Pues eso, que estamos de manteles largos en este Día Nacional del Bibliotecario, así que felicítense, felicítenme, felicitémonos y, después de los vítores, sirva la ocasión para la reflexión sobre nuestro quehacer, sobre si vamos por buen camino o es necesario regresar, replantearnos. A muchos nos hace falta, no lo dudemos.
(Aunque claro, un regalillo no caería mal… ok, no, felicidades colegas).
Felicidades, tu trabajo no tiene precio un saludo cariñosos desde España