El 8, 9 y 10 de junio se estuvo llevando a cabo la Semana Chilanga del Álbum Ilustrado (@del_semana), evento organizado por Luis Téllez (@pavidonavido), escritor y experto en literatura infantil y juvenil. Tres días, cuatro mesas de discusión, talleres de lectura en voz alta y narración oral para niñas y niños, además de exhibición y venta de álbums y productos ilustrados, todo ello con el fin de reflexionar, cuestionar y discutir sobre los claroscuros (que hay muchos) del libro álbum en la Ciudad de México.
Aunque se analizaron muchos temas, todos ellos necesarios, les platicaré algunos que me parecieron especialmente importantes:
Colorear la escritura fue la charla inaugural a cargo de Valeria Gallo y Ana Romero. Una mesa en la que se habló sobre el diálogo que debe o debería existir entre escritores e ilustradores durante el proceso de elaboración de un álbum ilustrado, además de tocar un poco las particularidades de estos materiales: ilustración a doble página, formatos, licencias que el ilustrador se pueda tomar, qué cuenta el texto y qué cuenta la imagen, la pertinencia de los temas y la creciente percepción de que se está publicando sobre pedido para abordar (un tanto forzadamente) temas espinosos, dejando de lado (quizá) la libertad creativa de escritor, ilustrador y editor.
En la mesa El álbum en la Ciudad de México hoy a cargo de Grace Silva, Alejandra Quiroz y Abril Castillo se presentaron algunos de estos materiales, pero también se puso especial énfasis en la responsabilidad no sólo social sino también ambiental al momento de editar estos libros tomando en cuenta la huella de carbono que deja el libro álbum, la validez o no de la autopublicación (sobre la que se dice que hay mucha basura y en la que yo a veces me pregunto si es necesariamente mayor que la que hay en las librerías con libros publicados tradicionalmente). Y una pregunta muyinteresante quedó abierta, ¿vale la pena talar árboles para poner un libro álbum en las manos de un lector?
Analizar para disfrutar, miradas críticas, a cargo de Ana Luisa Tejeda, Maya Aguayo y Paola Zorrilla, se analizaron algunos libros silentes (de los que les hablaré en una próxima entrega). También se habló sobre la ausencia de crítica especializada, lo que a mi gusto es un reflejo del prejuicio ya no sólo hacia la literatura para niños y jóvenes, sino hacia los libros a los que despectivamente se les llama “con dibujitos”. El principal problema de la falta de crítica especializada es que: 1) no se llegan a conocer estos materiales, 2) no se aprecian en su justa medida, y 3) cuando llegan a las escuelas, no se aprovechan lo suficiente porque los maestros en ocasiones no saben qué hacer con ellos.
En la última mesa Fabricantes de universos, editoriales independientes y libro álbum a cargo de Erika Olvera, Carlos González y Luis Tellez, se habló sobre los retos a los que se tienen que enfrentar las editoriales independientes para poder poner sobre la mesa un libro álbum: costo del papel e importación, pues en México sólo se produce papel bond; el rol que juega o debería jugar el Estado no sólo en la producción de estos libros, sino también en la promoción de la lectura; apostar a libros originales o ir a la segura comprando de derechos; cómo mover estos libros entre los lectores; por qué son costosos estos libros; el valor o daño que las ferias del libro hacen a librerías, etc. Paradójicamente, pareciera que son precisamente las editoriales independientes quienes más apuestan por el libro álbum a pesar de los pesares.
Algunas cosas que quizá para algunos resultaron incómodas, pero sobre las que es necesario seguir discutiendo y visibilizando:
La importancia de ver al libro álbum no sólo como un material destinado a los niños. Todos podemos ser consumidores de estos libros. No se trata de libros con dibujitos, sino de toda una propuesta donde hay narrativa en todos y cada uno de sus componetes.
La necesidad de capacitar y sensibilizar a padres, maestros, bibliotecarios y promotores sobre estos materiales. ¿Por qué son costosos y a qué nos referimos realmente con costoso?
La necesidad de información estadística, la necesidad de compartir experiencias y de generar información; quizá nos toque a los involucrados comenzar a hacerlo y no esperar programas oficiales con evaluaciones oficiales que lo último que buscan es investigar qué ocurre realmente, sino justificar programas. Un buen inicio de compartir experiencias ha sido esta semana; sin embargo, insisto, y creo que también en algún momento se mencionó, sin quitar responsabilidad al Estado, nosotros debemos comenzar a generar y compartir datos.
Al final me quedo con este tuit:
Hubo polémica en nuestras mesas, se dijeron cosas que a algunos no gustaron, se tocaron temas ásperos, sí. Es que nos disgusta la autocomplacencia, ver sólo lo bello de los libros sólo nos estanca. ¡Gracias a todas y todos por el diálogo! ¡Y la diáloga!
— Semana Chilanga del Álbum Ilustrado (@del_semana) June 10, 2018
Excelente, monumental y muy loable iniciativa de Luis Téllez para hablar sobre el libro álbum de manera más cercana y, como bien lo dice, sin ser autocomplaciente. Enhorabuena, creo que muchos ya estamos esperando una segunda, tercer, cuarta… semana del álbum ilustrado.
En abril pasado el INEGI publicó el Modulo de lectura MOLEC 2018 (sustentado en la Metodología Común para Explorar y Medir el Comportamiento Lector del CERLALC y la UNESCO), un estudio en el que se presentan datos estadísticos actualizados sobre el comportamiento de los lectores mayores de 18 años que residen en áreas con una población a partir de 100,000 habitantes y que considera como materiales de lectura libros, revistas, periódicos e historietas en formato impreso o digital, además de lectura de páginas de Internet o blogs.
El Módulo de Lectura MOLEC 2018 resulta por lo menos soprendente en lo relacionado con los lugares destinados a la lectura, donde no están los que se podrían considerar más naturales para estas actividades; con los tipos de lectura por sexo y con los formatos de lectura en los que por algún motivo no se incluye a los audiolibros y en donde la lectura en formato electrónico aún no despega y donde siguen sin aparecer los audiolibros. Acá algunos de los datos que encuentro más interesantes:
Quizá el dato más relevante, y no en un sentido positivo, es queel número de lectores mayores de 18 años ha ido disminuyendo paulatinamente: en 2015 era el 84.2%, 80.8% para 2016; 79.7% en 2017 y 76.4% en este 2018. Esto representa un descenso de casi 8 puntos porcentuales en sólo cuatro años. Aunque, recordemos también que hay algunos otros estudios que indican lo contrario.
De la población considerada por el Módulo de Lectura, 97.7% es alfabeta y de estos, el 76.4% declaró leer al menos uno de los materiales de lectura del MOLEC. De cada 100 personas, 45 han leído al menos un libro. Sin embargo, en 2015 eran 50 de cada 100.
Sexo y tipo de lectura:la proporción de lectores hombres es mayor que las mujeres, 80.1% y 73.1%, respectivamente. Sin embargo, es mayor el porcentaje de mujeres que leyó algún libro en los últimos 12 meses, 46.5%, frente al 43.6% de los hombres. Mientras que los hombres leen más periodicos, páginas en internet, blogs e historietas, 53.1%.
Lo que más se lee es literatura, 40.8%; los libros de texto se encuentran en segundo lugar con el 33.6%; los libros de autoayuda están en tercer lugar de lo más leído con 28.2%.
Formato: el 84.9% prefiere leer en formato impreso, 89% busca revistas impresas y 91.6% periodicos impresos y sólo el 10.7% leen libros en formato digital.
A pesar de esta diferencia notable entre los que leen en impreso y digital, el porcentaje de los lectores en este formato ha ido aumentando constantemente; mientras que en 2005 sólo era el 5.1 de la población mayor de 18 años, como ya vimos en 2018 este porcentaje se ha duplicado. Encuentro sumamente interesante este dato y me pregunto si realmente se trata de preferencia de un formato o, si esto se debe realmente a que la oferta sigue sin ser la misma en impreso y en electrónico, también puede ser que los lectores siguen sin conocer el formato electrónico, que el acceso no es el mismo, que los lectores no están acostumbrados y/o no confían en las compras electrónicas, etc.
Tiempo de lectura y nivel educativo: 39 minutos en promedio, aunque el nivel educativo si juega un papel esencial, por ejemplo, los lectores con al menos un grado de nivel superior leen en promedio 49 minutos; mientras que las personas con educación básica sin terminar, como es el caso de la secundaria leen en promedio 29 minutos.
Pero, ¿por qué lee la gente? Por entretenimiento 39.3% para los que leen libros y 65.6% para los que leen revistas. Los que leen periodicos (62.1%) lo hacen por “cultura general”.
Y ahora, ¿por qué no lee la gente? Falta de tiempo, 45.6%; falta de interés, 24.4%; y preferir otras actividades, 14.8%. Un trabajo en el que sin duda las bibliotecas y los/las bibliotecarios tenemos un gran trabajo pendiente para lograr que la lectura sea una actividad tan atractiva como cualquier otra al punto que la gente se haga un tiempo para leer.
¿Dónde se lee? el hogar es el principal lugar para la lectura, seguido del lugar del trabajo. Resulta curioso que las bibliotecas, espacios que podrían considerarse naturales para la lectura, no figuren entre los espacios destinados para la lectura, lo cual es un trabajo pendiente para los bibliotecarios. Me resulta sorprendente, extraño quizá, que el transporte público no aparezca como lugar destinado a la lectura.
Quiero cerrar este post con uno de los resultados al que las y los bibliotecarios debemos prestar especial atención: el papel de las bibliotecas. De acuerdo con los resultados del Módulo de Lectura: sólo el 9.8% de la población asistió a estos espacios para adquirir en préstamo materiales de lectura y sólo el 24.6% recibió en el hogar estímulo para asistir a estos espacios. Es decir, las bibliotecas siguen sin figurar como un espacio natural para la lectura y no se hace mucho desde la escuela y/o el hogar para fomentar su uso, pero menos desde la misma biblioteca para convertirse en espacios atractivos para la lectura. Mucho que hacer en este terreno.
Valdría la pena que para encuestas futuras se amplíe más el espectro de materiales de lectura donde se incluyan audiolibros; además que, como ya lo comenté, vale la pena revisar más el papel de las bibliotecas y del transporte público como lugares de lectura.
Esto no se acaba hasta que se acaba o, lo que es lo mismo, la celebración sigue y aprovechemos mayo mientras sigan llegando los regalos.
Así que hoy toca el turno de festejar con mi querida María Esther Pérez Feria. Mediadora de lectura y compañera de lecturas con quien he tenido el privilegio de coincidir gracias al Comité Lector de IBBY México. Esther es alguien a quien definitivamente tienen que escuchar hablar de un libro y con un libro, una verdadera delicia. A ella la encuentran en escuelas, festivales de poesía y ferias del libro, pero como este país es muy grande, entonces seguro que mejor la lean en Palabras para Darte Vuelo, el blog que comenzó en 2017 y al que le deseo larga, qué digo larga, vida infinita o bueno, larguísima.
Convencida y conocedora del valor y la utilidad de la poesía, de escuchar al otro, de leerle a alguien; su colaboración y regalo es precisamente un reflexión sobre este tema. Así que búsquense un lugar cómodo para leerla, en verdad lo vale.
Esther, mil y un gracias por aceptar ser parte de este festejo, gracias por traernos más poesía al blog.
¡Bienvenida!
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¿Para qué sirve la poesía?
María Esther Pérez Feria Palabras para darte vuelo, cultura escrita, niñas y niños Blog
Foto de Marco Esteban Mendoza
Para Verónica Juárez y sus diez años de aportes a la lectura en medios digitales.
En verdad, las palabras sueñan.
–Gaston Bachelard
¿Sirve para algo la poesía? ¿La poesía es útil en la infancia? Hay quienes declaran que la poesía no sirve para nada. A veces se acota esta idea y se dice que no sirve nada en sentido práctico o utilitario. Se cuestiona la utilidad de la poesía y se la ubica en un ámbito etéreo, sublime, alejado de lo terrenal, misterioso, casi sagrado. Sin embargo, yo cuestiono esta afirmación. Declaro, en cambio, que la poesía es harto útil para la vida cotidiana y que sirve para resolver la vida práctica que implica sobrevivir el día a día. Trataré de argumentarlo en este texto, comenzando por revisar qué es lo útil.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, “útil” es un adjetivo que, en su primera acepción, significa que “trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés”. Según esta definición, si lo útil produce provecho, entonces produce beneficio, ¿qué podríamos decir respecto de la poesía, ¿de qué índole sería dicho beneficio? Si la poesía es útil y produce beneficio, siguiendo a la RAE, lo es porque ¿produce comodidad? Atendiendo que, a su vez, el término comodidad implica una “cosa necesaria para vivir a gusto y con descanso”, es justo decir que la poesía es una especie de cosa necesaria, ideal incluso, para vivir y, más aun, para sobrevivir. Si bien, no siempre con descanso ni tan a gusto, al menos se sabe que ha ayudado a muchos poetas, a muchos lectores y a muchos lectores-oidores (Frenk, M.) a vivir y a estar en el mundo, gracias a los versos que dan oxígeno para evitar el ahogo que suele acarrear la rudeza de la vida. Porque, sin duda, hay versos que nos dan comodidad, en el sentido de acomodo, esto es, que nos ayudan a acomodarnos en el mundo, a encontrar nuestro lugar sobre la tierra.
Así pues, la poesía, como cosa útil, puede proveernos de esa comodidad. Visto desde otro ángulo, también podríamos pensar que la poesía se acomoda en nuestra experiencia como sujetos y como lectores, es decir, que se presenta en nuestra existencia de manera conveniente, oportuna, a nuestras emociones o momentos de vida. Incluso cuando la poesía llega a resultarnos incómoda, puede ser absolutamente pertinente cuando nos habla de frente, cuando repercuten sus ecos en nuestras moradas interiores. La poesía es útil porque pasa de ser una cosa, un objeto cultural de lenguaje,a configurarse como una experiencia y como una manera de estar en el mundo, como ese entrar en poesía (Jean, G.) para pulir la mirada, aguzar el oído, hablar con el corazón, sonreír con el cuerpo y vivir con sueños, magia y esperanza.
Para ampliar esta argumentación sobre la utilidad de la poesía como experiencia, vayamos a ejemplos concretos. La manera de hacerlo será ofrecer unas cuantas respuestas a la pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Cada respuesta se acompaña de un único ejemplo poético, esperando que sea convincente y, a reserva, de los ejemplos que cada lector de estas notas pueda aportar por su cuenta. Empecemos.
¿Para qué sirve la poesía?
La poesía sirve para crear un universo de ensoñación y música:
Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar. En una barquita de plata y cristal, ayer por la tarde los vieron pasar con Pedro Gorgojo, con Pancho Pulgar, con Juan Ropavieja y Aurora Boreal. ¡Qué suave era el viento, qué azul era el mar, qué blancas las nubes en lento vagar, qué alegres las islas de rojo coral! Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar.
(Nicolás Guillén)
La poesía sirve para jugar con las palabras, oyéndolas brotar como capullos:
Pájara pinta, jarapintada, limiverde, alimonada. Ramiflorida, picoriflama, rama en el pico, flor en la rama. Pájara pinta, pintarapaja, baja del verde del limón baja.
(Mirta Aguirre)
La poesía sirve para ver cómo llega la lluvia una tarde cualquiera:
La lluvia de pelo largo, la lluvia de fino talle, la que ensarta de chaquiras los abetos de la calle.
(Gilda Rincón)
La poesía sirve para esperar la llegada de un momento decisivo:
Cuando todavía no nace el último lirio y los ruidos quieren ya convertirse en tibia y maravillosa alegría de las nubes…
(Efraín Huerta)
La poesía sirve para confirmar por qué nos gustan nuestros amigos:
Me gustan mis amigos porque cantan canciones de cangrejos como si fueran los últimos piratas del planeta e imitan a los pájaros y luego ríen. me gustan mis amigos porque sé que estarán por mí esperando, esperando a que entremos juntos girando, girando en los juegos del aire y la fortuna debajo de las sombras, a un lado de los días, con la risa más grande de las nubes.
(María Baranda)
La poesía sirve para mirar el mar en una noche transparente:
Reflejos que de estrellas son la cuna, olas que son columpio de la luna. en tus aguas, espejo y tembladero, el cielo se cayó de cuerpo entero.
(Fernando del Paso)
La poesía sirve para sentir la llegada de las estaciones:
No son brasas colgando en la higuera, sino el verano que arde en el corazón desfallecido de los higos.
(Enriqueta Ochoa)
La poesía sirve para formular preguntas con ton y son:
¿Que sueñan los sueños? Y… ¿qué soñarán las camas? ¿Contarán las ovejas personas saltando vallas?
(Mar Benegas)
La poesía sirve para aprender a decir nuestro nombre verdadero:
me llamo arboleda con vuelo de lápices pájaros que escriben con picos de azúcar un sueño de mar con barcos de nieve viento de flores que cubren los techos de verdad mi nombre es riachuelo cereza bañada por dicha violeta madrugada de escarcha y una taza de té me llamo amapola con vestido blanco pero mis papás me dicen Céline
(César Arístides)
La poesía sirve para mirar el mundo a través del vuelo iridiscente de una libélula:
Naciste de una gota –inmóvil prendedor de laca en los cabellos de la hierba–. Ayer bendijo Basho en un haikú tus alas. Trébol de vidrio, trébol de cuatro hojas, hábil equilibrista en la cuerda del junco desde el arco de la isirada flecha de tu vuelo. Libélula alazul alabélula. Frágil vitral, libélula, libéranos, porque cada mañana nos conmueven tus espejos en los que estamos vivos.
(Ramón Iván Suárez Caamal)
La poesía sirve para llorar:
Estoy llorando derramando lágrimas. No te preocupes me dicen. (Donde quiera que me paro, donde siembro mis pies, revientan las flores de sal).
(Mardonio Carballo)
La poesía sirve para nacer y ser en la otredad:
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, ¿todos somos
la vida? pan de sol para los otros,
¿los otros todos que nosotros somos?,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros
(Octavio Paz)
La poesía sirve para descubrir los colores:
Un día descubrí el amarillo. Y pensé que el sol, la miel y los canarios cabían dentro de él. También el verano y la vainilla. ¿Y el zumbido de las abejas? Lo pensé durate todo el día. Y supe que el zumbido de las abejas vivía en varios colores a la vez. Era amarillo. También violeta, naranjo y verde claro.
(María José Ferrada)
La poesía sirve para constatar que las cosas importantes se pueden guardar en una cajita:
En una cajita de fósforos se pueden guardar muchas cosas. Un rayo de sol, por ejemplo, (Pero hay que encerrarlo muy rápido, si no, se lo come la sombra.) Un poco de copo de nieve, quizá una moneda de luna, botones del traje del viento, y mucho, muchismimo más.
(María Elena Walsh)
La poesía sirve para recordar la luz de la infancia:
No cabe duda: de niño a mí me seguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.
(Alfonso Reyes)
La poesía sirve para saber qué es el tiempo:
—¿Qué es el tiempo, abuela? —Es el viaje de la semilla al árbol, el vuelo que nadie recuerda, la ola convertida en sal, la roca que se hace arena. Y esa playa por donde vuela una gaviota y lleva en su vientre una arboleda. »El tiempo son las niñas que se convierten en abuelas.
(Excilia Saldaña)
La poesía sirve para ver la luz de nuestro propio canto:
Si no fuéramos ciegos, cantaríamos en la oscuridad, para acompañarnos.
(Luis Cardoza y Aragón)
La poesía sirve para encontrar consuelo:
Perdiste a tu mejor amigo. No intentaste ningún viaje. No tienes coche, ni barco, ni tierra. Pero tienes un perro.
(Carlos Drummond de Andrade)
La poesía sirve para esperar la llegada de la paz:
Será cuando la luna se despida del agua con su corriente oculta de luz inenarrable.
(Roque Dalton)
La poesía sirve para imaginar el tamaño del mar:
Fuensanta: ¿tú conoces el mar? Dicen que es menos grande y menos hondo que el pesar.
(Ramón López Velarde)
La poesía sirve para encontrar remedios naturales a muchos de nuestros males:
La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas. Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Lleva siempre un frasquito con aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados. Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.
(Jaime Sabines)
Podríamos seguir con muchos más ejemplos, que seguramente cada lector podrá ampliar. Ahora, es momento de plantear algunas conclusiones.
Conclusión primera: la poesía es harto útil, ya que sirve para todo lo aquí soñado. Si no es así, si la poesía no nos desvela de asombro el universo, si la poesía no nos cura las heridas con sus ecos y silencios, si no nos salva del odio y el miedo, si no nos da aliento en medio del desierto, si no nos sostiene en el mundo, si no nos regala un prisma de luz para mirarnos, mirar a los otros y mirarnos en los otros, si no nos ayuda a cruzar los territorios más oscuros, los más desolados, si no nos anima a encontrar una voz propia, si no nos devuelve la esperanza, si nos nos arropa frente al vértigo de la vida, si no nos ayuda en la deconstrucción y reconstrucción del ser que somos con su música, belleza y poder del lenguaje… Si no es así o, mejor dicho, si no fuera así, entonces, la poesía no serviría para nada.
Conclusión segunda: la poesía debería ser parte de toda canasta básica, para tomarla y servirla con el desayuno y la merienda. Sería estupendo, en los hospitales de maternidad, dar la bienvenida al mundo a cada bebé con un paquete con pañales, ungüento y un libro de arrullos y de lírica popular de tradición infantil. Dar un libro de poesía como regalo en cada cumpleaños. Imaginemos dar poesía a los niños y las niñas como postre después de la merienda, un poema leído en voz alta o susurrado antes de ir a la cama o de apagar la luz, para acompañar su entrada al mundo de los sueños. En las escuelas, ni se diga, la poesía debería ser tan importante como el desayuno escolar, tan imprescindible como la hora del recreo. Pensemos qué sucedería si al abrir su lonchera, además de la torta y la fruta, los niños encontraran un papelito con unos cuantos versos para acompañarlos en el recreo. Si cada día damos la bienvenida al aula o nos despedimos al final de la jornada con la lectura en voz alta de un poema. Así nada más, como un regalo para iniciar el día o despedirnos y desear la buenaventura: dejar ¡que la poesía nos acompañe!
Conclusión tercera: la poesía no sirve para resolver otras necesidades que a veces se le han exigido, por cierto, con resultados desastrosos para la poesía misma y para los lectores y oyentes. Si usted desea que sus niños, niñas, hijos, alumnos o vecinos, aprendan a leer o la buena ortografía, a declamar histriónicamente, a dar un bonito regalo el día de la madre o del maestro, o aprendan “valores”, POR FAVOR, NO lo intente a través de la poesía. Para esos otros menesteres hay excelentes diccionarios y manuales de gramática y escritura, estupendos talleres de teatro, hojas y lápices para que los mismos niños escriban y expresen lo que les inspiran directa y auténticamente sus propios padres y maestros. Y, en el caso de los valores, los que sean, éstos siempre se enseñarán mejor con el ejemplo vivo que usted muestre y demuestre en su actuar diario y, en especial, frente a quienes desee educar. La poesía, eso sí le digo, no sirve para esos fines.
Amazon lanzó el día de hoy Prime Book Box, un nuevo servicio de suscripción exclusivo para los miembros Prime con el que recibirán de forma mensual, bimestral o trimestral, un paquete con dos libros infantiles en pasta dura o bien, con cuatro libros infantiles en edición cartoné. En ambos casos la selección puede ser clásicos de la literatura infantil, novedades editoriales o el libro que se adapta a la edad del lector.
El costo mensual del Prime Book Box de Amazon es de USD$22.99 (aprox. MX$435.00 dependiendo de lo voluble del tipo de cambio y del presidente en turno) con lo que Amazon presume que el cliente estará ahorrando hasta un 35% sobre el precio de lista.
Los libros están divididos en cuatro edades: bebés y hasta dos años, de 3 a 5 años, de 6 a 8 y de 9 a 12. Para ello Amazon ha curado los libros mejor calificados por sus usuarios y los editores de Amazon Books.
El procedimiento parece bastante simple: 1) el usuario de este servicio determina las preferencias lectoras y señala la periodicidad con la que desea recibir sus paquetes de libros, 2) Amazon realiza la curaduría y el usuario decide de un listado comentado qué libros quiere recibir, aunque también está la opción de recibir los libros sin conocer este listado, y 3) recibir el paquete de acuerdo con la periodicidad previamente señalada.
Prime Book Box de Amazon: mediación lectora o mercadotecnia
Aunque generalmente me gustan los distintos servicios de Amazon, el Prime Book Box me causa conflicto por varias razones:
No me fío de la selección de libros basada en la calificación de otros usuarios. Si bien es cierto que muchas de mis compras de libros se basan en la revisión de reseñas; al final soy yo quien decide si ese libro que tiene 3 estrellas y una reseña poco favorecedora merece una oportunidad o si, por lo contrario, ese libro que ya es best seller y tiene todas la reseñas y las estrellas realmente vale la pena. Decidir sobre una lista de los libros mejor calificados y curados por los editores de Amazon no garantiza calidad, sino popularidad.
No me fío del criterio de los padres para seleccionar de entre una lista de libros de cuya selección, como ya lo dije, tampoco me fío. Aceptémoslo, no todos los padres son lectores, basta con ir a bibliotecas, librerías o ferias del libro para escuchar las barbaridades en las que algunos padres basan las selecciones literarias para sus hijos: “Este libro es muy caro, mejor llévate el de princesas”, “Llévate los libros de Disney”, “Éste libro no porque habla de X tema que mi hijo/a no comprende”, “Quiero un libro con dibujitos”, y un nutrido y exasperante etcétera. No todos, es cierto; que hay padres que conocen muy bien a sus hijos, sí; que hay padres lectores que han formado hijos lectores con la suficiente autonomía para seleccionar su próxima lectura sin dejarse influir por la popularidad de un libro bien calificado, también.
Esto me lleva a pensar en el papel que realiza la figura o figuras de las que sí me fío en algo tan crítico como la selección de un libro, EL LIBRO, para un niño o una niña: el bibliotecario infantil y el mediador de lectura. Quienes en mayor o menor medida conocen los libros, conocen al lector, conocen a los padres y esto les brinda la posibilidad de saber guiarlos hacia el libro ideal para el lector o lectora.
Prime Book Box de Amazon no es un servicio barato, aunque presuma de hacernos ahorrar hasta un 35%, repito, no garantiza calidad. Los bibliotecarios y los mediadores llevamos años haciéndolo, así que alguna garantía debemos de ofrecer. Esto me lleva a recordar lo que escribía Toño Malpica hace poco:
Fue hace casi cuarenta años que un bibliotecario puso en mis manos los primeros libros que verdaderamente me hicieron salir de mi cuerpo…
Dudo mucho que un servicio como el de Prime Book Box de Amazon, con listas de libros curados y populares logren esa catarsis en los lectores. En caso de duda, acuda a su biblioteca pública, a su sala infantil o a su biblioteca infantil de confianza, se van a ahorrar USD$22.99 y de paso tendrán la oportunidad de elegir entre un acervo mucho mayor que, además ya fue previamente seleccionado.
Hoy es el Día Internacional del Libro 2018 y, ¿qué más puedo decirles? Festivales, presentaciones de libros y distintas actividades durante todo el fin de semana y hoy no han faltado. Este blog no es la excepción, así que acá va mi recomendación lectora para celebrar lo que queda de este día y también de abril que, como ya vimos, es un mes muy literario.
En esta ocasión la propuesta de celebración es de un solo libro, delgadito sí, pequeño sí, pero no por ello menos intenso. Se trata de Busca mi esquela y Primer amor, la lectura de dos cuentos cortos que surgió a raíz del maratón #GuadalupeReinas, propuesta por las lectoras del grupo LibrosB4Tipos a finales de 2017 y de la que hace tiempo tenía muchas ganas de platicarles.
Busca mi esquela / Primer amor
Dos novelas. Busca mi esquela nos cuenta la historia dos enamorados, una joven y un hombre maduro, que viven un tórrido romance sin futuro. Con toques de fantasía en la que no se sabe realmente quién es la mujer o incluso si existe. En Primer amor, dos mujeres, madre e hija, viven en la época de la posguerra en un poblado de la costa de Francia; ahí conocen y se hacen amigas de un grupo de prisioneros alemanes, aunque no sea bien visto por el resto de los pobladoras. Una relación que, como lo vimos en Busca mi esquela, tampoco está destinada a terminar bien.
De Elena Garro hace tiempo había leído La culpa es de los tlaxcaltecas una historia antologada en La tienda de los sueños: un siglo de cuento fantástico mexicano por Alberto Chimal –otro libro que por cierto, también es un recomendado para acercarnos un poco al cuento mexicano–. Y aunque es un cuento que me dejó un gran sabor de boca; creo que en definitiva Busca mi esquela y Primer amor han sido mi primer acercamiento de lleno a la autora, un acercamiento que me ha dejado con ganas de más, mucho más de la que es considerada una de las iniciadoras del Realismo Mágico, aunque a ella no le gustaran mucho las etiquetas en la literatura.
Estas dos historias de amores imposibles están repletas de nostalgia, tristeza y de lo que no pudo ser. La prosa es elegante y logra transmitir esa desesperación por cumplir con lo establecido mientras el corazón dicta algo distinto. Dos cuentos cortos que son además el pretexto perfecto para comenzar a conocer la obra de una gran autora mexicana que, infortunadamente, no es lo suficientemente reconocida.
Ficha Título: Busca mi esquela / Primer Amor Autora: Elena Garro Pie de imprenta: México: Castillo, 1998. Calificación: *****
Pues ya está, espero que hayan tenido un Día Internacional del Libro 2018 lleno de muchas actividades, lecturas, ferias del libro, compras de libros o visitas a bibliotecas.
La Fundación SM con subvención del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España publica el Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil 2017, un documento en el que se presentan datos estadísticos y situación del libro infantil y juvenil en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España (con producción en catalán, gallego y vasco), México, Perú, Puerto Rico y República Dominicana, publicados en 2015 y 2016. Además por primera vez aparece un artículo sobre literatura infantil y juvenil en español en Estados Unidos.
Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil en lo general
En el panorama general, algunos datos que me parece importante rescatar:
Aunque la industria editorial española se ha visto afectada, la producción de literatura infantil y juvenil está creciendo: en 2015, dos de cada cien libros publicados en España era literatura infantil y juvenil; en total 12,705 títulos de los 80,181 publicados.
De acuerdo con el CERLALC, los países de mayor producción editorial infantil y juvenil en América Latina son Brasil, México, Argentina y Colombia. En 2015 se publicaron 14,000 títulos de un total de 197.587.
El libro álbum es el de mayor riqueza y el que mayor impulso está teniendo en la producción infantil y juvenil en España y América Latina.
Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil: México
Por obvias razones me quiero detener en el capítulo México, que corrió a cargo de Carlos Sánchez-Anaya Gutiérrez, editor, escritor y antólogo especializado en literatura infantil y juvenil. Sánchez-Anaya nos presenta su visión particular del panorama nacional, aunque no por ello menos involucrada y conocedora del tema. Acá algunos puntos interesantes:
La literatura infantil y juvenil mexicana, a pesar de las constantes crisis que vive el país no sólo se mantiene a flote, sino que está creciendo a pasos agigantados. De las 231 editoriales registradas en 2016 en la Caniem (Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana), 97 cuentan en su catálogo con producción infantil y juvenil.
Leer libros no es comprarlos. Un apartado pequeño que, sin duda da para una disertación que quizá derivaría en una publicación exclusiva. Aquí Sánchez-Anaya atisba un poco sobre el tema de los índices lectores en nuestro país y las campañas de fomento lector, poco exitosas en su abrumadora mayoría para el consumo de literatura. La visión del editor en este punto, yo la cambiaría por mi visión como bibliotecaria y mediadora: comprar libros tampoco es necesariamente leerlos. Coincido sin embargo, en que es necesario dar un valor a la industria editorial, pero esto tampoco puede ir sólo. Campañas planificadas y ejecutadas por especialistas que sí conocen del tema –y no por discursos huecos “buenahondita” sobre el “valor de la lectura”– como bibliotecarios, mediadores, docentes y, sí, editores, redundarán no sólo en que se escriban y publiquen, sino también en que se compren y, lo más importante, que se lean libros.
El surgimiento de pequeños sellos editoriales, de la mano del destacado trabajo que están realizando editoriales independientes ya existentes como Petra, Ediciones El Naranjo, Ediciones Tecolote, CIDCLI, Amaquemecan, Artes de México, a pesar de las crisis y de la competencia de las moles editoriales.
Todo lo anterior no sería posible sin la gasolina que eche a andar la industria, es decir, el autor. Coincido con el Sánchez-Anaya en que en México se vive como nunca antes una buena época de autores e ilustradores de libros para niños y jóvenes, además de autores que comienzan a incursionar en la escritura dirigida a este rubro.
A pesar de las crisis, a pesar de que carguemos con el peso de un país no lector, lo cierto es que hay una producción sólida de libros para niños y jóvenes, y un destacado catálogo de autores e ilustradores. Falta lograr que las ferias, los premios, las campañas y programas de fomento lector se encaminen correctamente para lograr que los libros lleguen a su destinatario, ya sea a través de la compra en librería o del préstamo en biblioteca, espacio último del que poco se habla pero que, sin duda, el quizá el que tiene mayor potencial para poner todos estos libros sobre la mesa del lector.
El Observatorio Iberoamericano de Cultura y Educación (OPI), perteneciente al CERLALC, publicó el dosierBebés lectores: ¿cómo leen lo que aún no leen?, dirigido principalmente a los y las involucrados con los libros y la lectura en la primera infancia.
Un documento que pone sobre la mesa el tema de la lectura en niños y niñas que aún no han sido alfabetizados; algo que, sin duda, abre la posibilidad de reconocer que el acto de leer no se limita a “Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados“, tal como nos lo dice la RAE en su primera acepción, sino que hay muchas formas de lecturas y que los niños no alfabetizados comienzan leyendo el mundo.
Poco antes de nacer, los bebés escuchan y sienten el latido del corazón de sus madres y lo interpretan como prisa, desasosiego, calma, enojo, alegría, paz o tormenta. Escuchan las voces de sus seres cercanos, las leen, las significan y se alegran o sienten miedo. Una vez fuera de la madre, leen con avidez el ruido y el silencio, el frío y el calor o la distancia que existe entre ellos y el objeto más próximo…
–Luz María Chapela.
Este dosier también recalca la importancia de “…leer con los niños desde su más temprana edad y de desarrollar con ellos, en el contexto familiar y cotidiano, actividades en torno a la lectura de diversos textos.” Además de la importancia que la lectura tiene en el proceso de la construcción del sentido, del ser.
Un apartado que encontré particularmente interesante fue el de Bebés, niños pequeños y dispositivos digitales en el que Carola Martínez da espacio para las voces tanto a favor y como en contra del uso de dispositivos móviles en la primera infancia. Desde luego y como lo menciona Martínez, plantear el tema de ofrecer dispositivos digitales a los bebés lectores es adentrarnos en distintos estudios que enumeran tanto los peligros, pero también aquellos que mencionan las ventajas del uso de estos dispositivos en edades tan cortas.
Como ya lo he mencionado en otras ocasiones, nos falta mucho para saber realmente cuál será el impacto la lectura en pantalla a futuro; sin embargo, debemos entender que estamos asistiendo a una época en la que existen distintas formas de lectura y que la lectura en pantalla nos exige habilidades distintas a la lectura en papel, así como en algún momento, exigió habilidades distintas enfrentarse a un códice o a un libro manuscrito.
Leer en formato digital necesita otras habilidades. El lector debe también conocer la aplicación, conocer las funcionalidades y manejar las herramientas, lo que prepara al pequeño lector para afrontar el desafío de incorporarse a un mundo donde estas destrezas le serán de gran utilidad.
Pero más allá de los supuestos beneficios o peligros que nos puedan traer las pantallas a los bebés lectores y lectores de otras edades, debemos prestar atención a algo más importante y es que los libros, independientemente de si son impresos o digitales, enfrentan “…la sutil frontera entre un juego y un libro“. Es decir, hay demasiada interactividad en los libros y se corre el riesgo de perder la historia.
Además de las distintas colaboraciones de especialistas en el tema, el dosier incluye un video en el que Francisco Leal Quevedo explica el papel que juega la lectura en el proceso de desarrollo del cerebro y las distintas conexiones neuronales.
Se acerca el fin de año y, con ello, el recuento de lo logrado o no del año que se va, pero también la intención, deseos o propósitos de lo que esperamos sea el año que viene; para algunos lectores o personas que se proponen comenzar a leer, siempre está el famoso reto de lectura.
Como muchos sabrán, nunca he sido partidaria de los retos de lectura, ya en otro momento me extenderé sobre este tema, pero el que les traigo hoy me resulta particularmente interesante y no puedo permanecer ajena. Se trata Maratón de lectura #GuadalupeReinas que, haciendo alusión al tan famoso Guadalupe-Reyes (la temporada en la que en México la pasamos de fiesta en fiesta, reuniones y comilonas y que comienza el 12 de diciembre con el día de la Virgen de Guadalupe, posadas, navidad, año nuevo y finaliza con el Día de Reyes el 6 de enero, algunos lo extienden hasta en Día de la Candelaria, en fin), lanzan las grandiosas chicas lectoras de Libros b4 Tipos.
De qué se trata el Maratón de lectura #GuadalupeReinas, es una invitación a que durante este periodo Guadalupe-Reyes (12 de diciembre 2017 a 6 de enero 2018) leamos 10 libros escritos por mujeres, de ahí lo de reinas y no reyes. Pues eso, son 10 libros escritos por mujeres y cubren el cómic, poesía, clásico, LIJ, no-ficción, ciencia ficción o fantasía, autora favorita, autora galardonada, autora latinoamericana, autora galardonada.
En lo personal, no sé si me de la vida para leer en menos de un mes todos estos libros, en especial con el tiempo que le quiero dedicar a cada uno; sin embargo, eso no quita que no me vaya a sumar al reto. Así que ya comencé a seleccionar algunos libros que en mi maratón de lectura #GuadelupeReinas personal leeré durante estos últimos días de 2017 y algunos meses de 2018. Acá dejo mi listado, aunque seguramente se irán sumando escritoras:
Un libro de poesía: El viento comenzó a mecer la hierba de Emily Dickinson, aquí tomé la recomendación de Libros b4 Tipos.
Un libro infantil o juvenil: Orfeo de Martha Riva Palacio Obón y El fantasma de la casa del lago de Ana Romero. Y pienso seguir con Liliana Bodoc, Monica Brozon y
Un libro de una autora latinoamericana: La noche del polizón de Andrea Ferrari.
Libro leído en alguna LC de Libros b4 Tipos: aún no lo tengo muy claro, aunque probablemente me quede con La mujer habitada de Gioconda Belli.
Un libro de no ficción-ensayo: Madres arrepentidas de Orna Donato, El ingenio de los pájaros de Jennifer Ackerman, éste ya lo leí en inglés pero bien vale la pena una relectura y Lecturas: del espacio íntimo al espacio público de Michèle Petit.
Cómic, novela gráfica o libro ilustrado: Persépolis de Marjane Satrapi. Aunque si están tan perdidos/as como yo en el tema, acá la querida Áurea Esquivel nos da varias pistas.
Un libro de una autora galardonada: Busca mi esquela & Primer amor de Elena Garro.
Libro de ciencia ficción o fantasía: El castillo ambulante de Diana Wynne Jones, otra relectura
Un libro clásico: Cumbres borrascosas de Emily Brontë, una buena oportunidad de relectura y Orgullo y prejuicio de Jane Austen, autora a quien nunca he leído.
Libro de tu autora favorita (o de tus preferidas): Las sirenas sueñan con trilobites y Ella trae la lluvia, ambas de Martha Riva Palacio Obón.
Pues ya saben, sé que ya corrieron los dos primeros días del maratón, pero aún están a tiempo para sumarse. Agradezco a Libros b4 Tipos por poner un maratón de lectura tan interesante para acercarnos a las escritoras.