Pues eso, que estamos de manteles largos en este Día Nacional del Bibliotecario, así que felicítense, felicítenme, felicitémonos y, después de los vítores, sirva la ocasión para la reflexión sobre nuestro quehacer, sobre si vamos por buen camino o es necesario regresar, replantearnos. A muchos nos hace falta, no lo dudemos.
(Aunque claro, un regalillo no caería mal… ok, no, felicidades colegas).
Cada que tengo la oportunidad de hablar de la biblioteca pública me gusta pensarla como un tercer espacio, es decir, como ese remanso de paz y de cobijo donde los libros y la lectura son sólo una de las muchas cosas que se pueden encontrar y que en la mayoría de las ocasiones se convierten en el pretexto para que los usuarios puedan llegar a estar, a descansar, a leer, a estudiar, a pensar, a dormir, a platicar, a crear y tantas actividades que día a día la biblioteca pública resguarda y que me lo ha estado demostrando desde hace algunos años.
En fin, que la reflexión de arriba viene a cuento porque de un tiempo a la fecha mucho se habla del papel de las bibliotecas públicas en los tiempos que corren y también se habla sobre nuevos roles que, en el fondo no son tan nuevos y sólo nos llevan a pensar que cambian las formas, pero no el fondo, que los tiempos cambian y quizá nos obliguen a trabajar distinto, pero en aras de un mismo fin. El rol de la biblioteca pública ahora y siempre (o al menos desde hace varias décadas) es, o debe ser, precisamente del que les hablaba al inicio de este post.
El nuevo rol de las bibliotecas públicas es una interesante infografía publicada en el blog de Jan Holmquist, un blibotecario danés, y que habla sobre el rol de las bibliotecas en una época en la que, a pesar de la abundancia de contenidos, las bibliotecas siguen siendo y deben ser ese remanso del que ya les hablaba.
Y aunque a mi gusto esta infografía se queda un poco corta en el rol o roles de la biblioteca pública y se centra sólo en la lectura y la llegada de internet o el libro electrónico cuando, como ya lo mencionaba, la biblioteca es mucho más que eso; sin duda, uno de los datos más sorprendentes es que, al menos en Estados Unidos, 24 millones de usuarios van a la biblioteca para actividades formales y no formales de aprendizaje. Si pudiéramos escalar este dato a nivel global nos daríamos cuenta del importante rol educativo que tiene la biblioteca.
Como lo dice la infografía, la biblioteca cambia vidas y, esto más que una frase hueca me lleva a pensar en todas las historias de vida que he podido conocer dentro de la biblioteca pública.
Si son lectores constantes de este blog, ya sabrán que el olor del libro impreso es uno de los argumentos que, desde mi punto de vista, menos valen para preferirlo sobre el libro electrónico y que, de hecho, el olor de un libro no define al libro y mucho menos al acto de la lectura. Desde luego que no estoy en contra del libro impreso, pero este siempre me ha parecido un argumento vacío para preferir un formato sobre otro, aunque ya a estas alturas no voy a intentar convencer a nadie sobre la fatuidad del olor del libro.
Este es, sin embargo, es un tema recurrente y del que no vamos a escapar, de hecho hace ya algunos años les comentaba en un post que el tan nostálgico olor del libro se debe a los vapores que desprenden los materiales con los que fue fabricado el papel y otros componentes del libro como el pegamento utilizado para la encuadernación; a estos gases o vapores se les conoce como VOCs o Compuestos Volátiles Orgánicos, es decir, que el olor del libro no es otra cosa que la descomposición del papel y demás materiales con los que fue fabricado. Y como tema recurrente que es, no puedo dejar de compartirles ¿Por qué los libros antiguos huelen tan bien?, un video de SciHow donde se explica el porqué de este aroma, o aromas, que a muchos vuelve locos.
Quizá lo realmente interesante de este video es que además de explicarnos qué son los VOCs, también nos explica que las reminiscencias de olor a vainilla, a café, a moho, humedad o a tabaco que muchos lectores encuentran en los libros se debe a cómo fue hecho éste, por ejemplo, si detectas un dejo de esencia floral en tu libro se debe al 2-etilhexanol (HO), un alcohol usado en solventes pero que también se agrega a esencias.
Otra explicación interesante sobre el olor del libro y su verdadera utilidad más allá de la simple nostalgia, es que a científicos e historiadores les resultan útiles los VOCs para conocer sobre la época en las que fue impreso el libro, las condiciones de los libros antiguos o para saber si estuvieron expuestos a humo o al agua.
No vamos a negar que últimamente en muchas redes sociales se comparten gifs animados, fotos, infografías y cualquier tipo de contenido donde todo lo relacionado con el libro y los otrora menospreciados “ratones de biblioteca“ parecen estar viviendo un boom de aceptación y popularidad pero, ¿cuánta distancia hay de eso a que los lectores son más atractivos al momento de ligar? No mucha, al menos de acuerdo con un reporte reciente publicado por Daniel Sobey-Harker, Community Manager de My Bae, una app movil para citas o ligues (como decimos por estas latitudes).
Y este post se convierte en un caso más de los tantos y tantos beneficios de la lectura, pues resulta que los usuarios de esta app utilizan tags para encontrar posibles parejas, a través de ellos un usuario puede reflejar intereses, pasiones, hobbies, etc. y ver qué tanta compatibilidad hay con una pareja en potencia, por ejemplo, dos personas tienen grandes probabilidades de relacionarse si tienen en común la misma etiqueta, o quizá no tengan nada que ver si ninguna de sus etiquetas coincide, pero hay un mínimo de esperanza cuando sus etiquetas no son exactamente las mismas pero de alguna manera se relacionan (pongamos como ejemplo #libro y #lectura o #biblioteca y #lectura).
Hasta ahí todo bien y encontramos cierto sentido al momento de establecer prospectos de futuros “y vivieron felices para siempre“ pero, ¿qué hay del éxito de los ratones de biblioteca en esta app? Pues eso, que el staff de My Bae encontró que los usuarios más exitosos son aquellos que utilizan tags relacionados con la lectura, ya que el 21% de todas las parejas tienen tags en común relacionados con la lectura; quizá hay quienes argumenten que 21% en realidad no es tanto, sin embargo, tomen en cuenta que otras etiquetas como las relacionadas con música, cine o tv, alcanzan sólo el 15% de los matches. De hecho, de las etiquetas más utilizadas en esta app, el 19% están relacionadas con la lectura y se encuentran en los primeros 25 lugares del top 100: 7. #Reading, 9. #Books, 16. #GameOfThronesBooks, 17. #Fiction, 21. #Fantasy/Sci-Fi Books, 24. #Non-Fiction
Pero lo más interesante es que incluso el 11% de las personas que no tienen etiquetas en común intentarán emparejarse con un usuario que usa etiquetas que lo definen como un lector (ya les digo, los lectores son vistos con buenos ojos). Y la cosa no termina ahí, otro dato sorprendente es que los usuarios pasan más tiempo revisando un perfil con etiquetas relacionadas con la lectura, incluso cuando dicho perfil no cuenta con foto de perfil (valga la redundancia). Algo muy mal visto no sólo en My Bae, sino también en cualquier otra red social.
Pues ya está, aunque los resultados presentados por My Bae no alcanzan la categoría de científicos, sí nos dan una idea de que leer está de moda, así que no pierdan el tiempo y aprovechen su pasión lectora para hacerse de algo más que libros. Tip: si andan en busca de su alma gemela y se han animado lo suficiente a intentarlo a través My Bae, quizá tengan mayor oportunidad de éxito con etiquetas de títulos específicos como #TheGirlOnTheTrain, #GameOfThronesBooks o #TheLastMan y, desde luego, utilizar más de una etiqueta librera 😉
Este libro tuvo su origen en la idea de reunir y comentar fotografías de mexicanos de diferentes edades, sexos y extracciones sociales mientras leen en su vida cotidiana, es decir, mientras hacen algo que, según una convención profundamente arraigada, no hacemos en nuestro país.
Un libro que, más que buscar adoctrinarnos sobre el buen leer y otros tópicos bastante huecos que tanto se dicen sobre los libros y la lectura (y que han demostrado no ayudar al momento de plantear programas de fomento lector), nos invita a reflexionar, a partir de imágenes de lectores en distintas situaciones, sobre el acto de leer, de la lectura, del libro, de los índices de lectura y much en un país donde, se dice no sin cierto grado de autoflagelación, que no leemos.
Una charla amena y cercana, algo que se agradece mucho en libros que tocan el tema de la lectura y en los que, infortunadamente, a menudo se comente el error de hablar desde un pedestal de erudición, autoridad y supuestas verdades absolutas sobre una actividad tan variada como lectores hay en este mundo.
Ideas al vuelo aunque bastante razonadas –hechas por un autor que ha dedicado su vida a los libros desde distintos frentes: como editor, como bibliotecario, como promotor, como lector, etc.,– sobre el acto de leer, pero también sobre el acto de escribir, algo que rara vez encontramos en libros que abordan esta temática y donde a menudo vemos que se encuentran separadas estas acciones.
Este libro es también una especie de defensa a los lectores en México y sus intereses, a sus formas de leer, a sus tiempos y espacios de lectura, incluso es una defensa a la libertad que puede y debe tener todo lector cuando no desea leer. Pero más importante aún, este libro es una defensa, reconocimiento y también una forma de hacer visibles a todos esos lectores que sí existen en un país que, como ya lo comentaba al principio de este post, se dice que no lee.
Título: Al otro lado de la página: imágenes de la lectura en México
Recientemente leo Weeding the worst library books, un artículo publicado en The new Yorker sobre el revuelo que causó el verano pasado el descarte fallido de más de 39,000 ejemplares, entre libros y otros materiales como colecciones de música (incluida la colección de Jazz, una de las más conocidas), de la biblioteca pública de Berkeley, en California, Estados Unidos.
Aunque Jeff Scott, director de la biblioteca, anunció que los libros descartados casi no habían salido de la biblioteca, la cifra generó tal indignación que el proceso pronto fue conocido como Librarygate pues, al parecer y de acuerdo con los testimonios de dos bibliotecarias, el proceso no siguió las reglas que todo descarte debe seguir: los libros no serían puestos en venta a los Amigos de la Biblioteca, sino que serían destruidos y al parecer durante el proceso se intimidó al personal.
Cerca de 100 personas se manifestaron frente a la biblioteca pública el 15 de agosto de 2015 para protestar por la destrucción de los libros y aunque en un inicio el director intentó explicar la importancia del descarte en las bibliotecas, la irregularidades, la presión y las 1039 firmas reunidas en MoveOn.org lo hicieron recular.
En lo personal me da gusto que la comunidad haya alzado la voz para defender la biblioteca, pues es una forma de reconocer y defender la importancia de estos recintos. Si bien es cierto que el descarte propuesto por el director de la Biblioteca Pública de Berkeley estuvo plagado de irregularidades y parecía obedecer más a capricho de éste que a un verdadero análisis de la utilidad de la colección, es importante señalar que el descarte es un mal necesario, parte de los procesos que toda biblioteca debe tener, por la simple y sencilla razón que ninguna recinto bibliotecario tiene el suficiente espacio para albergar todos los libros que van llegando ya sea por compra, canje o donación, de hecho, la función de las bibliotecas no es la de almacenar toda la producción, a excepción de las Bibliotecas Nacionales, desde luego. ¿Qué pasa cuando no se realiza el descarte? Llega un momento en que la biblioteca ya no puede dar entrada a los materiales nuevos requeridos por los usuarios y, por ende, la obsolescencia de la colección.
El descarte es un proceso muy difícil de realizar, los bibliotecarios que en algún momento nos le hemos enfrentado corremos el riesgo de caer en uno de dos errores, ambos igual de graves: 1) pensar que todo es necesario y terminar con la misma cantidad de títulos, es decir, no descartar, o 2) realizar un descarte indiscriminado y perder materiales valiosos para la comunidad. Por lo tanto, ¿cómo encontrar el punto medio?
Sin embargo, a pesar de las reglas y la importancia del descarte, siempre queda la duda de si lo hicimos bien y nos guste o no hemos de estar conscientes que esta decisión generará polémica entre los usuarios, especialmente entre aquellos que desconocen lo necesario de este proceso. En el caso de la Biblioteca Pública de Berkeley es comprensible la indignación y se agradece la unión de los usuarios para defender y dar marcha atrás a lo que pareció ser un capricho del director; pero, como ya lo dije, siempre queda la duda y siempre causará incomodidad hablar de títulos y ejemplares descartados, así que, ¿cómo rescatar a los libros condenados al descarte en las bibliotecas?
Esto me trae a la mente Library: making space, el capítulo 8 del libro The Shelf: From LEQ to LES: Adventures in Extreme Reading, un libro por demás interesante donde su autora Phyllis Rose habla de las reflexiones que le dejó autoimponerse la tarea de leer todos los libros del estante LEQ a LES de la Biblioteca de la Sociedad de Nueva York. En algún momento de su recorrido por el estante escogido se percató que el libro que estaba en la lista de espera ya no se encontraba en la estantería porque había sido removido de la biblioteca durante el fatídico proceso de descarte.
La reflexión final de esta lectura y que supongo la mayoría de los bibliotecarios conocemos para no condenar a nuestros materiales al descarte –y aunque en el ciclo de vida de un libro en la biblioteca hay de descartes a descartes, infortunadamente no todos los materiales tienen una segunda oportunidad en otras bibliotecas o colecciones personales– es precisamente haciéndolos circular, es decir, ir a la biblioteca y sacarlo de la estantería, leerlo en sala o llevarlo en préstamo a domicilio, buscarlo en el catálogo; dejarle pistas al bibliotecario encargado de este proceso de que este material ha sido usado. De otra forma, como usuarios estamos contribuyendo y condenando a los materiales al descarte.
El equipo de la Biblioteca de Shoalhaven, en Australia, publicó Rapsodia Bibliotecaria (Librarian Rhapsody), un video en Youtube que recrea Bohemian Rhapsody (el éxito de la banda británica Queen aparecido en 1975 en el album A night at the Opera y considerado y considerado uno de los mejores sencillos de todos los tiempos) pero a un estilo muy bibliotecario y que a la fecha ha alcanzado más de 230 mil vistas.
Aunque todavía no he definido si me ha encantado o no, lo cierto es que la letra para promover el valor de la biblioteca y los servicios bibliotecarios (tradicionales y emergentes) resulta muy interesante.
Ya anteriormente otros equipos de bibliotecarios han hecho sus pinitos en el mundo de la farándula bibliotecaria, así que videos como estos no dejan de aparecer y esperemos así siga pues es una forma de que el bibliotecario se salga de su discurso habitual para promover la biblioteca de manera distinta y divertida.
Esperemos ver más videos de este tipo y, ¿por qué no? no estaría nada mal que en estas latitudes también nos animáramos a experimentar y promover con nuestros propios videos musicales, cortos, trailers, etc.
Por lo pronto, les dejo también la letra que muy amablemente nos comparten en Ebook Friendly.
Is this non-fiction?
Is this just fantasy?
Work in the Library
We escape from reality
Open your eyes
Pick up a book and read…
I’m volunteering, there’s many more like me
We treat them well, don’t let them go
Train our staff- watch them grow
Tell me where the cool kids go
Must be to the library to read
To read
Well, it’s been a year
With so many things we’ve done
Hard to narrow down to one
Achievements, yeah that’s what we’ve done
So now we’re gonna sing and let you know
Children, (babies too)
Read them stories all the time
And now their reading stories to canines
Paws n Tales, Paws n Tales, because literacy matters.
I see a suite of new databases
Storybox, Aussie Driver and Computer School
Ancient, medieval and modern history
eBook titles, (eBook titles)
eBook titles, (eBook titles)
Overdrive and Zinio-o-o-o-o-o-o-o
I culled the reference so it’s nice and tidy
New shelves and carpet so it’s nice and shiny
SMS increased functionality
Twenty two authors- many you will know
Kurt Fearnley! Yeah he put on a show (on a show)
Bruce Whatley! No we didn’t want him to go (him to go)
Lisa Heidke! Oh, now we’re really on a roll (on a roll)
On a roll
On a roll
We upgrade to Libero-o-o-o-o-o!
No-no-no-no-no!
Pop-up Library, Pop-up Library, Pop-up Library pack and go
Our outreach crew is coming to a place
Near you
Near you
Near me? (yes!)
So you think you can print in the blink of an eye?
So you think you can scan and email that guy?
Oh baby! Yes you can with this baby [MFD/LDS]
Just wanna connect? We have free Wi-Fi in here
Libraries really matter
In the community
Libraries really matter
Libraries really matter
To me-e-e-e-e
Cayó en mis manos (en mi pantalla, propiamente escrito) el artículo 10 obras fallidas en México publicado en una revista de arte, arquitectura y diseño (y cuyo link no compartiré, porque no merece la promoción gratuita), donde se mencionan 10 obras arquitectónicas fallidas en México. De acuerdo con esta revisión, las diferentes obras analizadas:
Sus presupuestos han sido desatinados y su funcionamiento poco productivo. Revisamos los 10 ejemplos más llamativos y menos eficientes, comparándolos con casos exitosos de otras partes del mundo.
En el listado de 10 obras aparece en primer lugar la Vasconcelos, que es en el caso que me voy a centrar por obvias razones.
Pues nada, que después de leerlo, es un artículo más que habla desde la ignorancia y el estancamiento en el pasado. Un artículo que, en lo que toca a la Vasconcelos, nos habla también del pobre quehacer periodístico y que repite el lugar común del que se ha venido hablando en estos 10 años, lugar común al que curiosamente, suelen acudir las personas que nunca se han parado por la BV.
Para no hacerles el cuento largo, este artículo habla de los tropiezos que esta biblioteca tuvo en sus inicios, inicios que ya todos conocemos bien y que no vamos a ocultar o negar; sin embargo, es evidente que, como muchos otros artículos, se ha quedado en esa parte de la historia (2006-2008) sin darse a la tarea de averiguar que lo que actualmente sucede ahí dista mucho lo que fue en un principio.
No haría mal al autor de este artículo realizar un verdadero trabajo de investigación, comenzando por ir a la Vasconcelos a ver su funcionamiento actual, entreviste a algunos de sus usuarios, incluso al personal, se entere de las actividades que se realizan todos los días, los talleres, etc. Y, si no quiere darse la vuelta, también podría echar un ojo a las redes sociales donde se muestra todo lo que ocurre diariamente y la interacción que hay con el público, tan sólo en Facebook tiene más de 300 mil seguidores, lo que la convierte en la biblioteca pública con más seguidores en dicha red, superando a bibliotecas de la talla de la Biblioteca Pública de Nueva York, ¿será cierto entonces que su funcionamiento es poco productivo?Vamos, que por información no faltará dónde se documente, sólo es cuestión de que busque un poquito.
En este artículo también se agrega:
Las preguntas: ¿por qué no hacer una red de bibliotecas que operaran en diferentes zonas de México y no sólo en su capital?, ¿por qué hacer una gran biblioteca cuando ya existen dos en la ciudad: la Nacional y la Central, ambas ubicadas en Ciudad Universitaria?
A lo anterior podemos responderle que no está de más que también investigue un poco sobre las bibliotecas, los diferentes tipos que existen y los públicos a los que sirven; quizá sólo así se entere que, de hecho, ya existe una red de bibliotecas públicas en México, y que las Bibliotecas Nacional y Central en CU no pueden sustituir a la BV dado que, al tratarse de una biblioteca nacional y universitaria, respectivamente, su concepción y funcionamiento es muy distinto al de una biblioteca pública, como es la Vasconcelos. Si aún insisten en preguntar sobre la pertinencia de una biblioteca en el centro del país, la respuesta es sí, era más que pertinente y los usos que le da el público muestran que está cubriendo un espacio que estaba haciendo falta incluso en una ciudad donde se supone que tiene todo.
La Biblioteca Vasconcelos no es perfecta, aún le falta mucho por avanzar; sin embargo, actualmente se hacen muchas cosas que valen la pena, no por nada es el cuarto recinto cultural más visitado en el país, sólo superado por las zonas arqueológicas de Teotihuacán y Chichen Itza, así como por el Museo Nacional de Antropología e Historia. Como lo señalan en el blog de la misma biblioteca:
De la Vasconcelos se pueden decir muchas cosas, pero a la Vasconcelos definitivamente hay que vivirla, presten especial atención a aquellos usuarios que, ajenos o no a estos 10 años de historia, hacen eso diariamente, aquellos que están más allá del discurso oficial y que se apropian de sus jardines, sus terrazas, sus salas de lectura, aquellos quienes vienen a estudiar, los que la tienen en su agenda de turismo, los que vienen a ensayar una coreografía, a aquellos que como Cristina y sus dos hijos desescolarizados vienen a aprender, a los usuarios en situación de calle que vienen a buscar refugio, los usuarios de redes que diariamente nos siguen e interactúan con nosotros. Ellos son quienes realmente hacen esta biblioteca y quienes, con sus exigencias muchas veces insospechadas, la van moldeando y transformando.
Y ya para cerrar, les recomiendo leer “El insospechado despertar de la Vasconcelos“, un artículo publicado en el número 165 de la revista Frente (la ciudad de frente) que habla de la Vasconcelos en su justa medida y donde se nota que sí hicieron el trabajo de investigación que todo artículo periodístico requiere.