
Hace unos días, Gonzalo Oyarzún, subdirector del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas de la DIBAM, compartió en su muro de Facebook la nota Fórmulas para incentivar la lectura: Fórmula de los cinco dedos un artículo publicado el 29 de agosto pasado en el diario La Segunda y en el cual se le pregunta a tres expertos sobre las distintas recomendaciones para incentivar el hábito lector. En esta entrada me quiero centrar no en las estrategias que se mencionan en el artículo, sino en el papel que, según Verónica Abud, directora ejecutiva de Fundación la Fuente, tiene el bibliotecario como acomodador de libros y no como mediador de la lectura:
…las bibliotecas tampoco deberían tener bibliotecarias porque están entrenadas para que los libros estén ordenados, clasificados y guardados. La carrera de bibliotecaria no tiene en su currículo el fomento lector.
Infortunadamente esta visión “sesgada y negativa“ (como bien dicen Guillermo Toro, Paola Faúndez y Josefina Reyes, de la Universidad, el Consejo del Libro y el Colegio de Bibliotecarios en respuesta al artículo citado) además de sexista, nos guste o no, sigue existiendo sobre nuestro quehacer diario y habla de una gran ignorancia ya no sólo hacia la labor del bibliotecario, sino también hacia el papel de la biblioteca misma –la que sigue siendo vista como un lugar donde sólo hay libros–.

El artículo citado es sólo uno de muchos y seguramente varios de nosotros, bibliotecarios y bibliotecarias, nos hemos enfrentado a esa visión negativa. Lo anterior me lleva, sin embargo, a reflexionar que más allá de la indignación y de señalar la ignorancia de otros, quizá esta visión reduccionista y sesgada se deba principalmente a que somos los propios bibliotecarios quienes alimentamos sin darnos cuenta esta imagen de “acomodadores de libros“ desde la formación misma.
Lo menciono porque, al menos en México (que es el caso que conozco de cerca y en el que me quiero centrar en este post), los planes y programas de estudio, aunque han cambiado mucho desde mis años de estudiante de la carrera (donde los ocho semestres teníamos catalogación y clasificación), están prácticamente enfocados a la organización y administración de las bibliotecas y centros de información, y poco se destina a otros temas de igual relevancia como es precisamente el del fomento lector, la biblioteca escolar y la biblioteca pública, veamos:
Según el plan de estudios de la carrera de Bibliotecología de la UNAM 2015, sólo en el tercer semestre se imparte la asignatura obligatoria de Lectura, lectores y bibliotecas, el resto de las asignaturas obligatorias están centradas en áreas administrativas, de organización bibliográfica, de recursos bibliográficos, servicios bibliotecarios (que es donde precisamente se incluye la asignatura de lectura y que, por cierto, no debieran limitarse a esto o a la consulta), tecnología de la información, e investigación y docencia.
Resulta curioso que asignaturas como Biblioteca Pública y Biblioteca Escolar –además de las bibliotecas académicas y escolares–, sean sólo optativas cuando deberían de ser obligatorias dado que los estudiantes deberían conocer de forma obligatoria todos los tipos de bibliotecas existentes, su funcionamiento y sus objetivos. Por cierto, hay otro grupo de asignaturas optativas por demás interesantes relacionadas con las ciencias humanidades, como es el caso de Mujeres, información y bibliotecas: una perspectiva humanística y social o El papel ético y humanístico del bibliotecólogo. Resulta desconcertante que este tipo de temas relacionados con la ética profesional y el papel social del bibliotecario queden relegados a asignaturas optativas, cuando la reflexión sobre esta parte de nuestra labor diaria debería estar en primer orden para todos los que se están formando en bibliotecología.
La Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), por otro lado, tiene un programa de estudios igualmente enfocado a la organización documental, sólo con un semestre para Bibliotecas Escolares y Universitarias y otro para Bibliotecas Públicas e Infantiles y nada para la mediación de la lectura. Quizá el programa de estudios de la Licenciatura en Bibliotecología y Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Nuevo León sea el que está más enfocado en la bibliotecología social, aunque no hay asignaturas relacionadas con la lectura y en las asignaturas optativas se encuentran las bibliotecas públicas, escolares, especializadas y académicas; por cierto, es curioso que Sistema de Clasificación Dewey sea una asignatura optativa.
Podría seguir revisando otros programas de estudios de Bibliotecología en el país, pero creo que los anteriores (quizá con excepción del de la Universidad Autónoma de Nuevo León) nos dan cuenta clara del perfil de los egresados: un profesional que conoce muy bien de la organización documental pero que no está muy involucrado con el rol e impacto social de la bibliotecología y que tampoco conoce mucho de mediación lectora o de servicios no tradicionales de las bibliotecas públicas, escolares o infantiles.
Es cierto que no todos los bibliotecarios deben ser promotores de lectura, pero tampoco todos han de dedicarse a la catalogación y clasificación y mucho menos han de desempeñarse exclusivamente en bibliotecas académicas. Ojo, no esto y diciendo que lo anterior esté mal, pero de ninguna manera es exclusivo. Es un hecho que el profesional de la información tiene un gran impacto en la sociedad pero si no se incentiva ese interés desde la formación profesional y sí, por el contrario, se le da un enfoque de “acomodador de libros“, no le estamos dando al estudiante las herramientas para salir al mundo haciendo cosas distintas al “acomodo de libros“ y poco haremos para cambiar esta visión sesgada que muchos tienen de nosotros. Aunque las cartas de extrañamiento son en ocasiones necesarias y la indignación es innegable, creo que la defensa de la profesión debe comenzar desde la formación y la reflexión para cambiar nuestra propia percepción, de esta manera saldremos con las herramientas para hablar de la importancia de nuestra labor y nuestro trabajo también lo hará.
Hola, he leído tu aportación y si, tienes razón al mencionar que no nos hemos preocupado por cambiar el concepto que se tiene de la profesión, de ahí la importancia del ser y hacer…. como bien lo dices: no todos nos dedicaremos a los mismo, pero debemos trabajar en torno a la diversidad que nos permite la disciplina. Otro problema que observo es que aquellos que se dedican a escribir tristemente conocen praxis, y los otro rayan en solo hacer sin reflexión alguna.
Por otro lado, en muchas ocasiones ante esta sociedad mexicana somos concebidos como acomodadores de libros, (idea que no comparto), aunque alguien debe hacerlo y lamentablemente la mayoría de ofertas laborales son eso.