Entre las tantas campañas “innovadoras” de fomento a la lectura que a menudo se lanzan en este país, recientemente encontramos en Tijuana la de una pizza por cada diez libros leídos propuesta por el diputado panista Max García López para promover la lectura entre los alumnos de primaria y según la cual los niños recibirían una pizza como premio por leer diez libros.

Como lo comenté en Twitter: ¿y si también quiero los refrescos y las papas? Eso de leer para recibir compensaciones como si de condicionamiento al más puro estilo “perros de Pavlov” se tratara, no creo que sea la forma ni la fórmula para convertir lectores y es totalmente incongruente con el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria: estrategia contra el sobrepeso y la obesidad que recientemente lanzó el gobierno para luchar contra los índices de obesidad infantil.

Podría decir tantas cosas más de esta campaña en concreto, pero creo que ya he hablado mucho de campañas fallidas, mal planteadas y mal entendidas en torno a la lectura, de hecho en el post anterior hablaba precisamente de la del Consejo de la Comunicación. Yo sólo les recuerdo que México es el primer lugar a nivel internacional en obesidad infantil, así que darles pizza a cambio de lecturas es francamente irrisorio y no promoverá el hábito de la lectura.

Insisto, en lugar de buscar el hilo negro, debemos replicar programas que han probado su efectividad: Salas de Lectura o Para leer de boleto en el metro, por mencionar unos ejemplos.

Acá la nota original.

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