Anticlásicos (Invitada: Carola Martínez)

Anticlásicos (Invitada: Carola Martínez)Creo que no hay mejor forma de comenzar esta celebración en forma que con una invitada de lujo, Carola Martínez. A Carola tuve el gran gusto de conocerla hace poco más de un año en la Biblioteca Vasconcelos, aunque en realidad ya de mucho antes llevaba leyéndola en Donde Viven los Libros, su blog especializado y un referente obligado en Literatura Infantil y Juvenil, un gran recomendado donde Carola no se anda con rodeos y piensa a la LIJ como debe ser: de forma crítica, despiadada, sin ser condescendiente y con mucho conocimiento de causa. Necesitamos a más Carolas en el panorama LIJ.

Pero eso no es todo, de Carola hay que decir muchas cosas más: chilena radicada en Argentina, psicóloga y diplomada en Literatura Infantil y Juvenil por la Universidad de San Martín, dirigió el programa de lectura de la Ciudad de Buenos Aires “Leer para Crecer” y también trabajó para el Plan Nacional de Lectura. Editora, escritora, mediadora, reflexionadora (ya sé, esa palabra no existe, pero ustedes entienden la idea). A Carola no sólo la leo, también la admiro y la quiero mucho. Su opera prima, Matilde, editada por Norma en 2016 forma parte del catálogo White Ravens 2017. Si tienen la oportunidad de encontrarse con Matilde en alguna librería del sur del continente, no duden en adquirirlo (ya en otra ocasión les hablaré de esta historia), y si es en la librería Donde viven los libros, qué mejor. 

En el inter pasen leer su colaboración, léanla en su blog, en sus redes sociales, en los artículos donde aparezca una reflexión suya. Mil gracias, Carola, como te comenté, me emociona mucho que seas parte de este festejo. Gracias, gracias, gracias.

¡Bienvenida!


Anticlásicos

Carola Martínez Arroyo
Ministerio de Educación de Buenos Aires
Socia de la librería Donde Viven los Libros
Blog Donde Viven los Libros
@carolamart

Podríamos definir a los clásicos infantiles como aquellos textos de los que todo el mundo tiene noticias, pero que casi nadie ha leído.

–Marcela Carranza

Una de mis obsesiones en la vida es que todos los niños del mundo conozcan los clásicos. Estoy convencida que estos son parte de una conversación cultural que lleva siglos y que hermana y comunica a millones de niños de todas las épocas. Por distintas razones muchos chicos llegan a grandes sin que nadie les haya contado esas historias. De esa forma se quedan afuera de la conversación en una suerte de exclusión cultural.

Si yo digo “Qué ojos tan grandes tienes” todos saben, en cualquier idioma a que me refiero. O “Soplaré y soplaré y tu casa derribaré”. O “Espejito, espejito”. Qué ocurre cuando no entendés, cuando no sabés de qué están hablando.

Ahora bien, esta exclusión no siempre es por una cosa económica. Muchas veces son excluidos ex profeso por los adultos que consideran que son violentos, dramáticos, etcétera. Y desde hace algunos años acusados de machistas y homofóbicos. En suma de políticamente incorrectos.

La verdad que la moda no es nueva, las reescrituras de clásicos llevan cientos de años. La primera reversión la hicieron los Hermanos Grimm a mediados del siglo XIX. Ni bien se estrenaba la idea idea de infancia.

Hubo clásicos ecológicos, autóctonos, regionales, reversiones con diferentes puntos de vista de los personajes. Spin off e incluso crossover de las princesas reunidas. Tendencia que se transformó en meras copias luego de Shrek.

Anticlásicos (Invitada: Carola Martínez)Hace varios años Marcela Carranza escribió en Imaginaria(1) un artículo interesantísimo sobre los clásicos y las adaptaciones. En él utiliza la definición de adaptación de Marc Soriano en La literatura para niños y jóvenes: Guía de exploración de sus grandes temas¿Qué es adaptar? Tal vez lo más oportuno sea comenzar por una definición simple, aun cuando, muy probablemente, nos veamos obligados luego a matizarla. Adaptar es hacer corresponder con. Se trata de un verbo que sólo adquiere su significado preciso en relación con su complemento de régimen. Adaptar para los niños un libro que no les estaba destinado significa someterlo a una cantidad de modificaciones —por lo general, cortes y cercenamientos— que lo conviertan en un producto que se corresponda con los intereses y el grado de comprensión de los menores, es decir, que lo vuelva asequible a este público nuevo”. 

Carranza señala a partir de este texto: “Aquí ya tenemos dos cuestiones para resolver. Soriano está hablando en esta cita de la adaptación para los niños de libros que originalmente no le están destinados. Ahora bien, sabemos que gran cantidad de textos escritos originalmente para niños…”.

Y más adelante “Muchos de estos cuentos populares que hoy se circunscriben a la cultura infantil, en otras épocas no estaban destinados a los niños. Se trata de cuentos que pertenecían al folklore campesino y eran escuchados por un público heterogéneo dentro del cual los niños formaban parte. Situación que aún se conserva en algunos grupos culturales de diversas regiones del mundo, donde niños y adultos, sin distinción, comparten la escucha de un relato a cargo de un narrador oral.” Zohar Shavit en Poetics of Children’s Literature explica que uno de los mecanismos que hacen a la traducción de libros para adultos al “sistema infantil”, pero también libros escritos para niños, es la posibilidad de ese libro a afiliarse a un modelo de infancia. Dice Carranza en su texto en Imaginaria: “Es posible observar al respecto una tendencia del sistema de la literatura infantil a aceptar sólo lo que es convencional y bien conocido; aquellos modelos ya consagrados (e incluso en muchos casos perimidos) en el sistema de libros para adultos, y en funcionamiento dentro del sistema para niños. Cuando el modelo del texto original a traducir/adaptar no existe en el sistema de libros para niños, el texto original suele sufrir la alteración, o incluso la eliminación y/o agregado de elementos para el ajuste al modelo conocido en el sistema infantil. Shavit ejemplifica este procedimiento con los cambios que frecuentemente ha sufrido en sus múltiples adaptaciones”

Anticlásicos (Invitada: Carola Martínez)La colección que me motiva a escribir sobre el tema hace oídos sordos a los estudios de cientos de personas que han dedicado su vida a leer e investigar los “clásicos”. Chirimbote, un sello de la editorial Sudestada, plantea una colección de Anticlásicos. Así comienza Otra Caperucita Roja.

Nos gusta pensar y repensar mucho los cuentos que llevamos escuchando desde hace años. Cómo los vemos, cómo los oímos, cómo los sentimos. Sobre todo los clásicos aquellos que nuestras abuelas escuchaban cuando eran pequeñitas y los oían de sus abuelas. 

Investigamos y supimos que la mayoría de los cuentos tradicionales nacieron con la idea de enseñarnos algo. […] caperucita roja era una forma de advertirnos que no debíamos confiar en desconocidos y había que hacer siempre lo que nos decían madres y padres. Pero todas esas historias también cuentan algo más: que si no fuera por el cazador, el príncipe, o el mago, no habría final feliz.

Más allá de la falta de coherencia y cohesión textual, salta a la vista la falacia epistemológica. Si Juan Scaliter hubiera realmente investigado Caperucita Roja hubiera descubierto, por ejemplo, que en sus orígenes no había varón salvador, ni final feliz. 

La historia original recopilada por Delarue y Teneze en Le conté populaire français(2) relata:

La pequeña comió así lo que se le ofrecía; y mientras lo hacía, un gatito dijo:
—¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!
Después el lobo le dijo:
—Desvístete y métete en la cama conmigo.
—¿Dónde pongo mi delantal?
—Tíralo al fuego; nunca más lo vas a necesitar. 

La historia de Perrault que ocurre dentro de una cabaña, muestra una jovencita que es conminada a desnudarse por la abuela-lobo para luego yacer en su cama. Y termina con: “y diciendo estas palabras el malvado lobo se abalanzó sobre Caperucita roja y se la comió”. 

 O la hermosa versión de Gabriela Mistral:

Ha arrollado la bestia bajo sus pelos ásperos,
el cuerpecito trémulo suave como un vellón.
Y ha molido las carnes, y ha molido los huesos, 
y ha exprimido como una cereza el corazón.

Hubiera por ejemplo encontrado la moraleja de la historia escrita por Perrault:

Aquí vemos que los adolescentes,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia, y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa. 
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña, silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.

Una advertencia para niños y niñas que dista de ser machista en pleno siglo XVIII.

Carranza en su artículo da un poco de luz sobre esto:

“Es decir que, muchos cuentos hoy considerados infantiles, provenientes de la cultura popular, no fueron pensados específicamente para los niños porque, entre otras cuestiones, en aquellos tiempos el concepto de infancia aún no existía entre los adultos. Tales relatos han atravesado siglos de historia para sobrevivir dentro de lo que hoy llamamos literatura infantil, y lo que conocemos de aquellos relatos no son sino adaptaciones.”

En la versión de Sudestada las caperucitas del mundo deciden en un congreso la creación de una bestia más parecida a un Godzilla que al Lobo Feroz que ha hechizado a generaciones de niños en todo el mundo. Gustavo Martín Garzo señala en su artículo La piel de la suerte: Si es cierto que sin personajes candorosos no podrían existir los cuentos, tampoco los habría sin los personajes perversos. De todos ellos el que se lleva la palma es el lobo de Caperucita roja. Todo el cuento es la obra del más sofisticado de los perversos. No se come a la niña cuando la ve, si no que le pide que vaya por otro camino. Luego va a casa de la abuela, se la traga de un bocado y, disfrazado con sus ropas, ocupa su lugar en la cama. Entonces comienza la escena en que Caperucita le va preguntando por su aspecto tan extraño, y él le responde con esas fórmulas que siguen maravillando a todos los niños. Es una de las escenas más inolvidables del mundo del cuento. Y si a todos los niños les encanta es porque también ellos son perversos. Es decir, son curiosos, se desvían del camino porque quieren saber, descubrir los misterios de los adultos, abrir las puertas prohibidas, probar los frutos que se les niegan, aprender idiomas nuevos, comunicarse con otros mundos y otros linajes. Eso es el deseo, la sed insaciable de alteridad.”(3)

La escritora brasileña Marina Colasanti en su conferencia Cuentos de hadas reales y necesarios como los lobos señala que los niños sienten una enorme fascinación por los lobos. Y establece una relación entre los lobos, lo salvaje y la emancipación. 

Nacemos salvajes, porque nacemos para sobrevivir y tan solo para eso.

La tendencia de estos anticlásicos en particular, pero también en las reversiones edulcoradas de los cuentos de hadas en general es a evitar el simbolismo, eliminar las multiplicidad de interpretaciones, cercenar aquello que viene y nos acompaña desde nuestros orígenes. Estas visiones sesgadas y unidireccionales hablan de una idea de niño y de una idea de mujer estática y principalmente ingenua. 

No las necesitamos. 

“Los cuentos de hadas están imbuidos de la disposición humana a la acción, a transformar el mundo, y a hacerlo más adaptable a las necesidades del ser humano, mientras al mismo tiempo tratamos de cambiar al mundo.” Dice Jack Zipes(4) y yo digo. Chicos tratemos de no inventar el agua caliente.

Notas:

  • (1) Carranza, Marcela. Los clásicos infantiles, esos inadaptados de siempre. Algunas cuestiones sobre la adaptación en la literatura infantil. http://www.imaginaria.com.ar/2012/05/los-clasicos-infantiles-esos-inadaptados-de-siempre-algunas-cuestiones-sobre-la-adaptacion-en-la-literatura-infantil/
  • (2) Darnton, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios de la historia de la cultura francesa. Fondo de Cultura económica. México, 2013.
  • (3) Martín Garzo, Gustavo. “La piel de la suerte” en Una Casa de Palabras, Océano Travesía, México, 2012.
  • (4) Zipez, Jack. El irresistible cuento de hadas. Fondo de Cultura Económica, México, 2012. 

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