Justo antes de finalizar 2013 leía Ser bibliotecario: una profesión radical, la transcripción de una excelente conferencia ofrecida en Canadá por la periodista Naomi Klein en 2003 y a la que llegué gracias a Kaos en la red. A pesar de que 2003 puede parecernos bastante lejano, la situación que viven hoy en día las bibliotecas en todo el mundo (recortes de presupuesto y personal, etc.) hacen que la conferencia de Klein siga siendo tan actual como en aquel año.
Klein asegura que la nuestra es una profesión subversiva al prestar libros, ofrecer servicios de información y recreación abanderados con la gratuidad; sin embargo no tenemos una tarea sencilla, especialmente cuando muchas bibliotecas en Estados Unidos han tenido que “reajustarse” a las constantes crisis económicas que derivan en recortes presupuestales en el mejor de los casos (en España se vive situación similar), y en el cierre mismo de las bibliotecas cuando la cosa se pone muy fea. Estos reajustes comienzan a cuestionarse al llevar la bandera de gratuidad (recordemos que las bibliotecas públicas funcionan con fondos del Estado), especialmente cuando otros servicios públicos se están privatizando, tal es el caso del alcantarillado, sanidad, agua, etc.
El riesgo que se corre en las bibliotecas es la privatización y por ello, la gratuidad de estas y la labor del bibliotecario representa una amenaza frente a las grandes empresas y frente a la sociedad de consumo en la que nada es (o debe ser) gratis, de ahí que la nuestra sea una profesión subversiva y las bibliotecas nuestras mejores defensas. Desafortunadamente, algunas bibliotecas no pueden con la presión y comienzan a ceder semi-privatizando sus servicios; el ejemplo más claro lo encontramos cuando las bibliotecas cobran por algunos de sus servicios, como la conexión a internet o bien, abren librerías dentro de sus instalaciones.
¿Qué pasa aquí? ¿Abrir librerías dentro de las bibliotecas qué tan útil o benéfico es? ¿no es, de alguna forma, competir contra nosotros mismos? ¿cobrar el internet o cualquier otro servicio no es ir en contra de la esencia de la biblioteca pública?
Lo mío son meras preguntas al aire y lo menciono porque, aunque estoy del lado de Klein y de que no me gusta nada la idea de la privatización, de cobrar los servicios por mínimos o especiales que sean, no logro definir qué tan perjudicial o, en el peor de los casos, necesario, resulte a la larga privatizar nuestras bibliotecas; debo reconocer, sin embargo, que se abre una vez más la discusión no sólo sobre la función de la biblioteca pública, sino también sobre el futuro de la misma. Por cierto, Klein no tiene duda de lo perjudicial que resultará la privatización ya que los usuarios ya no diferenciarán entre servicios públicos y privados, y mucho menos, lucharán por su biblioteca si es que ésta no logra sobrevivir.
Y mientras le seguía dando vueltas a la conferencia de Klein, me topé con El futuro de las bibliotecas como Ebookstores, un post publicado hace unos días en el blog Universo Abierto donde presentan la otra cara de la moneda con la propuesta de Jamie LaRue, director de las Bibliotecas del Condado de Douglas en Colorado, Estados Unidos, quien junto con su equipo desarrolló una plataforma de distribución y venta de e-books independientes a través del catálogo de la biblioteca, esto significa que si el usuario no encuentra en el OPAC el libro que desea puede adquirirlo a través de Bilbary, una librería on-line con una oferta de 1,3 millones de títulos en formato ePub.
De entrada, parece una propuesta interesante en una profesión que a veces parece no propone, de hecho, la propuesta de LaRue va más allá de ser meras librerías o de integrarlas, sino que visualiza a la biblioteca como un espacio no sólo para ofrecer y/o vender contenidos, sino también para convertirse en cierto sentido en una editorial de autores independientes que ofrezca no sólo la plataforma para distribuirlos, sino también para crearlos y, desde luego, ofrecer toda la ayuda en el proceso creativo. Visto así, no está tan mal y de hecho, ya se ha hablado de las bibliotecas como espacios para la creación de contenidos. Pero, ¿al vender libros aún bajo este precepto, no es ir un paso hacia la privatización¿ ¿es ese nuestro futuro? Si somos un agente de cambio, ¿cómo luchar contra recortes, crisis, cierres y “reajustes”? ¿es esa la mejor manera? ¿por qué sí o por qué no?
¿Cuál es el costo-beneficio de comenzar a vender, privatizar e integrar librerías?
Los dejo pues con ambas lecturas y, aunque se que no es un tema sencillo, espero sus comentarios.
interesante tu reflexión, aunque no he leído los artículos que mencionas…me parece interesante lo que comentas de esa biblioteca de Colorado que ofrece la opción de comprar un libro que no encuentre en su catálogo través de una tienda que gestionan ellos mismos. Dejando a un lado sobre si los servicios bibliotecarios viendo los tiempos que corren debe seguir siendo o no gratuitos, si me parece una buena alternativa proporcionar el acceso a um contenido -aunque sea pagando- de algo que nosotros no tengamos en nuestra biblioteca. De hecho, ¿qué es lo que la gente quiere? acceder a la información, aunque sea pagando. Creo que las bibliotecas siguen siendon las puertas de acceso al conocimiento y lo deben seguir siendo…ahora sobre el debate de servicio público, si la cultura debe ser democráticamente accesible por supuesto deben seguir dando un servicio gratuito. El problema es que nos quieren des-democratizar el acceso a la cultura 🙁 ¿hasta cuando seguiremos parados sin hacet nada?
un saludo,
Eva
Pues me preocupa mucho lo que dices porque estoy empezando un proyecto de bibliotecas ambulantes en las que cobro el uso de los libros. Es difícil que los usuarios consuman literatura, pues precisamente se está acostumbrado a la gratuidad de la misma pero el Estado no tiene por qué ser la solución de todo y como lectores, pagamos por utilizar, poseer y adquirir los libros que leemos. Más bien creo que las bibliotecas deben optar por modelos mixtos, en donde sea posible leer o consultar obras de forma gratuita pero también comprar lo que se desea adquirir o consultar en casa.