Que si el olor al libro impreso, el tacto del papel, tener mi casa llena de estantes con libros de encuadernaciones hermosas…
Bonito, hermoso, nostálgico… predecible, aburrido y sin sentido:
David Lee King no pudo expresarlo mejor, en relación al olor del libro en una biblioteca (que pueden ser también bibliotecas personales):
El olor a libros que no se han movido de los estantes en mucho tiempo
es igual = al olor de una biblioteca QUE NO SE USA
que es igual = al olor de la muerte
Además, nos propone algunas maneras de poner a circular nuestras colecciones para evitar ese desagradable olor, anunciar en nuestros boletines los libros con los que contamos, se me ocurre ahora.
Así que, ya es tiempo de venirse a inventar otras excusas de por qué preferir el libro impreso, o mejor, ponernos a leerlos, promoverlos, prestarlos y realmente usarlos, que no necesariamente significa olerlos y acumularlos ¿no?