No vamos a negar que últimamente en muchas redes sociales se comparten gifs animados, fotos, infografías y cualquier tipo de contenido donde todo lo relacionado con el libro y los otrora menospreciados “ratones de biblioteca“ parecen estar viviendo un boom de aceptación y popularidad pero, ¿cuánta distancia hay de eso a que los lectores son más atractivos al momento de ligar? No mucha, al menos de acuerdo con un reporte reciente publicado por Daniel Sobey-Harker, Community Manager de My Bae, una app movil para citas o ligues (como decimos por estas latitudes).
Y este post se convierte en un caso más de los tantos y tantos beneficios de la lectura, pues resulta que los usuarios de esta app utilizan tags para encontrar posibles parejas, a través de ellos un usuario puede reflejar intereses, pasiones, hobbies, etc. y ver qué tanta compatibilidad hay con una pareja en potencia, por ejemplo, dos personas tienen grandes probabilidades de relacionarse si tienen en común la misma etiqueta, o quizá no tengan nada que ver si ninguna de sus etiquetas coincide, pero hay un mínimo de esperanza cuando sus etiquetas no son exactamente las mismas pero de alguna manera se relacionan (pongamos como ejemplo #libro y #lectura o #biblioteca y #lectura).
Hasta ahí todo bien y encontramos cierto sentido al momento de establecer prospectos de futuros “y vivieron felices para siempre“ pero, ¿qué hay del éxito de los ratones de biblioteca en esta app? Pues eso, que el staff de My Bae encontró que los usuarios más exitosos son aquellos que utilizan tags relacionados con la lectura, ya que el 21% de todas las parejas tienen tags en común relacionados con la lectura; quizá hay quienes argumenten que 21% en realidad no es tanto, sin embargo, tomen en cuenta que otras etiquetas como las relacionadas con música, cine o tv, alcanzan sólo el 15% de los matches. De hecho, de las etiquetas más utilizadas en esta app, el 19% están relacionadas con la lectura y se encuentran en los primeros 25 lugares del top 100: 7. #Reading, 9. #Books, 16. #GameOfThronesBooks, 17. #Fiction, 21. #Fantasy/Sci-Fi Books, 24. #Non-Fiction
Pero lo más interesante es que incluso el 11% de las personas que no tienen etiquetas en común intentarán emparejarse con un usuario que usa etiquetas que lo definen como un lector (ya les digo, los lectores son vistos con buenos ojos). Y la cosa no termina ahí, otro dato sorprendente es que los usuarios pasan más tiempo revisando un perfil con etiquetas relacionadas con la lectura, incluso cuando dicho perfil no cuenta con foto de perfil (valga la redundancia). Algo muy mal visto no sólo en My Bae, sino también en cualquier otra red social.
Pues ya está, aunque los resultados presentados por My Bae no alcanzan la categoría de científicos, sí nos dan una idea de que leer está de moda, así que no pierdan el tiempo y aprovechen su pasión lectora para hacerse de algo más que libros. Tip: si andan en busca de su alma gemela y se han animado lo suficiente a intentarlo a través My Bae, quizá tengan mayor oportunidad de éxito con etiquetas de títulos específicos como #TheGirlOnTheTrain, #GameOfThronesBooks o #TheLastMan y, desde luego, utilizar más de una etiqueta librera 😉
Este libro tuvo su origen en la idea de reunir y comentar fotografías de mexicanos de diferentes edades, sexos y extracciones sociales mientras leen en su vida cotidiana, es decir, mientras hacen algo que, según una convención profundamente arraigada, no hacemos en nuestro país.
Un libro que, más que buscar adoctrinarnos sobre el buen leer y otros tópicos bastante huecos que tanto se dicen sobre los libros y la lectura (y que han demostrado no ayudar al momento de plantear programas de fomento lector), nos invita a reflexionar, a partir de imágenes de lectores en distintas situaciones, sobre el acto de leer, de la lectura, del libro, de los índices de lectura y much en un país donde, se dice no sin cierto grado de autoflagelación, que no leemos.
Una charla amena y cercana, algo que se agradece mucho en libros que tocan el tema de la lectura y en los que, infortunadamente, a menudo se comente el error de hablar desde un pedestal de erudición, autoridad y supuestas verdades absolutas sobre una actividad tan variada como lectores hay en este mundo.
Ideas al vuelo aunque bastante razonadas –hechas por un autor que ha dedicado su vida a los libros desde distintos frentes: como editor, como bibliotecario, como promotor, como lector, etc.,– sobre el acto de leer, pero también sobre el acto de escribir, algo que rara vez encontramos en libros que abordan esta temática y donde a menudo vemos que se encuentran separadas estas acciones.
Este libro es también una especie de defensa a los lectores en México y sus intereses, a sus formas de leer, a sus tiempos y espacios de lectura, incluso es una defensa a la libertad que puede y debe tener todo lector cuando no desea leer. Pero más importante aún, este libro es una defensa, reconocimiento y también una forma de hacer visibles a todos esos lectores que sí existen en un país que, como ya lo comentaba al principio de este post, se dice que no lee.
Título: Al otro lado de la página: imágenes de la lectura en México
Los días 18 y 19 de febrero pasados tuve el honor de ser invitada por parte del Colegio Terranova en San Luis Potosí para presentar la charla Lectura sin prejuicios en sesión para padres de familia y, un día después, para alumnos de preparatoria.
En ambas sesiones el punto central fue entender que la lectura ya no puede verse en el sentido tradicional de lectura es igual a libro impreso o, en el peor de los casos, lectura es exclusivamente a libro impreso; como ya lo he mencionado en otras ocasiones, hay diversidad de lecturas y diversidad de lectores y sólo entendiéndolo de esta manera será posible salir de todos esos prejuicios que siempre acompañan a las “altas elites” cuando intentan hablar de la lectura: la lectura es buena, leer nos hace mejores personas, el olor del libro, ya no hay buena literatura, leer en pantalla no es leer, actualmente se publica mucha basura (o únicamente se publica basura que es consumida por mentes simples) y tantos otros argumentos que a menudo se mencionan y que fueron la oportunidad perfecta (especialmente lo de la literatura basura, un argumento a todas luces lleno de prejuicio, de mucho desconocimiento sobre el tema y también de mucha soberbia) para una interesante ronda de comentarios, preguntas y respuestas, especialmente con los chicos de preparatoria.
Les dejo la presentación y aprovecho para agradecer a Margret Oettler, Directora General de la institución, así como a Margarita López, Directora de Biblioteca, por la invitación a dos jornadas muy productivas y reveladoras sobre la lectura.
Introducción al manga para bibliotecarios, aunque también podría llamarse Introducción al manga para dummies, e incluso Introducción al manga para bibliotecarios dummies, es una guía para adquisición de manga en bibliotecas elaborada por Kodansha Comics (una de las principales editoriales en Japón y de las más reconocidas a nivel mundial) para Overdrive; y es que, al ser uno de los géneros del que quizá menos conocemos los bibliotecarios, sumado a posibles prejuicios sobre la calidad literaria de estos materiales y del cómic en general (que no es más que desconocimiento total), nunca nos viene mal una ayuda para comenzar por algún lugar y poder incrementar nuestro acervo que muchas veces resulta mucho más que escueto.
Aunque, como guía de compra, el grueso de esta breve publicación está enfocado en, precisamente, poner sobre la mesa algunos de los títulos más representativos de esta editorial y disponibles en Overdrive, vale la pena revisar las explicaciones de los 3 tipos de manga (Shonen, Shojo y Seinen), así como las distintas edades para las que pueden estar destinados estos materiales.
Dado que el manga está viviendo un interés creciente por parte de nuestros usuarios, si se quedan con ganas o sienten que esta guía se queda corta para las necesidades y demandas de sus públicos, también pueden revisar Manga and Libraries in Japan publicado por Yasuyo Inouye donde nos presenta los criterios para la selección del manga elaborado por la School Library Association en 1988, y aunque algunos me parecen que rayan en el prejuicio, nunca está de más conocer estos criterios:
¿Las ilustraciones muestran una excelente calidad?
¿Utiliza palabras vulgares de forma intencionada?
¿Respeta la dignidad humana?
¿La extensión de la historia resulta natural o forzada?
¿Trata de estimular la mente de los lectores utilizando expresiones vulgares?
¿La historia alaba la injusticia o la maldad?
¿Glorifica la guerra o la violencia?
¿Discrimina a los débiles o discapacitados?
¿Tergiversa o ignora verdades académicas o hechos históricos?
¿Los personajes reales son tratados de forma correcta basada en perspectivas y hechos justos?
¿Es apropiado para el público objetivo?
¿Rompe con la intención, en caso de existir, del trabajo original?
¿La calidad de la encuadernación y el papel son suficientes para un uso extensivo?
Las series que aún no finalizan serán evaluadas como un todo una vez que la historia termine.
Por último y como extra para conocer un poco más del manga, qué mejor que hacerlo con la Dra. Masami Toku, una experta en el tema quien a finales de año pasado visitó la Biblioteca Vasconcelos para hablarnos de Cómo leer el manga; una charla a la que tuve la oportunidad de asistir y que resultó de lo más interesante e iluminadora. Les dejo el video.
Desde hace unos días ha estado rolando en redes el artículo No conozco a nadie que empezara con Los juegos del hambre y saltara a Proust. He procurado a toda costa no dar click pues me daba la impresión de que se trataba de uno de tantos artículos que hablan sobre la ‘buena literatura’ y demás presunciones en torno a la lectura y lo que debe ser, artículos que evito lo más posible pues me parecen diálogos de sordos; desafortunadamente terminé leyendo dicho artículo y bueno, no me equivoqué al juzgarlo así.
El autor de esta joya de frase es Antonio Ortuño, escritor mexicano que en 2010 fue elegido por la revista británica Granta como uno de los mejores escritores de lengua española, cosa que no pondré en duda y, de hecho, vale la pena conocerlo. En cuando a la declaración sobre la verdadera literatura que ofreció a Crash a propósito de la promoción de Méjico, su libro más reciente.
Claro, ahí están los seguidores de los Harry Potters, de Los juegos del hambre, pero luego terminan en discusiones absurdas. Hay un chingo de gente que llega a hacer la afirmación: «Bueno, pues al menos que lean eso, que lean algo como Los Juegos del Hambre. Es bueno leer». Yo no conozco a nadie que empezara con Los juegos del hambre y saltara a Proust.
Al terminar de leer esto me pregunté “¿será un truco publicitario para hacerse de lectores aunque sea por morbo?” Y aunque coincido con este autor en que hay un chingo de gente que dice que es bueno leer, me da la impresión que él mismo está engrosando esa larga fila de gente que habla desde el elevado pedestal sobre lo que debiera ser y pretender determinar cuáles son los saltos obligados de un lector para que se le considere lector.
Infortunadamente, de este tipo de declaraciones nos encontramos todos los días y a ratos pienso lo mal que hacemos en darles eco, pero a veces es necesario equilibrar un poquito el tema de la buena literatura o lo que la gente considera buena literatura en pos de bajarla de ese pedestal para hacerla accesible; y es que no vamos a negar que en materia de cultura y literatura hay un mundo de conocedores que intentan desacreditar todo aquello que huela a aceptación popular asegurando que no es alta literatura, buena literatura, literatura real o cosas semejantes; el que llegue a muchos y pueda ser comprendido por esa ‘muchedumbre‘ siempre despertará suspicacia entre los grandes conocedores del buen leer. De paso, mencionar que en ese mismo mundo figuran también aquellos que siguen viendo a la biblioteca como un templo del saber al que no puede entrar cualquiera, o mejor dicho, al que no debería entrar cualquiera, si no me creen, revisen De desarrollo de colecciones y cómo rasgarse las vestiduras con el “deber ser” sin entender lo que es, un artículo que publiqué hace poco más de un año en este blog y donde discutía algo similar pero al interior de las bibliotecas.
Volviendo a Ortuño y la buena literatura, en una de sus columnas para Informador.mx publicada en 2013 ya cuestionaba los gustos lectores (las negritas son mías):
La mayoría de los jovencitos, a los que el diario denomina “nuevos adultos”, no han dado el salto de Potter a Proust o Roth, claro, sino que ahora leen cosas como Crepúsculo (serial de novelas rosas tachonadas con detalles fantasiosos) o Los juegos del hambre (serie más relacionada con el género de “acción” cinematográfico que con las principales corrientes de la ciencia ficción estadunidense). Eso no es sorprendente. Buena parte de los lectores jóvenes en el Occidente del mundo han frecuentado libros de fantasía, horror y ciencia ficción a lo largo de los recientes decenios (Tolkien, Prattchet [sic], Asimov, King, entre muchos más, han sido venerados por audiencias gigantescas)… ¿Hay algo así como una generación Potter mexicana? Estoy seguro de que sí. Aunque entre los lectores de la saga en nuestro país hubo una cantidad sorprendente de señoras y señores ya muy talluditos (la mayoría de los mexicanos leemos tan poco y somos tan poco exigentes que es sencillo atraparnos con historias infantiles), también la frecuentaron miles de niños que ahora andan en sus veintes.
Se desacredita la fantasía, el horror, la ciencia ficción y, de paso, a la Literatura Infantil con sus miles de autores, ilustradores, editores y también promotores; lo anterior sin contar la falta de respeto hacia los lectores a los que poco le faltó para llamar tontos, ¿quizá los llame talluditos y poco exigentes porque no leen sus libros y en lugar de ello prefieren dejarse atrapar por historias infantiles?, no sé en qué concepto tenga entonces a los niños y adultos que leen LIJ.
En fin, que de la nada ha venido a desacreditar, entre muchos otros, a un autor como Pratchett quien recibió el título de Caballero por sus servicios a la literatura en 2009 y que un año antes fuera nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico también por sus servicios a la Literatura, sí, con negritas y en mayúscula, porque aunque Ortuño y muchos otros no lo acepten, la Ciencia Ficción (que él llama historias infantiles) es Literatura y la Literatura Infantil también es Literatura.
¿Será que para este escritor lo único que deberíamos leer son Proust y Roth? Aunque sus libros le hayan valido el reconocimiento de una revista, es claro que no le han valido entender que la literatura va más allá de los clásicos y mucho menos le han valido para vender más de 450 millones de copias como Rowling, 70 millones como Pratchett o los 350 millones de copias en el caso de Stephen King, ¿populares? sí, ¿digeribles? sin duda, pero ¿eso los hace necesariamente malos, libros menores o literatura no seria? Por cierto, Tolkien a mi gusto es todo menos historia infantil y algo de elevado debe tener un universo que derivó incluso en una nueva lengua. ¡Díganme ustedes si eso es menor frente a Proust!
Y no nos confundamos, en este post lo que menos pretendo es defender autores o géneros, tampoco busco calificar la obra de un autor al que no conozco con base en sus declaraciones y mucho menos decir lo que yo considero que es bueno o malo, porque estaría cayendo en la misma posición de Ortuño; lo que busco es quitar un poco de presunción y pretensión a la literatura y al acto de leer, dejar y propiciar que la gente lea y, si buscamos que den ese salto, evitemos determinar hacia donde debe dirigirse, sino poner todas las tablas hacia el norte, sur, este, oeste, arriba, abajo, hacia dentro o hacia afuera para que tengan varias opciones hacia donde saltar. Al menos esa es parte de la responsabilidad del bibliotecario y, de parte del escritor, su trabajo es hacer que su literatura aunque elevada (si así insiste que sea y sea lo sea que entiende por elevado), sea también lo suficientemente atractiva para que llegue incluso a esos lectores que se dejan atrapar por historias infantiles.
En 1979, el entonces presidente de México, José López Portillo, en homenaje al natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz (12 de noviembre de 1651-17 de abril de 1695) decretó que cada 12 de noviembre celebráramos el Día Nacional del Libro, y pues nada, que hoy celebramos esta noble fecha, y aunque los libros y las lecturas han cambiado, la esencia no; así que qué mejor manera de celebrar que leyendo en el iPad, o bien, un libro impreso, un libro infantil o lo que ustedes quieran.
Mi consejo, vayan a la FILIJ, qué mejor manera de celebrar que en una de las que, a mi gusto, es de las mejores ferias del libro que organizan en este país.
Lo anterior viene a colación porque hoy me encuentro en el blog de Ebook Friendly con ¿Las mujeres escriben mejor que los hombres?, una infografía desarrollada por Grammarly (plataforma de mejoramiento de la escritura) que rescata los resultados de una encuesta sobre la percepción que se tiene de las habilidades y técnicas de escritura entre hombres y mujeres, por cierto en esta encuesta realizada en 2014 participaron más de 3000 usuarios de Grammarly, aunque poca luz nos dan si más hombres o mujeres la respondieron.
Aunque los resultados sostienen que en general el 59% cree que las mujeres son mejores escritoras, el título de la infografía tiene, a mi gusto, un título engañoso donde se confunde la cantidad con la calidad y donde además, todo se resume a las percepciones de los encuestados –quienes, repito, no sabemos si son en su mayoría hombres o mujeres quienes podrían inclinar la balanza–, y no en números reales.
En lo personal, este tipo de luchas sexistas en el ambiente literario –y de hecho en cualquier ámbito–me parecen a estas alturas fuera de lugar y fútiles, sin embargo, no deja de ser interesante (sin meternos en el terreno de la calidad y de quién es mejor, claro está) analizar la percepción general sobre la forma en que las mujeres o los hombres llevan a cabo su proceso creativo, desde luego, cada caso particular es distinto. Quizá un estudio más en forma sobre el por qué de estas percepciones sería más revelador que concluir que se cree que las mujeres son mejores que los hombres al momento de escribir.
Pero mejor no me detengo más en la psicología y los “significados ocultos” de dicha percepción y mejor veamos algunos de los datos más interesantes de esta infografía:
El 44.40% de los escritores pasan una significativa parte del tiempo desarrollando los personajes; el 83.30% de las escritoras, por su parte, destinan más tiempo al desarrollo de sus personajes.
Las escritoras (54.70%) tienden más, aunque no por mucho, a desarrollar personajes parecidos a ellas, en comparación con los escritores (54.30%).
Las mujeres tienden más a escribir oraciones largas y descriptivas: 75.80% frente a 34.40%.
¿Qué pasaría si en lugar de tener un presidente que sólo atina a decir que la Biblia es uno de sus libros favoritos aunque no lo haya leído todo, tuviéramos a verdaderos amantes de los libros gobernando al mundo?
Esta fue más o menos (la parte del presidente es mía) la pregunta que lanzó Goodreads a sus usuarios en los perfiles de Facebook y Twitter, las 25 de las mejores respuestas de los cientos que recibieron las publicaron en su blog. Aunque me gustaría ponerlas todas, acá recojo sólo mis favoritas y en negritas las favoritísimas (si se me permite el superlativo en esta palabra):
2. Mediríamos el tiempo en capítulos, no minutos, por ejemplo: “Llegaré después de una taza de café y dos capítulos.” (Rebecca Brewster)
3. Habría una biblioteca en cada esquina… en otras palabras, habría una biblioteca dentro de cada Starbucks. (Renee Bradshaw)
7. El lanzamiento de un libro sería fiesta nacional. (Melissa Fetterman)
8. El hada de los dientes [el ratón de los dientes] dejaría un libro y no dinero bajo tu almohada. (CruzMissile)
9. Habría un carril especial para caminantes lectores. (Misbah Ahmad)
22. “Me quedé hasta tarde terminando el libro” sería una excusa válida para tener el día libre. (Joshua Dilts)
24. Howarts sería una escuela real, la Tierra Media sería parte de nuestra historia nacional y todo lo demás sería la sinrazón del País de las Maravillas. (Aja Vinet)
Algunas que no se publicaron en el blog de Goodreads pero que también vale la pena rescatar:
– Nadie tendría tiempo de comenzar una guerra, porque todos estaría leyendo. (Nikk Karlovsky)
– No tendríamos que preocuparnos por el espacio en nuestros libreros. (Maddie Buanan).
– Los libros no serían tan caros. (Raven Nivhaar)
– Ve y pon un centinela jamás se habría publicado. (Bella Cruz)
Y mi favorita por sobre todas las demás, con fanfarrias de fondo:
– Los biblotecarios serían presidentes. (Chel Lin)
¿Ustedes qué dicen?, ¿cómo sería este mundo si lo gobernaran exclusivamente lectores? Extiéndanse tanto como quieran en los comentarios 🙂