Como cada año, este 20 de julio estamos festejando el Día Nacional del Bibliotecario 2018 en México. Es costumbre en este blog celebrar con recomendaciones de lecturas, pero este año quiero cambiar un poco la dinámica y reflexionar sobre nuestro quehacer diario, lo que nos hace ser bibliotecarios/as y hacía dónde deberíamos apuntar.
Lo anterior en parte porque hace unos días leía Library Visits Have Gone Way Up Over the Last Two Decades. Here’s Why… de Oleg Kagan, un artículo muy inspirador sobre el gran cambio que se está viviendo en muchas bibliotecas y que sólo es posible gracias a que los bibliotecarios/as comenzamos vernos a nosotros mismos como algo más que guardianes de libros. Lo anterior ha hecho posible que en un periodo de poco más de 20 años (1990-2014) las visitas a las bibliotecas públicas en Estados Unidos se hayan incrementado un 181%.
Atención, son las bibliotecas públicas y no otras donde se está operando un cambio tan radical y desde luego es gracias a la naturaleza de estos espacios lo que lo ha hecho posible; aunque yo me pregunto ¿debe ser exclusivo de las bibliotecas públicas?, ¿por qué no hacerlo llegar a otro tipo de bibliotecas, tal como lo comentaba en Repensar la biblioteca académica?
Que el bibliotecario comience a verse de una forma distinta hace posible tener bibliotecas distintas. De esta manera, hemos comenzado a involucrarnos más con nuestras comunidades, es decir, ya no nos limitamos a conocer los intereses lectores y de información de los usuarios para esperar sus requerimientos detrás del escritorio.
El involucrarse con las comunidades nos hace conocer las verdaderas necesidades, lo que asu vez nos permite tener una oferta mucho más amplia que el préstamo de libros o la tradicional hora del cuento. Pensemos, por ejemplo, en los bibliotecarios públicos de Pensylvania que han recibido entrenamiento para administrar Naloxona, una droga que revierte los efectos de opiáceos, pues en las inmediaciones de las bibliotecas públicas circulan adictos a estas drogas y de cuando en cuando algunos con sobredosis.
Además, conocer necesidades reales, nos hace no sólo ver, sino entender la diversidad de usuarios que requieren a la biblioteca para ser y estar, y donde el bibliotecario debe convertirse en el facilitador del espacio, facilitador en el más amplio sentido de la palabra. Como ejemplo el Drag Queen Story Hour (DQSH) en el que Drag Queens asisten a bibliotecas, escuelas y librerías para leer historias y hablar con niños sobre la diversidad sexual. Algunas de las bibliotecas que ya participan activamente con el DQSH son la San José Public Library, Brooklyn Public Library, Carnegie Library of Pittsburgh, Oakland Publick Library y tantas otras. Sería interesante ver un DQSH en bibliotecas públicas mexicanas, sería más interesante ver la recepción.
Algo que también ha cambiado es la forma como nos comunicamos y compartimos nuestras experiencias y actividades. Las redes sociales han sido sin duda el gran parteaguas para que más bibliotecarios en distintas partes del mundo logremos conectar, pero lo más importante es que las redes han permitido que los usuarios nos conozcan. Pienso, por ejemplo, en la Biblioteca Vasconcelos que es la biblioteca con más seguidores en Facebook a nivel mundial, pero no sólo eso, actualmente están haciendo un gran trabajo en Instagram donde además han logrado una gran interacción con el usuario, haciéndolo partícipe a la distancia de lo que sucede ahí, ya sea con un Mundial Literario o donde los usuarios la llevan a pasear. Además de Facebook e Instagram también hay blogs, podcasts, videoblogs que nos permiten hablar sobre nuestro trabajo.
Imagenes vía: Instagram Biblioteca Vasconcelos
Lo anterior nos implica establecer una conversación distinta, más cercana, más atractiva, acorde no sólo con los intereses, sino también con la forma en que hoy todos nos comunicamos. De nuevo, ya no podemos sentarnos detrás del escritorio a esperar al usuario, ahora debemos salir a platicar con ellos y con otros bibliotecarios sobre lo que hacemos.
Un último punto del artículo de Kagan está relacionado con la tecnología. Aquí no me voy a detener tanto porque, reconozcamoslo, las bibliotecas públicas en México no gozan de gran salud en materia tecnológica, vamos, ni en algo tan simple como el acervo. Aunque esto no es impedimento para que los bibliotecarios conozcamos del tema, de hecho, es nuestra obligación ser más curiosos y estudiosos de las muchas posibilidades de la tecnología en la biblioteca, a la que debemos ver como el medio, sólo uno de muchos, no como el fin.
Lo anterior, irremediablemente me lleva a pensar en uno de los “cambios de tuerca” que nos urge adoptar: nuestro miedo a la extinción. Durante mucho tiempo se ha dicho que, con la llegada de Google, o la tecnología en turno, el bibliotecario va a desaparecer. Cada que me lo preguntan no puedo evitar pensar en dos cosas:
Google y los bibliotecarios llevamos coexistiendo 20 años. Aprendamos a verlo como lo que es, una herramienta, no un sustituto.
En tanto el bibliotecario se perciba a sí mismo como un guardián del libro, entonces sí que está destinado a desaparecer, de hecho, sí que lo merece.
Todo lo anterior se resume en que los bibliotecarios nos hemos vuelto un profesional más cercano, diría también que más útil, y si no lo hemos hecho, este Día Nacional del Bibliotecario 2018 es un buen momento para comenzar. Los anteriores son sólo algunos ejemplos, pero hay muchos más (Bibliotecas Humanas, Salas +60, servicios de bibliomovil que llevan más que libros, bibliobuses, bibliolibros, lectura acompañada de perros, etc.) y muchos otros que aún no sospechamos.
Felicidades pues a todos y todas mis colegas en este Día Nacional del Bibliotecario 2018, en especial a aquellos que cada día se acercan más a estos bibliotecarios tan necesarios.
Ustedes disculparán, pero yo sigo festejando el aniversario del blog y es que, verán, 10 años son para hacer una fiesta estilo boda oaxaqueña.
Así que hoy, con muchísimo cariño y emoción, cedo este espacio a un gran colega y amigo, Fernando Gabriel Gutiérrez, Jefe de División de Digitalización de la Biblioteca Central en la Universidad Nacional de Luján, además de un inquieto bibliotecario que cree en la colaboración y en la creación conjunta de conocimiento, para muestra, es uno de los fundadores de Aprender3C y forma parte del blog Infotecarios.
Fer es uno de los primeros contactos que tuve ya no sé si en Twitter o Facebook o dónde, en la prehistoria de las redes sociales cuando estábamos muy pocos profesionales de la información dialogando a la distancia. Ha sido pues una grata coincidencia bibliotecaria que me ha permitido conocer un poco más lo que se hace en el sur de este gran continente.
Fer, mil gracias por aceptar ser parte del festejo, tu regalo llega además en el momento justo para la celebración tanto del blog, como del próximo Día Nacional del Bibliotecario. Un post que nos invita a pensarnos en nuestro quehacer diario ya no sólo como guardianes de la información.
¡Bienvenido!
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El bibliotecario como “curator transmedia” y la lejanía de la cultura gamer en las bibliotecas
Warner Bros Pictures
Fernando Gabriel Gutiérrez Jefe de División de Digitalización de la Biblioteca Central Ficha profesional @fggutierrez
En el 2045 no existirán las bibliotecas ni los bibliotecarios, por lo menos tal como los conocemos. En el mundo de “realidad virtual” que muestra Steven Spielberg en su última película “Reader Player One”, aparece un “curator” semi-robot, que vendría ser una especie de bibliotecario que custodia la memoria de los recuerdos de los programadores de esos mundos virtuales. Esta aparición de un “curator” y no un bibliotecario, refiriéndose a alguien que selecciona “recuerdos” de una persona, recae en un rol de “guardián de la memoria”, que le da sentido a la información organizada. Esta visión me parece interesante y me llama la atención. ¿Será que el bibliotecario de todas formas le dará paso al “curator” o “curador” de una vez? Para los que venimos siendo testigos de las transformaciones culturales y tecnológicas que nos ha tocado, el “content curator” digital es una figura que sigue dando de qué hablar no solamente en el ámbito bibliotecario.
Pero por lo visto, para mi sorpresa, es la primera vez que me enfrento en el imaginario cinematográfico a la denominación de lo que siempre se llamó “bibliotecario”. ¿Pero para qué? ¿Para seguir haciendo lo de siempre? ¿Bibliotecarios y curadores de contenidos son sinónimos? Pregunta que no es del todo original, y ya se preguntó en otras ocasiones para que el debate continúe. No quiero “spoilear” demasiado esta película, pero este “curator” tendrá un rol importante en la historia. Así que a no subestimar a los “curadores” del futuro y los bibliotecarios, o como los quieran llamar hoy.
Warner Bros Pictures
Ready Player One: hacia una biblioteca y curator transmedia
La anterior reflexión me surgió después de ver la última película de Steven Spielberg “Ready Player One”, basada en la novela homónima de Ernt Cline. Este film no sólo es un relato para “geek” o “gamer”, ya que presenta un discurso oscuro sobre la “sociedad futura” y los límites de la realidad virtual. A mayor desesperanza, más se inclinarán las personas a tratar de aislarse y construir otro mundo mejor de lo que uno se enfrenta cotidianamente. Son las plataformas digitales quienes podrán dominar los entornos existenciales. Sin embargo, fuera de la virtualidad un grupo de jóvenes serán los que lucharán para encontrar las “llaves” para un mundo que no esté dominado por grandes empresas que querrán manejar el mundo virtual, y/o real.
En torno a esto, varias bibliotecas en Estados Unidos han promovido la lectura de la novela en la que está basada la película. Han aprovechado el estreno y han realizado actividades de formación de usuarios. Es importante atraer a los usuarios vinculando cine, videojuegos y literatura. Para ello hace falta no solamente un bibliotecario creativo, sino un “curator transmedia”, o sea que el bibliotecario sea un puente entre las formas de mediatización de la cultura contemporánea, y no se quede anclado en la cultura libresca. La “biblioteca” necesita construir conocimiento transmedia, ser parte de ella para poder sobrevivir y acompañar a la cultura contemporánea. Esto no es un concepto nuevo en sí, pero aplicable a nuestras realidades bibliotecarias. Curar contenidos de los diferentes discursos mediáticos que nos rodean y volcarlos en la biblioteca, principalmente con los usuarios que son parte de ella. Y pienso una biblioteca que no sea para los usuarios, sino que construya la cultura transmedia con ellos. Que los usuarios adopten los espacios, virtuales, digitales y presenciales para crear cultura transmedia. No ser solamente receptores pasivos.
Warner Bros Pictures
Cultura “gamer” alejada de las bibliotecas
Este es un film que habla de la cultura “gamer” en todo su esplendor. Aunque para mí, la cultura de las bibliotecas tradicional está muy alejada de esta temática. Salvo, por aquel movimiento bibliotecario que está trabajando la temática de la “gamificación en bibliotecas”. Todavía me sigue pareciendo que la biblioteca es un ámbito adverso, ni que decir repelente a la cultura de los videojuegos. Después los gestores y bibliotecarios se preguntan cómo atraer a los “jóvenes actuales”. Nunca lo vamos a hacer si no los incluimos verdaderamente como usuarios y protagonistas de la biblioteca.
Para mí, la biblioteca está a contramano de ingresar los videojuegos en sus espacios, y ni que hablar en su cultura. ¿Por qué no juntar los dos mundos? ¿Es traicionar el mundo sagrado del libro?. Voy más allá de esta idea y pienso que la diversión, y ni que hablar el ocio a través de la tecnología, no tiene lugar en las bibliotecas. Me es raro encontrar en América Latina, bibliotecas públicas y populares, escolares, ni que hablar universitarias con espacios para jugar “videojuegos”, con consolas para acceder en forma gratuita, ní que hablar de cursos o competencias de videojuegos organizados por la biblioteca. Será momento también de juntar estas dos culturas: gamer y las bibliotecas.
Me imagino, ojalá me lleve una sorpresa, que habrá, seguramente muchas bibliotecas con proyectos de este estilo (videojuegos, bibliotecas) que no conozca. Si es tu caso no dejes de comentar aquí para enterarnos y contarnos cómo les está yendo. Y si no, ¿por qué no somos nosotros quienes tratamos de cruzar el puente proponiendo nuevos servicios?
Desde hace tiempo vengo hablando en este blog sobre la importancia de repensar la biblioteca, hacerla más social y útil a su comunidad ofreciendo un espacio que resulte atractivo a los usuarios, no sólo por la diversidad de acervo o mobiliario cómodo, sino por convertirse verdaderamente en un tercer espacio. La biblioteca es actualmente sí ese lugar tradicional de lectura y estudio, pero también tiene ese enorme reto de convertirse en ese remanso para la creación, para el pensamiento, para el descanso, para el trabajo, para la formación de ciudadanía.
Cambiar la idea tradicional de biblioteca no es tarea sencilla, primero es necesario romper varios paradigmas entre los bibliotecarios que nos hacemos cargo de estos espacios. Pero quizá es más importante voltear a ver al usuario y sensibilizarlo sobre las distintas formas de pensar a las bibliotecas porque, curiosamente, es donde quizá encontramos en mayor medida esta idea acartonada de la “biblioteca como templo del saber” y donde este “nuevo” rol de las bibliotecas genera mayor reticencia. Las bibliotecas públicas bien lo saben pues se enfrentan día a día con usuarios que, en muchas ocasiones no están de acuerdo con las actividades al interior de la biblioteca que rompen con el rol tradicional.
Es por ello necesario un trabajo de sensibilización pues, de hecho, proponer una biblioteca más allá de los libros, la lectura y el estudio tendrá mayor o menor aceptación dependiendo del tipo de biblioteca. Por ejemplo, si para la biblioteca pública, que es la cada día se encamina más a ser un espacio social y cultural para la comunidad, no ha sido fácil este cambio de tuerca; imaginemos entonces el gran reto que es para otras bibliotecas como las universitarias o las nacionales que nacieron con objetivos muy específicos para cubrir necesidades también muy específicas, aunque eso no implica que se deban quedar solamente con una forma de trabajo.
En fin, todo lo anterior viene a colación porque hace unos días la Biblioteca Central de la UNAM (biblioteca universitaria), a propósito del Mundial de Futbol Rusia 2018, decidió transmitir en la Sala de Consulta el partido de México vs Suecia.
Esto, como es de esperar generó gran polémica entre sus usuarios en Facebook quienes consideraron “de pésimo gusto” al verla como “…un lugar de estudio no de esparcimiento !!!”, algunos otros lamentaron o se indignaron que un espacio académico se destinara para “estas cosas”. Hubo quienes celebraron y felicitaron a la biblioteca por abrir este espacio para una actividad tan poco “tradicional” como ver el futbol en una biblioteca.
Cabe señalar que la Biblioteca Central cuenta con 12 pisos y que la transmisión del partido de futbol se realizó únicamente en la Sala de Consulta, un espacio cerrado cuya ubicación difícilmente interferiría para las actividades en otras salas y pisos, a menos que los asistentes al partido no controlaran su emoción y se pusieran a gritar desaforadamente.
Volvamos de nuevo, la Biblioteca Central es una biblioteca académica con un objetivo muy específico, aunque yo me pregunto ¿eso la limita a quedarse con ese objetivo: ofrecer libros, bases de datos, computadoras y mesas de trabajo para el estudio y la lectura –en ese orden limitado–?
Seguramente habrá algunos puristas de la biblioteca –incluidos bibliotecarios, usuarios y los que nunca se paran en una biblioteca pero que tienen una idea muy arraigada de lo que se supone debe ser este espacio– que me pregunten, ¿por qué repensar la biblioteca académica cuando lleva décadas, siglos quizá, limitándose a ofrecer un tipo de servicio y atendiendo necesidades muy específicas? ¿para qué convertirla en algo más si para eso existen otro tipo de bibliotecas? A lo que yo respondo lo siguiente:
La biblioteca académica es quizá la única biblioteca a la que se acercarán en toda su vida muchas personas. ¿Por qué no hacer una biblioteca –aunque académica– más cercana y con ello lograr que después de los estudios universitarios, todos estos usuarios se acerquen a otras bibliotecas, ya sea como lectores, trabajadores, creadores, ciudadanos? Es una inversión interesante, ¿no?
Dicho lo anterior, doy la bienvenida y aplaudo el que una biblioteca académica de la talla de la Biblioteca Central de la UNAM comience a explorar otras posibilidades para sus usuarios, esto sin duda implica repensar la biblioteca académica y, desde luego no estamos hablando de algo sencillo ni para su bibliotecarios y mucho menos para sus usuarios, como ya se ha visto en muchos de los comentarios vertidos en la página de Facebook.
Ahora bien, de igual forma considero que un cambio de este tipo no puede ser tan abrupto, desconozco si la Central en otro momento ya ha realizado actividades similares, pero intuyo que es la primera vez, por favor corríjanme si me equivoco. Quizá faltó un trabajo de sensibilización –que además si quieren seguir por ese camino tendrá que ser permanente– para que los usuarios vean esos otros “usos” tan pertinentes y válidos de la biblioteca.
Aquí me viene inmediatamente a la mente el #MundialVasconcelos, una gran apuesta de la Biblioteca Vasconcelos en la que futbol y la literatura se unen para hacer una biblioteca más cercana e invitar a los usuarios a participar activamente. La idea en realidad es muy sencilla, han propuesto a un escritor que representa a cada país que participa en Rusia 2018. Al igual que en el Mundial, han organizado a los escritores representantes de cada nación por grupos tal como en el mundial, de esta manera tuvimos a Michael Ende representando a Alemania jugando contra Juan Villoro por México, en este mismo grupo encontramos a Sok Yong representando a Korea y a Stieg Larsson por Suecia. En cada una de las contiendas los usuarios de instagram que esté siguiendo el #MundialVasconcelos votan por su autor favorito y así es como estos van calificando a las siguientes rondas. Por cierto, México sólo llegó a cuartos de final donde Juan Villoro fue eliminado por García Márquez en representación de Colombia. Y este mundial literario de biblioteca no termina ahí, además de las votaciones, cada cierto tiempo están subiendo un video donde el personal Vasconcelos lee un fragmento de cada autor, lo que además se convierte en una buena manera de comenzar a conocer la obra de estos escritores.
Y si quieren un ejemplo distinto a la Vasconcelos, entonces me viene a la mente la Biblioteca Pública Central “Mauricio Magdaleno” de Zacatecas que en 2010, con motivo del Mundial de Sudáfrica, sacó de su acervo aquellos títulos relacionados con el futbol. Una manera muy sencilla y clásica de poner en circulación el acervo aprovechando un tema de moda entre los usuarios.
Así que transmitir un partido de futbol me parece una buena forma de que la biblioteca vaya más allá, desde luego una forma que es perfectible y que se puede prestar a un mayor trabajo si lo que buscamos es hacer la biblioteca más cercana, pero como ya lo dije, aplaudo esta iniciativa de la Biblioteca Central. Bienvenida la idea de comenzar a repensar la biblioteca académica y honestamente, espero seguir viendo este tipo de actividades.
En México acabamos de pasar por un proceso democrático sin precedentes en nuestra historia impensable hace una década o en el siglo pasado. Este proceso, sin embargo, se caracterizó por la difusión de fake news que buscaron en todo momento desinformar, generar incertidumbre y miedo en los electores, y con ello influir en la toma de decisiones para un país.
Las fake news no han sido algo exclusivo de este proceso, nos enfrentamos a ellas desde hace ya bastante tiempo y, muy seguramente, nos seguiremos enfrentando a ellas en la administración venidera, de hecho, se han seguido viralizado noticias falsas aún después de finalizado el proceso electoral y aún cuando faltan varios meses para que entre en funciones el nuevo gobierno.
Lo anterior es a nivel nacional, infortunadamente las noticias falsas no son exclusivas de un país, se leen, ven, escuchan y repiten todos los días en todas partes del mundo. En la sección Bibliotecnología del programa de radio El Sonido de las Páginas, en la transmisión del 15 de junio pasado, hablábamos precisamente sobre este tema y el papel del bibliotecario frente a las fake news porque, curiosamente, como gremio hemos sido muy pasivos frente a la difusión de noticias falsas en este periodo electoral.
Pero, antes de atisbar siquiera nuestro rol debemos plantearnos, ¿por qué es importante dimensionar el impacto de las fake news en el acontecer diario?
De acuerdo con un estudio publicado en 2016, los estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad en Estados Unidos son propensos a ser engañados con información falsa porque no tienen la habilidad para evaluar las distintas fuentes. Pero esto va más allá de que reprueben a un estudiante en una materia o que haga una tesis con información falsa (que eso ya es bastante grave), lo realmente preocupante de las fake news y en lo que debemos prestar especial atención es que, no sólo estudiantes sino la población en general no sabe identificar los sesgos en la información, es decir, todos esos sitios donde hay “verdades a medias” muy convenientes. En este proceso electoral eran cosa de todos los días, no sólo noticias falsas, sino noticias con cierto sesgo o donde se decían cosas “reales” pero no completas, el clásico “sacar de contexto” una nota.
No debemos tomar a las fake news como un mal necesario del uso de internet, tanto la desinformación como la información juegan un papel importante en la toma decisiones; entonces es aquí donde debemos plantearnos, ¿cuál es o debería ser el papel del bibliotecario frente a las fake news?
Como se menciona en el artículo Beyond Fake News publicado por la revista American Libraries, las y los bibliotecarios históricamente hemos utilizado checklists como el Test CRAAP (Currency o Actualidad; Relevance, Relevancia; Authority, Autoridad; Accuracy,Exactitud; Purpose, Propósito) o el RADCAB (Relevancy, Relevancia; Appropriateness, Oportunidad; Detail, Detalle de la información; Currency, Actualidad; Authority, Autoridad y Bias, Sesgo o Tendencia) para evaluar y ayudar a los usuarios a evaluar recursos de información, aunque también recientemente en Facebook y Twitter se estuvo difundiendo mucho unainfografía elaborada precisamente por la IFLA para ayudarnos a reconocer una noticia falsa, y en la que no puede faltar el bibliotecario como parte importante en este proceso.
Las tres anteriores son herramientas muy útiles, aunque creo que la de la IFLA es particularmente clara. Sin embargo, como también recomienda Michael Caulfield, es tiempo de comenzar a leer lateralmente, es decir, no sólo leer la fuente original, sino también leer el Acerca (About) del sitio donde reside la información y corroborar los datos que proporcionan en esa sección, por ejemplo, si en el Acerca se menciona que es una agencia que trabaja para determinado medio, entonces nos tocar ir a verificar a ese medio al que se hace mención para saber si efectivamente hay relación entre ambos.
Entonces, ¿cuál es el papel del bibliotecario frente a las fake news?
Es decir, ya no basta con que el bibliotecario guíe y apoye con el test CRAAP o RADCAB para evaluar recursos de información, la tarea ahora se vuelve titánica si consideramos que dichos recursos y fuentes a evaluar ya no son necesariamente o exclusivamente los tradicionales (como es el caso de índices de citas, bases de datos, libros o revistas especializadas). El bibliotecario ahora debe replantearse la forma en que desde la profesión está estamos verificando nuestras fuentes, pero también tiene la enorme responsabilidad de ayudar al usuario a determinar el sesgo de la fuente consultada porque, como lo dije al inicio de este post, de la veracidad y sesgo de la información consultada no sólo depende un trabajo académico, ahí se puede jugar el futuro de una comunidad o un país.
Así que toca al bibliotecario abordar y concientizar sobre este tema ya sea con la impartición de talleres, elaboración de tutoriales, discusiones en blogs y podcast de bibliotecas, elaboración de infografías, guiar al usuario durante su proceso de búsqueda… ¿qué otrasse les ocurren?
El movimiento Booktube tiene muchos claroscuros (de los que ya he hablado en otro momento), Abril Karera, mi invitada del día como parte de los festejos del 10º aniversario del blog, está de lado de los claros, de esa luz que se llama Ensayos de Abril, su videoblog que precisamente el mes pasado cumplió sus primeros 5 años de vida, de muchos, muchos más que no me cabe duda vendrán. Por cierto, al final del post les pongo los videos en los que tuve el honor de ser invitada como parte de sus 5 años. 😀
Estoy segura que muchas personas se han iniciado en la lectura, se han acercado a una biblioteca, a una librería o a una feria del libro gracias a Ensayos de Abril, escucharla desmenuzar los libros es una delicia y un peligro, porque irremediablemente uno quiere salir corriendo a comprarlos. Coincidir con ella gracias al Comité Lector de IBBY México, ha sido un privilegio. A Abril le admiro ese tesón que implica mantener un canal en Youtube, desde la parte de grabar y editar, pero en especial la parte de mantenerlo de forma honesta sobre los libros que la provocan. Verán, Abril simplemente no podía faltar en esta fiesta.
Abril nos platica en esta colaboración sobre la relación que ha entablado con las bibliotecas públicas gracias a Booktube, una visión que no sólo me ha emocionado, sino que inmediatamente me ha remitido a muchos congresos, coloquios, foros sobre bibliotecología donde imperan los cebollazos y la palabrería de lo que se supone son las bibliotecas, pero que carecen de esa visión autocrítica hacia la profesión y hay mucho desconocimiento sobre lo que los usuarios piensan, quieren y exigen de las biblbiotecas.
Abril, mil gracias por haber llegado a la celebración.
¡Hola Abril! ¡Bienvenida!
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De cómo Booktube me enseñó a valorar las bibliotecas públicas
El blog de Verónica Juárez me ha abierto la mirada sobre muchos de los usos de las bibliotecas públicas y sus alcances a través de la red. Aunque frecuenté bibliotecas desde mi adolescencia, no fue sino hasta mi incursión en el mundo de Booktube que entendí la importancia de tomar una postura con respecto a ellas y, desde este lugar que ocupo en el mundo, defenderlas y exigir lo mejor para que estos espacios formen parte de la vida cotidiana de la sociedad, de toda la sociedad. Por eso decidí contar cómo nació mi relación con estos lugares que son más que un albergue de conocimiento y de cómo, poco a poco, fui entendiendo que asumirse como lector conlleva también una responsabilidad, cien por ciento opcional, pero que una vez que se asume no se puede dejar a medias: la de generar y salvaguardar todos aquellos espacios cuya espina dorsal sea la lectura. Acompáñenme, pues, en este breve recorrido.
La primera biblioteca que conocí fue la de mi casa. Siempre me he sentido muy afortunada por haber crecido entre libros. Mis padres, profesores ambos, destinaban cada quincena una parte de su presupuesto a adquirir nuevos ejemplares para el acervo familiar. Recuerdo con especial cariño que, para mí y mis hermanos, cada libro era sinónimo de un bloque para las ciudades que construíamos. Los libros se transformaban en carreteras, puentes, edificios, incluso monstruos; y, luego, cuando mis padres llegaban a casa y teníamos que ordenar todo de nuevo, lo hacíamos con cuidado porque volvían a su forma real. Así, aprendí que mi mamá se esforzaba por crear un orden en los tres libreros que teníamos en ese entonces: una sección para los libros de papá (de historia y matemáticas, sobre todo), una sección para los libros de ella (de literatura mexicana y poesía) y otra sección para las enciclopedias y libros de nosotros. “¿Por qué ordenarlos de esa manera?”, pregunté un día cuando ya iba al kinder. “Porque así es más fácil ubicarlos”, respondió mi mamá.
La segunda gran biblioteca de mi infancia fue, sin duda, la de aula; la que teníamos en mi salón de sexto grado de primaria conformada en su mayoría por los Libros del Rincón. Recuerdo que mi profesor tuvo que instalar unas repisas para colocar ahí los ejemplares que daba el gobierno. Cada viernes, luego de alguna clase, teníamos libertad para husmear entre los títulos y llevarnos a casa el que quisiéramos. Era mi actividad favorita de los viernes. Sobre todo, me preguntaba, ¿por qué no teníamos en mi casa libros como esos? Tardaría todavía muchos años en conocer lo que es la literatura infantil y juvenil y en entender que mis padres tenían poca o nula noción sobre ello, así que adquirían siempre los libros que les gustaban más a ellos -adultos- o que tenían en el título eso de “para niños”. De otra manera, era muy complicado que se enteraran de esa literatura que comenzaba a florecer en el país. Sumemos, además, que crecí en un municipio del Estado de México donde las librerías son prácticamente inexistentes.
La tercera gran biblioteca de mi vida fue la de la secundaria. Un lunes, en un homenaje, el director dio el anuncio de que había recibido varias cajas con libros que había mandado la SEP. Dio la orden a mi profesora de español para que ella llevara el registro de préstamo a domicilio y, con tono emocionado, nos invitó a todos a conocer el acervo y leerlo enterito. ¡Eran más de cien libros nuevos! Recuerdo que esperé la hora del receso con impaciencia y cuando por fin sonó el timbre, corrí hasta la biblioteca para ser la primera en formarme y conocer todos esos títulos. No había necesidad de tanta prisa, prácticamente era la única alumna interesada en todo eso. Recuerdo la mirada luminosa de mi profesora diciéndome que podía llevarme todos los libros que quisiera, siempre y cuando los regresara. “Nunca hay que robarle a una biblioteca, porque no sabes qué libro podrá hacer la diferencia con alguien y siempre es mejor que todos los títulos estén a su alcance”, me dijo. Palabras grabadas con fuego en mi corazón.
Después, vinieron las bibliotecas de la universidad que se vienen a relacionar estrechamente con mis inicios como booktuber. Pero vayamos paso por paso. La Biblioteca Central de la UNAM fue parte fundamental de mi vida escolar, si no es que la favorita. Tardes enteras sentada en su área de estudio no precisamente estudiando, pero sí siempre leyendo. Me gustaba pasearme entre los estantes del área de literatura y elegir al azar mi próxima lectura. También se suman la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras y la del Instituto de Investigaciones Filológicas, importantísimas para mi educación en letras y, sobre todo, para mantenerme cerca de griegos y romanos. Teniendo todo esto como base, es fácil entender que cuando comencé a ser booktuber pensaba que todos los lectores estarían relacionados con alguna biblioteca, así como lo estaba yo con las de la escuela y con las de mi pasado, pero la sorpresa fue que no.
Booktube es una comunidad de lectores que comparte sus opiniones sobre libros a través de videos en Youtube. Mi canal se incorporó a esta dinámica en el 2013 y comentaba, sobre todo, libros que tomaba de las bibliotecas. Todavía lo hago. La gran sorpresa para mí fue que casi todos los booktubers de ese entonces tenían, alimentaban y cuidaban una sola biblioteca: la suya. Lo cual me parece muy válido, por supuesto. Pero de las bibliotecas públicas no escuchaba nada. Y entonces comencé a dimensionar la cuestión de su uso.
Primero: Si yo me había mantenido siempre muy cercana a ellas era, sí, porque me gustaban, pero sobre todo porque no tenía mucho dinero para invertir en libros. Eso no quiere decir que no comprara de vez en cuando algunos, claro que lo hacía; sólo que no en la medida en que veía a otros lectores hacerlo. Entendí que las bibliotecas siempre tendrán una estrecha relación con la economía de los usuarios. De ahí la importancia de habilitarlas lo mejor posible en un país donde el salario mínimo es una burla y donde, por supuesto, siempre será más importante destinar ese dinero a la alimentación que a la lectura. Las bibliotecas son una de las mejores herramientas para demostrar que la pobreza no es excusa para la ignorancia.
Segundo: Entendí también que frecuentar las bibliotecas era la razón principal por la que no me sentía apegada al libro como objeto. Es decir, sin problema podía deshacerme de libros, prestarlos o regalarlos. Porque justo eso te enseñan las bibliotecas: que tendrás un ejemplar entre tus manos durante algunas semanas, que será parte de tu vida porque lo vas a leer, pero que al terminarlo tienes la responsabilidad de devolverlo para que lo lea alguien más, así te haya gustado muchísimo la historia. Resultó una gran sorpresa descubrir que muchos booktubers sentían tal devoción por sus libros que eran incapaces de prestarlos. Lo cual también es muy válido, no quiero que esto se malinterprete como una cuestión de comparación sobre qué es mejor y qué no. Para nada. Ambas actitudes me parecen válidas, sólo deseo compartir cómo fui descubriendo este mundo de lectores donde las bibliotecas no existían o tenían la mínima importancia.
Tercero: Debido a la poca atención que, en general, tienen las bibliotecas, no es de extrañar que las creencias en torno a ellas sean tristes. Que si los bibliotecarios siempre están enojados o que los acervos dejan mucho que desear, (pueden conocer más de estas creencias en un video que grabé junto con Verónica como parte de la celebración por el 5to aniversario de mi canal). Es más, en mi recorrido por varias bibliotecas públicas de las delegaciones de la Ciudad de México, pude constatar que en casi todas el apoyo brilla por su ausencia: espacios pequeños, descuidados, muchos sin actividades culturales. Por eso, cuando descubrí la biblioteca de IBBY México y la Vasconcelos, me aferré a ellas con alegría. Pero estoy consciente de que, como lectores citadinos, no podemos limitarnos a esas dos, aunque sean mega geniales. Y entendí una cosa más: Así como muchos de mis compañeros booktubers defendían el libro como objeto y tomaban una postura respecto a sus bibliotecas personales, sentí casi una responsabilidad tomar una con respecto a las bibliotecas públicas y su importancia en mi vida como lectora. No sé si esto hubiera sucedido de no conocer Booktube.
Quiero cerrar este texto diciendo que falta mucho por hacer para que las bibliotecas ocupen un lugar privilegiado en la mente de la mayoría de los lectores, pero que vamos por buen camino. Ahora, me da alegría constatar que muchos otros booktubers se han asumido como lectores de bibliotecas y comentan, siempre que pueden, los ejemplares que han tomado de ellas. He visto incluso bibliotecarios tomando el rol como booktubers para darle difusión a su espacio. En Booktube, mi postura como defensora del uso de bibliotecas incluye invitar a mis suscriptores a conocer la más cercana a su hogar, muchos me han escrito diciendo que no tienen ninguna y es ahí cuando cobra mayor importancia la concientización sobre su implementación y uso en la mayor cantidad de lugares posibles. ¿Quién lo va hacer? Pues de aquí a que el gobierno se pone de acuerdo, seguramente nos toca a nosotros los lectores, profesores, mediadores de lectura hacerlo: acercar títulos a las personas. Porque ¿qué son las bibliotecas sino un espacio donde tienes al alcance, literalmente, un mundo de posibilidades? Y no lo digo sólo por los libros que podemos encontrar en ellas.
En fin, ha sido un honor para mí celebrar los diez años de existencia de este blog con este texto tan personal, pero sincero, sobre lo mucho que las bibliotecas pueden cambiar, y mejorar, la vida de una persona. Que los textos de Uvejota no se acaben para que muchos más lectores alrededor de todo el mundo podamos seguir inspirándonos. Un abrazo, Vero, y mi más sincero saludo a los lectores de este maravilloso espacio.
Hay dos cosas que me han gustado mucho de esta muy particular celebración: 1) el tiempo de mis invitados para regalarnos su visión, y 2) la diversidad de miradas y de formas de entender y abordar a la biblioteca, al libro, a la lectura y a la información. Esta fiesta va quedando muy bien, lo mejor, aún no acaba.
Así que en esta ocasión viajamos al sur del continente, al bello Chile, para dar la bienvenida a la gran Marcela Valdés, Directora de la Biblioteca de Santiago, una de las bibliotecas públicas más grandes e importantes de ese magnífico sistema bibliotecario chileno al que por cierto, debemos de aprenderle muchas cosas.
A Marcela tuve el gran gusto y honor de conocer en 2015, cuando asistí al 5º Congreso Innovatics y, desde la primer charla ha sido fascinante conocer su visión de biblioteca; no por nada, ella junto con el personal a su cargo son el corazón de la Biblioteca de Santiago. También es fascinante verla de tanto en tanto convertirse en mariposa y hacer que nos revoloteen mariposas en el estómago (la guata, como dicen por allá) con cada nueva actividad en la Biblioteca de Santiago a quienes muchos, incluso los más lejanos físicamente, le tenemos un gran cariño.
Este post Marcela nos habla de las bibliotecas inclusivas, es decir, la visión que tiene y quiere de las bibliotecas públicas y que nos deja ver el por qué nos revolotean esas mariposas cada vez que nos llegan noticias de la Biblioteca de Santiago siendo cada día más inclusiva.
Marcela, mil gracias por aceptar ser parte de la celebración y compartirnos esa visión de biblioteca.
¡Bienvenida!
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Construyendo bibliotecas inclusivas que pueden cambiar la vida
Quiero compartir algunas reflexiones y apuntes sobre las bibliotecas públicas y la inclusión. Son notas que he ido construyendo en este transitar por las bibliotecas, pensamientos que van formando sueños, ideas que generan proyectos. Estas reflexiones que comparto con muchos y muchas son parte de mi sentir por las bibliotecas, mi necesidad de involucrarme con las personas y parte del sueño de que para construir un mundo inclusivo la mejor forma sea ver a las bibliotecas, esas bibliotecas que existen en tantos lugares y que se han construido con el trabajo de muchos y muchas. Las bibliotecas pueden ser una hermosa vitrina del buen mundo que queremos. Ese espacio de resistencia que cobija y acoge a tantos día a día. Parto entonces diciendo algo de sentido común: cuando pensamos en bibliotecas públicas partimos de la premisa que están enfocadas y destinadas a todos y todas. No obstante eso que es tan obvio, requiere de políticas, líneas de acción, capacitación, participación de la comunidad y compromiso de quienes componen la biblioteca, es decir, trabajadores, autoridades, público potencial y objetivo, para generar un espacio realmente inclusivo y que dé cuenta de su condición de biblioteca pública.
Una biblioteca pública se plantea como un espacio abierto y democrático y debe declarar desde su misión la necesidad de la participación e involucrar a la comunidad, porque en la medida que las comunidades son parte de las bibliotecas y estas últimas comprenden que más allá de cumplir estándares y misiones de atención y servicio, deben ser un espacio que apunte a generar herramientas donde la comunidad sea un ente activo en la gestión y calidad, se generará un vínculo único entre personas y bibliotecas que provoca también, encuentros únicos con la lectura o más bien con múltiples lecturas, ya que leemos el mundo de muchas maneras.
Desde esa premisa tenemos la posibilidad de crear y recrear bibliotecas acordes a sus comunidades, con lectores distintos que fomentaran la democracia, la participación y por ende provocarán la decisión política que es el fomento de la lectura. Desde ese punto al convocar a las personas, nos damos cuenta que una biblioteca abierta y participativa debe generar una línea de trabajo con la comunidad que será el corazón de la biblioteca y que la transformará en un espacio inclusivo. Y al hablar de incluir, tenemos que pensar en todos y todas, no en una sola comunidad, sino en diversas comunidades; en las diversidades sexuales, en las personas con capacidades diferentes, en los pueblos originarios, en la tercera edad, niños y niñas, jóvenes, mujeres, migrantes, personas en situación de calle, etc. Tener una mirada amplia que permita compartir la biblioteca y que la misma se transforme en una oportunidad para las personas, un espacio que pueda de alguna forma cambiar sus vidas y logren participar de ese espacio. Entendiendo que en algunos casos para remover debemos excluir y generar actividades enfocadas sólo a ciertos grupos, como una forma de llamar la atención y enviar un mensaje que dé cuenta de lo que es estar en el lugar de otro.
Biblioteca de Santiago
En ese sentido, la biblioteca, al igual que la lectura, junto con entregarnos conocimiento e información debe ser asimilada como un espacio de encuentro comunitario y quienes trabajamos en esas bibliotecas debemos provocar ese encuentro y crear una nueva comunidad, la comunidad inclusiva de nuestras bibliotecas. La biblioteca se tiene que convertir en un puente.
Hace algún tiempo, en un encuentro donde Mempo Giardinelli nos hablaba de lectura, le escuché una frase que hasta hoy rescato y recuerdo: “…Hacer leer a una nación es una decisión política…“. Esta frase, creo que aplica a las bibliotecas, hacer que las personas vayan a la biblioteca es una decisión política. Da cuenta de lo activo que debemos ser a la hora de plantearnos el compromiso con las bibliotecas y como ese compromiso debe ser parte de la decisión de todos los actores,involucrando a mediadores, autoridades y todos y todas aquellos/as que de alguna forma son responsables de que nuestras sociedades estén conformadas por personas con capacidad crítica, personas que puedan acceder a espacios democráticos, donde estén presente la lectura por placer, información, conocimiento, que genere libertad, democracia e igualdad.
La biblioteca debe ser un espacio comunitario, donde a las personas se le entreguen los mecanismos, canales y herramientas de participación que permitan la construcción conjunta de una verdadera biblioteca pública, una real biblioteca inclusiva.
Es entonces que cuando nos planteamos la inclusión como una decisión política debemos no sólo cambiar la infraestructura de la biblioteca y generar nuevos espacios y formas de acceso, sino que debemos generar líneas de acción reales, servicios, actividades, experiencias y, principalmente debemos involucrar a las personas, porque es la única forma que se apropien y se sienta parte de un espacio. No es desde un llamado paternalista o un mero proveedor de servicios, sino que desde un llamado a construir. Para que eso suceda, debemos partir con cambiar mentalidades y entender que debemos derribar mitos y prejuicios. Esos cambios de mentalidades, de infraestructura, de servicios, es lo que convierte a la biblioteca pública en un real espacio inclusivo, trabajando para tener la inclusión tan incorporada que no podamos imaginar otra forma de funcionamiento de las instituciones, del país, hacia allá debemos avanzar como sociedad, generando posibilidades que permitan mejorar la calidad de vida de las personas y acrecentar sus capitales sociales, económicos, humanos y culturales.
Entender que el corazón de la inclusión son las personas y debemos construir bibliotecasdestinadas a ellas, hechas por personas. Cambiar mentalidades, derribar falsos mitos y prejuicios se logra en la medida que nos acercamos a nuestras comunidades y generamos un puente para crear confianza. En la medida que los que estamos permanentemente en la biblioteca cambiamos la forma de mirar, podemos transmitir a otros y otras y, entregar esa mirada inclusiva que tanto queremos. Ese cambio de mirada y de mentalidad nos permitirá enseñar a otros y seguir construyendo, finalmente la biblioteca lo que genera son puentes para lograr el encuentro entre personas y donde todos y todas aprendemos de los diferentes saberes, vidas y experiencias.
Bibliometro, Chile
Cuando tenemos una biblioteca accesible a través de su infraestructura, de sus actividades culturales y de fomento lector y escritor, con personal capacitado, que entrega oportunidades laborales y que hace parte dentro de su misión la inclusión de manera permanente, nos queda pensar como ir más allá y eliminar cualquier otra barrera, construyendo confianza, especialmente en nuestros países donde tenemos una crisis de confianza, la biblioteca debe aproximarse a las personas y generar confianza, confiar en nuestro público y ellos pueden confiar en nosotros, eliminando barreras y trámites. Estar convencidos que la biblioteca es un espacio donde las personas son sujetos de derecho y merecen no sólo ser bien atendidos, sino que participar y satisfacer necesidades culturales, formativas, educacionales y sociales.
Finalmente, la Biblioteca debe ser un laboratorio, un espacio mágico donde mezclamos ideas, sueños, experiencias que permitan mejorar y ojalá cambiar la vida de las personas. En ese sentido siempre debemos estar abiertos a probar, a incorporar y especialmente a ser generosos, a entregar nuestra experiencia para que en otros espacios se mejoren y se conviertan en nuevas experiencias. Crear experiencias de servicio, generar espacios que efectivamente permitan a las personas, a las comunidades, sentir que las bibliotecas son el lugar que nos acompañan a lo largo de nuestra vida y pueden ser un lugar de puentes maravillosos para encontrarnos con expresiones, otras personas y culturas, para encontrar ventanas que miren al mundo.
Como dice el dicho, “esto no se acaba hasta que se acaba” así que este blog sigue celebrado y muy regalado. Hoyha llegado al festejo una gran invitada, Nieves González Fernández Villavicencio, PhD, Profesora del Área de Biblioteconomía Univ. P. de Olavide y Responsable de la Bca de Económicas Universidad Sevilla.
A Nieves tuve el gran gusto y placer de conocerla en persona en 2015 en Chile cuando coincidimos en el 5º Congreso Internacional Innovatics, que ya va por su 8ª edición; sin embargo, he de decir que ya la leía muy atenta de varios años atrás en sus redes sociales, pero en especial en su blog Bibliotecarios 2020 que en sus inicios se llamaba Bibliotecarios 2.0, mismo que en 2016 cumplió 10 años y que ha sido un referente para muchos bibliotecarios no sólo de España, sino de este lado del mundo pues el cúmulo de conocimientos que Nieves compartía era y sigue siendo invaluable. Nieves nos ha dicho hasta luego en su blog, pero quedan grandes enseñanzas y reflexiones a las que podemos volver siempre que lo necesitemos.
Por eso le agradezco infinitamente que haya regresado un ratito a la vida bloguera para ser parte de este festejo y regalarnos un trabajo de recopilación sobre plan de marketing, medios sociales y bibliotecas escolares.
Nieves, muchas gracias por aceptar ser parte de este festejo y por hacer una pausa en ese hasta luego.
¡Bienvenida siempre!
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Plan de marketing, bibliotecas y medios sociales
Nieves González Fernández-Villavicencio Profesora del Área de Biblioteconomía Univ. P. de Olavide Responsable de la Bca de Económicas Universidad Sevilla @NievesGlez
Estar, estamos, pero ¿qué hemos conseguido? Los objetivos en medios sociales más allá de la interacción con los usuarios.
Hace ya casi 13 años que Michael Casey, acuñó el término en su blog LibraryCrunch, “se espera que este modelo de servicio reemplace en el futuro a los anticuados servicios unidireccionales que han caracterizado a los servicios bibliotecarios durante años”. En esos momentos muchos bibliotecarios nos estabamos ilusionando con los principios y posibilidades de la web 2.0. Y nos pusimos mano a la obra.
Esta web 2.0 o biblioteca 2.0 tenía una base completamente de interacción social, de participación colectiva y creación colaborativa, por lo que de web 2.0 pasamos a hablar de web social o medios sociales, con una gran base de red social, aunque no sólo eso en sentido estricto.
Pasados los años, las bibliotecas tienen presencia en estos medios. Si nos detenemos en las bibliotecas universitarias españolas, el 73,7% tiene presencia propia en Facebook y el 77,6% en Twitter, según el informe de 2017 de Martín-Marichal y los bibliotecarios diseñamos servicios y productos incluyendo en ellos estos componentes de la web social.
En la encuesta realizada por TechSoup y WebJunction en 2018, se ofrece una instantánea de cómo conectan las bibliotecas con sus usuarios a través de las redes sociales. Los objetivos de dicha encuesta son conocer qué plataformas sociales utilizan las bibliotecas y con qué frecuencia, cómo las usan, quién maneja las redes sociales y cuánto tiempo les dedica, cuál es el alcance y cuáles son los mayores desafíos a la hora de administrar las redes sociales.
Gestionamos redes y medios sociales, incluimos las posibilidades sociales de comunicación de estos medios, en todos los productos y servicios que producimos o formamos en su uso. Sin embargo, ¿qué hemos conseguido? ¿Muchos seguidores e interacción? Hay bibliotecas que efectivamente están estableciendo una relación más cómplice con sus usuarios, saben gestionar estos medios dedicando tiempo y recursos suficientes. Llegados a este punto podemos decir que, estar, estamos. Pero lo importante es conocer qué hemos conseguido, para qué nos ha servido esta presencia. ¿Se ha producido un aumento real de la interacción con los usuarios? Y esa interacción ¿ha servido para que la biblioteca cumpla con sus objetivos, con sus fines?
Sin embargo, gracias a los medios sociales, podemos conseguir nuestro objetivo, cumplir con nuestros fines a través de estos medios. Sin lugar a dudas, la interacción nos ayudará, es un elemento clave pero no imprescindible. De cualquier forma tenemos que seguir un plan de acción en medios sociales, bien definido y estructurado, que nos hará conseguir nuestros objetivos. En el estudio sobre plan de marketing que presento en mi tesis sobre la Rentabilidad de la Biblioteca en la Web Social, confirmamos que se puede obtener rentabilidad a esa inversión si contamos con un plan de medios sociales, un social media plan.
El plan de acción en medios sociales parte del análisis y diagnóstico de la situación para después definir los objetivos a alcanzar. Estas son las acciones que debemos llevar a cabo para obtener un retorno de la inversión en medios sociales (Parte de mi Infografía Plan de Marketing Digital, https://create.piktochart.com/output/2322885-marketing-library).
El objetivo es la pieza crítica del plan de acción y debe estar relacionado con los fines de la biblioteca.
Hay que tener en cuenta que estos objetivos siempre tienen que ser SMART, utilizando las cinco reglas resumidas en el acrónimo anglosajón: Specific, Measurable, Achievable, Realistic, Timely. Los objetivos y su número deben ser alcanzables y realistas, pero también coherentes con la misión y los objetivos de la organización, consistentes con los recursos internos y las capacidades básicas, concretos, flexibles y motivadores.
A continuación hay que definir la audiencia, el segmento de usuarios a los que nos vamos a dirigir; se trata del grupo específico de usuarios para el que se ha establecido ese objetivo y para el que se van a implementar las distintas acciones de la campaña de marketing. La audiencia hay que segmentarla, en caso contrario no llegará el mensaje adecuado. Para el mundo bibliotecario es dificil pensar en personalización ya que confunde al destinatario del servicio o producto objeto de la campaña de marketing con el segmento específico al que nos vamos a dirigir por estar más sensibilizado.
Llega el turno a la definición de los medios utilizados, es decir, elegir el medio o los medios y canales más adecuados, aquellos a los que accede o en los que esté la audiencia segmentada que hemos definido y que se adapten a los objetivos que se han marcado. En laencuesta de TechSoup y WebJunction de 2018,podemos ver los medios sociales que se utilizan y sobre todo la frecuencia de la actividad que desarrollan en cada una de ellas. Facebook y Twitter siguen siendo los reyes.
Por otro lado debe quedar bien definido quien se va a responsabilizar del plan y de cada una de sus acciones, si tienen las competencias y habilidades necesarias para llevar a cabo las acciones en su mayor parte digitales y en medios sociales. Generalmente recae esta tarea en becarios o personas recién llegadas a la organización.
En el Plan de acción se tienen que especificar cuáles van a ser las tareas que se van a realizar, es decir, cuáles son los contenidos de los que se va a hablar, de donde se van a extraer o servir de inspiración, cuales son las fuentes, con qué periodicidad, frecuencia, se van a publicar, cuál será su calendario y quien los creará, qué técnicas se van a utilizar para crear “engagement” con los usuarios, quien se va a responsabilizar de cada tarea y en qué espacio temporal.
Esta etapa incluye las métricas que se van a utilizar y el seguimiento periódico de la evolución de esas métricas. Un ejemplo de métricas usadas lo encontramos en elestudio Culture24.
Sin embargo el estudio más amplio hasta el momento de métricas es el propuesto en mi tesis Rentabilidad de la Biblioteca en la Web Social, que presenta una combinación de indicadores basándoseno sólo en el número de seguidores y la frecuencia de la actividad en los medios por parte de la organización, sino también en el impacto en los medios de la marca, la interacción o engagement y sobre todo el ROI, conseguir el objetivo propuesto.Estos indicadores van a permitir realizar un diagnóstico de la situación, para la toma de decisiones. Para ello se necesitan métricas e indicadores, KPIs, indicadores clave del rendimiento, que ilustran de la efectividad de la acción en relación con nuestro objetivo. El sistema de evaluación dependerá de los indicadores de seguimiento, de las métricas que se hayan establecido.
La etapa de difusión y comunicación de resultados resulta estratégica en cualquier campaña de marketing. La biblioteca debe usar todos los medios a su alcance para hacer llegar su mensaje a sus stakeholders, utilizando medios visuales como las infografías, cómics o vídeos, que le den mayor alcance a los resultados de su campaña. No hay que olvidar el papel de las tecnologías móviles hoy día y pensar en móvil en cada etapa de la campaña de marketing.
Un plan de marketing digital y más concretamente una campaña de promoción en medios digitales, en la que se cumplan todas las etapas que se han definido, permite conseguir los objetivos que la biblioteca se proponga incluyendo Conversión o ROI.
Hoy hablaremos de colaboración, bueno, yo no, sino mi invitada al festejo por los 10 años del blog, la queridísima Alejandra Quiroz. Ale es Coordinadora de Servicios Educativos de la Biblioteca Vasconcelos, bibliotecaria autodidacta que diariamente y de muchas formas demuestra su compromiso con las bibliotecas y con la comunidad.
Ale es inquieta, muy crítica y alguien que desborda amor por la biblioteca, eso se nota cuando la vez trabajando ya sea en el escritorio, en la sala infantil, en los talleres que organiza o cuando tienes la oportunidad de charlar con ella. Es un privilegio tenerla como colega-amiga.
A Ale tienen que verla en acción, siempre atenta a lo que ocurre en otras bibliotecas, siempre pendiente del buen hacer, siempre dispuesta a implementar formas de hacer a la biblioteca más cercana y útil en lo social. Como bibliotecaria no exagero si digo que necesitamos más Ales en el panorama bibliotecario.
El post que nos regala habla sobre colaboración, algo que se le da muy bien y en lo que los bibliotecarios deberíamos de trabajar más.
Ale, me encanta que seas parte de este festejo porque es precisamente este blog lo que nos ha permitido coincidir en el mundo bibliotecario. Gracias por aceptar ser parte de la fiesta.
Hace diez años ni siquiera sospechaba que mi vida profesional estaría consagrada a las bibliotecas. Cuando ese camino comenzó a labrarse, lo hice siguiendo los pasos de otros bibliotecarios con trayectoria. Como los blogs estaban en pleno apogeo, fueron los lugares principales que exploré. Uvejota fue uno de ellos.
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Todavía realizaba mi servicio social cuando postulé a mi primer trabajo. Lo hice convencida de que aprendería pronto. Había pasado un mes en la biblioteca de la universidad, así que pensé que estaba lista para el reto: encargarme de una biblioteca escolar para secundaria y preparatoria. Tras un par de entrevistas y un periodo vacacional, finalmente obtuve el trabajo.
Bibliotecaria en acción
Para complementar lo que me había ofrecido la estancia en la biblioteca universitaria, me dediqué a buscar recursos en internet que pudieran ayudarme. Al principio me bastó con las publicaciones de la American Library Association. Encontré iniciativas sorprendentes, como la semana de los libros prohibidos y el mes de la credencialización. De un brinco a otro conocí iniciativas bibliotecarias que empleaban todo lo que tenían a la mano para atraer a los usuarios. Algunas de ellas las implementé en mi biblioteca pero muchas otras movilizaron mi pensamiento.
Un día me pregunté si habría bibliotecarios latinoamericanos a quienes seguirles la pista. Fue esa inquietud la que me llevó a encontrar el blog de Verónica Juárez. No recuerdo cómo llegué a él: si directamente en una búsqueda de Google o a través de otro blog que disfrutaba: Librosfera. De cualquier manera, el hallazgo fue muy afortunado.
Uvejota, como se la conoce en la blogósfera, se trataba de una ventana que no solamente ofrecía un vistazo de lo que los libros provocaban en los demás. Habría que decir que se configuró como una especie de observatorio del acontecer bibliotecario en México y el mundo. Uvejota se daba a la tarea de reseñar diversos acontecimientos y ofrecer sus propias impresiones. También registraba proyectos alucinantes en los que el libro o las bibliotecas eran protagonistas.
Estoy segura de que comenté alguna de sus publicaciones. Sin embargo, la mayoría de las veces me reservaba de hacerlo porque no me parecía que tenía algo importante que decir. Eso quizá se deba a que soy callada tanto en la vida presencial como la digital. Más bien me quedaba pensando, reflexionando de qué manera algo de lo hallado se vinculaba con mi propio entorno.
Fue así como el blog de Uvejota me impulsó a abrir mi propio blog: Biblioparadiso. No fui capaz de desarrollarlo con la disciplina y seriedad de Vero pero al menos registré algunas de mis inquietudes, todas ellas derivadas de lo que sucedía en mi lugar de trabajo. Prácticamente me hacía preguntas en voz alta y trataba de animar la conversación con otras personas. En ocasiones recibí respuesta pero otras pude al menos seguir el rastro de inquietudes comunes.
Aunque los encuentros presenciales no son del todo imposibles, a menudo están sujetos a la rigidez de una agenda o se consumen rápidamente en minucias. Los blogs habilitan un espacio para conversar sobre las cuestiones que nos ocupan en el quehacer bibliotecario. Es importante compartir estrategias, proyectos y misiones para mostrar que tenemos un alto potencial autogestivo. Los bibliotecarios siempre estamos trabajando con lo que tenemos a la mano y, a veces, las ideas dialogadas nos llevan a mejores caminos.
Leer blogs fue una estrategia útil para mi, bibliotecaria autodidacta. Compartir información y propiciar la reflexión fueron las dos razones que me hicieron seguidora de este blog. Uvejota abría la posibilidad del diálogo en una plataforma que a menudo se configura como una multitud de soledades. La voz y visión de Vero nos acompañaba en una tarea que convoca siempre la colaboración.