que la lectura es un acto solitario, lo cierto, es que los lectores comparten intensivamente lo que leen, y así lo demuestra la Encuesta de la UNAM, 77% considera que se puede construir comunidad a través de la lectura. 52% comparte lo que lee. De estos, 45% lo hace entre sus amigos, 30% con sus padres. Sin embargo, pocos son los que han participado en una comunidad lectora (9%), o bien, no saben que lo han hecho pues la conciben como un espacio formal o institucional. Es decir, que aquí nuevamente nos estamos enfrentando a conceptos tradicionales que nada tienen que ver con prácticas lectoras reales.
Conclusiones
Como todas las encuestas sobre las prácticas de lectura, esta resulta reveladora si no nos tomamos a pie juntillas los número duros y aprendemos a analizarlos y a leer entre líneas, me quedo con estas reflexiones:
Como ya lo mencionaba, siempre hay una discrepancia entre prácticas reales y prácticas aceptadas.
El audiolibro es un formato que se debe explorar más.
El papel que tiene la biblioteca y el bibliotecario entre los lectores en una etapa de su vida de lectura intensiva es casi nulo. A pesar del 62% que asegura que disfruta ir a las bibliotecas; el bibliotecario no ejerce gran influencia entre los lectores (3%) y el acceso a los materiales de lectura no se dan en primer lugar en la biblioteca.
La convivencia de formatos de lectura. Aunque hay preferencias, en la práctica, están leyendo en diversos formatos.
Recientemente estoy leyendo el libroThe untold story of the talking book en el que su autor, Matthew Rubery, analiza la historia de los audiolibros desde la invención del fonógrafo por Thomas Alva Edison, pero también analiza lo que es un libro y lo que entendemos por leer. En fin, un libro por demás interesante cuya reseña publicaré pronto.
Para este post, sin embargo, me quiero detener en la elasticidad del libro, un término utilizado por Rubery para hablar de una cualidad que tiene el libro de cualquier: ser de muchas maneras conforme a los intereses y necesidades de los lectores. Maleabilidad, moldeabilidad que ha permitido al libro pasar de tableta de arcilla, a códice, manuscrito, libro impreso, libro de bolsillo, audiolibro, libro silente, libro álbum, coffee table book, libro electrónico, libro interactivo, libro con realidad aumentada y lo que venga en el futuro.
Y mientras leía este concepto pensaba que una buena forma de ejemplificar la elasticidad del libro es precisamente a través de mi lectura, es decir, leo en pantalla un libro que habla sobre los audiolibros y tomo notas en una libreta de papel. Aunque la misma elasticidad del libro también me permitiría estar audioleyendo (escuchando para los más puristas) este mismo libro y tomando notas de voz en la app de audiolibros. O bien, leer el mismo libro en su formato físico, mientras que tomo notas a través de la pantalla táctil de un dispositivo móvil.
Esto también me lleva a confirmar algo que he venido diciendo ya hace algún tiempo: no se puede pensar en La lectura, en EL libro y en EL lector, porque hay diversidad de lecturas, diversidad de libros (tanto en formatos, temáticas y géneros) y, desde luego, diversidad de lectores, sí, todos en plural. Como bien señala Robery:
…los medios digitales nos han vuelto extremadamente conscientes de las cualidades distintivas del libro, así como de su complejidad y sofisticación como medio.
Es decir, que el libro siempre ha sido elástico y diverso, sólo que las “nuevas” tecnologías que permiten al lector leer a través de luna pantalla, así como tecnologías no tan nuevas –que están resurgiendo con gran fuerza– como es el caso de los audiolibros, obligan a muchos a replantearse qué se entiende por lectura, libro y lector. Para algunos, desde luego, lo anterior resulta incómodo y se niegan a aceptar que el libro es algo más que una novela impresa y que la lectura es algo más que pasar los ojos por las letras de ese libro impreso.
De esta manera, la elasticidad del libro puede entenderse sólo en la medida que se entienda que el acto de leer no no está limitado a un sólo sentido (el de la vista), como a menudo se piensa, porque “…el área del cerebro asociada con la lectura puede procesar palabras utilizando múltiples sentidos (vista, oído, tacto)“.
En fin, como les decía, me gusta la elasticidad del libro como concepto y cualidad de todo libro para permitir a los lectores distintas formas de lectura.
Ya he hablado mucho sobre la lectura mal entendida, ya sea aquí, en Leer en Pantalla o en algunas charlas y talleres que he tenido oportunidad de impartir. Sin embargo, no deja de asombrarme encontrar notas y escuchar aseveraciones sobre los bajos niveles de lectura y que los mexicanos y mexicanas, especialmente los niños y jóvenes, no leen.
Recientemente me topo en redes con este video donde hablan del MOLEC 2018, un estudio del que ya les he hablé hace algunos meses y que presenta datos estadísticos actualizados sobre el comportamiento de los lectores mayores de 18 años. Este estudio si bien no es todo lo que se espera para dar una luz sobre el comportamiento lector en el país, al menos incluye varios tipos de lectura: libros, revistas, periódicos e historietas en formato impreso o digital, además de lectura de páginas de Internet o blogs.
Sobre la lectura mal entendida
Y entonces en este reportaje realizan un sondeo entre jóvenes para poner a prueba sus hábitos lectores, frase en la que “hábito” de entrada ya hace que me tome con cierta distancia el reportaje.
Encuentro tramposo, amarillista y hasta cierto punto ofensivo este video por varias razones:
No se puede tomar en serio un supuesto sondeo en el que preguntan a unos cuantos jóvenes sobre el último libro que leyeron.
La pregunta más tramposa de todas “¿cuál fue el último libro que leíste?” Y si los entrevistados no leen libros y leen cómics, o leen blogs, entonces quedarán como no lectores.
Después de eso saltan a “¿Qué escritores mexicanos conocen?” y “Menciona alguna novela mexicana“. Lo anterior es entender a la lectura como equivalente a leer novelas impresas y seguir ciertos cánones como leer a autores mexicanos, o a autores clásicos, para ser considerado lector.
Preguntas cerradas con respuestas únicas que no dejan lugar a la exploración real sobre intereses lectores y sobre las distintas formas de lectura; lo que es peor, frente a las cámaras.
La sorna y el ánimo de señalar a los jóvenes, cosa que lograron muy bien, baste echarle un ojo a los comentarios para darnos cuenta.
Lo que encuentro verdaderamente ofensivo en este reportaje
Comencemos por la descripción del video:
Las cámaras de Meganoticias salieron a preguntar sobre hábitos de #lectura y todos REPROBADOS 😅
Lo anterior es entender a la lectura en un terreno exclusivamente educativo en el que hay que aprobar y acumular puntos.
Ponerle orejas de burro a la entrevistada que mencionó haber escuchado Cien años de soledad. Está bien, García Márquez no fue un autor mexicano, pero esto es motivo para poner orejas de burro o utilizar otros emoticons para señalar los errores de los entrevistados. Lo anterior sin mencionar que la chica quizá se refería a que escuchó el audiolibro, y entonces el reportero estaría fallando en indagar más sobre el tema y sobre la diversidad de formatos de lectura.
Aseverar que “Sólo uno demostró tener verdadero gusto por la lectura“. Yo me pregunto, ¿con base en qué concluye eso, qué parámetros considera necesarios para hablar de “verdadero gusto por la lectura”? ¿Sólo quienes leen libros de autores mexicanos pueden ser considerados “verdaderos lectores”?
Ponerlos a leer en voz alta Entre irse y quedarse de Octavio Paz para demostrar su poca fluidez lectora. Vamos, que leer poesía no es fácil, porque no la han hecho fácil en las escuelas, porque no los hemos acercado a la poesía; y si además les pedimos que lo hagan en voz alta frente a las cámaras, ya imaginarán el resultado. Si tuviera oportunidad, de la nada le pediría a este reportero que leyera en voz alta un poema mientras una cámara lo graba, sólo como mera curiosidad a ver qué tan bien parado saldría de la prueba.
Y este post no intenta tapar el sol con un dedo, pero como lo veo, esta nota busca hacer un examen cerrado para demostrar un prejuicio sobre los jóvenes: que no leen. Burlarse de ellos y seguirnos rasgando las vestiduras. Y mientras la sociedad, los medios, los docentes, los padres de familia, los adultos, en fin “los que saben”, sigan con estos prejuicios, entonces seguiremos extinguiendo los intereses lectores. Y claro, seguirá existiendo material para señalarlos, que no para reflexionar y actuar sobre la lectura y los lectores o no lectores en México.
Se acuerdan del post de hace unos días sobre los “Prejuicios sobre la lectura“, pues este reportaje es una oda a dicho post y a la lectura mal entendida.
El 8, 9 y 10 de junio se estuvo llevando a cabo la Semana Chilanga del Álbum Ilustrado (@del_semana), evento organizado por Luis Téllez (@pavidonavido), escritor y experto en literatura infantil y juvenil. Tres días, cuatro mesas de discusión, talleres de lectura en voz alta y narración oral para niñas y niños, además de exhibición y venta de álbums y productos ilustrados, todo ello con el fin de reflexionar, cuestionar y discutir sobre los claroscuros (que hay muchos) del libro álbum en la Ciudad de México.
Aunque se analizaron muchos temas, todos ellos necesarios, les platicaré algunos que me parecieron especialmente importantes:
Colorear la escritura fue la charla inaugural a cargo de Valeria Gallo y Ana Romero. Una mesa en la que se habló sobre el diálogo que debe o debería existir entre escritores e ilustradores durante el proceso de elaboración de un álbum ilustrado, además de tocar un poco las particularidades de estos materiales: ilustración a doble página, formatos, licencias que el ilustrador se pueda tomar, qué cuenta el texto y qué cuenta la imagen, la pertinencia de los temas y la creciente percepción de que se está publicando sobre pedido para abordar (un tanto forzadamente) temas espinosos, dejando de lado (quizá) la libertad creativa de escritor, ilustrador y editor.
En la mesa El álbum en la Ciudad de México hoy a cargo de Grace Silva, Alejandra Quiroz y Abril Castillo se presentaron algunos de estos materiales, pero también se puso especial énfasis en la responsabilidad no sólo social sino también ambiental al momento de editar estos libros tomando en cuenta la huella de carbono que deja el libro álbum, la validez o no de la autopublicación (sobre la que se dice que hay mucha basura y en la que yo a veces me pregunto si es necesariamente mayor que la que hay en las librerías con libros publicados tradicionalmente). Y una pregunta muyinteresante quedó abierta, ¿vale la pena talar árboles para poner un libro álbum en las manos de un lector?
Analizar para disfrutar, miradas críticas, a cargo de Ana Luisa Tejeda, Maya Aguayo y Paola Zorrilla, se analizaron algunos libros silentes (de los que les hablaré en una próxima entrega). También se habló sobre la ausencia de crítica especializada, lo que a mi gusto es un reflejo del prejuicio ya no sólo hacia la literatura para niños y jóvenes, sino hacia los libros a los que despectivamente se les llama “con dibujitos”. El principal problema de la falta de crítica especializada es que: 1) no se llegan a conocer estos materiales, 2) no se aprecian en su justa medida, y 3) cuando llegan a las escuelas, no se aprovechan lo suficiente porque los maestros en ocasiones no saben qué hacer con ellos.
En la última mesa Fabricantes de universos, editoriales independientes y libro álbum a cargo de Erika Olvera, Carlos González y Luis Tellez, se habló sobre los retos a los que se tienen que enfrentar las editoriales independientes para poder poner sobre la mesa un libro álbum: costo del papel e importación, pues en México sólo se produce papel bond; el rol que juega o debería jugar el Estado no sólo en la producción de estos libros, sino también en la promoción de la lectura; apostar a libros originales o ir a la segura comprando de derechos; cómo mover estos libros entre los lectores; por qué son costosos estos libros; el valor o daño que las ferias del libro hacen a librerías, etc. Paradójicamente, pareciera que son precisamente las editoriales independientes quienes más apuestan por el libro álbum a pesar de los pesares.
Algunas cosas que quizá para algunos resultaron incómodas, pero sobre las que es necesario seguir discutiendo y visibilizando:
La importancia de ver al libro álbum no sólo como un material destinado a los niños. Todos podemos ser consumidores de estos libros. No se trata de libros con dibujitos, sino de toda una propuesta donde hay narrativa en todos y cada uno de sus componetes.
La necesidad de capacitar y sensibilizar a padres, maestros, bibliotecarios y promotores sobre estos materiales. ¿Por qué son costosos y a qué nos referimos realmente con costoso?
La necesidad de información estadística, la necesidad de compartir experiencias y de generar información; quizá nos toque a los involucrados comenzar a hacerlo y no esperar programas oficiales con evaluaciones oficiales que lo último que buscan es investigar qué ocurre realmente, sino justificar programas. Un buen inicio de compartir experiencias ha sido esta semana; sin embargo, insisto, y creo que también en algún momento se mencionó, sin quitar responsabilidad al Estado, nosotros debemos comenzar a generar y compartir datos.
Al final me quedo con este tuit:
Hubo polémica en nuestras mesas, se dijeron cosas que a algunos no gustaron, se tocaron temas ásperos, sí. Es que nos disgusta la autocomplacencia, ver sólo lo bello de los libros sólo nos estanca. ¡Gracias a todas y todos por el diálogo! ¡Y la diáloga!
— Semana Chilanga del Álbum Ilustrado (@del_semana) June 10, 2018
Excelente, monumental y muy loable iniciativa de Luis Téllez para hablar sobre el libro álbum de manera más cercana y, como bien lo dice, sin ser autocomplaciente. Enhorabuena, creo que muchos ya estamos esperando una segunda, tercer, cuarta… semana del álbum ilustrado.
Esto no se acaba hasta que se acaba o, lo que es lo mismo, la celebración sigue y aprovechemos mayo mientras sigan llegando los regalos.
Así que hoy toca el turno de festejar con mi querida María Esther Pérez Feria. Mediadora de lectura y compañera de lecturas con quien he tenido el privilegio de coincidir gracias al Comité Lector de IBBY México. Esther es alguien a quien definitivamente tienen que escuchar hablar de un libro y con un libro, una verdadera delicia. A ella la encuentran en escuelas, festivales de poesía y ferias del libro, pero como este país es muy grande, entonces seguro que mejor la lean en Palabras para Darte Vuelo, el blog que comenzó en 2017 y al que le deseo larga, qué digo larga, vida infinita o bueno, larguísima.
Convencida y conocedora del valor y la utilidad de la poesía, de escuchar al otro, de leerle a alguien; su colaboración y regalo es precisamente un reflexión sobre este tema. Así que búsquense un lugar cómodo para leerla, en verdad lo vale.
Esther, mil y un gracias por aceptar ser parte de este festejo, gracias por traernos más poesía al blog.
¡Bienvenida!
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¿Para qué sirve la poesía?
María Esther Pérez Feria Palabras para darte vuelo, cultura escrita, niñas y niños Blog
Foto de Marco Esteban Mendoza
Para Verónica Juárez y sus diez años de aportes a la lectura en medios digitales.
En verdad, las palabras sueñan.
–Gaston Bachelard
¿Sirve para algo la poesía? ¿La poesía es útil en la infancia? Hay quienes declaran que la poesía no sirve para nada. A veces se acota esta idea y se dice que no sirve nada en sentido práctico o utilitario. Se cuestiona la utilidad de la poesía y se la ubica en un ámbito etéreo, sublime, alejado de lo terrenal, misterioso, casi sagrado. Sin embargo, yo cuestiono esta afirmación. Declaro, en cambio, que la poesía es harto útil para la vida cotidiana y que sirve para resolver la vida práctica que implica sobrevivir el día a día. Trataré de argumentarlo en este texto, comenzando por revisar qué es lo útil.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, “útil” es un adjetivo que, en su primera acepción, significa que “trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés”. Según esta definición, si lo útil produce provecho, entonces produce beneficio, ¿qué podríamos decir respecto de la poesía, ¿de qué índole sería dicho beneficio? Si la poesía es útil y produce beneficio, siguiendo a la RAE, lo es porque ¿produce comodidad? Atendiendo que, a su vez, el término comodidad implica una “cosa necesaria para vivir a gusto y con descanso”, es justo decir que la poesía es una especie de cosa necesaria, ideal incluso, para vivir y, más aun, para sobrevivir. Si bien, no siempre con descanso ni tan a gusto, al menos se sabe que ha ayudado a muchos poetas, a muchos lectores y a muchos lectores-oidores (Frenk, M.) a vivir y a estar en el mundo, gracias a los versos que dan oxígeno para evitar el ahogo que suele acarrear la rudeza de la vida. Porque, sin duda, hay versos que nos dan comodidad, en el sentido de acomodo, esto es, que nos ayudan a acomodarnos en el mundo, a encontrar nuestro lugar sobre la tierra.
Así pues, la poesía, como cosa útil, puede proveernos de esa comodidad. Visto desde otro ángulo, también podríamos pensar que la poesía se acomoda en nuestra experiencia como sujetos y como lectores, es decir, que se presenta en nuestra existencia de manera conveniente, oportuna, a nuestras emociones o momentos de vida. Incluso cuando la poesía llega a resultarnos incómoda, puede ser absolutamente pertinente cuando nos habla de frente, cuando repercuten sus ecos en nuestras moradas interiores. La poesía es útil porque pasa de ser una cosa, un objeto cultural de lenguaje,a configurarse como una experiencia y como una manera de estar en el mundo, como ese entrar en poesía (Jean, G.) para pulir la mirada, aguzar el oído, hablar con el corazón, sonreír con el cuerpo y vivir con sueños, magia y esperanza.
Para ampliar esta argumentación sobre la utilidad de la poesía como experiencia, vayamos a ejemplos concretos. La manera de hacerlo será ofrecer unas cuantas respuestas a la pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Cada respuesta se acompaña de un único ejemplo poético, esperando que sea convincente y, a reserva, de los ejemplos que cada lector de estas notas pueda aportar por su cuenta. Empecemos.
¿Para qué sirve la poesía?
La poesía sirve para crear un universo de ensoñación y música:
Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar. En una barquita de plata y cristal, ayer por la tarde los vieron pasar con Pedro Gorgojo, con Pancho Pulgar, con Juan Ropavieja y Aurora Boreal. ¡Qué suave era el viento, qué azul era el mar, qué blancas las nubes en lento vagar, qué alegres las islas de rojo coral! Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar.
(Nicolás Guillén)
La poesía sirve para jugar con las palabras, oyéndolas brotar como capullos:
Pájara pinta, jarapintada, limiverde, alimonada. Ramiflorida, picoriflama, rama en el pico, flor en la rama. Pájara pinta, pintarapaja, baja del verde del limón baja.
(Mirta Aguirre)
La poesía sirve para ver cómo llega la lluvia una tarde cualquiera:
La lluvia de pelo largo, la lluvia de fino talle, la que ensarta de chaquiras los abetos de la calle.
(Gilda Rincón)
La poesía sirve para esperar la llegada de un momento decisivo:
Cuando todavía no nace el último lirio y los ruidos quieren ya convertirse en tibia y maravillosa alegría de las nubes…
(Efraín Huerta)
La poesía sirve para confirmar por qué nos gustan nuestros amigos:
Me gustan mis amigos porque cantan canciones de cangrejos como si fueran los últimos piratas del planeta e imitan a los pájaros y luego ríen. me gustan mis amigos porque sé que estarán por mí esperando, esperando a que entremos juntos girando, girando en los juegos del aire y la fortuna debajo de las sombras, a un lado de los días, con la risa más grande de las nubes.
(María Baranda)
La poesía sirve para mirar el mar en una noche transparente:
Reflejos que de estrellas son la cuna, olas que son columpio de la luna. en tus aguas, espejo y tembladero, el cielo se cayó de cuerpo entero.
(Fernando del Paso)
La poesía sirve para sentir la llegada de las estaciones:
No son brasas colgando en la higuera, sino el verano que arde en el corazón desfallecido de los higos.
(Enriqueta Ochoa)
La poesía sirve para formular preguntas con ton y son:
¿Que sueñan los sueños? Y… ¿qué soñarán las camas? ¿Contarán las ovejas personas saltando vallas?
(Mar Benegas)
La poesía sirve para aprender a decir nuestro nombre verdadero:
me llamo arboleda con vuelo de lápices pájaros que escriben con picos de azúcar un sueño de mar con barcos de nieve viento de flores que cubren los techos de verdad mi nombre es riachuelo cereza bañada por dicha violeta madrugada de escarcha y una taza de té me llamo amapola con vestido blanco pero mis papás me dicen Céline
(César Arístides)
La poesía sirve para mirar el mundo a través del vuelo iridiscente de una libélula:
Naciste de una gota –inmóvil prendedor de laca en los cabellos de la hierba–. Ayer bendijo Basho en un haikú tus alas. Trébol de vidrio, trébol de cuatro hojas, hábil equilibrista en la cuerda del junco desde el arco de la isirada flecha de tu vuelo. Libélula alazul alabélula. Frágil vitral, libélula, libéranos, porque cada mañana nos conmueven tus espejos en los que estamos vivos.
(Ramón Iván Suárez Caamal)
La poesía sirve para llorar:
Estoy llorando derramando lágrimas. No te preocupes me dicen. (Donde quiera que me paro, donde siembro mis pies, revientan las flores de sal).
(Mardonio Carballo)
La poesía sirve para nacer y ser en la otredad:
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, ¿todos somos
la vida? pan de sol para los otros,
¿los otros todos que nosotros somos?,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros
(Octavio Paz)
La poesía sirve para descubrir los colores:
Un día descubrí el amarillo. Y pensé que el sol, la miel y los canarios cabían dentro de él. También el verano y la vainilla. ¿Y el zumbido de las abejas? Lo pensé durate todo el día. Y supe que el zumbido de las abejas vivía en varios colores a la vez. Era amarillo. También violeta, naranjo y verde claro.
(María José Ferrada)
La poesía sirve para constatar que las cosas importantes se pueden guardar en una cajita:
En una cajita de fósforos se pueden guardar muchas cosas. Un rayo de sol, por ejemplo, (Pero hay que encerrarlo muy rápido, si no, se lo come la sombra.) Un poco de copo de nieve, quizá una moneda de luna, botones del traje del viento, y mucho, muchismimo más.
(María Elena Walsh)
La poesía sirve para recordar la luz de la infancia:
No cabe duda: de niño a mí me seguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.
(Alfonso Reyes)
La poesía sirve para saber qué es el tiempo:
—¿Qué es el tiempo, abuela? —Es el viaje de la semilla al árbol, el vuelo que nadie recuerda, la ola convertida en sal, la roca que se hace arena. Y esa playa por donde vuela una gaviota y lleva en su vientre una arboleda. »El tiempo son las niñas que se convierten en abuelas.
(Excilia Saldaña)
La poesía sirve para ver la luz de nuestro propio canto:
Si no fuéramos ciegos, cantaríamos en la oscuridad, para acompañarnos.
(Luis Cardoza y Aragón)
La poesía sirve para encontrar consuelo:
Perdiste a tu mejor amigo. No intentaste ningún viaje. No tienes coche, ni barco, ni tierra. Pero tienes un perro.
(Carlos Drummond de Andrade)
La poesía sirve para esperar la llegada de la paz:
Será cuando la luna se despida del agua con su corriente oculta de luz inenarrable.
(Roque Dalton)
La poesía sirve para imaginar el tamaño del mar:
Fuensanta: ¿tú conoces el mar? Dicen que es menos grande y menos hondo que el pesar.
(Ramón López Velarde)
La poesía sirve para encontrar remedios naturales a muchos de nuestros males:
La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas. Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Lleva siempre un frasquito con aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados. Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.
(Jaime Sabines)
Podríamos seguir con muchos más ejemplos, que seguramente cada lector podrá ampliar. Ahora, es momento de plantear algunas conclusiones.
Conclusión primera: la poesía es harto útil, ya que sirve para todo lo aquí soñado. Si no es así, si la poesía no nos desvela de asombro el universo, si la poesía no nos cura las heridas con sus ecos y silencios, si no nos salva del odio y el miedo, si no nos da aliento en medio del desierto, si no nos sostiene en el mundo, si no nos regala un prisma de luz para mirarnos, mirar a los otros y mirarnos en los otros, si no nos ayuda a cruzar los territorios más oscuros, los más desolados, si no nos anima a encontrar una voz propia, si no nos devuelve la esperanza, si nos nos arropa frente al vértigo de la vida, si no nos ayuda en la deconstrucción y reconstrucción del ser que somos con su música, belleza y poder del lenguaje… Si no es así o, mejor dicho, si no fuera así, entonces, la poesía no serviría para nada.
Conclusión segunda: la poesía debería ser parte de toda canasta básica, para tomarla y servirla con el desayuno y la merienda. Sería estupendo, en los hospitales de maternidad, dar la bienvenida al mundo a cada bebé con un paquete con pañales, ungüento y un libro de arrullos y de lírica popular de tradición infantil. Dar un libro de poesía como regalo en cada cumpleaños. Imaginemos dar poesía a los niños y las niñas como postre después de la merienda, un poema leído en voz alta o susurrado antes de ir a la cama o de apagar la luz, para acompañar su entrada al mundo de los sueños. En las escuelas, ni se diga, la poesía debería ser tan importante como el desayuno escolar, tan imprescindible como la hora del recreo. Pensemos qué sucedería si al abrir su lonchera, además de la torta y la fruta, los niños encontraran un papelito con unos cuantos versos para acompañarlos en el recreo. Si cada día damos la bienvenida al aula o nos despedimos al final de la jornada con la lectura en voz alta de un poema. Así nada más, como un regalo para iniciar el día o despedirnos y desear la buenaventura: dejar ¡que la poesía nos acompañe!
Conclusión tercera: la poesía no sirve para resolver otras necesidades que a veces se le han exigido, por cierto, con resultados desastrosos para la poesía misma y para los lectores y oyentes. Si usted desea que sus niños, niñas, hijos, alumnos o vecinos, aprendan a leer o la buena ortografía, a declamar histriónicamente, a dar un bonito regalo el día de la madre o del maestro, o aprendan “valores”, POR FAVOR, NO lo intente a través de la poesía. Para esos otros menesteres hay excelentes diccionarios y manuales de gramática y escritura, estupendos talleres de teatro, hojas y lápices para que los mismos niños escriban y expresen lo que les inspiran directa y auténticamente sus propios padres y maestros. Y, en el caso de los valores, los que sean, éstos siempre se enseñarán mejor con el ejemplo vivo que usted muestre y demuestre en su actuar diario y, en especial, frente a quienes desee educar. La poesía, eso sí le digo, no sirve para esos fines.
Y sí, sigo de fiesta por esta década. De hecho la celebración va para largo con invitados de lujo y un montón de grandes reflexiones.
Hoy abro las puertas a mi queridísima Carola Diez. Argentina, radicada desde hace varios años en México, especialista como pocas en mediación lectora. Si tienen dudas, si quieren saber sobre el tema, si no saben cómo entrarle a la mediación lectora y a los libros para niños y niñas, Carola es la persona indicada, lo mejor es que siempre está dispuesta a platicar contigo de eso que tanto la apasiona.
A Carola la tienen que conocer sí o sí mientras lee algún libro y ya me entenderán por qué, es una verdadera delicia escucharla; pero si tienen la oportunidad de topársela mientras está reflexionando sobre Literatura Infantil y Juvenil y/o mediación, ahí es donde se darán cuenta de lo que les digo. Así que no pierdan oportunidad de hacerlo, les dejo un tip: se la encuentran en la Biblioteca Vasconcelos el último jueves de cada mes donde podrán conversar con ella en un Mirar Libritos, actividad de la que precisamente nos habla en esta colaboración y que ya tiene un buen grupo de “mirones” (y espero más réplicas en otras bibliotecas y escuelas), además de ser una oportunidad única para el díalogo, la reflexión y acercarnos a libros que de otra forma sería muy complicado conocer.
Carola, mil gracias por ser parte de esta celebración, ¡bienvenida, Mujer Maravilla!
Mirar libritos
Mirar Libritos de Emergencia, 05/10/2017
Carola Diez Biblioteca Vasconcelos Especialista en LIJ y Mediación Lectora
Mi vida profesional ha transcurrido entre dos amores: la biblioteca y los libros para niños. De la biblioteca me seduce su diversidad, su potencial para la combinatoria y la sorpresa, su gratuidad hospitalaria y su vocación justiciera. De los libros para niños amo la ternura subversiva, la audacia, la capacidad de hacer de la infancia un territorio permanente y lúcido. Muy pronto descubrí que los libros para niños, cuando llegan a conmover profundamente a los adultos, son capaces de transformar la identidad lectora, descubriendo una vena sensible y despertando las ganas de compartir.
Aunque los adultos mediadores son cada vez más, y la literatura infantil ha tomado espacios inéditos, los espacios para profundizar en el conocimiento de este mundo vasto y creciente son aún escasos. No hay muchas ocasiones de hincarle el diente a los libros para niños en su diversidad, su complejidad, evolución y contradicciones.
En este contexto nace Mirar Libritos, de nombre de irónico y un poco pendenciero, pues ‘mirar’ no es tan prestigioso como ‘leer’, y los ‘libritos’ no tienen el estatus de los ‘libros’. Una acción bibliotecaria colaborativa, simple, gratuita y replicable a favor de los libros para niños, de su circulación, difusión y disfrute. Una iniciativa a favor de los lectores de esos libros: nosotros mismos y los niños que nos rodean. Algo tan sencillo y revolucionario como explorar y discutir en grupo un conjunto de materiales fue convocando a lo largo de cuatro años a personas que querían conocer nuevos libros, discutir ideas, escuchar otras lecturas, socializar inquietudes y descubrimientos.
Mirar Libritos de Emergencia, 05/10/2017
Nos reunimos una vez por mes, normalmente el último jueves. Inicia con la exploración un conjunto de libros ilustrados, que hemos seleccionado con un criterio temático o formal, dispuestos sobre una gran mesa de centro. El ambiente es relajado y amistoso. A medida que van llegando los comensales, colocan sobre el mantel -a modo de picnic- sus aportaciones, libros que traen de casa en préstamo para compartir durante la sesión. ¡Esto es fundamental para el sabor del caldo! Como en el cuento popular La sopa de piedra, cada invitado llega con un ingrediente que aporta al guiso y lo va sabroseando. Al final nos queda un banquete suculento: libros de todos los tiempos, de procedencias muy distintas; libros tan caros que no podríamos comprarlos, o tan discretos que nunca los habíamos descubierto. Aunque no es una regla, siempre animamos a que cada uno traiga lo suyo. Así logramos acervos únicos e irrepetibles, con abundantes joyas y rarezas. Cada libro habla de quien lo seleccionó, de sus gustos e ideas. Un acervo cargado de historia, lecturas, opiniones, intención, entusiasmo.
Cada mes se define un tema o eje para la selección. Los temas son casi infinitos, y están abiertos a las propuestas de los y las participantes. Hemos mirado libritos sobre la muerte, los lobos, libros sin palabras y filosóficos; sexualidad, humor, mujeres. Pop up y poesía. Perros, gatos y libros en lengua indígena. Libros mexicanos, libros de lobos, clases sociales en los libros… Incluso hemos hecho una reunión sobre ‘libros que hablan de libros’ y otra para compartir nuestros favoritos, los libros que amamos (ya en el colmo de la subjetividad).
Se trata de un grupo abierto; cualquier persona interesada puede participar. Siempre hay quien ha venido antes y quien llega por primera vez. La biblioteca lo promociona a través de sus redes, y los participantes corren la voz. Somos muy diversos en identidades, profesiones y trayectorias: docentes, bibliotecarios, promotores; madres y padres de familia, estudiantes, narradores, ilustradoras, escritores, enfermeras, editores, psicólogos, abuelas, historiadoras, policías y antropólogos, entre otros. El más joven tiene cinco años, la más veterana rebasa los setenta.
Es un espacio experimental, casero y artesanal. No son reuniones masivas, transcurren en un ambiente de conversación y libre intercambio. Comenzamos con un tiempo para picotear tranquilamente, cada uno a su gusto y ritmo. Alrededor de la mesa hay sillones cómodos y alfombras, algunas sillas. Cada uno decide dónde, qué, cómo y con quién leer; gozamos intensamente de esta premisa básica de la biblioteca.
Exposición Ecos Migrantes y Mirar Libritos de Migración, 30/11/2017
Durante este tiempo (‘que dilata el tiempo de vivir’, dice Pennac) ocurren encuentros importantes. De los lectores con los textos; pero también de unas personas con otras, de distintas generaciones, de una misma con sus propios pensamientos, ideas y emociones. Una comunidad que goza expandiendo y compartiendo su afición. La presencia de libros aportados por los participantes es fundamental.
Después pasamos a una conversación en torno al tema del día. Partimos del acervo que acabamos de explorar juntos, y las reacciones que cada participante comparte. Tejemos con otros lo que los textos nos traen, lo hacemos explícito. Accedemos a ‘otras lecturas’ sobre los mismos materiales y nos relacionamos en forma inédita: no es una clase ni un taller; no es un grupo de terapia, no es una actividad académica ni un café con amigos. Es un espacio de análisis colectivo, gratuito, abierto, en un espacio público, donde el diálogo se ejercita, como en un gimnasio de las ideas (una bella metáfora de la función de las bibliotecas).
Animamos este espacio con la idea de que sea replicable. Mirar libritos es flexible y portátil. Puede llevarse a cabo en bibliotecas públicas, comunitarias, escolares. En casas de cultura, parques, hospitales, aulas, museos, pueden echarse a andar iniciativas que enriquezcan la mirada sobre los libros, la experiencia de lectura y mediación.La estructura es muy simple, poco pautada y sin costo; si a alguien le pareciera de provecho, retoma la idea y experimenta en su espacio. Lo indispensable es:
Tener a la mano un acervo interesante y suficiente
Alguien dispuesto aanimar la conversación
Un grupo de curiosos que quieran invertir dos horas
Un tema convocante
Mirar Libritos ha funcionado como una manera económica y colaborativa de conocer más libros para niños. También como una forma de defensa del consumidor, para no quedar tan a merced de las leyes del mercado en nuestro acceso a la LIJ. Es un entrenamiento y espacio de autoformación; una manera modesta y útil de mejorar la valoración social de los libros para niños, lejos de estereotipos y limitaciones, que nacen de la inexperiencia.
En un plano más amplio, sabiendo que los espacios para el pensamiento conjunto son indispensables sociedad más justa y creativa, nos sirve como conjuro ante la tentación autoritaria de tomar la propia interpretación como única y verdadera. Un aporte más de la biblioteca pública a la democracia, la autogestión y el aprendizaje horizontal.
Amazon lanzó el día de hoy Prime Book Box, un nuevo servicio de suscripción exclusivo para los miembros Prime con el que recibirán de forma mensual, bimestral o trimestral, un paquete con dos libros infantiles en pasta dura o bien, con cuatro libros infantiles en edición cartoné. En ambos casos la selección puede ser clásicos de la literatura infantil, novedades editoriales o el libro que se adapta a la edad del lector.
El costo mensual del Prime Book Box de Amazon es de USD$22.99 (aprox. MX$435.00 dependiendo de lo voluble del tipo de cambio y del presidente en turno) con lo que Amazon presume que el cliente estará ahorrando hasta un 35% sobre el precio de lista.
Los libros están divididos en cuatro edades: bebés y hasta dos años, de 3 a 5 años, de 6 a 8 y de 9 a 12. Para ello Amazon ha curado los libros mejor calificados por sus usuarios y los editores de Amazon Books.
El procedimiento parece bastante simple: 1) el usuario de este servicio determina las preferencias lectoras y señala la periodicidad con la que desea recibir sus paquetes de libros, 2) Amazon realiza la curaduría y el usuario decide de un listado comentado qué libros quiere recibir, aunque también está la opción de recibir los libros sin conocer este listado, y 3) recibir el paquete de acuerdo con la periodicidad previamente señalada.
Prime Book Box de Amazon: mediación lectora o mercadotecnia
Aunque generalmente me gustan los distintos servicios de Amazon, el Prime Book Box me causa conflicto por varias razones:
No me fío de la selección de libros basada en la calificación de otros usuarios. Si bien es cierto que muchas de mis compras de libros se basan en la revisión de reseñas; al final soy yo quien decide si ese libro que tiene 3 estrellas y una reseña poco favorecedora merece una oportunidad o si, por lo contrario, ese libro que ya es best seller y tiene todas la reseñas y las estrellas realmente vale la pena. Decidir sobre una lista de los libros mejor calificados y curados por los editores de Amazon no garantiza calidad, sino popularidad.
No me fío del criterio de los padres para seleccionar de entre una lista de libros de cuya selección, como ya lo dije, tampoco me fío. Aceptémoslo, no todos los padres son lectores, basta con ir a bibliotecas, librerías o ferias del libro para escuchar las barbaridades en las que algunos padres basan las selecciones literarias para sus hijos: “Este libro es muy caro, mejor llévate el de princesas”, “Llévate los libros de Disney”, “Éste libro no porque habla de X tema que mi hijo/a no comprende”, “Quiero un libro con dibujitos”, y un nutrido y exasperante etcétera. No todos, es cierto; que hay padres que conocen muy bien a sus hijos, sí; que hay padres lectores que han formado hijos lectores con la suficiente autonomía para seleccionar su próxima lectura sin dejarse influir por la popularidad de un libro bien calificado, también.
Esto me lleva a pensar en el papel que realiza la figura o figuras de las que sí me fío en algo tan crítico como la selección de un libro, EL LIBRO, para un niño o una niña: el bibliotecario infantil y el mediador de lectura. Quienes en mayor o menor medida conocen los libros, conocen al lector, conocen a los padres y esto les brinda la posibilidad de saber guiarlos hacia el libro ideal para el lector o lectora.
Prime Book Box de Amazon no es un servicio barato, aunque presuma de hacernos ahorrar hasta un 35%, repito, no garantiza calidad. Los bibliotecarios y los mediadores llevamos años haciéndolo, así que alguna garantía debemos de ofrecer. Esto me lleva a recordar lo que escribía Toño Malpica hace poco:
Fue hace casi cuarenta años que un bibliotecario puso en mis manos los primeros libros que verdaderamente me hicieron salir de mi cuerpo…
Dudo mucho que un servicio como el de Prime Book Box de Amazon, con listas de libros curados y populares logren esa catarsis en los lectores. En caso de duda, acuda a su biblioteca pública, a su sala infantil o a su biblioteca infantil de confianza, se van a ahorrar USD$22.99 y de paso tendrán la oportunidad de elegir entre un acervo mucho mayor que, además ya fue previamente seleccionado.