Porque si la lectura de un buen libro te agarra por el pescuezo y no puedes parar, la medicina es absolutamente alienante: una vez que lees el primer libro te das cuenta de que no sabes un carajo y que tienes que leer sobre la cosa médica todos los días del resto de tus días para ser medianamente bueno como profesional. ¡Cosa más grande en la vida!
Haroldo Martínez. La paradoja de la sabiduría
Dice la RAE de la alopatía: “Terapéutica cuyos medicamentos producen en el estado sano fenómenos diferentes de los que caracterizan las enfermedades en que se emplean.”
Así es la lectura para las enfermedades del “conocimiento”, cual medicina alópata que te cura de un malestar, creando otros o desarrollando otras dolencias, en este caso, la enfermedad de seguir leyendo. Aunque no estoy tan segura de que la mejor opción sea una literatura homeópata y curarse por completo de ese mal.
El día de ayer dos contactos en twitter me compartían (¡gracias!) este video sobre la campaña Metro Libro que Librerías Gandhi con apoyo del Sistema de Transporte Colectivo Metro está haciendo a manera de promoción de lectura a través de El puente de Franz Kafka. Esta campaña resulta eficaz por su simplicidad: ponerles lectura al alcance de la mano, creando expectativa y utilizando una vez más el sistema de transporte colectivo metro, un espacio que ha demostrado ser ideal para que los usuarios se pongan a leer.
Creo que a estas alturas ponerse a hablar de estudios, de porcentajes y de libros por año es una necedad, escandalizarse es todavía más necio (si esto es posible); los resultados los conocemos y no han cambiado mucho en años y, nos guste o no, no van a cambiar en tanto se siga considerando que lectura es sólo la que hay en los libros y, exclusivamente, en los libros impresos, los que por cierto parece que sólo pueden disfrutarse en tanto desprenda un olor y se puedan tocar las hojas. La lectura va más allá, hay multi-lecturas, en multiformatos y con multiplicidad de lectores; la lectura no es sólo hablar del libro impreso, las revistas, los libros electrónicos, los blogs, las historietas y más, como los microrrelatos en twitter, también son lectura, aunque no sea tan sencillo ni práctico contabilizar en números cerrados como sucede con el libro impreso. Si en realidad se quiere crear el tan ansiado “país de lectores” no vale escandalizarse porque el alumno de nivel universitario sólo lee 4 libros por año, vale más ir al origen: ¿se está leyendo en casa? ¿las y los maestros están leyendo? Antes que preguntar cuánto, debe preguntarse si se está haciendo.
Y así como no valen los estudios cuantitativos, tampoco valen las frases huecas y políticamente correctas que abanderan campañas de lectura igualmente huecas y con las que parece sólo se pretende ver lo buena y “culta” que es la persona o autoridad que pretende convertir a un país en un país lector. Estas frases las venimos escuchando desde hace ya varios años y de tanto repetirlas algunos se las han creído y las han comprado como verdades absolutas aunque estén carentes de significado: “leer es divertido”, “leer es bueno”, “leer nos hace mejores” (pregúntenle a Hitler), “un país de lectores” y frases similares lo único que hacen es confirmar la ingenuidad (no se si ignorancia y/o verdadero desinterés enmascarado) en materia de promoción lectora de los supuestos “promotores” y abanderados de estos programas.
Por eso me ha gustado tanto este video y la campaña de Librerías Gandhi, porque pone manos a la obra, no se viene con discursos gastados; lo que hace Gandhi no es acercar los jóvenes a la lectura, sino acercar la lectura (que es una cosa muy distinta y donde el orden si afecta el producto) a los jóvenes, ancianos, niños y niñas, amas de casa y trabajadores y a quien se deje. No habla de “lo bonito que es leer” y “lo bueno que va a ser alguien que lee”, los deja leer, les pone la lectura en un espacio que para muchos resulta muerto y donde el factor sorpresa juega un papel importante para que interese lo que viene a continuación, aunque sean letras. Quizá lo único que hace falta a esta campaña es extenderla a todo el sistema metro y no que sea exclusivo a la línea amarilla, pero recordemos que Librerías Gandhi es una empresa y está haciendo lo que no hacen las autoridades.
Campañas como ésta, como la de Taxis con… ciencia, como las Salas de Lectura,como Libro puerto en el metro y como el programa Para leer de Boleto en el metroson las que realmente están aportando a la promoción de la lectura, quizá no conviertan de la noche a la mañana a México en un país de lectores, pero si logran sembrar la semilla en al menos uno de los miles que diario utilizan estos servicios, entonces se está haciendo algo por promover la lectura en nuestro país.
¿Eres de los que siempre cargan su libro bajo el brazo para leerlo a la más mínima provocación mientras utilizas el transporte público en la Ciudad de México? ¿eres de los que tiene su lista de lecturas para el metro? ¿eres de los que no encuentra mejor lugar de concentración que en un taxi, bus o metro? Entonces “Taxis con…ciencia” es para ti. “Taxis con… ciencia” es un programa a cargo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UANM) y la Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi) encaminado a la promoción lectora y con el que se entregará a los más 130,000 taxis de la Ciudad de Mexico paquetes de lectura en materia de calidad de vida, medio ambiente y salud para que los usuarios de este transporte los lean durante sus diferentes trayectos.
La UNAM será la encargada de renovar mensualmente los paquetes literario-científicos que se ubicarán en el respaldo del asiento del conductor para que los usuarios los lean durante su trayecto, se espera con este programa poner al alcance de cerca de 1.8 millones de capitalinos lecturas de divulgación científica, con las que se espera también matar dos pájaros de un tiro, es decir, promoción de la lectura y acercar la ciencia a los mexicanos.
Y aunque sorprende gratamente lo innovador del programa, ya el señor Juan Manuel Landero, taxista de la Ciudad de México, había visto el potencial que tiene este medio transporte como promotor de lectura y desde el mes de enero de 2011 decidió compartir 15 de sus libros favoritos a los usuarios de su taxi, al que desde entonces ha llamado Taxi libre-ría, donde invita a sus clientes a leerlos con el siguiente cartel:
Mientras viaja y llega a su destino, solicite un libro para su lectura. Si le gusta, puede adquirirlo.
Esto es a lo que yo llamo tomar acciones en materia de promoción lectora y no discursos vanos de Leer es divertido que a nadie convencen ni convierten en lector. Considero que tomar y aprovechar espacios como el transporte público, que siempre han sido utilizados por las personas para o leer o dormir, es un gran acierto. Vamos, que no necesitamos bibliotecas monstruosas o fotos con gente bonita que simula leer, sino espacios reales de lectura para darle al usuario y potencial lector la ocasión de hacerlo.
El único pero que yo le pondría, si es que quiero ponerme ya muy quisquillosa, que además no es un pero pequeño, es el relacionado con el tema de la seguridad. Desde luego, se sobre-entiende que los taxis que participarán en este proyecto son regulados y por lo tanto seguros; sin embargo, una cosa es es leer en un bus o en el metro, pero ir sola o solo en un taxi y distraído con una lectura, en una Ciudad de por sí conflictiva, podría prestarse a malos ratos; esperemos que no, porque en realidad me parece una iniciativa excelente, sigo pensando que el transporte público será siempre un lugar ideal para la lectura y quizá de los pocos destinados por los mexianos para esta actividad, así que fortalecer la lectura en estos espacios siempre será una buena idea, que viene además a fortalecer otras medidas, no se si exitosas, pero sí interesantes y útiles como lo son Para leer de boleto en el metro, y también el programa Libro puerto.
El día de hoy ha aparecido en varios sitios de noticias y blogs, el nuevo mensaje de la campaña de lectura de Gandhi, famosos muchos de ellos por causar cierto escozor y otros por ser mensajes que a todos nos dejan reflexionando sobre el tema de la lectura. En este anuncio leemos *”Si la letra con sangre entra, el país ha de estar leyendo mucho,”* una alusión directa a la violencia que estamos viviendo en México y que parece que se recrudeció en 2010 por la tristemente famosa lucha contra el narcotráfico.
En twitter comentaba que aunque estos mensajes forman parte de la campaña de lectura de librerías Gandhi, más que campaña me suena a una denuncia. Como campaña no se si termina de gustarme; como denuncia, toca un tema muy sensible y lamentable en el que todos estamos inmersos y del que deseamos ver un fin. Nos guste o no, prueba que desde un tema en común como es la lectura, hay posibilidad de hacer crítica social y pedir un alto.
Siguiendo con la serie Para eso y mucho más y como ya me está gustando eso de ver los usos “alternativos” a los libros, hoy les traigo este video con unos muy bailarines.
Hace algunos días les hablaba de redes sociales imprescindibles enfocadas a la lectura, desde luego que les estoy debiendo una segunda parte de esta lista donde incluya algunas de sus sugerencias; sin embargo, hoy quiero hablarles de los blogs dedicados a la literatura que más disfruto y me hacen descubrir lecturas a las que de otra manera hubiera resultado imposible llegar y a los que yo llamo blogs de literatura para lectores incansables:
Lecturalia imposible comenzar esta lista con un blog distinto a Lecturalia, las entradas van más allá de la simple reseña literaria (excelentes por cierto, ahí descubrí precisamente Déjame entrar uno de mis libros favoritos del año pasado), post históricos, del mundo editorial, la lectura en pantalla, etc. Recomiendo ampliamente la serie de posts “Anécdotas de escritores” y, de hecho, el blog completo es un imprescindible.
Papel en blanco reseñas literarias, novedades en el mundo editorial, historia, anécdotas literarias, etc. Un básico en tus feeds de literatura.
Un libro al día literal, diario una reseña de un libro distinto. Lo único malo de seguir este blog es que tu lista de lecturas pendientes irá creciendo y creciendo, así que un buen ahorro o una credencial de biblioteca no estarán de sobra para leer todos los libros que recomiendan y claro, tiempo extra también vendría muy bien. Mi valoración de este blog: Imprescindible.
Escrito para reseñas literarias, no van tan rápido como en “Un libro al día” pero siempre te encuentras buenas recomendaciones de libros. Las valoraciones de los libros son imperdibles, especialmente la de “Tipo de lector” y “Tipo de lectura.”
Algún día en alguna parte este blog es básicamente un espacio donde recopilan artículos relacionados con el mundo del libro aparecidos en otras fuentes: ensayos literarios, filosóficos, crítica literaria, cuentos, etc.; y creo que ahí es donde radica su valor, pues llegas a artículos muy interesantes a los que de otra manera hubiera sido imposible o al menos poco probable que descubrieras; por ejemplo, gracias a este blog, descubrí los cuentos de José Antonio Garriga Vela, de quien ya soy fan. Otro recomendable de este blog es la sección de Caperucita Roja.
Blog Ediciona un básico para mantenerte actualizado de todo lo relacionado con el mundo editorial.
ebooks gratis así es, libros electrónicos para descargar gratuitamente, de manera legal y, especialmente en español, tan necesitado en la literatura electrónica. Mis grandes descubrimientos gracias a este blog son Capriccio de Santiago Eximeno y Hatajo perverso, así que no duden encontrar buenas lecturas acá.
Esta es una lista personal y seguramente me faltaron todas, así que ya saben que acepto cualquier sugerencia que permita descubrir nuevos blogs literarios.
El día de ayer Augusto Rubio Acosta (@mareacultural en twitter) preguntaba ¿qué libro nos cambió la existencia? Y sí, aunque resulte complicado, hay libros que cambian la vida.
En mi caso fue un cuento que aparecía en el libro de lecturas de 2o o 3o de primaria que se llamaba Dedos de luna, las ilustraciones en el libro tenían un dejo de nostalgia que iban muy de la mano con el cuento. No se si cambió mi vida o hasta qué punto lo hizo, pero que aún lo recuerde debe significar algo. Aquí se los comparto:
Toño vivía en Guerrero y trabajaba con su abuelo, don Gregorio, que era la persona más tierna que conocía. Más tierno que la hierba mecida por el viento y que las palomas que se arrullaban en el camino.Don Gregorio hacía las máscaras que se utilizaban para la danza de la cosecha: retratos esmaltados y brillantes, diablos de ojos penetrantes, reyes, murciélagos o sapos, monstruos de ojos vacíos. Las hacía en zompantle, que es una madera seca y ligera.
– Una máscara no debe ser una carga—decía el abuelo—, sino parte de la cara: ligerita como un velo para que hasta los pies se sientan livianos cuando bailen por el cambio de estación.
Un día, escuchando a su abuelo, Toño se quedó mirándole las manos. Eran unas manos maravillosas, morenas, bordadas de arrugas y gruesas venas. No eran grandes, sino largas y fuertes, de uñas anchas y planas, rematadas por lunas blancas.
– Abuelito—dijo Toño—, tienes lunas en los dedos, ¡mira qué grandes y blancas! – Sí—dijo el abuelo: sus ojos oscuros chispearon con humor—tengo dedos de luna. –¡Dedos de luna!, ¡dedos de luna!—Toño se reía y bailaba con una máscara a medio terminar.
A veces, mientras trabajaban, don Gregorio le contaba las historias de danzas que tanto le gustaban al niño. También paseaban y se reían juntos.
Un día, don Gregorio colgó lentamente una máscara en la pared, que relucía con el reflejo del sol poniente. Era la cara de un anciano.
– Creo que ésta será la última máscara—dijo—Cuando me vaya, tú vas a hacer las máscara. – No, no te irás, abuelo—dijo toño- Te quedarás conmigo para enseñarme a tallar y a pintar. – Pero no siempre—dijo el anciano.
Una noche, días después, apareció en el cielo una media luna. Un tecolote cantaba. Y don Gregorio murió. Toño no podía creer que su abuelo se hubiera ido. Sentía dentro de él una soledad desconocida. Un día, Toño caminó con desgano hacia el taller. El olor a pintura y madera lo saludó y las lágrimas llenaron sus ojos. Pensó en los dedos de luna. ¡Cómo le hubiera gustado acariciarlos!
Vio las máscaras de la pared. Miradas fijas, vacías, insolentes, y las odió. Las odiaba a todas. Quería olvidarlo todo. Y con golpes feroces arremetió contra las máscaras, enchuecando algunas y quebrando otras. La máscara del anciano lo miraba con malicia. Toño la tiró al suelo. La cara quedó herida.
– Yo también lo quería—susurró alguien en el silencio. Toño volteó lentamente. Era su madre. – No es justo—dijo Toño—, teníamos tanto qué hacer juntos. Me iba a enseñar. – Nunca estamos preparados para perder lo que queremos—lo interrumpió su mamá—. ¿No fue una alegría tener un abuelo como el tuyo, un hombre cariñoso que hizo cosas bellas? ¿No fue un gusto aprender de él?, ¡ver el mundo a través de su bondad? No te enojes por lo que no puedes cambiar—añadió la madre—. Tu abuelo se ha ido, pero tenemos recuerdo de él. Mira las máscaras que dejó. Toño no podía hablar. Levantó la máscara rota y la abrazó, entonces apreció su belleza y tranquilidad. Pensó en los dedos de luna trabajando la madera con paciencia y amor. Deseaba hacer algún día máscaras tan finas como las de su abuelo.
Me había propuesto no hablar más en este blog de la Campaña “Leer para aprender” del Consejo de la Comunicación; sin embargo, resulta curioso que mi post anterior haya causado algunas molestias en twitter, específicamente en dos personas (una de ellas involucrada directamente con la campaña) se sintieron ofendidas con mi crítica. Resulta más curioso aún que dichas personas en una supuesta defensa de la “lectura” parece que no “leyeron” los argumentos en mi post y en lugar tratar de explicarme de qué va la campaña por si es que yo estuviera equivocada, prefirieron decirme “cállate” (en pocas palabras) antes que darme un argumento convincente de la utilidad de “Leer para aprender,” sin duda una defensa muy pobre para alguien que está abanderando la lectura, el libro y “lo bonito que es leer.”
Voy a intentar explicar mi punto de esta manera:
“Leer es mi acto favorito”
“Leer ayuda a aprender”
“Lean, van a recorrer mil mundos”
Alguno de los que está siguiendo este post y que leyeron los tres mensajes de arriba o vieron el video ¿se sintió inspirado con ellos? ¿tuvieron ganas de cerrar el blog y salir corriendo a la librería más cercana para comprar un libro? ¿les dieron ganas de leer más? Me atrevo a afirmar que no, a nadie inspiré y no contribuí a aumentar el porcentaje de lectores en México. ¿Qué nos hace creer entonces que una campaña en los medios con estos mensajes va a convencer a la gente de leer?
No se trata de hacer el intento hasta dar en el clavo como me decían en twitter, porque de intentos, buenos propósitos y “ocurrencias” hemos tenido bastante en este país, campañas ha habido muchas y ninguna ha cambiado el fatídico 2.5 libros por año. También he hablado de campañas vigentes de gran valor y que están ofreciendo resultados: salas de lectura, programas de lectura en el metro, programas de lectura y de promoción bibliotecaria de la Biblioteca Vasconcelos, talleres como “Mis vacaciones en la biblioteca”; campañas y programas que debemos mantener y reforzar; replicar si es necesario y analizar para mejorar.
Por último, no soy muy dada a presentar credenciales y decir “yo he hecho,” si hablo del tema de la lectura es porque como bibliotecaria me toca muy de cerca y porque tengo experiencia en el ramo, trabajé con niños como bibliotecaria escolar, organizando cuenta-cuentos, talleres de promoción bibliotecaria, y como tal he aprendido en el camino que puedes decir cualquier cantidad de cosas bellas en torno a la lectura, mensajes gastados como los de arriba, pero al final: la lectura no se enseña, se encamina, y mientras no entendamos eso seguiremos con muchas buenas intenciones sin resultados reales.
Recomiendo ampliamente la lectura Matemos al libro para que se multipliquen las lecturas y como siempre lo digo, ese post y su autor explican mejor que yo lo que intento decir y también Hay que leer: ¿qué y cómo? donde también se habla de la campaña del Consejo de la Comunicación y se llega a las mismas conclusiones que en este post.