En los últimos años he tenido la oportunidad de acceder a varios libros para su evaluación, muchos de ellos magníficos en contenido y edición, algunos otros que pasan sin pena ni gloria la encomienda de llegar a sus lectores, otros tantos que son verdaderos esperpentos en contenido y/o edición que lo único que logran es obstaculizar la lectura. De todas estas clases de libros podría hablarles párrafos enteros en varias entradas en este blog (quizá en algún momento lo haga); sin embargo, recientemente revisé una colección de clásicos contemporáneos cuya edición me deja reflexionando sobre la importancia que tienen la edición y el diseño para hacer que la lectura sea accesible y clara para las y los lectores.
No tiene sentido mencionarles de qué editorial se trata, pues estos errores aunque son muy particulares sirven para ejemplificar la forma en que las florituras de la edición lo que logran es obstaculizar la lectura; ediciones que en el intento de ser exquisitas pierden de vista que el diseño editorial nada tiene que ver con adornos sin sentido y sí con la función, que es acercar de manera legible y comprensible los textos a los lectores.
Papel: en esta edición utilizan un papel con un ligero tono de color que puede ser rojo, rosa, anaranjado o verde.
Notas y citas a pie de página: dos grandes errores que encuentro en esta edición.
- Las notas a color, en este caso color naranja, rojo, verde, rosa. Como bien sabemos las notas a pie de página sirven para dar información adicional. Acostumbramos a que estas tengan un tamaño de fuente menor al del texto. Esta edición al tener notas al pie en un color diferente y tamaño menor de la fuente, lo único que logran es que a ratos sea ininteligible, especialmente para lectores con problemas visuales, y cansado para el resto de los lectores, sin importar que tan sana sea su visión.
- Las citas a fuentes digitales. Éstas son útiles cuando estamos leyendo una edición digital donde con el golpe de un click o de un dedo podemos ir a la fuente original. Cuando estás leyendo una edición en papel lo único que salva al lector de no escribir http://www.etc.etc.etc y fallar en el intento es conocer el tílulo de la fuente, sin embargo, en esta edición sólo utilizan un “Véase“, es decir, que si el lector o lectora quieren revisar esa cita van a tener que transcribir el URL y posiblemente equivocarse. Por si esto fuera poco, en esta edición utilizan bit.ly, un acortador de URL. Si el día de mañana deja de existir ese servicio, todas esas citas se van a perder por la imposibilidad de acceder a ellas, pero también porque el lector nunca sabe a dónde lo están referenciando.
Abrir cada sección con destacado que lo único que hace es repetir el primer párrafo de dicha sección. Los destacados en las revistas se utilizan para, valga la redundancia, destacar alguna parte del texto de tal forma que resulte lo suficientemente atractiva para que el lector lea el artículo completo. Repetir el primer párrafo por repetirlo no aporta nada al texto.
Letras capitulares: en este caso utilizan la capitular, además de la mayúscula. Con qué sentido, con qué función, mero adorno que no aporta a la obra.
En este mismo orden de ideas, al inicio de cada capítulo hay una letra grande que no es claro a qué hace referencia.
Índice: en este caso la formación tipográfica del índice sólo busca el adorno, que no la comprensión, ni la forma como está organizado el libro.
Además de todos los errores de edición anteriores, dado que los libros de esta colección están pensados para lectores jóvenes, al final de la obra vienen actividades al más puro estilo “discutan”, “analicen”, “reflexionen”, “escriban sobre”. Actividades que lo único que logran es otorgarle a la lectura un aura escolar y de obligación que socavan la vena lectora de las y los jóvenes.
Algunos podrían argumentar que todo eso lo puedes pasar si se logra el cometido de que una persona lea el libro; sin embargo, si se trata de que lean por leer y que no se forme un sentido estético, de buena edición, de buen uso de notas a pie de página, de lectura comprensible, si va a ser una lectura que cueste trabajo por mala selección de tipografía, por el color de la fuente, por que el contenido del texto no es claro, entonces de qué sirve tanto adorno. De hecho, si vamos a obstaculizar la lectura y hacer que los lectores sufran con una edición poco legible, no hay mucha diferencia entre una edición así de adornada y una de los clásicos de Porrúa. Es decir, que bien pueden leer cualquiera de las dos y en ambas sufrir al punto de abandonar el libro, y quizá no volver nunca más a él o a cualquier otro.
Hola Verónica. Me ha encantado este artículo. Fantástico tu tono crítico y positivo. Gracias.