Hablemos de algo que poco abordo en este blog: la ecoedición. Es decir, la edición que busca reducir al mínimo el impacto ambiental en todos y cada uno de los procesos, por ejemplo, qué tipo de papel se utiliza, la toxicidad de las tintas, el tiraje y almacenamiento, el embalaje y retractilado de libros, la distribución a librerías, la venta en línea y, sí, desde luego, el impacto de la lectura en pantalla.
Desde luego, no soy ninguna experta en el tema, pero sí me preocupa adónde estamos llevando este mundo y más específicamente, el impacto ambiental del proceso editorial y de lectura, así que poco pero sí he abordado el tema en uvejota.com y leerenpantalla.com.
Pero regreso al tema porque recientemente doy con el dosier Ecoedición elaborado por CERLALC (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe) en 2022 y que nuevamente vuelve a poner sobre la mesa a propósito del Parlamento de la Ecoedición 2024 del cual formó parte.
Desde luego, el tema de la ecoedición ya se ha abordado por distintas instancias y se han realizado investigaciones, también se han presentado propuestas por parte de distintas instituciones, entre ellas Greenpeace; sin embargo, lo interesante de este dosier es que recoge los puntos de vista y algunas propuestas en países de América Latina y el Caribe.
Desde luego, cuando hablamos de ecoedición todos pensamos inmediatamente en el uso del papel y aunque sí es un proceso que genera altas emisiones de CO2, lo cierto es que todos los procesos tienen algún impacto. Así que, qué podemos hacer para reducirlo.
Papel y tintas
Las editoriales deben exigir a las empresas que les provean papel reciclado, papel ecológico, papel producido de bosques gestionados de forma sostenible.
Existe, sin embargo, una opción de papel que no conocía: el papel mineral o papel piedra. Se trata de un papel “…que se produce sin agua, ni árboles, ni cloro, y que se extrae de la piedra, es carbonato cálcico y tiene un gran parecido con la celulosa.” También resulta interesante que es un papel impermeable y, según este dosier, aísla la grasa, la humedad y los hongos.
En la comparativa que presentan podemos ver que una tonelada de pulpa de papel virgen requiere 31 toneladas de agua utilizada y 20 árboles; para pulpa de papel reciclado se requieren 17 toneladas de agua y 4 árboles. El papel piedra (como se le conoce en España), por su parte, no requiere agua, árboles o cloro, y sólo consume 18,000 BTU, es decir, la mitad de la energía que se consume para la producción de papel virgen.
Por su parte, las tintas son consideradas como el elemento más tóxico. Se proponen distintas tintas para distintas impresiones. Aunque aquí también es necesario que la editorial evalúe el tipo de impresión menos contaminante.
Publicación y almacenamiento
Se propone la impresión bajo demanda. El principal argumento es que ya no es sostenible seguir publicando grandes tirajes, ni pequeños, sin saber cuánto se va a vender y no existe certeza de que todo va a llegar a un lector final.
La impresión bajo demanda también ayuda a disminuir el impacto ambiental en los procesos de almacenaje, empacado y/o retractilado de libros. Desde luego, el imprimir bajo demanda también asegura que no se emitirán gases cuando se se utilizan camionetas para distribución en las librerías.
Uso de etiquetas de ecoedición
También se propone que las editoriales comiencen a certificarse para poder colocar etiquetas de ecoedición en los libros que publican. Estas etiquetas informan con datos numéricos sobre los recursos consumidos en la producción de un libro.
Actualmente es posible toparse con publicaciones que informan sobre el uso de papel reciclado, papel proveniente de bosques sostenibles y del uso de tintas ecológicas. Sin embargo, son menos los libros que manejan la etiqueta de ecoedición o mochila ecológica (como también se le conoce), que informa sobre los recursos consumidos en todo el proceso.
Desde luego, esto le implica a las editoriales más gastos, más certificaciones, es decir, involucrarse más de lleno con la ecoedición.
Aumentar los precios por contaminar
Exigir un pago extra por los daños al medio ambiente y, desde luego, entrar en un proceso de ecoedición implica que la editorial destine más recursos económicos. Aunque los lectores y consumidores en general se decantan por empresas sostenibles, me pregunto qué tanto están dispuestos a desembolsar por libros ecosostenibles.
Edición tradicional vs Edición digital
Aunque pueda parecer la solución, lo cierto es que la edición digital también contamina y bastante.
Este post no busca hacer defensa a ninguno de los dos formatos pues, como se menciona a lo largo del dosier, todos los procesos tienen un impacto. En este sentido, no existen estudios concluyentes sobre cuál proceso es menos contaminante.
Si bien, con la edición digital le ahorramos al ambiente todo lo anterior, debemos señalar que requiere el uso de computadoras cuyos componentes son contaminantes. Así también son contaminantes los dispositivos utilizados para la lectura y ni qué decir de las emisiones de CO2 por mantener los ordenadores donde se almacenan todos esos archivos que descargamos con un click en nuestros dispositivos. Como se menciona en el dosier:
Según el Real Instituto de Tecnología de Suecia, para compensar el impacto ambiental de un dispositivo de lectura digital, habría que leer anualmente 33 libros de 360 páginas cada uno.
No lo encuentro tan descabellado, pero vale la pena mencionar que existen muchos dispositivos, así que convendría saber si todos contaminan por igual. Me atrevo a pensar que la vida de un ereader (dispositivo de lectura dedicado) es mayor frente a teléfonos celulares o tabletas. Y si, por ejemplo, leemos en un teléfono celular (como ocurre con la mayoría de lectores) estos 33 libros de más de 360 páginas utilizando plataformas de streaming y a eso agregamos el resto de actividades que hoy en día se realizan en un celular y que requieren conectividad (nada sostenible como ya se ha comentado), ¿realmente se compensa el impacto ambiental?
Ecoedición en México
Algo que no se menciona en el dosier pero considero pertinente compartir es la reciente firma del convenio en pro de una industria editorial mexicana sostenible entre la CANIEM (Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana) y FSC (Forest Stewardship Council).
Este convenio busca garantizar la sostenibilidad en el proceso editorial, aunque de entrada sólo se menciona la certificación para el manejo sostenible de bosques (papel) y, como ya vimos, la ecoedición pasa por todos los procesos editoriales. De igual manera se busca establecer un marco de trabajo para el intercambio de conocimientos y buenas prácticas.
Leo en la página web de la CANIEM que se realizarán asesorías gratuitas, talleres y mesas de trabajo y un 20% de descuento en el primer fee anual al obtener la Licencia de Uso de Marca FSC. Si me preguntan, no me parece suficiente, pero es importante que ya se esté abordando el tema.
La ecoedición y el papel de los lectores
Ya para finalizar, no todo es responsabilidad de la editorial y las empresas tecnológicas. ¿Qué podemos hacer el eslabón lector para un menor impacto ambiental?
Aunque el dosier no aborda mucho sobre el papel de los lectores, sí que se esboza la forma en la que consumidores se sienten más identificados y dispuestos a adquirir a una empresa socialmente sustentable. Pero también se habla del impacto de las compras en línea, así que quizá valga la pena volver a las librerías físicas y más cuando lo que se adquiere es un libro tradicional, es más, yo diría que primero busquemos y leamos en las bibliotecas. No es necesario tener todos los libros acumulados en nuestras casas, es más, como también lo comentaba en otro post, mucho ayuda la compra de libros usados.
Y si se trata de un libro electrónico, vale la pena estar enterado de cuáles son las empresas tecnológicas más comprometidas con el medio ambiente. Amazon no entra en este rubro, de hecho, en el dosier se menciona que es una de las tres empresas tecnológicas (junto con Twitter y Netflix) menos avanzadas en el tema. Aquí me pregunto si la lectura en plataformas de streaming es más sustentable.
Algo que también ayudará mucho no sólo a la edición, sino al impacto a nivel general es no tener siempre el último dispositivo. Se habla mucho de la obsolescencia programada, pero lo cierto es que, en aras de siempre tener el modelo más reciente, desechamos los dispositivos cuando su periodo de vida no ha terminado.
Por último, aunque no se menciona en el dosier, intuyo que descargar los archivos de lectura y leerlos offline también aporta a la ecoedición, si estoy diciendo una barbaridad, corríjanme.
Ir al dosier y a las conclusiones del Parlamento de la Ecoedición 2024.