Esta ilustración me trajo a la mente cuando estás haciendo trámites de titulación y lo último que quieres es enterarte que no has devuelto uno o varios libros en… ¡”42 años”!
Cada vez estoy más convencida que el amor por el libro es algo que no terminará nunca, ni el amor o culto por el libro-objeto y mucho menos el amor por el libro-contenido. No es de extrañar que Pinterest, la red social de más reciente creación y que está gozando de gran aceptación, tenga entre sus principales categorías una dedicada a los libros. Tumblr es otra red donde varios de sus usuarios acostumbran circular imágenes (además de gatitos, perritos y demás monadas de animales) relacionadas precisamente con el mundo del libro y el culto al libro-objeto.
No se si esto se deba al viejo y conocido amor por el libro-objeto, a que los más jóvenes comienzan a ver al libro impreso como una curiosidad retro (recordemos la fama que tiene hoy en día Instagram y sus filtros emulando film o polaroid), a un intento por rescatar (en una guerra sin sentido y llena de nostalgia) al libro impreso de “las garras” del libro electrónico y hacerlo visible en un mundo donde cada vez impera más la tecnología y la pantalla, o no se si esto se deba a que simplemente agrego a contactos relacionados con el mundo del libro y por eso me llegan más ilustraciones, imágenes y fotografías sobre el libro-objeto-contenido y por ello, me da la impresión de que este culto está más vivo que nunca.
En fin, toda esta digresión porque recientemente me encuentro con Books on books, una serie de ilustraciones del artista británico Jonathan Wolstenholme cuyo protagonista principal son los libros descritos por los mismos libros. De hecho, Wolstenholme se ha caracterizado por su trabajo enfocado al amor por el libro; aunque todas me han gustado, mis preferidas son Cross references, Books on books y Pulling strings.
Crime writer
Una serie de 15 ilustraciones que no se pueden perder, las encuentran en Artfinder y, quién sabe, quizá hasta se lleven una a casa, según veo, distribuyen a varios países incluido México; así que, qué mejor manera de rendir culto al libro y de homenajear el trabajo de este ilustrador que con un Libro en Libro colgando en nuestra pared.
En un ataque de autoritarismo se me ocurre que este cartel me gusta y que hasta lo pondría en el lugar más visible de la biblioteca, digo, para aplicar con los usuarios aquello de la letra con sangre entra. Pero mejor no, volvamos a las bibliotecas amigables. 😉
Aunque con anterioridad ya he hablado en este blog sobre el tema del olor de los libros, parece que últimamente está de moda y recientemente me encuentro en TeleRead un video de AbeBooks donde se explica que el característico olor del libro antiguo se debe a los VOCs o Compuestos Volátiles Orgánicos, es decir, los materiales orgánicos con los que está hecho un libro (pegamento, papel, tinta, etc.) y que al reaccionar con el medio ambiente (principalmente calor y humedad) causan el olor característico que a muchos vuelve locos. Este es sólo uno de los muchos mitos sobre la conservación de libros antiguos y el olor del libro.
Debemos advertir entonces a todos estos nostálgicos que ponen en el olor el principal valor de un libro impreso, haciendo muchas veces caso omiso al valor por su contenido; que el clásico olor del libro impreso no es otra cosa que el olor a descomposición de los materiales con los que está hecho y que son también responsables de la acidez del papel que terminará degradándose con el paso del tiempo; especialmente de aquellos volúmenes publicados entre los siglos XIX y XX y en los cuales se usó papel más ácido que el utilizado en siglos anteriores, razón principal por la que estos últimos se han conservado en mejores condiciones de lo que podrán hacerlo los libros publicados en el siglo pasado y que nosotros venimos leyendo.
Algo que también se explica en el video y que para mi fue una sorpresa es que el papel y el resto de compuestos del libro no sólo son capaces de producir olor gracias a los VOCs, sino también pueden absorberlos, especialmente el olor a tabaco –si duda una razón más para evitar los cigarrillos en bibliotecas propensas a incendios y a guardar estos olores–.
Por último, seguramente todos los que hemos pasado por bibliotecología ya lo sabemos, pero no está de más advertir que la mejor manera de conservar nuestros acervos es colocándolos en lugares secos y lejos del sol.
Y ya que estamos en el tema de la conservación de materiales, aprovecho también para comentarles que gracias a Gerardo Sifuentes me entero que el uso de los guantes de algodón en colecciones antiguas más que proteger a los libros, puede llegar a ser dañino. Según un artículo publicado en 2005 (¡sí, ya se que son 7 años de distancia!) en la revista International Preservation News, los guantes de algodón guardan más grasa de la que se encuentra en las manos, de hecho, los dedos no tienen glándulas sebáceas y por lo tanto, no hay grasa de la cual proteger a los libros.
El algodón de los guantes tiene también la capacidad de absorber otras sustancias que se utilizan en la mesa de trabajo (por ejemplo, residuos de limpieza) o bien, sustancias que usamos diariamente, como cremas, maquillaje, restos de comida e incluso polvo; y, lo que es más interesante es que el calor producido por estos guantes, provoca que las manos suden (no hay glándulas sebáceas pero sí de sudor) y que todo esto se mezcle y dichas sustancias pasen inmediatamente al papel del libro, que, como ya se explicó al inicio, al entrar en contacto con los VOCs del libro, contribuyen al rápido deterioro.
¿Qué podemos hacer entonces?
Disfrutar el libro sin ninguna barrera de por medio.
Sí, no se angustien, ya se que los responsables de colecciones antiguas se van a ir de espaldas. Lo mejor es entonces volver a lo básico, es decir, mantener las colecciones en lugares limpios, libres de polvo, secos y alejados del sol o de las inclemencias del medio ambiente, y para su manipulación lo más recomendable es lavar vigorosamente las manos con jabón normal (me atrevería a recomendar neutro) previo al uso de estos documentos.
Si eres de piel sensible, la conservación de las manos ya es “harina de otro costal“, ¡je!
¿Alguna vez se han preguntado cómo se dice “libro” en las distintas lenguas indígenas que existen en México?
Y nada, que estoy regresando de uno de los viajes más interesantes que he realizado por varios estados de la República Mexicana. A pesar de que siempre trato de que sea así, en esta ocasión tuve la oportunidad de regresar a estados como viajera y no como turista, esto te da definitivamente una perspectiva muy distinta de la visita y te permite hablar del lugar y la gente y no limitarte a lo bonita que era la fuente o el monumento histórico tal. Es en definitiva más enriquecedor y dejan muchas ganas de volver para conocer más.
Cuando llegué a Chiapas pude compartir algunos días con Tzeltales (uno de los grupos étnicos más grandes de Los Altos de Chiapas), así como con Chamulas (uno de los grupos étnicos más importantes de todo el Estado), ambos, descendientes de los mayas.
Aunque en esta ocasión no me fue posible realizar recorridos fotográficos por las bibliotecas de los diferentes lugares visitados, como buena bibliotecaria que soy no perdí la oportunidad de preguntar sobre libros; así que en Chiapas aprovechando la cercanía con otra lengua, no me quise quedar con las ganas de saber algo sobre los “libros” en una lengua que aunque no es la mía, también forma parte de las raíces de México; cosa que me tiene muy contenta y que aquí les comparto, espero me disculpen si cometo algún error en la ortografía:
EN TZELTAL
Jun: libro o cuaderno
Snail Jun: casa del libro.
Kanan Jun: cuidador de libros
En Tzeltal no existe un vocablo específico para “biblioteca” y tampoco para “bibliotecario,” así que, por aproximación, estos serían los vocablos más cercanos a los del español.
EN TZOTZIL
Vun: libro
Snail Vun: casa del libro
K’el snail vun: bibliotecario, el que cuida los libros.
Al igual que en Tzeltal, en Tzotzil no existen vocablos para “biblioteca” y “bibliotecario.” Así que las de arriba son también aproximaciones; aunque yo no tendría problema en utilizar a partir de ahora casa del libro, la frase completa tiene una gran eufonía.
Nota: un agradecimiento muy especial a Marco y Manuel por tan especial recorrido lingüístico a través de los libros.
Supongo que esto se saldrá de presupuesto de la gran mayoría de las bibliotecas, de hecho, dudo mucho poder verlos algún día en una pública, pero qué ganas de tener al menos dos pares de estos sujetalibros con estilo al menos en la biblioteca personal y ponernos muy de buenas cada que vayamos a buscar alguno de nuestros libros. Imaginen lo bien que lucirá nuestro estante con un par de estos y lo bien que quedaremos nosotros ante nuestros invitados.
Yo, desde luego, voy por el sugestivo sujetalibros de “Lean”, el del zombie persiguiendo a la bella dama o el de la abducción. Ahora que si lo que quieren es ahorrarse las tediosas clasificaciones podemos adquirirlos con el tipo de literatura.
Aunque debo mencionar que falta un par de sujetalibros con alusión a nuestras amadísimas biblioteca y, ¿por qué no? también un par con alusión a la bibliotecaria sexy.
Así que ya saben, si tienen entre USD$14 y USD$40 que les sobren, tendrán unos estantes muy chulos. Los consiguen en Knob Creek Metal Arts.
¿Les suena raro eso de fotos en libro? Les explico.
Los artistas Taiyo Onorato y Nico Krebs han elaborado cámaras fotográficas de gran formato utilizando como materia prima los libros…
¿Libros? Sí, tomando los principios de la fotografía estenopéica y juntando libros formaron el cuerpo de una cámara. Y ya que experimentaban se les ocurrió utilizar otros materiales nada “comunes” para elaborar más cámaras de gran formato como conchas de tortuga, bolsos, portafolios o incluso rocas.
Este trabajo experimental ha quedado recopilado en un libro titulado “_As Long As It Photographs It Must Be a Camera (algo así como Mientras tome fotos, debe ser una cámara), en este link podemos ver una muestra del libro.
Desde luego, la que llama la atención por obvias razones es la cámara-libro, qué mejor manera de juntar ambas pasiones, libros y fotografía, que con esta cámara de gran formato y realizar con ella unas cuantas visitas fotográficas.