Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil 2017

Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil 2017La Fundación SM con subvención del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España publica el Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil 2017, un documento en el que se presentan datos estadísticos y situación del libro infantil y juvenil en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España (con producción en catalán, gallego y vasco), México, Perú, Puerto Rico y República Dominicana, publicados en 2015 y 2016. Además por primera vez aparece un artículo sobre literatura infantil y juvenil en español en Estados Unidos.

Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil en lo general

En el panorama general, algunos datos que me parece importante rescatar:

  • Aunque la industria editorial española se ha visto afectada, la producción de literatura infantil y juvenil está creciendo: en 2015, dos de cada cien libros publicados en España era literatura infantil y juvenil; en total 12,705 títulos de los 80,181 publicados.
  • De acuerdo con el CERLALC, los países de mayor producción editorial infantil y juvenil en América Latina son Brasil, México, Argentina y Colombia. En 2015 se publicaron 14,000 títulos de un total de 197.587.
  • El libro álbum es el de mayor riqueza y el que mayor impulso está teniendo en la producción infantil y juvenil en España y América Latina.

Anuario iberoamericano sobre el libro infantil y juvenil: México

Por obvias razones me quiero detener en el capítulo México, que corrió a cargo de Carlos Sánchez-Anaya Gutiérrez, editor, escritor y antólogo especializado en literatura infantil y juvenil. Sánchez-Anaya nos presenta su visión particular del panorama nacional, aunque no por ello menos involucrada y conocedora del tema. Acá algunos puntos interesantes:

La literatura infantil y juvenil mexicana, a pesar de las constantes crisis que vive el país no sólo se mantiene a flote, sino que está creciendo a pasos agigantados. De las 231 editoriales registradas en 2016 en la Caniem (Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana), 97 cuentan en su catálogo con producción infantil y juvenil.

Leer libros no es comprarlos. Un apartado pequeño que, sin duda da para una disertación que quizá derivaría en una publicación exclusiva. Aquí Sánchez-Anaya atisba un poco sobre el tema de los índices lectores en nuestro país y las campañas de fomento lector, poco exitosas en su abrumadora mayoría para el consumo de literatura. La visión del editor en este punto, yo la cambiaría por mi visión como bibliotecaria y mediadora: comprar libros tampoco es necesariamente leerlos. Coincido sin embargo, en que es necesario dar un valor a la industria editorial, pero esto tampoco puede ir sólo. Campañas planificadas y ejecutadas por especialistas que sí conocen del tema –y no por discursos huecos “buenahondita” sobre el “valor de la lectura”– como bibliotecarios, mediadores, docentes y, sí, editores, redundarán no sólo en que se escriban y publiquen, sino también en que se compren y, lo más importante, que se lean libros.

El surgimiento de pequeños sellos editoriales, de la mano del destacado trabajo que están realizando editoriales independientes ya existentes como Petra, Ediciones El Naranjo, Ediciones Tecolote, CIDCLI, Amaquemecan, Artes de México, a pesar de las crisis y de la competencia de las moles editoriales.

Todo lo anterior no sería posible sin la gasolina que eche a andar la industria, es decir, el autor. Coincido con el Sánchez-Anaya en que en México se vive como nunca antes una buena época de autores e ilustradores de libros para niños y jóvenes, además de autores que comienzan a incursionar en la escritura dirigida a este rubro.

A pesar de las crisis, a pesar de que carguemos con el peso de un país no lector, lo cierto es que hay una producción sólida de libros para niños y jóvenes, y un destacado catálogo de autores e ilustradores. Falta lograr que las ferias, los premios, las campañas y programas de fomento lector se encaminen correctamente para lograr que los libros lleguen a su destinatario, ya sea a través de la compra en librería o del préstamo en biblioteca, espacio último del que poco se habla pero que, sin duda, el quizá el que tiene mayor potencial para poner todos estos libros sobre la mesa del lector.

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