Se que lo que voy a decir sonará a cliché pero, qué rápido pasa el tiempo y más cuando te gusta lo que haces: parece que fue ayer cuando con bombo, platillo y excelentes invitados celebrábamos los primeros 5 años de existencia de este blog y en un pestañeo se ha sumado un año más. Sí, ya son 6 años y aunque oficialmente el aniversario fue ayer (18 mayo), no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionarlo, celebrarlo y, desde luego, agradecer a todos los que se han dado sus vueltas por el blog en todo este tiempo, por sus lecturas, comentarios, acuerdos, desacuerdos y permanencia.
Y a modo de celebración, los invito a que recorramos visualmente lo que ha sido el blog en estos 6 años, esperando también contar con su presencia en el que ayer comenzó.
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Dice el dicho “eres lo que comes”, pero en realidad esta sabía frase, guardando las debidas proporciones, se podría transportar a casi cualquier parte de nuestra vida “eres lo que (¿cómo?) duermes”, “eres lo que vives”, “eres lo que vistes” y sí, el que más me gusta “eres lo que lees.” Para muestra basta un botón, o mejor dicho, una infografía.
Se trata de You are what you read publicada en Bid4Papers.com por Mike Hanski, y donde presenta las listas de lecturas de 21 famosos (políticos, escritores, actores y cantantes), incluidos personajes de televisión (vamos que ellos también leían, o al menos la producción así nos lo daba a entender).
No todos me encantan, así que les voy a hablar de mis favoritos, sí, escritores, uno que otro cantante y personajes de TV :D. Veamos si sus lecturas se corresponden con quiénes son:
El prolífico Stephen King tiene en su librero entre muchos otros a Mark Twain, a George Orwell con 1984, El señor de las moscas y sí, también está Harry Potter.
George R. R Martin no podía faltar en esta lista y tampoco podía faltar en su lista J.R.R. Tolkien con Lord of the rings y mucho menos Howard Phillips Lovecraft, eso en cuanto a clásicos de fantasía y terror; aunque tampoco es casualidad que un contemporáneo lea a otro, así que en sus libreros también podemos encontrar Stephen King con Joyland.
Einstein, tiene (tenía) al Quijote de Cervantes, a Tolstoy, Schopenhauer y Dostoyevski, lectura muy dura para mi.
El queridísimo David Bowie cuenta en su librero con Jack Kerouac, Tom Stoppard y Michael Chabon.
Joey Tribbiani, el personaje de uno de los programas de comedia más famosos de la TV estadounidense, tuvo en sus libreros libros sobre actuación y comida.
Sheldon Cooper, el imposible físico y genio de la serie The Big Bang Theory, tiene en su librero The roommate agreement, un libro de autoría propia (¡faltaba más!), varios cómics y un libro de supervivencia, no zombie, sino del fin de los tiempos.
No sé, se me ocurre que quizá en esta lista faltó cierto personaje de la política nacional que dirige al país, imagino que en su librero figurará La biblia aunque no toda, La presidencia del águila de Fuentes…o era, La silla imperial de Krauze… un libro sobre caudillos y el libro que era algo así como las mentiras de este libro… ustedes entienden 😉
Ya está, los dejo con el resto de la infografía para que juzguen ustedes la veracidad de “eres lo que lees” y, aunque yo no soy ninguna famosa y sólo por no quedarme con las ganas, les comparto algo de mi librero de favoritos.
Como cada 23 de abril nos damos cita para celebrar el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, que a su vez coincide con otras fechas importantes como es el Día Mundial del Idioma Español y el Día del Bibliotecólogo en Colombia –¡Felicidades colegas de aquel lado del continente!–, y con un día de diferencia también se celebra el Día de la Tierra (22 de diciembre); así que, como verán hay razones de sobra para festejar en grande. Como ya es costumbre, en el blog la celebración viene de la mano de recomendaciones de lectura, en esta ocasión de sólo un libro que, definitivamente merece más de una lectura y que deja con una impresionante cantidad de anotaciones, subrayados y marcadores:
Shady characters: the secret life of punctuation, symbols & other typographical marks de Keith Houston: un libro simple y sencillamente iluminador en el que, con una lectura bastante ligera conoceremos el origen del asterisco (*), del octothorpe, mejor conocido como gato por estas latitudes (#) y que ha devenido en el famoso hashtag tan usado y maltrecho en twitter, la coma (,), los puntos (. :), los confusos guiones (medios -, largos –), la diagonal (/), el olvidado pilcrow (¶) que tiene siglos de existencia y al que ahora sólo vemos a través de procesadores de textos, los párrafos, el poco exitoso interrobang (⸘‽) que en la primera mitad del siglo pasado pretendió salir a la luz como una mezcla de interrogación y exclamación, el arroba (@) tan usado en estas fechas y que, a pesar de que muchos crean que es reciente (yo incluida hasta que leí este libro), ya se usaba en el comercio hace siglos; y tantos otros signos que manejamos en nuestros escritos diarios en twitter, facebook, correo electrónico y que damos por hechos sin imaginar el largo camino que han recorrido hasta nuestros golpes de teclado.
Y antes de terminar, otra buena razón para celebrar es que, como pocas veces los usuarios de twitter dieron paso a TT (trending topics) un poco más amables con motivo de este día. Ya está, a celebrar.
Como cada 2 de abril y coincidiendo con el natalicio de Hans Christian Andersen, celebramos el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil; y como ya se viene haciendo costumbre en este blog, qué mejor manera de celebrar que hablando de libros para niños y no tan niños, de hecho, yo he llegado a ellos ya bastante pasadita la infancia. En esta celebración les presento sólo dos libros, pero creo que es una selección representativa de la Literatura Infantil y Juvenil, espero estén de acuerdo conmigo:
La historia interminable de Michael Ende, qué les puedo decir de este libro que ustedes no sepan, pues que yo no sabía de lo que me estaba perdiendo hasta que me acerqué a él hace unos cuantos meses y finalmente entendí por qué es todo un clásico de clásicos entre los libros infantiles. Una gran historia de Fantasía, de un niño, de un libro y de muchas historias en una historia, hay otros libros, bibliotecas, batallas, emperatriz, dragones de la suerte y… aquí sí vale el “mejor léanlo” y si ya lo han hecho, vuelvan a hacerlo. Yo lo tengo entre los pendientes de relectura.
La cabeza de Bastián le daba vueltas. ¡Era exactamente el mismo libro que estaba leyendo! Lo miró otra vez. Sí, no había duda: el libro que tenía en las manos era el libro de que se hablaba. Pero, ¿cómo podía aparecer ese libro dentro de sí mismo?
¿Sabías que durante una buena parte del primer milenio de la era cristiana, los textos copiados por los escribas no tenían espacios entre las palabras y tampoco existían los signos de puntuación que tantos dolores de cabeza provocan hoy en día a muchas personas; razón por la cual, era común en aquel entonces realizar la lectura en voz alta?
¿Sabías que antiguamente los textos sólo estaban escritos en mayúsculas y que fue gracias a Carlomagno, emperador de Roma del 800 al 814 de nuestra era, y su dificultad para aprender a escribir —porque sí, gobernantes analfabetas los ha habido en todos los tiempos— reproduciendo los trazos complicados de las “Capitales Romanas”, que su profesor Alcuino de York se dio a la tarea de revisar las letras utilizadas en aquel entonces y a simplificar los trazos, creando de esta manera las letras minúsculas que seguimos utilizando hoy en día?
¿Sabías que actualmente nadie logra ponerse de acuerdo en si la CH y la LL son letras o deben ser rebajadas al nivel de dígrafos, es decir, la combinación de dos letras para representar un sonido?
Estos y otros datos más los encontrarán en El libro de las letras: de la A a la Z, y no es diccionario de Victoria García Jolly, editado en 2011 por la editorial Otras Inquisiciones en la “Colección Códex”. Un libro simple y sencillamente fascinante que más allá de un tratado de lingüística, de paleografía o un estudio tipográfico, es un recuento ameno del surgimiento de las letras y es la reivindicación de algunas.
Si eres de los que no entienden el desperdicio de tinta y/o de pixeles en el uso de una H que de cualquier forma no va sonar, porque todos sabemos que es muda a menos que la preceda una C; si eres de los que se quejan por la existencia de la V y la B que no hacen más que causarnos conflicto y provocarnos varios sonrojos cuando confundimos una por la otra, o si eres de los que, en un arranque de rebeldía escribe “Ke” en lugar de “Que”; este libro te hará entender muchas cosas y te explicará el porqué de algunas letras que ahora nos parecen obsoletas y engorrosas, te ayudará a ser un poco más solidario con muchas letras vilipendiadas durante siglos y, quién sabe, quizá hasta descubras que tienes nuevas favoritas, aunque esto no te salvará de seguir cometiendo algunos errores ortográficos.
El único pero que le pongo a este libro son los chistes que la autora mete en algunos capítulos y que ella misma reconoce en el epílogo son malos, aunque el recuento histórico de cada letra es tan ameno que bien se le perdonan. Un libro que, como les mencionaba, resulta fascinante y que sin duda amerita más de una lectura para digerirlo mejor.
Sigo rescatando algunos artículos publicados en su momento en otros blogs, este habla sobre la predicción de internet que hizo Paul Otlet:
Recuerdo que durante mis años universitarios por más que hice el mejor esfuerzo, no logré entender del todo las lecturas de Paul Otlet (1868-1944), quien ha sido considerado el padre de la documentación moderna. Es hasta hace unos días, cuando di por casualidad con este artículo La Red que cayó en el olvido, donde vuelvo a encontrarme con la figura de Otlet, quien, si bien no sentó las bases, sí tuvo una predicción bastante certera de lo que es hoy día Internet. De hecho, en ese artículo los historiadores vuelven a darle a Otlet el crédito de ser el primero en visualizar la idea de un mundo interconectado en el que cualquier persona tuviera acceso a la información.
Quizá hasta ahora logro entender la emoción con la que algunos de mis profesores hablaban de Otlet; quien estuvo siempre preocupado por lograr que el conocimiento plasmado en aquél entonces en papel, estuviera al alcance de quien la necesitara (preocupación que hasta ahora muchos de los profesionales de la información y documentación compartimos). Más adelante, junto con su colega Henri LaFontaine crearon el Mundaneum, que fue pensado como el gran centro donde se albergara el registro de la obra bibliográfica universal; desde luego, cuando la recolección de datos comenzó a volverse titánica y alcanzó cerca de los 12 millones de registros, Otlet se dio cuenta que sería imposible finalizar dicha labor; por lo que pensó que lo mejor sería que las máquinas se hicieran cargo de esta tarea, e incluso pensó que además del registro, las máquinas realizaran hipervínculos.
Me pregunto ¿qué pensaría Otlet si viviera en el siglo XXI, cuál habría sido su reacción al darse cuenta que todo lo que en un momento imaginó es ahora posible gracias a Internet; qué utilidad daría él a las aplicaciones de la Web 2.0. Pensó incluso alguna vez la importancia que tendrían sus trabajos entre historiadores y bibliotecarios?
Revisando viejas notas encontré esta publicada hace tiempo sobre la ortografía española y que creo vale la pena rescatar.
Sabías que:
El abecedario español se oficializó en 1803 con un total de 29 letras.
Que la CH y la LL en realidad son dígrafos, es decir, signos ortográficos compuestos de dos letras.
Que ambos dígrafos actualmente son considerados respectivamente como la cuarta y decimocuarta letras del abecedario español.
A partir del X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, realizado en Madrid en 1994 quedó establecido que las palabras que comienzan con CH se registrarán y ordenarán en la letra C, y a su vez, las palabras que comiencen con LL, se registrarán en la L (esto pudo ser de mucha utilidad para los catálogos impresos de muchas bibliotecas, cuando existían).
La letra Y puede representar dos fonemas i o ll.
El fonema de la C precedido por una A, O, U es de k; mientras que el fonema de la C, precedido por una E o U es s.
La Real Academia española habla de: Fonema africado palatal sordo (ch), Fonema lateral palatal (ll), Fonema vibrante múltiple (rr), Fonema oclusivo velar sordo (c y q); y así a cada letra del abecedario corresponde un fonema con un nombre.
En la antigüedad la letra H representaba una aspiración y hoy en día no tiene sonido alguno (recordemos nuestras viejas clases de español en la primaria de “la H es muda”).
La Ñ no tiene fonema en Latín (de donde provienen muchos del los fonemas del español) por ello otras lenguas descendientes de éste encontraron distintas soluciones: en francés (gn), en portugués (nh), el catalán (ny).
Palabras de otros idiomas que han sido adaptadas al español se escriben en cursivas o comillas whisky, affaire, etc.
Las mayúsculas de la i y la j se escriben sin punto (bueno, esta seguramente no es ninguna novedad).
Se escribe siempre con mayúscula cuando se cierra una interrogación (?) o una exclamación (!); así como los nombres de fechas El Renacimiento.
La Real Academia Española se fundó en 1713 y la Academia Mexicana de la Lengua en 1875.
Resulta extraño que a pesar de que el Español sea hablado por más de 400 millones de personas a nivel mundial, en ocasiones nos sea tan ajeno y difícil de escribir o de hablar (conocidas como faltas de ortografía). Quizá tampoco sea adecuado ser purista con la lengua pues, como todo en esta vida, debe evolucionar, adoptar y/o crear nuevas palabras. Creo que el Español se encuentra en un momento decisivo donde enfrenta su oportunidad más grande de evolución; es un hecho que Internet ha venido a cambiar las costumbres y formas de vida de muchos seres humanos, la forma en que escribimos y hablamos no es la excepción. Pero quizá todavía sea importante escribir con los signos de puntuación adecuados, utilizar la H cuando haya necesidad de utilizarla (no importa que sea muda), diferenciar entre la V y la B, así como entre la Y y la LL, saber utilizar haber (verbo) y a ver o sino (conjunción) y si no (condicional). Reconozco que a mí aún se me escapan algunas faltas – las menos quizá, aunque sería interesante saber qué opina un lingüista de mis escritos- pero siempre existe la oportunidad de ser corregida, de preguntar o consultar en algún diccionario y si no, como hace poco leí: ”aquel que no acierta a colocarla en su sitio incurrirá en falta de lesa gramática” (Delibes, 1989. Los santos inocentes. Barcelona, Planeta).
Por cierto, si tienes dudas al escribir o te interesa conocer un poco más sobre el enmarañado y, sólo algunas veces, divertido mundo de la ortografía española puedes consultar el Manual de la Ortografía Española de la RAE.
¿Cómo lucen dos mil millones de libros vendidos? Quizá lo difícil no sea tratar de imaginar esa cantidad, sino de algún título que haya alcanzado tal cantidad de ventas; cuando se habla de libros súper ventas, generalmente se hace en términos de cantidades recaudadas y, a lo mucho se llega a hablar de cientos de miles, en algunos (pocos) caso de millones de copias, pero ¿hay libros que hayan vendido más de dos mil millones de ejemplares? ¿cómo podemos interpretar esta cantidad?
Veamos, de acuerdo con la infografía What does 2 billion book sales look like? elaborada por Lovereading UK si tratamos de imaginar 2 mil millones de libros organizados en línea nos alcanzarían para dar 1.25 veces la vuelta a la tierra, es decir 31,565. 69 millas –en sistema métrico decimal comprensible: 50,800 kilómetros–, o bien, viajar a la luna 1.7 veces, si es que se ponen poéticos y románticos.
Pero, ¿qué escritores han logrado vender tal cantidad de libros? sólo Agatha Christie y, desde luego, Shakespeare. Si comparamos a estos grandes con los autores superventas actuales, vemos que los segundos se quedan bastante medianos: Rowling, reconocida a nivel mundial por la saga Harry Potter a “duras penas” ha llegado a los 350 millones de copias vendidas aunque, claro, ya los quisiera yo; esos 350 millones de copias le sirven sólo para igualar la longitud de la muralla china (poco más de 8,800 kilómetros) que dicho sea de paso, tampoco es cosa menor.
Stephen King, otro grande actual, prolífico y muy leído, con sus 70 títulos publicados tiene 300 millones de copias vendidas que le dan para abarcar los más de 6,000 kilómetros del Río Nilo; por cierto, entre los títulos más vendidos están El resplandor, La danza de la muerte y Eso.
Dan Brown y Tolkien han vendido 200 millones de copias de sus libros con los cuales se puede recorrer los poco más de 5000 kilómetros que hay entre Cornwall y Nueva York, en Estados Unidos.
Ya está, creo que eso es suficiente para darnos una idea de lo que 2 millones de libros o copias vendidas significan. Los dejo pues con la infografía en cuestión y quizá les queden ganas de apoyar a alguno de estos pobres autores a alcanzar, al menos, la longitud de la Gran Muralla China.
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