Este Manifiesto proclama la fe de la UNESCO en la biblioteca pública como una fuerza viva para la educación, la cultura y la información y como un agente esencial para el fomento de la paz y del bienestar espiritual a través del pensamiento de hombres y mujeres.
Manifiesto IFLA/UNESCO sobre la biblioteca pública
En el post Bibliotecas públicas ¿censura o democracia? publicado ayer en Deakialli Documental, donde se expone la censura al acceso a diversas páginas y sitios de internet (entre las que se encuentran youtube, spotify y aquellas que se consideran con contenido pornográfico) que las Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid están ejerciendo, se señala además que lo verdaderamente grave no se queda en la restricción por parte de las autoridades a dichas páginas, sino la visión y apoyo de los usuarios a esta actitud, considerando a la biblioteca como un lugar de estudios y no de pasatiempo.
¿En dónde, de qué manera o quién impulsó tan exitosamente esta idea equivocada de la biblioteca pública? El post me lleva a confirmar el porqué los usuarios prefieren otros sitios para estudiar, leer o recrearse, que es precisamente de lo que les hablaba la semana pasada en Las Bibliotecas vs los Starbucks. Sin embargo, creo que este asunto va más allá de las comodidades o “intelectualidades” con las que equipamos a nuestras bibliotecas para acercarlas o alejarlas de nuestros usuarios. Aunque bien se menciona en Deakialli Documental que un gran sector del gremio bibliotecario luchamos día con día para quitar este halo de inaccesibilidad y solemnidad a las bibliotecas; es evidente que no estamos enviando del todo bien el mensaje pues, por un lado, dentro del gremio hay quienes aún entienden a la biblioteca sólo como un espacio de estudio e investigación, por ende, de silencio y solemnidad; y por otro lado, de parte del usuario, existe esta idea incrustada de que así debe ser.
Como siempre lo he mencionado, no es responsabilidad del usuario saber qué es, cómo funciona y cómo se utilizan los recursos de las bibliotecas, en definitiva, el primer paso debemos darlo nosotros. Así que, no es su culpa pensar que así debe ser y que así deben funcionar las bibliotecas. Francamente y aunque me disguste bastante, no culpo a los usuarios por los comentarios e ideas vertidas en el artículo original; a mi me queda claro que aún no hemos encontrado la forma de transmitir la esencia real de la biblioteca pública; aunque muchos de nosotros nos esforcemos por hacerlo es evidente que en el gremio estamos utilizando distintos lenguajes.
Entonces cabe la pregunta ¿hasta donde llega nuestra función? estoy convencida que la nuestra no es una labor de censura, no está en nuestra responsabilidad decidir que sí o que no se va a leer en las bibliotecas, ni cómo debe el usuario utilizar los recursos; sino ser garantes de que éste llegue finalmente a su objetivo, sea con fines recreativos, de investigación o de estudio. Como se señala en el manifiesto IFLA/UNESCO sobre la biblioteca pública (1994), entre las misiones de la biblioteca pública está:
- crear y consolidar los hábitos de lectura en los niños desde los primeros años;
- prestar apoyo a la educación, tanto individual como autodidacta, así como a la educación formal en todos los niveles;
- brindar posibilidades para el desarrollo personal creativo;
- estimular la imaginación y creatividad de niños y jóvenes;
- fomentar el conocimiento del patrimonio cultural, la valoración de les artes, de los logros e innovaciones científicos;
- facilitar el acceso a las expresiones culturales de todas las manifestaciones artísticas;
- fomentar el diálogo intercultural y favorecer la diversidad cultural;
- prestar apoyo a la tradición oral;
- garantizar a los ciudadanos el acceso a todo tipo de información de la comunidad;
- prestar servicios adecuados de información a empresas, asociaciones y agrupaciones de ámbito local;
- facilitar el progreso en el uso de la información y su manejo a través de medios informáticos;
- prestar apoyo y participar en programas y actividades de alfabetización para todos los grupos de edad y, de ser necesario, iniciarlos.
Me quedo, entonces con la reflexión que hace Catuxa en su post y que nos debería dar para replantear nuestra labor social:
¿Qué piensan los “censores” de estas bibliotecas de la labor que están cumpliendo en Biblioredes ahora las Bibliotecas Públicas en Chile como mediadoras y catalizadores de información a tiempo real de los desaparecidos en el terremoto , ofreciendo acceso a Internet a la ciudadanía para los que necesiten?
Lo que está haciendo el gobierno de la Comunidad de Madrid, es claramente censura, y no respetar los derechos de los usuarios a la información. Y tienen una concepción de la biblioteca pública del siglo XIX, no del XXI.