Supongo que todos y todas los/las que pasamos por la carrera de Bibliotecología o Biblioteconomía (que la etimología y la filología no es tema que nos ocupe en este post), habremos escuchado mencionar en al menos una ocasión a Ranganathan (1892-1972), matemático y bibliotecario de origen indio, mundialmente célebre y ampliamente valorado entre los bibliotecarios por la aportación que hizo en 1931 al mundo de la Bibliotecología: las “Leyes de Ranganathan”:
- Los libros son para usarse
- A cada lector su libro
- A cada libro su lector
- Hay que ahorrar tiempo al lector
- La biblioteca es un organismo en crecimiento
Simples, claras y breves, así me parecieron cuando las escuché por primera vez en la universidad; pero el mundo de la información no es lo que era hace 10 años y mucho menos lo que era en 1931. Estas leyes aún no llegan a su primer centenario de vida y quizá sea necesario detenernos nuevamente para analizarlas y comprenderlas más a fondo, para dejar de repetirlas como lo hicimos con las tablas de multiplicar en nuestros primeros años de educación y, finalmente, para adaptarlas a las necesidades actuales de lectores en un mundo que dista mucho del mundo del libro impreso de los años 30s.
Los libros son para usarse
Que no nos quepa la menor duda de esta ley, los libros y la información son para leerse, para usarse, para desmenuzarse y recrearse. De nada nos sirve una biblioteca con el mejor de los acervos, si los materiales están encerrados en vitrinas, en estanterías cerradas, al resguardo de un bibliotecario que poco hace en ayudar al usuario para llegar a esta información. Lo mismo va para la información en la Web: de qué servirían los millones de sitios si nadie los está leyendo, o incluso, si nadie sabe de su existencia. Los usuarios están creando información y lo están haciendo para ser leídos y que esta información sirva a otros.
A cada lector su libro y A cada libro su lector
Estas dos serán siempre mis leyes favoritas. Se entienden como la libertad que tiene el usuario de leer o de acceder a la información de su interés. De igual manera, la información que se genere siempre será útil para alguien. Permitamos pues, este encuentro entre lector e información, sin prejuicios, siempre habrá alguien a quien le interese lo más inimaginable.
Hay que ahorrar tiempo al lector
Ojo! ahorrar tiempo no significa hacerle su trabajo. La mejor forma de ahorrarle tiempo es hacerlo independiente, darle a conocer las herramientas y enseñarle a utilizarlas para que, de esta manera, lleguen más rápido a lo que están buscando. Ya no vivimos en la época del catálogo impreso, ahora hablamos de OPACs; ya no es necesario hablar de esquemas estrictos de clasificación que sólo el bibliotecario entiende, ahora hablamos de aplicaciones 2.0, ¿qué mejor forma de ahorrarles tiempo si no es mostrándoles cómo pueden llegar a lo que buscan?
La biblioteca es un organismo en crecimiento
Pensemos en todo el conocimiento generado a lo largo de la historia humana, albergado y transmitido desde las bibliotecas. Aún hay mucho por escribir, aún hay mucho que contar, aún hay mucho por conocer. La biblioteca es como un organismo viviente que crece, hagámosle el favor de dejarla crecer con información valiosa y ayudémosle a transmitirla.
Siempre lo he creído, el soporte puede cambiar (biblioteca, internet, papel, arcilla, pergamino), lo importante es lo que llevan estos soportes, eso es lo que crece, eso es lo que debemos cuidar y transmitir. Las Leyes de Ranganathan son, en resumidas cuentas, la esencia del bibliotecario.
Como siempre, te luces con tus post.
Me gusta hablar del cambio en la sociedad, y claro del cambio que se da en los soportes de información y los usuarios de éstos… A mi entender, estas reglas que propone Ranganathan tienen una impronta de universalidad (Globalizadoras diría yo)Sin embargo, el mundo de la información no es igual para todos, y por ende los cambios tampoco, lo que genera que las transformaciones en los usuarios, a pesar de estar sujetas a las urgencias de la tecnología y el mercado, se den en formas distintas, por ello la última regla es la más interesante: “La biblioteca es un organismo en crecimiento” Es decir, es sistémica, responde a los cambios del entorno y el contexto, y como éstos no son homogéneos en el mundo entero (Y digo, a Dios gracias) cada organismo es único…