Quiero aprovechar un par de posts para mostrarles algunas de las 244 bibliotecas públicas y 55 bibliotecas públicas institucionales que forman parte de la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad de México.
Este post está dedicado a las Bibliotecas Públicas Alcaldía Magdalena Contreras. Cuenta actualmente con siete bibliotecas públicas pertenecientes a la Red. La Biblioteca Pública Digna Ochoa está cerrada por reparación; sin embargo, aquí les muestro las otras seis y espero que en cuando vuelvan a abrir sus puertas, salgan corriendo a sacar su credencial y usarlas.
Si en las fotos ven que las bibliotecas están un poco solas, es por dos razones: 1) su grueso de usuarios en muchas de ellas es en el turno vespertino y mi visita la realicé por la mañana, y 2) algunas de ellas están en remodelación, como en el caso de la Biblioteca Pública Solidaridad. Aunque una tercera siempre puede ser que no la comunidad no la conoce, y una cuarta, que el servicio no es el mejor. Pero quedémonos con las dos primeras opciones, que también ocurren mucho.
Biblioteca Central Delegacional Juventino Rosas
Dirección: Av. México Camino Real de Contreras No. 27 Entre Felipe Ángeles y 1ª Contreras, La Concepción, CP 10830, La Magdalena Contreras, Ciudad de México.
Teléfonos: 5645 7916
Horario: Lunes a domingo de 8:30 a 20 hrs.
Servicios
Préstamo interno y a domicilio.
Consulta.
Orientación a usuarios.
Fomento a la lectura.
Digitales.
Biblioteca Pública Emiliano Zapata
Dirección: Progreso s/n Esq. Benito Juárez San Nicolás Totoloapan CP 10900, La Magdalena Contreras, Ciudad de México
Teléfono: 1675 7396
Horarios: Lunes a Domingo de 8 a 20 hrs.
Servicios
Préstamo interno y a domicilio.
Consulta.
Orientación a usuarios.
Fomento a la lectura.
Biblioteca Pública Teocalli
Esta biblioteca tuvo que ser reubicada debido al Programa Pilares. Actualmente se encuentra ubicada en:
Dirección: 10 de junio s/n, colonia Pueblo Nuevo Alto, C. P. 10640. La Magdalena Contreras, Ciudad de México
Horario: Lunes a viernes
Servicios
Préstamo interno y a domicilio.
Consulta.
Orientación a usuarios.
Fomento a la lectura
Biblioteca Pública Atacaxco
Dirección: Piaztic s/n, entre Popocani y Av. Palmas, San José Atacaxco, CP 10378, La Magdalena Contreras, Ciudad de México
Teléfono: 01 55 1520 6221
Horario: Lunes a domingo de 8 a 20 hrs.
Servicios:
Préstamo interno y a domicilio.
Consulta.
Orientación a usuarios.
Fomento a la lectura.
Digitales
Biblioteca Pública Solidaridad
Esta biblioteca hasta inicios de marzo se encontraba en remodelación. Supongo que en cuanto termine esta contingencia, ya estarán listos para abrir nuevamente sus puertas.
Dirección: Av. San Jerónimo s/n Esq. Av. Ojo de Agua, Lomas de San Bernabé, CP 10360, La Magdalena Contreras, Ciudad de México
Teléfonos: 5595 3000 ext. 1143
Horario: Lunes a domingo de 8 a 20 hrs.
Servicios:
Préstamo interno y a domicilio.
Consulta.
Orientación a usuarios.
Fomento a la lectura.
Digitales
Biblioteca Pública Francisco Zendejas
Dirección: Av. Luis Cabrera No. 1 Esq. Av. México-Contreras, San Jerónimo Lídice, CP 10200, La Magdalena Contreras, Ciudad de México
Horario: Lunes a viernes de 8:30 a 20:30 hrs. / Sábados y domingos de 8 a 20 hrs.
El día de hoy se llevó a cabo el foro virtual#BibliotecasEnCasa, una iniciativa a cargo de Infotecarios, @IFLALAC y ASCOLBI, Colegio Colombiano de Bibliotecología; que reunió a distintos bibliotecarios para hablar sobre la forma en que las bibliotecas y los profesionales de la información están dando respuesta a la pandemia por el COVID-19 que enfrentamos a nivel mundial.
Sin duda esta iniciativa es una manera de enfrentar a puertas cerradas, mientras que abre ventanas virtuales a la reflexión y el acompañamiento. Y varias de las cosas que abordaron los 10 panelistas, me han dejado reflexionando y con varias inquietudes que ya previamente he venido dejando en otros espacios y que quiero rescatar en este post:
No sólo se trata de compartir recursos
En primer lugar, las bibliotecas se han volcado a poner al alcance de sus usuarios recursos de información en formato electrónico. Y no son los únicos. En estos días hemos podido ver a través de redes sociales a distintas personas ofreciendo acompañamiento virtual desde sus distintos saberes: escritores leyendo, mediadores leyendo, profesionales en distintas áreas ofreciendo talleres, y un cúmulo de proyectos virtuales que tienen como fin hacer la reclusión menos dura. Muchas editoriales también han puesto sus obras en acceso libre, si no permanente, al menos durante este periodo.
Claro que se agradece esta amplia oferta de actividades y acompañamiento de gente para otra gente. Sin embargo, a ratos ha sido abrumador constatar en esta época vivimos con la obsesión de estar ocupados todo el tiempo, produciendo, haciendo, estudiando, consumiendo, “aprendiendo”, ¡leyendo casi por obligación! Mientras que el ocio y el aburrimiento son vistos como un veneno, como algo malo. Comentaba hace unos días en mis redes que un rato de sano ocio y recogimiento no están mal. Aburrirse de vez en cuando tampoco está mal, necesitamos esos espacios en blanco para reencontrarnos y volver a crear.
Lo anterior me lleva a retomar las palabras que mencionó mi querido colega Fernando Gabriel Gutiérrez en su intervención en este foro: “no sólo se trata de compartir recursos” ¿Dónde queda la biblioteca como el lugar para estar? Si perdemos de vista esa función de la bibliotea y la centramos sólo en los recursos, quizá sin darnos cuenta estemos contribuyendo a la infoxicación y la infodemia.
Porque además algo que he podido notar estos días es que las y los bibliotecarios no hemos sabido dar a conocer nuestros recursos. El mejor ejemplo, es el revuelo que causó la noticia que la Unesco “liberó” su Biblioteca Digital Mundial ante esta crisis. En lo personal encontré sorprendente (y no en un sentido positivo) que entre los bibiotecarios corriera como pólvora esta noticia, pues en realidad la Biblioteca Digital Mundial nació en 2009 y siempre ha estado al alcance de todo aquel que tenga conexión a internet. Es decir, qué bueno que esta crisis ha servido para darla a conocer entre quienes no tenían idea de su existencia; pero que muchos colegas celebraran esta noticia, me hace preguntar ¿dónde estamos?
La biblioteca como lugar de información confiable
Esta semana en México se lanzó VERIFICOVID para verificar información relacionada con la pandemia en México, muy similar a Verificado 2018 que sirvió para verificar todas las noticias de la campaña electoral de 2018 en México. En Verificado 2018 participaron periodistas, medios informativos y universidades; en VERIFICOVID están participando periodistas, médicos, comunicólogos y diseñadores. ¿Por qué ninguno de estos dos proyectos tienen profesionales en el área de bibliotecología y la información?
En España está #AyudaBiblioteca, un proyecto en el que participan cerca de 40 bibliotecarios de ciencias de la salud que comparten información, artículos y recursos de calidad relacionados con el COVID19. Ese es un buen ejemplo de lo que podríamos estar haciendo.
¿Qué otras iniciativas a nivel América Latina y México hay al respecto? El que las y los bibliotecarios validemos información y la difundamos es una labor que deberíamos estar realizando de forma natural, ¿o no?
La biblioteca como lugar de encuentro
Entonces vuelvo a la pregunta, ¿poner al alcance recursos electrónicos es todo lo que cae en nuestra cancha? Si la respuesta es sí, aunque espero el párrafo anterior nos ayude a entender que no, ¿entonces dónde quedan todas esas comunidades que no tienen conexión a internet? Y más importante aún, ¿dónde queda la biblioteca como lugar de encuentro? Porque sí, la biblioteca tiene el deber de seguir siendo un lugar de encuentro y un lugar para estar aún en “épocas de guardarse”. Podemos volver, como en el caso de las bibliotecas en Colombia, a servicios tradicionales como contar historias por teléfono, algo simple y a la vez efectivo.
Por último, #BibliotecasEnCasa es, desde luego, un buen ejemplo que nos sirve para la reflexión, para el ensayo, para reconocernos y tomar este papel social en un momento tan complejo a nivel mundial.
En la pasada FIL de Guadalajara se presentó Cuando leo… cuando escribo. Encuesta sobre prácticas de lectura y escritura de la comunidad estudiantil de la UNAM, que presenta los resultados sobre las prácticas de lectura y escritura de sus estudiantes universitarios.
Aunque, como lo menciono arriba, esta encuesta está delimitada a una comunidad estudiantil muy específica; representa una importante brújula sobre la lectura que, si la analizamos en conjunto con otras encuestas similares como la Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos elaborada por IBBY México y de la que ya les platiqué anteriormente, nos daremos cuenta que ese fatídico 2.9 libros al año es un mito muy arraigado y que es necesario tomarnos más en serio el tema de las prácticas lectores y los lectores.
En los resultados de esta encuesta podemos encontrar varias cosas interesantes
Algo en particular me llama la atención de esta encuesta: es de las pocas que toma a la lectura y la escritura como dos prácticas que no se pueden disociar, como se menciona en la misma encuesta “…leer nos lleva a escribir, nos lleva a compartir”. De hecho, a quienes les leían de niños (42%) tienen un mayor gusto por la escritura. Y aquí también las pantallas están jugando un papel importante, pues les permiten un mayor abanico de opciones para expresarse.
Los estudiantes universitarios tienen una percepción positiva ante la lectura. De hecho, es quizá una de las etapas en las que más leen y por gusto: más de la mitad (54%) tanto de bachillerato, como de licenciatura les gusta bastante leer. Sería sin duda interesante poder realizar un seguimiento sobre qué pasa con las prácticas lectoras de estos estudiantes una vez que terminan sus estudios, se mantienen, disminuyen. Esta encuesta revela que el 60% de los estudiantes lee menos que en el nivel de estudios anterior, principalmente por falta de tiempo (68%).
La falta de dinero, es otra de las limitantes para acceder a los libros es una característica que no podemos pasar de largo y nos obliga a reflexionar sobre el papel que están teniendo o deberían tener las bibliotecas entre los estudiantes de una Universidad con un consolidado sistema bibliotecario. De acuerdo con la DGB de la UNAM, su red bibliotecaria se compone de133 bibliotecas; es decir, que los estudiantes, con o sin dinero, tienen opciones de sobra para acceder a los materiales de lectura: prestamo a domicilio, interbibliotecario (entre las bibliotecas de la UNAM y otras bibliotecas fuera de la red universitaria), acceso a bases de datos, a libros electrónicos, etc.
Es interesante ver quiénes son las principales influencias de lectura. Mientras que en la Segunda Encuesta de IBBY México los padres son quienes más influyen en sus hijos; en la de la UNAM son los maestros con el 65% de influencia, aunque los padres con el 64% no están muy alejados. En ambas encuestas el papel del bibliotecario como influencia de lectura es bastante flojo, sólo 4% en la Encuesta de IBBY y 3% en la de la UNAM. Lo anterior debería estar encendiendo focos rojos en el gremio sobre el papel que estamos teniendo.
¿Y qué pasa con la lectura en pantalla?
95% prefiere leer libros en formato impreso; sin embargo, es innegable que las pantallas están diversificando los tipos de lectura; por ejemplo, más de la mitad (65%) prefiere leer noticias en formato electrónico. Pero además, estamos hablando de lectores híbridos que migran de un formato a otro conforme a sus necesidades: sólo 3% lee todo en impreso y 2% lee todo en digital; mientras que el 23% lee más impreso, 33% lee más en digital, lo que implica que también está leyendo en el otro formato; y el 39% lee mitad y mitad. Sin duda, echo en falta al audiolibro, un formato que aunque no es nuevo y su uso a muchos parecerá incipiente (o incluso inexistente), está teniendo un gran auge que lo posiciona como EL formato a futuro, no olvidemos el 18% de lectores de audiolibros de la Segunda Encuesta de IBBY México.
Resulta curioso que la forma de acceso a contenidos digitales sea, en primer lugar, a través de compra directa en librerías, seguido de las descargas gratuitas en internet, mientras que el préstamo en bibliotecas queda en tercer lugar. Y es curioso porque, como ya lo mencionaba anteriormente, la oferta de acervo digital en el sistema bibliotecario de la UNAM es inigualable. ¿Por qué no tienen a las bibliotecas de la UNAM como primera opción de acceso a estos materiales? ¿no lo conocen? ¿no encuentran lo que buscan? ¿no es sencillo o atractivo? Algo que también se queda en el tintero para la reflexión bibliotecaria.
Y, desde luego, al igual que otras encuestas a nivel mundial, es el smartphone con el 63% el rey en el acceso, tanto a internet como a materiales de lectura; muy alejado con sólo un 19% encontramos a las laptops como medio de acceso; las tabletas o computadoras de escritorio sólo son usadas por un 9% y, los dispositivos de lectura dedicados, sólo se llevan el 1% del acceso a la lectura en pantalla.
Lectura social
Aunque muchos sigan insistiendo que la lectura es un acto solitario, lo cierto, es que los lectores comparten intensivamente lo que leen, y así lo demuestra la Encuesta de la UNAM, 77% considera que se puede construir comunidad a través de la lectura. 52% comparte lo que lee. De estos, 45% lo hace entre sus amigos, 30% con sus padres. Sin embargo, pocos son los que han participado en una comunidad lectora (9%), o bien, no saben que lo han hecho pues la conciben como un espacio formal o institucional. Es decir, que aquí nuevamente nos estamos enfrentando a conceptos tradicionales que nada tienen que ver con prácticas lectoras reales.
Conclusiones
Como todas las encuestas sobre las prácticas de lectura, esta resulta reveladora si no nos tomamos a pie juntillas los número duros y aprendemos a analizarlos y a leer entre líneas, me quedo con estas reflexiones:
Como ya lo mencionaba, siempre hay una discrepancia entre prácticas reales y prácticas aceptadas.
El audiolibro es un formato que se debe explorar más.
El papel que tiene la biblioteca y el bibliotecario entre los lectores en una etapa de su vida de lectura intensiva es casi nulo. A pesar del 62% que asegura que disfruta ir a las bibliotecas; el bibliotecario no ejerce gran influencia entre los lectores (3%) y el acceso a los materiales de lectura no se dan en primer lugar en la biblioteca.
La convivencia de formatos de lectura. Aunque hay preferencias, en la práctica, están leyendo en diversos formatos.
El 11 de octubre pasado se llevó a cabo en la Biblioteca de la Escuela Superior de Comercio y Administración del IPN el taller “Agenda 2030, bibliotecas y la nueva sociedad Red“, organizado por la Asociación Mexicana de Bibliotecarios (AMBAC) e impartido por la gran Lourdes Feria e Iván Urbina. Este taller tuvo como propósito darnos a conocer el contexto de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y la forma en que las bibliotecas de todo tipo pueden incidir en el logro de los 17 objetivos y de las 169 metas de desarrollo propuestas por dicha agenda.
Pero además de darnos a conocer de qué va la Agenda 2030, este taller también buscó que los asistentes compartiéramos las distintas experiencias que las bibliotecas mexicanas están teniendo y la forma en que éstas impactan en los 17 objetivos. Recordemos que en agosto de 2017 les anunciaba en este blog el lanzamiento del Library Map of the World de la IFLA, una página web que recoge a nivel mundial las distintas experiencias bibliotecarias que impactan en la Agenda 2030; sin embargo, a dos años de distancia México aún no contaba con experiencias y, en este sentido es que el taller buscó identificar aquellas historias que pudieran integrarse en el Mapa de la IFLA.
Se ha dicho hasta el cansancio, y todos siempre hemos estamos de acuerdo, que las bibliotecas tienen un importante papel en el desarrollo de las comunidades. De hecho, es un discurso muy común desde que estudiamos la carrera; sin embargo, a veces cuesta trabajo aterrizar con ejemplos lo que se da por hecho e incluso aún nos encontramos a quienes insisten en limitarla a los libros y la lectura (algunos, incluso toman decisiones en este entendido). Por ello, este taller resultó interesante, pues no sólo hizo visibles algunos esfuerzos que distintas bibliotecas y bibliotecarios están haciendo en pro de sus comunidades, sino que también nos ayudó a darnos cuenta que las bibliotecas, efectivamente, pueden jugar un papel importante en el logro de los ODS y en el desarrollo de sus comunidades (con o sin Agenda 2030, con o sin Objetivos del Milenio -el antecedente de los ODS-).
Un último objetivo de este taller fue identificar de entre estas experiencias, las más valiosas para integrarlas a México en el Library Map of the World de la IFLA. De esta manera, en el marco de la 33 Feria Internacional del Libro de Guadalajara se presentó Bibliotecas 2030 MX: historias detrás de las historias, un cuaderno de acceso gratuito que recoge varias de las experiencias del taller, algunas de ellas se integrarán posteriormente al mapa de la IFLA.
Sirva pues, este primer post del año para dar a conocer estas experiencias y proponernos ser partícipes de más experiencias que valga la pena publicar en el mapa de la IFLA.
Pues ya sólo me resta desearles un 2020 muy lleno de quehacer bibliotecario que redunde en incremento de colecciones, usuarios, credencialización y actividades en pro de las comunidades.
Este año se ha caracterizado por el reto constante que ha representado para las bibliotecas dar acceso a libros electrónicos, lo anterior debido principalmente a prácticas insostenibles que las editoriales y los distribuidores están imponiendo. En junio pasado Hachette Book Group anunció que partir del 1 de julio eliminaría el modelo de compra a perpetuidad para libros electrónicos y audiolibros; un mes más tarde, Overdrive anunciaba el embargo de 90 días a una selección de novedades en audiolibro que Blackstone decidió imponer en las bibliotecas.
En ambos casos, los bibliotecarios en Estados Unidos han alzado la voz. Sin embargo, esto sigue sin ser suficiente y cada vez es más preocupante el camino que quieren imponer las editoriales a las bibliotecas que buscan dar acceso a libros electrónicos y audiolibros. Por ello es necesaria una llamada de atención contundente, y eso le ha quedado muy claro a la ALA que el 9 de noviembre lanzó la campaña#eBooksForAll para denunciar y expresar su preocupación después de que Macmillan Publishers impusiera a las bibliotecas un embargo de 8 semanas después del lanzamiento del libro y lo que es peor, determinó que las bibliotecas sólo podrán adquirir una copia de cada título que se publique en formato electrónico. En el comunicado emitido por Mary Ghikas, Directora Ejecutiva de la ALA podemos leer lo siguiente (las negritas son mías):
El objetivo de la ALA es enviar un claro mensaje a John Sargent, CEO de Macmillan: el acceso a los libros electrónicos no debe ser negado o retrasado. Nuestros miembros nos dicen que los usuarios quieren una manera sencilla de unirse a este movimiento y demandar el acceso a los libros electrónicos para todos… Las bibliotecas tienen millones de aliados allá afuera y los estamos invitando a tomar acciones”.
Ni los bibliotecarios, ni las editoriales, comenzando por Macmillan, podemos ignorar esa fuerza que tienen los millones de aliados a los que se hace referencia, ya lo mencionan en la campaña #eBooksforall:
Macmillan es el único editor de las Cinco Grandes en proponer un embargo de este tipo y los lectores no se pueden permanecer callados.
La ALA y las bibliotecas en todo el país te pedimos expresar tu desacuerdo con la nueva política de Macmillan firmando la petición y diciéndole a John Sargen, el CEO de Macmillan que el acceso a los libros electrónicos no debe ser retrasado o negado. Debemos tener #eBooksforall.
#eBooksForAll
Pero así como no debemos ignorar la fuerza de los usuarios, tampoco debemos obviar el papel que los autores pueden tener en esta campaña, ellos también pueden alzar la voz en favor de las bibliotecas como ya lo ha hecho Neil Gaiman que aunque no es autor de dicha editorial, pesa mucho en el mercado. Otros se pueden sumar.
De igual forma, ni los bibliotecarios, ni las editoriales debemos ignorar el importante rol que juegan las bibliotecas en la cadena del libro. Parece absurdo que las editoriales vean a las bibliotecas como una amenaza, cuando en realidad el que una biblioteca adquiera algún título representa una gran exposición para autores y editoriales; es precisamente gracias a las bibliotecas que hay un incremento en el consumo de libros electrónicos y audiolibros. Pensemos, por ejemplo, que Overdrive, la principal plataforma a nivel mundial de préstamo de libros electrónicos para bibliotecas, en 2018 alcanzó los 274 millones de préstamos digitales.
Quizá sea también un buen momento para voltear a ver lo que se está haciendo con el movimiento de acceso abierto en el campo de las revistas académicas. Otras muchas formas podemos encontrar; sin embargo, no deja de ser preocupante lo que ocurre en el ámbito del libro electrónico en las bibliotecas. Sí quieren contribuir, pueden firmar la petición que en este momento alcanza más de 213 mil firmas. Es también buen momento para que las asociaciones bibliotecarias en nuestro país, se sienten a discutir cuál va a ser la postura frente a este tema, porque también acá debemos dar acceso a estos materiales y nos enfrentamos a los mismos problemas que en las bibliotecas de Estados Unidos.
El 22 y 23 de agosto pasado se llevo a cabo en la Biblioteca Pública Piloto (BPP) el XII Encuentro de Bibliotecas, organizado por el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y la BPP. En esta edición con el lema ¿Cuál es el tiempo de las bibliotecas? reflexionamos sobre los desafíos que enfrentan las bibliotecas públicas de cara a la Agenda 2030 de Naciones Unidas (aquí pueden ver el programa).
En el entendido de que las bibliotecas no son islas, previo al encuentro se realizaron tres talleres que reunieron a responsables de diferentes perfiles de bibliotecas con el propósito de recoger las inquietudes particulares de cada institución. El primero, con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas y centros de documentación (22 de mayo); el segundo, con bibliotecas escolares de escuelas públicas y privadas (4 de junio); y el último, con bibliotecas públicas, populares y comunitarias (6 de julio).
Los resultados de dichos talleres se presentaron en la primer charla del encuentro Socialización de resultados de los encuentros previos con bibliotecas académicas, universitarias, especializadas, escolares, públicas, populares y centros de documentación,a cargo de Lina Villa, consultora en estrategia y sostenibilidad de la Reflejarse. Los temas prioritarios que se identificaron en el primer taller (el de las bibliotecas académicas, universitarias y especializadas) son la conectividad y la articulación entre bibliotecas. Por su parte, las bibliotecas escolares ven que hay grandes diferencias entre bibliotecas escolares de instituciones públicas y especializadas, y que carecen de respaldo institucional; desdde luego, la inclusión es un tema prioritario. Las bibliotecas públicas y privadas, por su parte, ven el gran poder de influir sobre sus públicos, tienen mucha claridad en cuanto a los retos que deben enfrentar y son concientes del interés de distintos actores sobre la biblioteca pública.
En la charla Las bibliotecas como garantes de los derechos culturales, acceso y promoción del desarrollo bibliotecario: líneas estratégicas del Plan Nacional de Desarrollo “Pacto por Colombia” 2018-2022, Sandra Suescún, Coordinadora de la Red Nacional de Bibliotecas, nos llevó por un breve recorrido histórico de los planes y políticas nacionales de lectura en Colombia desde el periodo 2002-2010 hasta la actualidad, y la forma en que éstos y el desarrollo de las bibliotecas públicas han incidido en el incremento de los índices de lectura en Colombia, además del uso y percepción que se tiene de la biblioteca pública en el país. Una palabra clave que podría resumir esta charla es continuidad. Algo que poco se ve en otros países de América Latina (pienso específicamente en México), para lograr un cambio de visión sobre el papel de la biblioteca pública, pero también de la percepción de los usuarios.
Algo que llamó poderosamente mi atención en este encuentro es que desde el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín se tiene muy claro que las bibliotecas inciden en varios aspectos de la vida cotidiana; por ello no pueden actuar aisladas y, como muestra, este encuentro no se limitó a tocar temas netamente bibliotecarios, también se llamó a expertos en otras áreas para hablar de temas que tocan muy de cerca a la biblioteca pública.
Muestras claras de lo anterior fueron los talleres previos al Encuentro, pero también las charlas Desafíos coyunturales y problemas estructurales del desarrollo económico-social de América Latina y de Colombia, Prospectiva económica de Colombia; apuestas y retos de sostenibilidad y Trayectorias y desafíos culturales, sociales y educativos a nivel local y nacional, que reunieron a distintos expertos para ofrecernos una panorámica muy clara de Colombia desde lo político, lo social y lo económico, y la forma en que las bibliotecas públicas inciden en cada uno de estos aspectos, así como la forma en que estos inciden en la biblioteca.
En la conversación Las bibliotecas como centros de participación ciudadana y democracias, retos para América Latina, que tuvieron Natalia Espejo y Clara Budnik, nos hablaron de cómo deben ser percibidas las bibliotecas y como deben percibirse los bibliotecarios a sí mismos; habló de la importancia de la formación profesional y de las compencias blandas que debemos tener los profesionales de la información –como el liderazgo, la empatía, la escucha y el reconocimiento de saberes– en aras de poder pensar a la biblioteca como un espacio para la participación y la democracia.
En la conversación Visión 2030; prospectiva bibliotecaria, escenarios y posibilidades de cambio e innovación, Mauricio Fino y yo tuvimos la encomienda de cerrar el Encuentro y resumir los temas y puntos claves que se abordaron. De la mayoría ya he hablado en este post, pero no quiero pasar de largo por otros no menos importantes:
¿Debe haber modelos bibliotecarios? No, tomando en cuenta que cada biblioteca tiene una particularidad. Lo que es necesario es tener un concepto general de la función de la biblioteca y, sobre ello, encaminar a cada biblioteca en cada comunidad.
Es importante estudiar al usuario no sólo porque es nuestra materia prima, sino porque ellos son los que dan uso a la biblioteca y la moldean. Es importante recordar que el bibliotecario no es el usuario, planificar sin incluirlo y conocerlo, es planificar pensando en el bibliotecario.
¿Cómo se conoce a los usuarios? A través del diálogo horizontal y constante.
Las bibliotecas son más que libros, son espacios de diálogo y reconocimiento.
Es importante medir y documentar, pero igual o incluso más importante ponerle rostro a las cifras. Las cifras nos sirven para la negociación institucional; el rostro, para hacer cercana la biblioteca.
Innovar en bibliotecas cuesta, por ello es importante voltear a ver qué se ha hecho, cómo se ha hecho y si hay posibilidad de implementarlo y “tropicalizarlo” en nuestras bibliotecas.
La necesidad de redefinir a la lectura más allá del objeto libro.
El futuro es algo abstracto, el tiempo es hoy. La biblioteca no tiene futuro, si no entendemos el presente y trabajamos en el presente.
Cuesta trabajo aterrizar en bibliotecas los ODS de la Agenda 2030, en especial si no se consideran las particularidades de cada biblioteca.
Al final de la conversación de cierre
Como parte de este encuentro, durante las tardes se llevaron a cabo distintos talleres encaminados a compartir distintas experiencias y reflexionar sobre las bibliotecas públicas. Comparto la presentación del taller que tuve a mi cargo Bibliotecas ante el siglo XXI: planificar nuevos espacios de acción.
Por último, el día sábado se realizó un taller destinado a visualizar, interpretar y ensayar las distintas formas en que las bibliotecas impactan y son impactadas desde las dimensiones social, política, económica, ambiental. Sólo teniendo presente el amplio contexto en que se mueve la biblioteca podremos aspirar a que en otros países (México) los usuarios puedan decir que la biblioteca pública es “Una ayuda importante para mi vida” o “Lo es todo en mi vida”, tal como sucede en Colombia, un referente para la región en materia de desarrollo bibliotecario.
tiempo de las bibliotecas
Y ya para cerrar, quiero agradecer al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín por la invitación a ser parte de este evento (y de paso volarme la cabeza con todo lo que están haciendo), a Isabel Cristina Bernal de Eventos Académicos por las gestiones para hacer posible mi participación, y a Gonzalo Oyarzún por ponerme en la mira.
En los tiempos que corren vemos muchos sin sentidos en lo referente al libro, la lectura y las bibliotecas en el país. Del nombramiento de un director Nacional de Bibliotecas, (ya no sin formación, sin conocimiento y mucho menos experiencia en bibliotecas públicas), a una Estrategia Nacional de Lectura “en borrador” y sin presupuesto. Del nombramiento de un director de la Biblioteca Vasconcelos que sólo atinó a visualizarla como “la universidad de la lectura”, a su renuncia a los tres meses de asumir el cargo, repitiendo con ello la maldición de ver desfilar por la Vasconcelos a un director tras otro (maldición que sólo Daniel Goldin pudo conjurar y con ello hacer crecer de una forma insospechada a la Vasconcelos). Y, para seguir sin rumbo y sin sentido, ayer se presentó (sin diagnóstico, lineamientos, ni presupuesto) la Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas con la que la Biblioteca de México y la Biblioteca Vasconcelos se fusionan y quedan bajo la dirección de José Mariano Leyva. En el comunicado de prensa se lee:
La Secretaría de Cultura, a través de la Dirección General de Bibliotecas (DGB), informó que las bibliotecas de México y José Vasconcelos se unificarán para complementar los programas y servicios que ofrecen y desde ahí, coordinar a las bibliotecas estatales, municipales y comunitarias, como una sola biblioteca central, informó Marx Arriaga Navarro, titular de la DGB.
Habrá quien argumente que con ese objetivo nació la Vasconcelos. Pues sí, pero no. Muy pronto fue evidente la inoperabilidad de miles de bibliotecas públicas, cada una con sus particularidades, desde una biblioteca en el centro del país.
Con esta fusión, se vulneran las ya de por sí vulneradas bibliotecas públicas en el país. Lo anterior, sin contar con la vulneración a un recinto que venía funcionando bien en los últimos 6 años, al dejarla no sólo sin recursos, sino sin un rumbo en función de sus usuarios y sin una dirección real que esté al frente todos los días, sirviendo a la comunidad que tanto trabajo costó formar. Porque claro, lo que importa no es la comunidad, sino un catálogo colectivo.
Pero además de cometer el error de fusionar ambas bibliotecas, se comenten otros errores de conceptualización que sólo demuestran la ignoracia que los directivos tienen sobre el quehacer de las bibliotecas públicas y que dejan en peligro tanto a las bibliotecas públicas del país, como a la misma Vasconcelos. Menciona Arriaga, director de DGB:
Generalmente esas instituciones cuentan con una biblioteca principal, cuyo acervo es general, y con otras que se encuentran en cada facultad o escuela, cuyo acervo es específico. Las bibliotecas de las facultades replican la forma de trabajo de la central, y esta les proporciona los libros e información que necesitan.
De acuerdo con esto, se pretende hacer una especie de Frankestein copiando el trabajo de las bibliotecas universitarias, cuyo propósito es muy distinto al de las públicas. Pero, más grave que la centralización con un director que obedece a dos amos sin entender la complejidad y particularidad de estos (además de las particularidades de las más de 7 mil bibliotecas públicas), está el tufillo a “almacén de libros” que emana esta Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas y que se está manejando desde diciembre de 2018, pues se pretende que la Biblioteca de México José Vasconcelos se especialice en acervos más antiguos y descatalogados, y deja a la Biblioteca Vasconcelos la responsabilidad de ocuparse de los libros más modernos.
Con lo anterior, se da a la Vasconcelos y la de México una responsabilidad que de toda la vida ha recaído en la Biblioteca Nacional con el Depósito Legal. Eso es un básico que cualquiera al frente de una dirección de bibliotecas debería saber. Y en este punto me pregunto, ¿alguien en la Biblioteca Nacional piensa decir algo al respecto, defender una de sus razones de ser, señalar el absurdo que representa duplicar labores en lugar de que cada una se dedique a lo suyo?
Además de los errores de conceptualización de la labor de las bibliotecas públicas, por no mencionar la de las bibliotecas universitarias y nacional, vemos lo peligroso de esta especie de visión vertical, ya de plano de censor, en la que sólo los directivos saben cuáles deben ser los “libros buenos” e indicados para el pueblo, sin entender que el desarrollo de colecciones es complejo y debe estar cimentado en las necesidades reales de sus comunidades. Y esto lo vemos en la gravísima y preocupante declaración sobre la dotación de acervos que se hizo en 2012:
…muchas veces con cierta carga ideológica, porque había textos de Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze.
Y podemos ver más errores de conceptualización, de conocimiento de lo que se ha hecho y declaraciones convenientemente incompletas, por ejemplo, el ahora director de ambas instituciones señaló:
La Vasconcelos nunca terminó por convertirse en el proyecto original con el cual nació y de esta manera fue bautizado como un elefante blanco; parecía una biblioteca sin mayor sentido, costosa, justo porque no estaba articulada con un programa de Red de Bibliotecas. Quizá por eso la Vasconcelos ha tenido seis directores en seis años.
De forma muy conveniente, omite decir que fueron seis directores, no en seis, sino en trece años; porque precisamente el sexto director (Daniel Goldin) llegó a la Vasconcelos en el sexto año de funcionamiento y duró ahí casi seis años logrando sacarla de este imaginario colectivo de “elefante blanco” para enarbolarla como una biblioteca públia referente a nivel mundial. Además insistir en que era una biblioteca costosa y sin mayor sentido es ignorar el trabajo que se hacía en función de la comunidad, la que por cierto, iba más allá de la zona de la Colonia Guerrero y se extendía a municipios como Ecatepec, Nezahualcóyotl y Naucalpan, además del resto de alcaldías de la CDMX.
Que es necesario que las más de 7 mil bibliotecas de la red, incluidas la Vasconcelos y la de México se complementen y se apoyen, nadie lo duda, que es necesario y obligatorio rescatar y dar de nuevo sentido a las bibliotecas públicas mexicanas, tampoco nadie lo pondrá en duda. Sin embargo, la fusión y centralización no es la respuesta, mandar acervos sin un diagnóstico y sin un plan de trabajo, tampoco es la solución.
Insisto, si no se entienden las particularidades y necesidades de cada biblioteca, si no se entiende la función de la biblioteca pública, si no se conoce a la comunidad y se trabaja con ella en un diálogo horizontal dando valor a su voz, si no se trabaja con un diagnóstico y presupuesto (hoy más que nunca, tiene sentido la frase de “las bibliotecas no son un gasto, son una inversión”), si nada de eso se hace, no habrá Estrategia de la Red Nacional de Bibliotecas que funcione, por rimbombante que suene.
Infortunadamente, pareciera que lo único que importa es tener una bibliografía nacional, un OPAC desabrido que te diga qué libro hay en qué biblioteca; no importa la biblioteca pública, no importan las comunidades, no importan los usuarios, no importan los bibliotecarios. Sólo importa hacer lo que ellos dicen porque ellos lo dicen.
Y, cuando no se puede llegar a una negociación que beneficie a bibliotecarios y sus comunidades, tanto como a las editoriales los distribuidores, no queda más remedio que luchar (o, al menos eso es lo que deberíamos esperar del gremio bibliotecario). Tal como sucede ahora con las 44 bibliotecas que forman parte del Consorcio de Bibliotecas Digitales en el estado de Washington (WDLC), que están planeando un boicot bibliotecario de seis meses contra Blackstone Publishing.
Todo esto comenzó el 1 de julio pasado, cuando Overdrive notificó a las bibliotecas del WDCL que Blackstone decidió imponer en las bibliotecas un embargo de 90 días a una selección de novedades en formato audiolibro publicados por Blackstone Publishing, es decir que bajo este embargo las bibliotecas no pueden adquirir dichos audiolibros durante tres meses. Lo anterior debido a que Blackstone hizo un convenio con lo que ellos en un primer momento llamaron “importante socio estratégico”, que más tarde y de acuerdo con Publishers Weekly, resultó ser Audible. Este convenio obliga a Blackstone a que sus audiolibros estén disponibles de forma exclusiva en Audible por un periodo de tres meses.
Tener la exclusividad con un gigante de los audiolibros como lo es Audible a cualquiera puede nublarle la vista (y la razón), al punto de no tener presente que las bibliotecas son un punto importante de entrada a los contenidos que, en muchas ocasiones, terminan siendo adquiridos por sus usuarios. Lo anterior, sin tomar en cuenta que la adquisición en bibliotecas representa una venta mayúscula para las editoriales y los distribuidores. Si no me creen piensen en las 16,500 bibliotecas que, de acuerdo con el documento que el WDLC envió a Blackstone, existen en Estados Unidos y anímense a hacer cuentas.
Blackstone Publishing vio una oportunidad de beneficiarse, sin tomar en cuenta que perjudica a un socio, este sí, estratégico, en la difusión y venta de sus contenidos: las bibliotecas (recuerden: 44 bibliotecas que bien podrían llegar a sumar 16,500). Así que las 44 bibliotecas del WDLC, a modo de protesta, han decidido no adquirir los audiolibros de Blackstone Publishing (que representa el 20% del catálogo de audio digital del WDLC) del 1 de agosto de 2019 y hasta el 31 de enero de 2020; un boicot bibliotecario que es una especie de embargo a la inversa.
Lo más interesante es que el WDCL está llamando a que todas las bibliotecas en Estados Unidos se unan a esta protesta. En el documento dirigido a Blackstone se puede leer lo siguiente:
Como defensores del acceso equitativo para nuestros residentes, estamos protestando por su decisión, por lo que hemos decidido boicotear los audiolibros de Blackstone durante seis meses (del 1 de agosto de 2019 al 31 de enero de 2020). Solicitamos que revierta el embargo y se abstenga de crear futuras barreras para las bibliotecas.
De lograrse un boicot en todas las bibliotecas de Estados Unidos, significaría un duro golpe contra las editoriales y/o distribuidores y las políticas perversas que imponen a las bibliotecas; políticas que no hacen más que beneficiar a unos cuantos en detrimento de comunidades enteras que se ven impedidas de acceder a los libros y audiolibros que requieren.
Algunos verán este boicot como un arma de doble filo que puede perjudicar a los usuarios en el corto plazo, pero como lo señalan en uno de los documentos para las partes interesadas: medio año sin adquirir audiolibros de Blackstone serviría no sólo a esta editorial, sino al resto del medio a entender el importante papel que tienen las bibliotecas en difundir y permitir que los usuarios descubran los contenidos, lo que a la larga se traduce en ventas para las editoriales.
En lo personal, aplaudo y celebro este boicot bibliotecario que no sólo se queda en la queja. En Whatcom County Library System pueden ver todas las acciones que se están tomando, que van desde el borrador de la carta que se enviará a la editorial, la sección de preguntas y respuestas para los usuarios que estén siendo afectados, una muestra de comunicado de prensa. Parece que tenemos mucho que aprender, como por ejemplo, asumir una postura frente a decisiones que toman terceros y que afectan a las bibliotecas, bibliotecarios/as y usuarios.