Sigue mayo, así que sigue la celebración abriendo las puertas de este espacio a grandes invitados con magníficas colaboraciones de los temas más variados en reflexiones por demás interesantes.
Hoy es el turno de Ramón Salaberria, español radicado en México desde hace varios años, acá entre nos Ramón ya es más mexicano que el mole, bibliotecólogo de formación, profundamente involucrado y comprometico con la biblioteca pública.
A Ramón lo encuentran en la Biblioteca Vasconcelos, se encarga de las redes sociales de la biblioteca, pero si me lo preguntan, Ramón hace mucho más y, lo que más me gusta es que siempre lo ves conversando y compartiendo no sólo con el resto de los bibliotecarios que hacen a la Vascon, sino también con los usuarios. Es decir, a Ramón le gusta conocer a fondo lo que hace que la biblioteca sea una biblioteca.
Su regalo es un gran poema que habla precisamente de lo que es la Vasconcelos en el plano de redes sociales, les va a encantar tanto como a mi, una manera distinta de adentrarnos en los números y hacerlos más humanos, más cercanos.
Gracias Ramón, por ser parte de esta celebración.
¡Bienvenido!
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Redes sociales de la Biblioteca Vasconcelos: un poema de números y diez pies
Facebook BV es femenino1,
dos de cada tres.
YouTube BV es masculino2,
dos de cada tres.
Seis de cada diez
ven el YouTube BV desde México3.
En España, Colombia, Argentina
y Perú
uno de cada cuatro4.
Cómo leer… a Julio Cortázar,
plática de Eduardo Casar,
se ha visto más de 70 000 veces.
Ecuaciones diferenciales,
¿qué son?
¿cuál es su utilidad?
es el segundo más visto.
Cómo leer… un partido de fútbol,
trepidante plática de Juan Villoro,
el tercero.
El uno febrero 2018
llega Facebook BV
al medio millón
de seguidores.
Desde mayo 2016
Facebook BV es la biblioteca
(pública, universitaria, nacional…)
con más seguidores.
Cada día se aleja más5
de las legendarias
The Library of Congress,segunda,
The British Library, tercera.
Cada día diez notas. Un magazine popular
donde se interactúa
comenta
comparte
reacciona
como en el más grande zócalo imaginable6.
Un susurro:
la nota que detonó7
16 septiembre 2014
el crecimiento Facebook BV
fue una sobre la muerte en prisión
Leavenworth, Kansas, 1922
del anarquista Ricardo Flores Magón.
En cuatro años y 700 videos ha convertido,
su YouTube BV,
por número de seguidores,
en la octava biblioteca,
muy superada8 por
The Library of Congress
The John F. Kennedy President Library and Museum
Library of Alexandria Bibliotheca Alexandrina
The British Library
The New York Public Library
U.S. National Library of Medicine
y la Biblioteca Nacional de España.
Twitter BV es robusta9 herramienta
para la difusión
e Instagram BV es la pequeña10
que nos dará sorpresas
y a la que, un día,
yerba mediante,
haremos
otro poema
de números y pies.
Con dedicatoria a
Verónica Juárez
compañera en BV
por una temporada
en el mundo digital.
Notas:
1 M: 67%H: 33%2 H:64%M: 36%3 México 58%4 España 6.7%Colombia 6.5%Argentina 6.4%Perú 4.9%5 Seguidores: Biblioteca Vasconcelos 530,778; Library of Congress 376,986; British Library 311,3796 Interacción (reacciones, comentarios y veces que se compartió) de la semana 25 abril-1 mayo 2018: Biblioteca Vasconcelos 58,3K; Library of Congress 4,6K; British Library 2,5K7https://bit.ly/2GS3pv18 Suscriptores: Library of Congress 81,037; John F. Kennedy President Library and Museum 19,770; Library of Alexandria Bibliotheca Alexandrina 17,613; British Library 12,257; New York Public Library 11,436; U.S. National Library of Medicine 10,647; Biblioteca Nacional de España 8,750; Biblioteca Vasconcelos 5,2319 74,909 seguidores.10 10,066 seguidores. (Todos los datos a 1 de mayo 2018).
Hoy hablaremos de colaboración, bueno, yo no, sino mi invitada al festejo por los 10 años del blog, la queridísima Alejandra Quiroz. Ale es Coordinadora de Servicios Educativos de la Biblioteca Vasconcelos, bibliotecaria autodidacta que diariamente y de muchas formas demuestra su compromiso con las bibliotecas y con la comunidad.
Ale es inquieta, muy crítica y alguien que desborda amor por la biblioteca, eso se nota cuando la vez trabajando ya sea en el escritorio, en la sala infantil, en los talleres que organiza o cuando tienes la oportunidad de charlar con ella. Es un privilegio tenerla como colega-amiga.
A Ale tienen que verla en acción, siempre atenta a lo que ocurre en otras bibliotecas, siempre pendiente del buen hacer, siempre dispuesta a implementar formas de hacer a la biblioteca más cercana y útil en lo social. Como bibliotecaria no exagero si digo que necesitamos más Ales en el panorama bibliotecario.
El post que nos regala habla sobre colaboración, algo que se le da muy bien y en lo que los bibliotecarios deberíamos de trabajar más.
Ale, me encanta que seas parte de este festejo porque es precisamente este blog lo que nos ha permitido coincidir en el mundo bibliotecario. Gracias por aceptar ser parte de la fiesta.
Hace diez años ni siquiera sospechaba que mi vida profesional estaría consagrada a las bibliotecas. Cuando ese camino comenzó a labrarse, lo hice siguiendo los pasos de otros bibliotecarios con trayectoria. Como los blogs estaban en pleno apogeo, fueron los lugares principales que exploré. Uvejota fue uno de ellos.
+++
Todavía realizaba mi servicio social cuando postulé a mi primer trabajo. Lo hice convencida de que aprendería pronto. Había pasado un mes en la biblioteca de la universidad, así que pensé que estaba lista para el reto: encargarme de una biblioteca escolar para secundaria y preparatoria. Tras un par de entrevistas y un periodo vacacional, finalmente obtuve el trabajo.
Bibliotecaria en acción
Para complementar lo que me había ofrecido la estancia en la biblioteca universitaria, me dediqué a buscar recursos en internet que pudieran ayudarme. Al principio me bastó con las publicaciones de la American Library Association. Encontré iniciativas sorprendentes, como la semana de los libros prohibidos y el mes de la credencialización. De un brinco a otro conocí iniciativas bibliotecarias que empleaban todo lo que tenían a la mano para atraer a los usuarios. Algunas de ellas las implementé en mi biblioteca pero muchas otras movilizaron mi pensamiento.
Un día me pregunté si habría bibliotecarios latinoamericanos a quienes seguirles la pista. Fue esa inquietud la que me llevó a encontrar el blog de Verónica Juárez. No recuerdo cómo llegué a él: si directamente en una búsqueda de Google o a través de otro blog que disfrutaba: Librosfera. De cualquier manera, el hallazgo fue muy afortunado.
Uvejota, como se la conoce en la blogósfera, se trataba de una ventana que no solamente ofrecía un vistazo de lo que los libros provocaban en los demás. Habría que decir que se configuró como una especie de observatorio del acontecer bibliotecario en México y el mundo. Uvejota se daba a la tarea de reseñar diversos acontecimientos y ofrecer sus propias impresiones. También registraba proyectos alucinantes en los que el libro o las bibliotecas eran protagonistas.
Estoy segura de que comenté alguna de sus publicaciones. Sin embargo, la mayoría de las veces me reservaba de hacerlo porque no me parecía que tenía algo importante que decir. Eso quizá se deba a que soy callada tanto en la vida presencial como la digital. Más bien me quedaba pensando, reflexionando de qué manera algo de lo hallado se vinculaba con mi propio entorno.
Fue así como el blog de Uvejota me impulsó a abrir mi propio blog: Biblioparadiso. No fui capaz de desarrollarlo con la disciplina y seriedad de Vero pero al menos registré algunas de mis inquietudes, todas ellas derivadas de lo que sucedía en mi lugar de trabajo. Prácticamente me hacía preguntas en voz alta y trataba de animar la conversación con otras personas. En ocasiones recibí respuesta pero otras pude al menos seguir el rastro de inquietudes comunes.
Aunque los encuentros presenciales no son del todo imposibles, a menudo están sujetos a la rigidez de una agenda o se consumen rápidamente en minucias. Los blogs habilitan un espacio para conversar sobre las cuestiones que nos ocupan en el quehacer bibliotecario. Es importante compartir estrategias, proyectos y misiones para mostrar que tenemos un alto potencial autogestivo. Los bibliotecarios siempre estamos trabajando con lo que tenemos a la mano y, a veces, las ideas dialogadas nos llevan a mejores caminos.
Leer blogs fue una estrategia útil para mi, bibliotecaria autodidacta. Compartir información y propiciar la reflexión fueron las dos razones que me hicieron seguidora de este blog. Uvejota abría la posibilidad del diálogo en una plataforma que a menudo se configura como una multitud de soledades. La voz y visión de Vero nos acompañaba en una tarea que convoca siempre la colaboración.
Definitivamente no ha habido mejor manera de celebrar esta década del blog que con grandes invitados, como lo decía en el post de aniversario, profesionales a los que admiro por su labor en este mundo del libro, la lectura y las bibliotecas, personas a las que además aprecio mucho y que en su mayoría son de alguna forma coincidencias fortuitas de este blog y las redes.
Para muestra, mi invitado de hoy, Jordi Serrano (@jserranom en las redes), Director de Servicios Digitales de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), a quien “conozco” a la distancia desde hace ya casi la década de este blog, a quien leo atenta porque siempre tiene algo que decir y aportar sobre la labor de las bibliotecas, quien las piensa en el pasado, en el presente y en el futuro. Este post lo deja ver muy claramente, un post que para los que ya pasamos por ahí no sólo nos llenará de nostalgia, sino que nos hará replantearnos dónde estamos y para dónde vamos y, para los que acaban de llegar los ayudará a plantearse dónde estamos y de dónde venimos, y también a envidiarnos un poquito (¡aja!)
Jordi sabe que la esencia del bibliotecario es cambiante, aunque quizá no tanto, pero sí, aunque no. je. Cada vez que tengan oportunidad léanlo o escúchenlo, no se arrepentirán.
Jordi, mil gracias por aceptar repetir el festejo, yo más que honrada de abrirte las puertas de este espacio.
¡Bienvenido!
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¿Cómo hemos cambiado?
Jordi Serrano Director de Servicios Digitales de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) Biblioblog 4ª edición @jserranom
Hola de nuevo, todo un placer volver a este blog con motivo del 10 aniversario. Felicidades @uvejota. Retomo mi contribución al quinto aniversario de este blog en dónde comenté el tema de la gestión de datos y la posibilidad de que fuera una oportunidad profesional y en donde finalizaba el post con la siguiente frase «Uno ya empieza a estar “viejito” pero mantengo la premisa de “renovarse o morir”».
Pues sí, cinco años más tarde, uno está más viejito y aprovecho la invitación de Verónica para compartir algunos aspectos que he vivido en mi trayectoria profesional. Esta aportación al blog de Verónica es la síntesis de un material que elaboré para el “Máster Universitario Online en Documentación Digital” de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona que trata de la evolución del profesional bibliotecario. Vayamos al grano:
Los inicios
Mi primer contacto con este mundo se remonta a 1984, fue un “aterrizaje” casual ya que alguien decidió que yo era la persona más indicada para sustituir al bibliotecario de toda la vida al que le llegó la jubilación. Ahí descubrí que eso de gestionar una biblioteca no era tarea fácil, que requería de formación y que no era una fácil.
Lector de Microfilm, Biblioteca Nacional de México
Casi toda la década de los 80 todo gira alrededor del papel, lo más tecnológico era la máquina de escribir, la fotocopiadora y seguramente los más afortunados quizá fax, lector de microfilm y/o de microfichas y algún vídeo en formato Betamax. Progresivamente aparece en las bibliotecas algún PC con MS-DOS y su pantalla de color verde y algún emulador de terminal al que llamábamos “terminal tonto”. En las más afortunadas algún CD-ROM empieza a llegar además de alguna publicación en disquete de 5 ¼ pulgadas.
Las fuentes de información puro papel, índices bibliográficos como Index Medicus, Current Contents o Excerpta Médica que luego en su versión “digital” se convertirán en Medline, Web of Science etc. Las búsquedas bibliográficas muy complejas: hay que familiarizarse con los tesauros de estos índices, consultar lo mismo en diferentes números hasta que no llegue el índice acumulado y complementarlo con los índices de las propias publicaciones. Todas tareas muy manuales que requerían de una gran inversión en tiempo.
Si vamos al proceso de catalogación: fichas de cartulina que se deben repetir múltiples veces para cada una de las entradas de autor, de materias, de colección, etc., y en el control de recepción de revistas se usaban unas tarjetas llamadas Kardex. En esa época, probablemente el mejor aliado del bibliotecario fue un líquido corrector de color blanco llamado Tippex que permitía borrar los errores de escritura y teclado y re-escribir de nuevo.
Aunque alguna afortunada biblioteca disponía de un servicio llamado de Teledocumentación. Con un módem se accedía a ciertas bases de datos referenciales en Palo Alto, a las que previamente había que definir la estrategia de búsqueda y los comandos según la base de datos (a alguien seguro que le suena los términos Bluesheet y Dialog). Una vez conectados la tarifa empezaba a correr como un taxímetro por el coste de la llamada internacional y por el número de búsquedas y de resultados. No era fácil y sólo al alcance de grandes expertos.
Los 90
Fichero, Biblioteca Nacional de México
Tecnológicamente, los sistemas de gestión bibliotecaria mejoran y las bibliotecas van incorporando sus fondos retrospectivos. El efecto colateral es que durante un tiempo los usuarios combinan in situ la consulta tradicional en fichas con la consulta automatizada. Hay que reconocer que la búsqueda automatizada no era muy amigable: se usaban esos terminales “tontos” vía Telnet y familiarizarse con las instrucciones de consulta requería de un Máster ;-).
Se consolida el uso de los CD-ROM que envejecerán rápidamente ya que Internet se introduce progresivamente. Creo que fuimos de los primeros colectivos profesionales en ver la red con una gran oportunidad para crear contenidos, recopilar enlaces, difundir información, ofrecer servicios e interactuar con los usuarios.
Como colectivo, a mi parecer, lo más relevante es pasar de pensar en local (mi biblioteca) a pensar en conjunto (las bibliotecas de mi institución o red). Un cambio de “chip”: hay que renunciar en ciertas ocasiones en beneficio de la comunidad y consensuar políticas y acciones. Compartir información, experiencias, buenas prácticas, colaborar, etc., ha sido el denominador común.
Empezamos a entender qué es eso del “aprendizaje a lo largo de la vida” o “long life learning” y aprovechamos cualquier oportunidad para seguir formándonos bien sea por las asociaciones o colegios profesionales y sus programas formativos. Con la ventaja de que en general son impartidos por profesionales que trabajan en las “trincheras”.
Además, descubrimos nuevos conceptos como calidad, debatimos y elaboramos planes estratégicos y cartas de servicio y creamos/analizamos indicadores.
Siglo XXI
El proceso de adaptación vuelve a ser rápido (debe ser una de nuestras características innatas como profesionales), no sin dificultades, pero nos adaptamos, aprendemos a sacarle más partido a los recursos de la red y aprovechamos herramientas open source. A los pocos años del siglo XXI, aprendemos el concepto de “Beta permanente” que ofrecen los recursos 2.0 y de libre uso.
Hay restricciones, primero la crisis de las Puntocom y años más tarde la crisis económicas que a pesar de lo que digan los políticos todavía se arrastra, pero llegan nuevos retos: entramos en los entornos virtuales de aprendizaje ofertando nuestros recursos y servicios, nos convertimos en Community Managers en competencia con otras profesiones como el periodismo. Nos transformamos en Content Curators tarea que siempre habíamos realizado: la “Difusión Selectiva de la Información” pero con un nombre nuevo y aprovechando a fondo el potencial de la red, Además invertimos ingentes esfuerzos en la formación de usuarios (alfabetización informacional o ALFIN) y ampliamos horizontes especializandonos en usabilidad, accesibilidad, posicionamiento web, gestión del conocimiento, etc. La profesión ya no es lo que era 😉
Y el contexto no para de cambiar: en 2007 aparece el smartphone o teléfono inteligente. Pues eso, a llevar los contenidos y servicios a las pequeñas pantallas de los usuarios. Ahora toca aprender sobre desarrollo de APPs, sobre el diseño adaptativo o responsive y familiarizarnos a trabajar con utilidades como JQuery, Bootstrap, Phonegap, etc. Las bibliotecas ya arrastran un buen currículum tecnológico y no obviamos ni los códigos QR, ni la realidad aumentada.
Apostamos por el acceso abierto y damos visibilidad al conocimiento científico de nuestras instituciones y otros digitalizan, conservan y difunden fondos patrimoniales que preserven la memoria. Antes retroconvertíamos las fichas bibliográficas y ahora retroconvertimos (digitalizamos) contenidos.
Y seguimos con la “desintermediación”: los usuarios no sólo leen online la prensa, consultan bases de datos y se descargan artículos. Llegan los e-books y sus perversas plataformas con las que seguimos pagando la “novatada” (es muy difícil de entender que un libro digital para descargarlo en tu e-reader haya lista de espera como si fuera un libro físico).
Sobre la “desintermediación”, una asignatura pendiente o mal resuelta es que los usuarios piensan que todo lo que ofrecemos (especialmente en la versión digital) es libre o gratuito. Desconocen que la biblioteca lo suscribe gracias a unos presupuestos que han sido financiados gracias a los impuestos y/o las tasas de matrícula.
Con la “desintermediación”, muchos usuarios ya no visitan con tanta regularidad las bibliotecas, hay que reinventar el edificio y a partir de ahí, los espacios son cada vez más flexibles: facilitando áreas de coworking, de trabajo comunitario, de intercambio lingüístico-cultural, como vivero de empresas, etc. Además, nuevas prestaciones como los “makerspaces”. En resumen, un nuevo papel: Biblioteca igual a espacio de creatividad y/o incubadora de ideas, de proyectos. ¡Hemos salvado las paredes! 😉
Nos “incrustamos” en nuestro entorno: los bibliotecarios académicos empiezan a acompañar a los investigadores en todo el proceso de la investigación, también como soporte a la docencia y como editores de contenidos. Las bibliotecas públicas ejercen como centros culturales con exposiciones, debates, e infinidad de actividades y como “Oficinas de Información” en donde asesoran a la ciudadanía en multitud de aspectos y trámites. ¡Ah!, y de paso, aprenderemos a gestionar datos.
Esperamos (y deseamos) ahora que ya estamos familiarizados con el cloud que los sistemas de gestión bibliotecaria se pongan a nuestra altura. No es sólo un catálogo y un “discovery tool” para el usuario, también debe ser un nuevo modelo de gestión de lo físico y lo digital, un punto de interacción con el usuario, además de ser interoperable con otros sistemas de información como los repositorios, la gestión financiera y la de recursos humanos. Debemos asumir que la mayoría de los usuarios cuando requieren de información, no tienen como punto de partida el catálogo de la biblioteca o el “discovery”, parten de los motores de búsqueda. Siento decirlo, pero es más fácil recuperar información vía Google o Google Scholar que de los sistemas de gestión bibliotecaria de los que espero que se pongan a la altura de nuestros usuarios.
Y salimos de nuestros espacios tradicionales: sean físicos o virtuales para ir a los espacios donde “habitan” nuestros usuarios: préstamo y servicios a domicilio para personas com algún tipo de dificultad y volviendo al bibliotecario incrustado: su oficina se desplaza del edificio biblioteca, al laboratorio o departamento de quienes damos soporte volviéndonos itinerantes.
No negaré que la función tradicional de las bibliotecas a grandes trazos se mantiene sin cambios. Aparte de la infraestructura, dichas funciones se han basado en la colección, el acceso a esta y el soporte en el acceso y uso de la colección. pero en un nuevo modelo que ha implicado cambios en los modos de acceder y de consumir información.
Ya no son servicios formados por una colección de libros organizados de un modo más o menos coherente, nos hemos convertido en facilitadores de acceso. Un cambio de mentalidad: la propiedad pierde peso frente al acceso que, junto a las TIC y nuestro proceso de adaptación, juegan un rol cada vez más determinante. Sin obviar que en una economía globalizada y en una sociedad altamente competitiva hacen de la información y el conocimiento un bien estratégico.
Hemos aprendido a re‐utilizar y a ser expertos en lo nuestro gracias a que compartimos y nos formamos. Cambios que cada vez son más rápidos, eso sí, sabemos afrontarlos. Aunque debemos reflexionar sobre lo que hacemos, revisar nuestros procesos y probablemente dejar de hacer “cosas” que hemos hecho “toda la vida” para centrarnos en tareas que aporten valor a la organización y a nuestros usuarios.
Por lo que en mi modesta opinión, a los profesionales de la información nos queda mucho trayecto, cambiaremos culturalmente, organizativamente, quizás lleguemos a ser itinerantes. Pero la información crece y alguien debe de gestionarla y filtrarla. Respecto a lo que era la profesión en los años 80: a grandes líneas no hemos cambiado tanto. Las tareas son parecidas, lo que cambia es el modo de gestionar la información, los formatos y magnitudes de esta, las herramientas y medios que usamos y la forma en que interactuamos usuarios y bibliotecarios. Bien, quizás una pequeña diferencia: hace 30 años lo de la inmediatez no tan viable.
Bien, esta es mi modesta aportación al aniversario de este blog, cualquier comentario será bienvenido y nota para los lector@s más jóvenes: revisad en Wikipedia los conceptos, crisis Puntocom, Telnet, Tippex, Betamax MS-DOS, disquete, Teledocumentación, bluesheet, Dialog o Kardex entre otros . Comprobareis que sí que hemos cambiado.
En definitiva, no ha habido mejor forma de celebrar esta década del blog. Invitados a quienes aprecio y admiro y que llegan con un gran regalo: reflexiones, preocupaciones/ocupaciones sobre temas variados, aunque todos ellos relacionados con el mundo del libro, las bibliotecas y la información.
Hoy toca el turno a un gran colega, Jonathan Hernández, Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por parte de la UNAM, profesor de asignatura en la Licenciatura en Bibliotecología y Estudios de la Información y tutor y profesor del Posgrado en Bibliotecología y Estudios de la Información, todo lo anterior en la UNAM. También es el actual Presidente del Colegio Nacional de Bibliotecarios (CNB) para el periodo 2017-2019, además de ocupar otros cargos en periodos anteriores, Segundo Secretario suplente (2012-2015) y Primer Secretario propietario (2015-2016).
Jonathan nos trae una reflexión por demás interesante sobre un tema que quizá no analizamos lo suficiente pero que cada vez será más necesario: el olvido digital. Me alegra tener a Jonathan de invitado con un tema tan emergente y pertinente.
Muchas gracias, Jonathan por aceptar ser parte de este festejo.
¡Bienvenido!
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Algunos materiales para pensar el olvido digital
Jonathan Hernández Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información Presidente CNB (2017-2019)
El año pasado vi una viñeta de Flavita Banana en la cual mencionaba que los amantes del futuro no conocerán la sensación de romper una foto y me dio una terrible nostalgia por dos razones; la cada vez mayor pérdida de contacto físico con nuestros amigos y colegas debido a la interacción digital y también la falta de recuerdos impresos por la facilidad con la que almacenamos hoy nuestras fotos, documentos y canciones en un pequeño aparato que no nos dura más de tres o cuatro años en nuestro bolsillo, con suerte y tenemos algún servicio en la nube, de lo contrario no sabemos qué pasará con nuestra información en un futuro no tan lejano.
Aunque por supuesto, podríamos revirarle a Flavita que los amantes del pasado no saben lo difícil que puede ser bloquear a alguien que estimas en las redes sociales, lo cierto es que a menudo se piensa que lo que está línea siempre estará ahí, vivo y al alcance de unos cuantos clics o términos de búsqueda, y aunque de alguna manera parte importante de nuestra narrativa digital se encuentra en algún lugaresperando ser localizada, también la información en línea tiene sus propios procesos de descomposición, servidores, formatos, archivos se pierden diariamente sin algún respaldo o forma de recuperación, y aquello que no se pierde y puede afectar en un futuro a las personas por ser información privada que sale a la luz por descuido o deliberadamente ha dado pie a intensos debates sobre si internet debe o no olvidar, aquí van cinco materiales para iniciar las discusiones sobre memoria y olvido en la era digital.
Delete: The Virtue of Forgetting in the Digital Age / Viktor Mayer-Schönberger
Mayer-Schönberger hace un interesante recorrido sobre las extensiones de la memoria que como sociedad hemos creado a través del tiempo, entre las que se encuentran la fotografía, las pinturas, el libro y naturalmente las bibliotecas y los archivos; según él, para los seres humanos desde el principio de los tiempos, el olvido ha sido la norma y el recuerdo la excepción, no obstante, con el desarrollo de la tecnología, particularmente con internet, este equilibrio ha girado completamente, pues en la actualidad el olvido se ha convertido en la excepción y la memoria en la norma.
La memoria robada: los sistemas digitales y la destrucción de la cultura del recuerdo / Manfred Osten
Osten es más escéptico en cuanto a la perpetuidad de la información en los sistemas digitales, su argumento es que almacenar datos supone olvidarlos y nos advierte que una sociedad obsesionada con el futuro puede comenzar a desestimar el pasado en su registros y almacenamiento, propiciando como él indica la destrucción de la cultura del recuerdo.
Funes el memorioso / Jorge Luis Borges
Para muchos, Funes es una clara representación de internet en cuanto a memoria y olvido, un personaje que como resultado de un accidente no puede olvidar nada, por el contrario, recuerda cada mínimo detalle de su vida y se convierte de pronto en un cúmulo de datos, detalles e información flotante, incapaz de desarrollar su propio pensamientos. Este cuento no menciona ni tiene nada que ver con internet pero es una interesante alegoría de nuestra cotidianidad en línea.
Rest in pixels / BBC
El documental de la BBC Rest in pixelsindica que hay más de 30 millones de personas muertas en facebook y que para 2020 habrá más personas muertas que vivas, y también detalla (o advierte) que el mercado de las redes sociales dedicadas a mantener en vida nuestra interacción digital pese a nuestro deceso va en aumento.
Crocodrile / Black Mirror
Aunque la última temporada no tiene tantos capítulos destacables como las anteriores, tiene uno que vale la pena analizar, Crocodrile se centra en un aparato que puede revelar visualmente los recuerdos de una persona con olores que evocan su memoria para, de esta forma, tener un rastro de los hechos casi a la perfección, demostrando que nuestra memoria puede ser una herramienta muy útil pero también un arma peligrosa, parecería que el futuro que vaticina Black Mirror está tan solo a un par de meses.
Que siga la fiesta, porque 10 años de escribir en un blog no se cumplen todos los días. Entre los invitados al festejo no podía faltar y repetir (hace cinco años también celebraba conmigo, con nosotros) Fernando Juárez, colega y tocayo de apellido, @ferjur en el mundo de las redes.
Fernando es una de esas coincidencias fortuitas muy afortunadas de Twitter, cuando Twitter era un puñado de bibliotecarios que veíamos en las redes otras formas de llevar la biblioteca a más lugares y con una conversación distinta. A Fernando he tenido oportunidad de leerlo y de coincidir a la distancia. Un bibliotecario público como pocos, bibliotecario de su pueblo, como él se define, del de Muskiz y alguien que “nunca ha sabido qué hacer en la biblioteca… afortunadamente” (Fernando dixit). Y a mi no puede más que alegrarme que no lo sepa, porque le salen unas ideas, planteamientos y actividades bien interesantes sobre el ser y hacer la biblioteca pública que nada tiene que ver con teorías rancias que no van para ningún lado, porque Fernando demuestra que la biblioteca se hace haciendo. Para muestra el libro Biblioteca pública, mientras llega el futuro, publicado en 2015 por Editorial UOC, del que ya les hablé y que recomiendo ampliamente, si lo quieren leer sepan que si lo mandan a este lado del charco.
Fernando, bienvenido nuevamente al blog, me emociona mucho que seas parte de ese festejo y espero contar siempre con tu conversación.
A veces estamos tan vacíos (o tan dispersos) que no encontramos temas sobre los que reflexionar, no sabemos qué contar sin encadenar palabras vacías. Durante años me dediqué a formar a compañeros para que se animasen a abrir un blog pero nunca fui capaz de dar continuación a ninguno; ya ni recuerdo la última vez que escribí una entrada. Un blog exige tal nivel de compromiso que son pocos los que nos acompañan durante mucho tiempo. Por eso que este cumpla 10 años, acudiendo a su cita regularmente y aportando a los lectores, es motivo de celebración.
Casualidades de la vida, coinciden estos 10 años blogueros de @uvejota con mis 30 como bibliotecario, un lapso de tiempo en el que las bibliotecas, qué remedio, se han “apantallado” para seguir aportando en la sociedad de la información. Adaptarse a las nuevas situaciones supone replantear certezas, cuestionar principios, aprender quehaceres. Ese tránsito de espacio de lectura y préstamo de libros a espacio multifuncional con protagonismo creciente de las nuevas tecnologías es a veces percibido como una desnaturalización de lo que debe ser una biblioteca.
Hace poco un colega, José Pablo Gallo(1), aludía a un espíritu que vincula y hace que identifiquemos como tales, a pesar de sus diferencias, a una biblioteca renacentista con una pública de principios del XX y a estas con las nuestras que ahora estamos desarrollando alrededor de las nuevas tecnologías de la información. Habla de bibliotecidad para referirse a ese hilo conductor quenos permitirá definir el modelo de biblioteca del futuro. En su opinión, aunque se produzcan cambios, estos deben seguir teniendo el foco puesto en la transmisión y creación del conocimiento para contribuir a la misión educativa, cultural y social que siempre ha tenido la biblioteca.
En muchas bibliotecas públicas las condiciones laborales son precarias, las instalaciones deficientes y la soledad mucha; el día a día nos deja sin tiempo para la reflexión sobre la pertinencia y los logros de los servicios que ofrecemos. La combinación de esos factores propicia imitar modelos considerados válidos y favorece el déficit de criterio propio. Intentar avanzar rompiendo con la realidad anterior y limitarse a copiar lo que hacen otros impide considerar qué otras cosas podríamos hacer con lo que ya tenemos.
Adoptar estrategias ajenas para adaptarse a los nuevos tiempos sin reparar en la propia idiosincrasia puede resultar impostado y alejarnos de una esencia de biblioteca más acorde a nuestra comunidad. Sin pretenderlo restamos importancia a nuestra labor “tradicional” sin entender que lo que es válido para una determinada biblioteca tal vez no lo sea para otra y que cualquiera de las dos opciones puede ser acertada.
No sé si eres de los que te preguntas qué hace de una biblioteca una biblioteca. Yo sí…y no lo sé. Supongo que cuando empecé lo tenía más claro: los libros, el silencio, la conservación, la lectura… Ahora que los antiguos referentes (libro, colección, almacenamiento, conservación) pierden protagonismo me obligo a recordar que bibliotecas, bibliotecari@s, lectura e información están en constante evolución y que algunas antiguas “desnaturalizaciones” configuran nuestro actual ADN. Y sin ir muy atrás recuerdo cuando los cómics no tenían sitio en las colecciones, el ordenador, de haberlo, no era para ver vídeos ni enviar mensajes personales y, por supuesto, el blog no era cosa de bibliotecarios. Un blog como éste… bendita desnaturalización.
Notas:
(1)José-Pablo Gallo-León. Bibliotecidad: una discusión sobre la esencia de la biblioteca en momentos de cambio.
Y sí, sigo de fiesta por esta década. De hecho la celebración va para largo con invitados de lujo y un montón de grandes reflexiones.
Hoy abro las puertas a mi queridísima Carola Diez. Argentina, radicada desde hace varios años en México, especialista como pocas en mediación lectora. Si tienen dudas, si quieren saber sobre el tema, si no saben cómo entrarle a la mediación lectora y a los libros para niños y niñas, Carola es la persona indicada, lo mejor es que siempre está dispuesta a platicar contigo de eso que tanto la apasiona.
A Carola la tienen que conocer sí o sí mientras lee algún libro y ya me entenderán por qué, es una verdadera delicia escucharla; pero si tienen la oportunidad de topársela mientras está reflexionando sobre Literatura Infantil y Juvenil y/o mediación, ahí es donde se darán cuenta de lo que les digo. Así que no pierdan oportunidad de hacerlo, les dejo un tip: se la encuentran en la Biblioteca Vasconcelos el último jueves de cada mes donde podrán conversar con ella en un Mirar Libritos, actividad de la que precisamente nos habla en esta colaboración y que ya tiene un buen grupo de “mirones” (y espero más réplicas en otras bibliotecas y escuelas), además de ser una oportunidad única para el díalogo, la reflexión y acercarnos a libros que de otra forma sería muy complicado conocer.
Carola, mil gracias por ser parte de esta celebración, ¡bienvenida, Mujer Maravilla!
Mirar libritos
Mirar Libritos de Emergencia, 05/10/2017
Carola Diez Biblioteca Vasconcelos Especialista en LIJ y Mediación Lectora
Mi vida profesional ha transcurrido entre dos amores: la biblioteca y los libros para niños. De la biblioteca me seduce su diversidad, su potencial para la combinatoria y la sorpresa, su gratuidad hospitalaria y su vocación justiciera. De los libros para niños amo la ternura subversiva, la audacia, la capacidad de hacer de la infancia un territorio permanente y lúcido. Muy pronto descubrí que los libros para niños, cuando llegan a conmover profundamente a los adultos, son capaces de transformar la identidad lectora, descubriendo una vena sensible y despertando las ganas de compartir.
Aunque los adultos mediadores son cada vez más, y la literatura infantil ha tomado espacios inéditos, los espacios para profundizar en el conocimiento de este mundo vasto y creciente son aún escasos. No hay muchas ocasiones de hincarle el diente a los libros para niños en su diversidad, su complejidad, evolución y contradicciones.
En este contexto nace Mirar Libritos, de nombre de irónico y un poco pendenciero, pues ‘mirar’ no es tan prestigioso como ‘leer’, y los ‘libritos’ no tienen el estatus de los ‘libros’. Una acción bibliotecaria colaborativa, simple, gratuita y replicable a favor de los libros para niños, de su circulación, difusión y disfrute. Una iniciativa a favor de los lectores de esos libros: nosotros mismos y los niños que nos rodean. Algo tan sencillo y revolucionario como explorar y discutir en grupo un conjunto de materiales fue convocando a lo largo de cuatro años a personas que querían conocer nuevos libros, discutir ideas, escuchar otras lecturas, socializar inquietudes y descubrimientos.
Mirar Libritos de Emergencia, 05/10/2017
Nos reunimos una vez por mes, normalmente el último jueves. Inicia con la exploración un conjunto de libros ilustrados, que hemos seleccionado con un criterio temático o formal, dispuestos sobre una gran mesa de centro. El ambiente es relajado y amistoso. A medida que van llegando los comensales, colocan sobre el mantel -a modo de picnic- sus aportaciones, libros que traen de casa en préstamo para compartir durante la sesión. ¡Esto es fundamental para el sabor del caldo! Como en el cuento popular La sopa de piedra, cada invitado llega con un ingrediente que aporta al guiso y lo va sabroseando. Al final nos queda un banquete suculento: libros de todos los tiempos, de procedencias muy distintas; libros tan caros que no podríamos comprarlos, o tan discretos que nunca los habíamos descubierto. Aunque no es una regla, siempre animamos a que cada uno traiga lo suyo. Así logramos acervos únicos e irrepetibles, con abundantes joyas y rarezas. Cada libro habla de quien lo seleccionó, de sus gustos e ideas. Un acervo cargado de historia, lecturas, opiniones, intención, entusiasmo.
Cada mes se define un tema o eje para la selección. Los temas son casi infinitos, y están abiertos a las propuestas de los y las participantes. Hemos mirado libritos sobre la muerte, los lobos, libros sin palabras y filosóficos; sexualidad, humor, mujeres. Pop up y poesía. Perros, gatos y libros en lengua indígena. Libros mexicanos, libros de lobos, clases sociales en los libros… Incluso hemos hecho una reunión sobre ‘libros que hablan de libros’ y otra para compartir nuestros favoritos, los libros que amamos (ya en el colmo de la subjetividad).
Se trata de un grupo abierto; cualquier persona interesada puede participar. Siempre hay quien ha venido antes y quien llega por primera vez. La biblioteca lo promociona a través de sus redes, y los participantes corren la voz. Somos muy diversos en identidades, profesiones y trayectorias: docentes, bibliotecarios, promotores; madres y padres de familia, estudiantes, narradores, ilustradoras, escritores, enfermeras, editores, psicólogos, abuelas, historiadoras, policías y antropólogos, entre otros. El más joven tiene cinco años, la más veterana rebasa los setenta.
Es un espacio experimental, casero y artesanal. No son reuniones masivas, transcurren en un ambiente de conversación y libre intercambio. Comenzamos con un tiempo para picotear tranquilamente, cada uno a su gusto y ritmo. Alrededor de la mesa hay sillones cómodos y alfombras, algunas sillas. Cada uno decide dónde, qué, cómo y con quién leer; gozamos intensamente de esta premisa básica de la biblioteca.
Exposición Ecos Migrantes y Mirar Libritos de Migración, 30/11/2017
Durante este tiempo (‘que dilata el tiempo de vivir’, dice Pennac) ocurren encuentros importantes. De los lectores con los textos; pero también de unas personas con otras, de distintas generaciones, de una misma con sus propios pensamientos, ideas y emociones. Una comunidad que goza expandiendo y compartiendo su afición. La presencia de libros aportados por los participantes es fundamental.
Después pasamos a una conversación en torno al tema del día. Partimos del acervo que acabamos de explorar juntos, y las reacciones que cada participante comparte. Tejemos con otros lo que los textos nos traen, lo hacemos explícito. Accedemos a ‘otras lecturas’ sobre los mismos materiales y nos relacionamos en forma inédita: no es una clase ni un taller; no es un grupo de terapia, no es una actividad académica ni un café con amigos. Es un espacio de análisis colectivo, gratuito, abierto, en un espacio público, donde el diálogo se ejercita, como en un gimnasio de las ideas (una bella metáfora de la función de las bibliotecas).
Animamos este espacio con la idea de que sea replicable. Mirar libritos es flexible y portátil. Puede llevarse a cabo en bibliotecas públicas, comunitarias, escolares. En casas de cultura, parques, hospitales, aulas, museos, pueden echarse a andar iniciativas que enriquezcan la mirada sobre los libros, la experiencia de lectura y mediación.La estructura es muy simple, poco pautada y sin costo; si a alguien le pareciera de provecho, retoma la idea y experimenta en su espacio. Lo indispensable es:
Tener a la mano un acervo interesante y suficiente
Alguien dispuesto aanimar la conversación
Un grupo de curiosos que quieran invertir dos horas
Un tema convocante
Mirar Libritos ha funcionado como una manera económica y colaborativa de conocer más libros para niños. También como una forma de defensa del consumidor, para no quedar tan a merced de las leyes del mercado en nuestro acceso a la LIJ. Es un entrenamiento y espacio de autoformación; una manera modesta y útil de mejorar la valoración social de los libros para niños, lejos de estereotipos y limitaciones, que nacen de la inexperiencia.
En un plano más amplio, sabiendo que los espacios para el pensamiento conjunto son indispensables sociedad más justa y creativa, nos sirve como conjuro ante la tentación autoritaria de tomar la propia interpretación como única y verdadera. Un aporte más de la biblioteca pública a la democracia, la autogestión y el aprendizaje horizontal.
Hoy toca abrir las puertas a mi querida Teresa López Avedoy a quien, como es de esperar, conozco gracias al blog. Aunque quizá nuestro primer acercamiento no haya sido el más grato para ella, cosa que aún no me perdono, creo que coincidimos y esperamos lo mismo de las bibliotecas, es alguien a quien quiero mucho.
Tere es magnífica, respondona, inquieta, crítica; cuestiona y dice las cosas como son. A ratos es como mi Pepe Grillo personal y siempre me pone a pensar sobre las bibliotecas y su función, pero especialmente sobre los bibliotecarios. Tere no es bibliotecaria de formación, es Doctora en Arquitectura y es precisamente ese alejamiento-acercamiento lo que le permite ver a las bibliotecas en toda su dimensión, carencias y potencialidad. Si la ven, no lo duden, platiquen con ella, seguro les dejará una visión de las bibliotecas que ustedes ni siquiera sospechaban y que nos permite entender que éstas llegan de muchas y muy distintas maneras a los usuarios. El mejor ejemplo es esta reflexión que Tere nos regala hoy sobre el amor y biblioteca, dos palabras que siempre deberían ir juntas, dos palabras que los bibliotecarios no tenemos presente.
Tere, muchas gracias por ser parte de este festejo, me alegra mucho que estés aquí.
¡Bienvenida!
Beneficio sin pudor: amor y biblioteca
Teresa López Avedoy Dra. en Arquitectura Biblioteca Vasconcelos
Buena parte de la escritura y de la creación que hallamos en la biblioteca pública se debe a afectos privados que generaron beneficios públicos. Supongo que con el tiempo empezamos a llamar conocimiento, saber, cultura a esas inclinaciones que germinaron desde un interés o adoración muy íntima. Y, como todos saben, un interés te absorbe, te beneficia, te condiciona: qué difícil escapar de un interés. O de ellos en conjunto.
Obras quizá producto del apego de la imaginación y la voluntad del espíritu, son emoción que sobrevive clasificada, prestada, devuelta, (subrayada), y a esa emoción (no a la voluntad), yo la leo y vivo como belleza.
En un mundo técnico en formación y ocupación, la biblioteca pública no sólo nos da acceso a la belleza: contribuye a instruirnos en ella. A mí, que recientemente he comenzado a trabajar en una, me gusta pensar que mi cariño privado y pequeño genera beneficios públicos que, aunque parezcan menores, no lo son. Sé que esta es una idea constante entre las personas que trabajan en y para las bibliotecas públicas, y este blog es una prueba incansable de eso.
La biblioteca es este apego por surfear en nosotros mismos desde un hermoso mar de afinidades.
UVEJOTA, gracias por contar y escribir sobre un tema que hace que descienda la emoción en energía, que baja por los brazos, por los dedos al teclado.
Creo que no hay mejor forma de comenzar esta celebración en forma que con una invitada de lujo, Carola Martínez. A Carola tuve el gran gusto de conocerla hace poco más de un año en la Biblioteca Vasconcelos, aunque en realidad ya de mucho antes llevaba leyéndola en Donde Viven los Libros, su blog especializado y un referente obligado en Literatura Infantil y Juvenil, un gran recomendado donde Carola no se anda con rodeos y piensa a la LIJ como debe ser: de forma crítica, despiadada, sin ser condescendiente y con mucho conocimiento de causa. Necesitamos a más Carolas en el panorama LIJ.
Pero eso no es todo, de Carola hay que decir muchas cosas más: chilena radicada en Argentina, psicóloga y diplomada en Literatura Infantil y Juvenil por la Universidad de San Martín, dirigió el programa de lectura de la Ciudad de Buenos Aires “Leer para Crecer” y también trabajó para el Plan Nacional de Lectura. Editora, escritora, mediadora, reflexionadora (ya sé, esa palabra no existe, pero ustedes entienden la idea). A Carola no sólo la leo, también la admiro y la quiero mucho. Su opera prima, Matilde, editada por Norma en 2016 forma parte del catálogo White Ravens 2017. Si tienen la oportunidad de encontrarse con Matilde en alguna librería del sur del continente, no duden en adquirirlo (ya en otra ocasión les hablaré de esta historia), y si es en la librería Donde viven los libros, qué mejor.
En el inter pasen leer su colaboración, léanla en su blog, en sus redes sociales, en los artículos donde aparezca una reflexión suya. Mil gracias, Carola, como te comenté, me emociona mucho que seas parte de este festejo. Gracias, gracias, gracias.
¡Bienvenida!
Anticlásicos
Carola Martínez Arroyo Ministerio de Educación de Buenos Aires Socia de la librería Donde Viven los Libros Blog Donde Viven los Libros @carolamart
Podríamos definir a los clásicos infantiles como aquellos textos de los que todo el mundo tiene noticias, pero que casi nadie ha leído.
–Marcela Carranza
Una de mis obsesiones en la vida es que todos los niños del mundo conozcan los clásicos. Estoy convencida que estos son parte de una conversación cultural que lleva siglos y que hermana y comunica a millones de niños de todas las épocas. Por distintas razones muchos chicos llegan a grandes sin que nadie les haya contado esas historias. De esa forma se quedan afuera de la conversación en una suerte de exclusión cultural.
Si yo digo “Qué ojos tan grandes tienes” todos saben, en cualquier idioma a que me refiero. O “Soplaré y soplaré y tu casa derribaré”. O “Espejito, espejito”. Qué ocurre cuando no entendés, cuando no sabés de qué están hablando.
Ahora bien, esta exclusión no siempre es por una cosa económica. Muchas veces son excluidos ex profeso por los adultos que consideran que son violentos, dramáticos, etcétera. Y desde hace algunos años acusados de machistas y homofóbicos. En suma de políticamente incorrectos.
La verdad que la moda no es nueva, las reescrituras de clásicos llevan cientos de años. La primera reversión la hicieron los Hermanos Grimm a mediados del siglo XIX. Ni bien se estrenaba la idea idea de infancia.
Hubo clásicos ecológicos, autóctonos, regionales, reversiones con diferentes puntos de vista de los personajes. Spin off e incluso crossover de las princesas reunidas. Tendencia que se transformó en meras copias luego de Shrek.
Hace varios años Marcela Carranza escribió en Imaginaria(1) un artículo interesantísimo sobre los clásicos y las adaptaciones. En él utiliza la definición de adaptación de Marc Soriano en La literatura para niños y jóvenes: Guía de exploración de sus grandes temas “¿Qué es adaptar? Tal vez lo más oportuno sea comenzar por una definición simple, aun cuando, muy probablemente, nos veamos obligados luego a matizarla. Adaptar es hacer corresponder con. Se trata de un verbo que sólo adquiere su significado preciso en relación con su complemento de régimen. Adaptar para los niños un libro que no les estaba destinado significa someterlo a una cantidad de modificaciones —por lo general, cortes y cercenamientos— que lo conviertan en un producto que se corresponda con los intereses y el grado de comprensión de los menores, es decir, que lo vuelva asequible a este público nuevo”.
Carranza señala a partir de este texto: “Aquí ya tenemos dos cuestiones para resolver. Soriano está hablando en esta cita de la adaptación para los niños de libros que originalmente no le están destinados. Ahora bien, sabemos que gran cantidad de textos escritos originalmente para niños…”.
Y más adelante “Muchos de estos cuentos populares que hoy se circunscriben a la cultura infantil, en otras épocas no estaban destinados a los niños. Se trata de cuentos que pertenecían al folklore campesino y eran escuchados por un público heterogéneo dentro del cual los niños formaban parte. Situación que aún se conserva en algunos grupos culturales de diversas regiones del mundo, donde niños y adultos, sin distinción, comparten la escucha de un relato a cargo de un narrador oral.” Zohar Shavit en Poetics of Children’s Literature explica que uno de los mecanismos que hacen a la traducción de libros para adultos al “sistema infantil”, pero también libros escritos para niños, es la posibilidad de ese libro a afiliarse a un modelo de infancia. Dice Carranza en su texto en Imaginaria: “Es posible observar al respecto una tendencia del sistema de la literatura infantil a aceptar sólo lo que es convencional y bien conocido; aquellos modelos ya consagrados (e incluso en muchos casos perimidos) en el sistema de libros para adultos, y en funcionamiento dentro del sistema para niños. Cuando el modelo del texto original a traducir/adaptar no existe en el sistema de libros para niños, el texto original suele sufrir la alteración, o incluso la eliminación y/o agregado de elementos para el ajuste al modelo conocido en el sistema infantil. Shavit ejemplifica este procedimiento con los cambios que frecuentemente ha sufrido en sus múltiples adaptaciones”
La colección que me motiva a escribir sobre el tema hace oídos sordos a los estudios de cientos de personas que han dedicado su vida a leer e investigar los “clásicos”. Chirimbote, un sello de la editorial Sudestada, plantea una colección de Anticlásicos. Así comienza Otra Caperucita Roja.
Nos gusta pensar y repensar mucho los cuentos que llevamos escuchando desde hace años. Cómo los vemos, cómo los oímos, cómo los sentimos. Sobre todo los clásicos aquellos que nuestras abuelas escuchaban cuando eran pequeñitas y los oían de sus abuelas.
Investigamos y supimos que la mayoría de los cuentos tradicionales nacieron con la idea de enseñarnos algo. […] caperucita roja era una forma de advertirnos que no debíamos confiar en desconocidos y había que hacer siempre lo que nos decían madres y padres. Pero todas esas historias también cuentan algo más: que si no fuera por el cazador, el príncipe, o el mago, no habría final feliz.
Más allá de la falta de coherencia y cohesión textual, salta a la vista la falacia epistemológica. Si Juan Scaliter hubiera realmente investigado Caperucita Roja hubiera descubierto, por ejemplo, que en sus orígenes no había varón salvador, ni final feliz.
La historia original recopilada por Delarue y Teneze en Le conté populaire français(2)relata:
La pequeña comió así lo que se le ofrecía; y mientras lo hacía, un gatito dijo:
—¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!
Después el lobo le dijo:
—Desvístete y métete en la cama conmigo.
—¿Dónde pongo mi delantal?
—Tíralo al fuego; nunca más lo vas a necesitar.
La historia de Perrault que ocurre dentro de una cabaña, muestra una jovencita que es conminada a desnudarse por la abuela-lobo para luego yacer en su cama. Y termina con: “y diciendo estas palabras el malvado lobo se abalanzó sobre Caperucita roja y se la comió”.
O la hermosa versión de Gabriela Mistral:
Ha arrollado la bestia bajo sus pelos ásperos,
el cuerpecito trémulo suave como un vellón.
Y ha molido las carnes, y ha molido los huesos,
y ha exprimido como una cereza el corazón.
Hubiera por ejemplo encontrado la moraleja de la historia escrita por Perrault:
Aquí vemos que los adolescentes,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia, y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña, silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
Una advertencia para niños y niñas que dista de ser machista en pleno siglo XVIII.
Carranza en su artículo da un poco de luz sobre esto:
“Es decir que, muchos cuentos hoy considerados infantiles, provenientes de la cultura popular, no fueron pensados específicamente para los niños porque, entre otras cuestiones, en aquellos tiempos el concepto de infancia aún no existía entre los adultos. Tales relatos han atravesado siglos de historia para sobrevivir dentro de lo que hoy llamamos literatura infantil, y lo que conocemos de aquellos relatos no son sino adaptaciones.”
En la versión de Sudestada las caperucitas del mundo deciden en un congreso la creación de una bestia más parecida a un Godzilla que al Lobo Feroz que ha hechizado a generaciones de niños en todo el mundo. Gustavo Martín Garzo señala en su artículo La piel de la suerte:“Si es cierto que sin personajes candorosos no podrían existir los cuentos, tampoco los habría sin los personajes perversos. De todos ellos el que se lleva la palma es el lobo de Caperucita roja. Todo el cuento es la obra del más sofisticado de los perversos. No se come a la niña cuando la ve, si no que le pide que vaya por otro camino. Luego va a casa de la abuela, se la traga de un bocado y, disfrazado con sus ropas, ocupa su lugar en la cama. Entonces comienza la escena en que Caperucita le va preguntando por su aspecto tan extraño, y él le responde con esas fórmulas que siguen maravillando a todos los niños. Es una de las escenas más inolvidables del mundo del cuento. Y si a todos los niños les encanta es porque también ellos son perversos. Es decir, son curiosos, se desvían del camino porque quieren saber, descubrir los misterios de los adultos, abrir las puertas prohibidas, probar los frutos que se les niegan, aprender idiomas nuevos, comunicarse con otros mundos y otros linajes. Eso es el deseo, la sed insaciable de alteridad.”(3)
La escritora brasileña Marina Colasanti en su conferencia Cuentos de hadas reales y necesarios como los lobos señala que los niños sienten una enorme fascinación por los lobos. Y establece una relación entre los lobos, lo salvaje y la emancipación.
Nacemos salvajes, porque nacemos para sobrevivir y tan solo para eso.
La tendencia de estos anticlásicos en particular, pero también en las reversiones edulcoradas de los cuentos de hadas en general es a evitar el simbolismo, eliminar las multiplicidad de interpretaciones, cercenar aquello que viene y nos acompaña desde nuestros orígenes. Estas visiones sesgadas y unidireccionales hablan de una idea de niño y de una idea de mujer estática y principalmente ingenua.
No las necesitamos.
“Los cuentos de hadas están imbuidos de la disposición humana a la acción, a transformar el mundo, y a hacerlo más adaptable a las necesidades del ser humano, mientras al mismo tiempo tratamos de cambiar al mundo.” Dice Jack Zipes(4) y yo digo. Chicos tratemos de no inventar el agua caliente.
Notas:
(1) Carranza, Marcela. Los clásicos infantiles, esos inadaptados de siempre. Algunas cuestiones sobre la adaptación en la literatura infantil.http://www.imaginaria.com.ar/2012/05/los-clasicos-infantiles-esos-inadaptados-de-siempre-algunas-cuestiones-sobre-la-adaptacion-en-la-literatura-infantil/