Asegurar que la biblioteca tiene un gran impacto en la vida de sus comunidades es algo que nosotros, los y las bibliotecarios no dudamos e incluso a muchos podría sonar como un argumento ya bastante hecho; sin embargo, pocas son las ocasiones en las que tenemos la oportunidad de plantearnos realmente cuál es el impacto de la biblioteca en la vida del usuario.
The library in the life of the user: engaging people where they live and learn, publicado en octubre del año pasado por OCLC es una compilación de los resultados de investigaciones realizadas a lo largo de diez años sobre el comportamiento de búsqueda de los usuarios. Entre lo más destacado de esta publicación encontraremos los siguientes puntos que nos pueden ayudar a identificar no sólo comportamientos, sino también, nos ayudarán en la planificación y diseño de los servicios bibliotecarios dependiendo de las necesidades del usuario del siglo XXI:
La gente aún asocia a la biblioteca con libros, no con recursos en línea o servicios de referencia en línea.
Los usuarios no piensan en acudir a las bibliotecas para obtener información porque no tienen conocimiento de los servicios que hay a su disposición y mucho menos están familiarizados con el flujo de trabajo de una biblioteca. Como siempre lo he dicho, a veces comentemos el error de organizar pensando en el bibliotecario, olvidando que es el usuario quien requiere de los servicios.
El contexto y las necesidades de información son los que determinan la forma en que la gente utiliza la tecnología y, por ende, las bibliotecas.
La construcción de una buena relación con la comunidad, tanto en forma física como virtual es importante para entender las necesidades y así poder desarrollar servicios efectivos, útiles y, desde luego, exitosos.
Los dos primeros puntos hablan de un desconocimiento por parte del usuario sobre los servicios y utilidad de la biblioteca; sin embargo, es el bibliotecario y su falta de pericia para dar a conocer y atraer a la biblioteca los que han provocado tal desconocimiento. Quizá por ello considero que la mejor manera que tuvo OCLC para abrir esta publicación fue centrarse en la pertinencia y actualidad de las 5 leyes de Ranganathan en las bibliotecas del siglo XXI –especialmente la 2a, 3a y 4a leyes– y donde vemos que, las leyes no cambian sólo se adaptan a los formatos, necesidades y usuarios actuales, es decir, la esencia sigue siendo la misma. Por cierto, resulta curioso que la quinta ley “la biblioteca es un organismo en crecimiento” sigue siendo la misma, ya que aunque no hablemos necesariamente de un crecimiento físico, lo cierto es que las bibliotecas están llegando a nuevos ámbitos y satisfaciendo necesidades que en otras épocas quizá no hubieran existido.
Imagen vía OCLC
Una publicación que da cierta luz sobre la importancia de la biblioteca, no sólo para los bibliotecarios, sino también para los usuarios quienes, al final de cuentas, son los que realmente deben preocuparnos.
Los días 18 y 19 de febrero pasados tuve el honor de ser invitada por parte del Colegio Terranova en San Luis Potosí para presentar la charla Lectura sin prejuicios en sesión para padres de familia y, un día después, para alumnos de preparatoria.
En ambas sesiones el punto central fue entender que la lectura ya no puede verse en el sentido tradicional de lectura es igual a libro impreso o, en el peor de los casos, lectura es exclusivamente a libro impreso; como ya lo he mencionado en otras ocasiones, hay diversidad de lecturas y diversidad de lectores y sólo entendiéndolo de esta manera será posible salir de todos esos prejuicios que siempre acompañan a las “altas elites” cuando intentan hablar de la lectura: la lectura es buena, leer nos hace mejores personas, el olor del libro, ya no hay buena literatura, leer en pantalla no es leer, actualmente se publica mucha basura (o únicamente se publica basura que es consumida por mentes simples) y tantos otros argumentos que a menudo se mencionan y que fueron la oportunidad perfecta (especialmente lo de la literatura basura, un argumento a todas luces lleno de prejuicio, de mucho desconocimiento sobre el tema y también de mucha soberbia) para una interesante ronda de comentarios, preguntas y respuestas, especialmente con los chicos de preparatoria.
Les dejo la presentación y aprovecho para agradecer a Margret Oettler, Directora General de la institución, así como a Margarita López, Directora de Biblioteca, por la invitación a dos jornadas muy productivas y reveladoras sobre la lectura.
Introducción al manga para bibliotecarios, aunque también podría llamarse Introducción al manga para dummies, e incluso Introducción al manga para bibliotecarios dummies, es una guía para adquisición de manga en bibliotecas elaborada por Kodansha Comics (una de las principales editoriales en Japón y de las más reconocidas a nivel mundial) para Overdrive; y es que, al ser uno de los géneros del que quizá menos conocemos los bibliotecarios, sumado a posibles prejuicios sobre la calidad literaria de estos materiales y del cómic en general (que no es más que desconocimiento total), nunca nos viene mal una ayuda para comenzar por algún lugar y poder incrementar nuestro acervo que muchas veces resulta mucho más que escueto.
Aunque, como guía de compra, el grueso de esta breve publicación está enfocado en, precisamente, poner sobre la mesa algunos de los títulos más representativos de esta editorial y disponibles en Overdrive, vale la pena revisar las explicaciones de los 3 tipos de manga (Shonen, Shojo y Seinen), así como las distintas edades para las que pueden estar destinados estos materiales.
Dado que el manga está viviendo un interés creciente por parte de nuestros usuarios, si se quedan con ganas o sienten que esta guía se queda corta para las necesidades y demandas de sus públicos, también pueden revisar Manga and Libraries in Japan publicado por Yasuyo Inouye donde nos presenta los criterios para la selección del manga elaborado por la School Library Association en 1988, y aunque algunos me parecen que rayan en el prejuicio, nunca está de más conocer estos criterios:
¿Las ilustraciones muestran una excelente calidad?
¿Utiliza palabras vulgares de forma intencionada?
¿Respeta la dignidad humana?
¿La extensión de la historia resulta natural o forzada?
¿Trata de estimular la mente de los lectores utilizando expresiones vulgares?
¿La historia alaba la injusticia o la maldad?
¿Glorifica la guerra o la violencia?
¿Discrimina a los débiles o discapacitados?
¿Tergiversa o ignora verdades académicas o hechos históricos?
¿Los personajes reales son tratados de forma correcta basada en perspectivas y hechos justos?
¿Es apropiado para el público objetivo?
¿Rompe con la intención, en caso de existir, del trabajo original?
¿La calidad de la encuadernación y el papel son suficientes para un uso extensivo?
Las series que aún no finalizan serán evaluadas como un todo una vez que la historia termine.
Por último y como extra para conocer un poco más del manga, qué mejor que hacerlo con la Dra. Masami Toku, una experta en el tema quien a finales de año pasado visitó la Biblioteca Vasconcelos para hablarnos de Cómo leer el manga; una charla a la que tuve la oportunidad de asistir y que resultó de lo más interesante e iluminadora. Les dejo el video.
Sé muy bien que ya es febrero y que a estas alturas hablar sobre las resoluciones o propósitos de año nuevo resultan bastante necias (como decir a las personas que no has visto desde diciembre del año pasado feliz año), pero como este post va de lectura, igual y podemos hacer una excepción.
Y aunque precisamente comenzando el año comentaba que no me van mucho los retos de lectura que ponen por delante un número, y ponía como ejemplo el ya clásico reto de lectura que lanza lanza cada año Goodreads donde sus usuarios ponen un número determinado de libros que desean o plantean leer en el año en curso. Como yo lo veo este tipo de retos son un tanto huecos y poner un número por ponerlo lo único que hace es que leas para llegar a ese número y no, como muchos equivocadamente piensan, para convertirte en lector. Pero si ustedes quieren tomar este tipo de reto, adelante.
Sin embargo, no estoy cerrada a plantearnos como propósito de año nuevo (o de año nuevo chino, o de mes, o de ciclo de vida, o como ustedes quieran) el acercarnos a la lectura de manera distinta, no para leer más, ni para leer mejor, o para convertirnos en lectores (que creo eso es algo mucho más complejo), sino para leer algo distinto que nos saque de nuestra zona de confort o bien, para acercarnos a la lectura (que no necesariamente a leer más y leer forzosamente libros) o acercarnos a otras lecturas.
¿Y qué mejor manera de plantearnos un reto de lectura con la ayuda de las bibliotecas? Como muchos se habrán dado cuenta, los primeros días de enero, muchas bibliotecas lanzaron sus retos de lectura que tienen en común encaminar al lector no hacia el número, sino hacia lecturas muy específicas. En particular, me gustan mucho dos porque reflejan exactamente lo que, en lo personal, deberían ser los retos de lectura y, más que retos, verlos como propuestas para eso, acercarse a la lectura de una manera distinta.
De esta propuesta me parece muy interesante el punto 3, leer un libro traducido, porque en Estados Unidos se lee muy poco a autores extranjeros a diferencia de México, donde leemos muchos libros traducidos; así que esta sugerencia apuesta a que el lector salga de lo local, o bien, salga de la lectura extranjera clásica. El punto 5 de esta propuesta también lo encuentro muy atractivo, un libro recomendado por un bibliotecario, pues es una manera de darle valor a la labor del bibliotecario y ponerlo en la mira del usuario. El punto 13, leer un libro de autoayuda, nos habla de una biblioteca sin prejuicios sobre determinados géneros.
La segunda propuesta viene, nada más y nada menos que de una de mis bibliotecas públicas consentidas, la Vasconcelos. Esta propuesta de 20 libros está orientada principalmente a que los usuarios descubran y aprovechen mejor el acervo de la biblioteca. Del reto de la Vasconcelos me quedo con los puntos 7. novela mexicana publicada en los últimos 15 años, 8. novela de editorial independiente mexicana y 9. obra escrita por un autor de origen indígena, puntos enfocados a conocer y consumir lo nacional, pues como ya les contaba en el párrafo anterior, nosotros leemos más libros traducidos de autores extranjeros que autores nacionales. Estos puntos también me gustan porque nos piden salirnos poco de los autores mexicanos ampliamente difundidos y leídos.
Y sí, aunque es ya febrero, esa es mis propuesta, que no reto, de lectura. Yo por mi parte, intentaré hacer una mezcla de los puntos 3, 5 y 13 de la Biblioteca Pública de Cincinatti y los 7,8 y 9 de la Vasconcelos. Ya les contaré al final del año y espero que ustedes también me cuenten cómo les fue.
–Cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado –dice cuando el teléfono deja de sonar–. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe de estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos. Seguro que es algo parecido a las estanterías de esta biblioteca. Y nosotros, para localizar dónde se esconde algo de nuestro corazón, tenemos que ir haciendo siempre fichas catalográficas. Hay que limpiar, ventilar la habitación, cambiar el agua de los jarrones de flores. Dicho de otro modo, tú deberás vivir hasta el fin de tus días en tu propia biblioteca.
– Haruki Murakami, Kafka en la orilla.
Un libro harto recomendable que habla de bibliotecas (las propias y las ajenas, las internas y a las que asistimos tradicionalmente), coincidencias, sueños, pasado y presente, búsqueda, todo aderezado siempre con libros y música.
No hay mejor manera para las bibliotecas y bibliotecarios de abrir este 2016 que con la buena noticia que nos trajo Overdrive en su blog hace un par de días (5 de enero): 2015 fue un gran año para las bibliotecas al lograr prestar 169 millones de ebooks, lo que refleja un incremento del 24% comparado con el 2014.
Esto es y como ya les decía al principio de este post, una gran noticia para las bibliotecas y los/las que trabajamos en ellas pues vemos como poco a poco, y a pesar de los prejuicio que a veces parecen no tener fin, los usuarios comienzan a ver y reconocer en el libro electrónico una fuente confiable de lectura, especialmente cuando en años anteriores varios análisis concluían que si bien las bibliotecas ya comenzaban a ofrecer libros en formato electrónico, eran pocos los usuarios que conocían y accedían al servicio del servicio.
Otros datos interesantes presentados por Overdrive:
Los 169 millones de préstamos incluyeron 125 millones de títulos y 43 millones de audiolibros (un crecimiento del 36% en comparación con 2014).
33 sistemas de bibliotecarios circularon un millón o más de libros en este formato. La Biblioteca Pública de Toronto tuvo en circulación más de 3 millones de libros electrónicos, mientras que la Biblioteca Pública de Nueva York tuvo en circulación más de 2 millones de libros en este formato.
El préstamo de revistas y diarios en formato electrónico también se incrementó un 14% en comparación con 2014.
El libro y audiolibro más prestado en 2015 en las bibliotecas fue The girl on the train de Paula Hawkings, cabe destacar que curiosamente este libro alcanzó también el primer lugar en la sección Misterio y Thriller en el Goodreads Choice Awards 2015 de Goodreads.
Y aunque en el proceso de integrar una colección digital y lograr que el usuario llegue hasta ella no es nada sencillo, lo cierto es que los datos de Overdrive nos animan a seguir por este camino y a planificar mejores programas de préstamo de libros electrónicos, sea con Overdrive o con cualquier otro distribuidor. Porque sí, los usuarios quieren tener acceso a los materiales de las bibliotecas sin importar las distancias físicas o los horarios y por ello son tan bienvenidos estos datos de Overdrive, esperemos que a lo largo de 2016 otras empresas que ofrecen servicios de préstamo de libros electrónicos a las bibliotecas nos proporcionen sus datos de uso.
Desde hace unos días ha estado rolando en redes el artículo No conozco a nadie que empezara con Los juegos del hambre y saltara a Proust. He procurado a toda costa no dar click pues me daba la impresión de que se trataba de uno de tantos artículos que hablan sobre la ‘buena literatura’ y demás presunciones en torno a la lectura y lo que debe ser, artículos que evito lo más posible pues me parecen diálogos de sordos; desafortunadamente terminé leyendo dicho artículo y bueno, no me equivoqué al juzgarlo así.
El autor de esta joya de frase es Antonio Ortuño, escritor mexicano que en 2010 fue elegido por la revista británica Granta como uno de los mejores escritores de lengua española, cosa que no pondré en duda y, de hecho, vale la pena conocerlo. En cuando a la declaración sobre la verdadera literatura que ofreció a Crash a propósito de la promoción de Méjico, su libro más reciente.
Claro, ahí están los seguidores de los Harry Potters, de Los juegos del hambre, pero luego terminan en discusiones absurdas. Hay un chingo de gente que llega a hacer la afirmación: «Bueno, pues al menos que lean eso, que lean algo como Los Juegos del Hambre. Es bueno leer». Yo no conozco a nadie que empezara con Los juegos del hambre y saltara a Proust.
Al terminar de leer esto me pregunté “¿será un truco publicitario para hacerse de lectores aunque sea por morbo?” Y aunque coincido con este autor en que hay un chingo de gente que dice que es bueno leer, me da la impresión que él mismo está engrosando esa larga fila de gente que habla desde el elevado pedestal sobre lo que debiera ser y pretender determinar cuáles son los saltos obligados de un lector para que se le considere lector.
Infortunadamente, de este tipo de declaraciones nos encontramos todos los días y a ratos pienso lo mal que hacemos en darles eco, pero a veces es necesario equilibrar un poquito el tema de la buena literatura o lo que la gente considera buena literatura en pos de bajarla de ese pedestal para hacerla accesible; y es que no vamos a negar que en materia de cultura y literatura hay un mundo de conocedores que intentan desacreditar todo aquello que huela a aceptación popular asegurando que no es alta literatura, buena literatura, literatura real o cosas semejantes; el que llegue a muchos y pueda ser comprendido por esa ‘muchedumbre‘ siempre despertará suspicacia entre los grandes conocedores del buen leer. De paso, mencionar que en ese mismo mundo figuran también aquellos que siguen viendo a la biblioteca como un templo del saber al que no puede entrar cualquiera, o mejor dicho, al que no debería entrar cualquiera, si no me creen, revisen De desarrollo de colecciones y cómo rasgarse las vestiduras con el “deber ser” sin entender lo que es, un artículo que publiqué hace poco más de un año en este blog y donde discutía algo similar pero al interior de las bibliotecas.
Volviendo a Ortuño y la buena literatura, en una de sus columnas para Informador.mx publicada en 2013 ya cuestionaba los gustos lectores (las negritas son mías):
La mayoría de los jovencitos, a los que el diario denomina “nuevos adultos”, no han dado el salto de Potter a Proust o Roth, claro, sino que ahora leen cosas como Crepúsculo (serial de novelas rosas tachonadas con detalles fantasiosos) o Los juegos del hambre (serie más relacionada con el género de “acción” cinematográfico que con las principales corrientes de la ciencia ficción estadunidense). Eso no es sorprendente. Buena parte de los lectores jóvenes en el Occidente del mundo han frecuentado libros de fantasía, horror y ciencia ficción a lo largo de los recientes decenios (Tolkien, Prattchet [sic], Asimov, King, entre muchos más, han sido venerados por audiencias gigantescas)… ¿Hay algo así como una generación Potter mexicana? Estoy seguro de que sí. Aunque entre los lectores de la saga en nuestro país hubo una cantidad sorprendente de señoras y señores ya muy talluditos (la mayoría de los mexicanos leemos tan poco y somos tan poco exigentes que es sencillo atraparnos con historias infantiles), también la frecuentaron miles de niños que ahora andan en sus veintes.
Se desacredita la fantasía, el horror, la ciencia ficción y, de paso, a la Literatura Infantil con sus miles de autores, ilustradores, editores y también promotores; lo anterior sin contar la falta de respeto hacia los lectores a los que poco le faltó para llamar tontos, ¿quizá los llame talluditos y poco exigentes porque no leen sus libros y en lugar de ello prefieren dejarse atrapar por historias infantiles?, no sé en qué concepto tenga entonces a los niños y adultos que leen LIJ.
En fin, que de la nada ha venido a desacreditar, entre muchos otros, a un autor como Pratchett quien recibió el título de Caballero por sus servicios a la literatura en 2009 y que un año antes fuera nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico también por sus servicios a la Literatura, sí, con negritas y en mayúscula, porque aunque Ortuño y muchos otros no lo acepten, la Ciencia Ficción (que él llama historias infantiles) es Literatura y la Literatura Infantil también es Literatura.
¿Será que para este escritor lo único que deberíamos leer son Proust y Roth? Aunque sus libros le hayan valido el reconocimiento de una revista, es claro que no le han valido entender que la literatura va más allá de los clásicos y mucho menos le han valido para vender más de 450 millones de copias como Rowling, 70 millones como Pratchett o los 350 millones de copias en el caso de Stephen King, ¿populares? sí, ¿digeribles? sin duda, pero ¿eso los hace necesariamente malos, libros menores o literatura no seria? Por cierto, Tolkien a mi gusto es todo menos historia infantil y algo de elevado debe tener un universo que derivó incluso en una nueva lengua. ¡Díganme ustedes si eso es menor frente a Proust!
Y no nos confundamos, en este post lo que menos pretendo es defender autores o géneros, tampoco busco calificar la obra de un autor al que no conozco con base en sus declaraciones y mucho menos decir lo que yo considero que es bueno o malo, porque estaría cayendo en la misma posición de Ortuño; lo que busco es quitar un poco de presunción y pretensión a la literatura y al acto de leer, dejar y propiciar que la gente lea y, si buscamos que den ese salto, evitemos determinar hacia donde debe dirigirse, sino poner todas las tablas hacia el norte, sur, este, oeste, arriba, abajo, hacia dentro o hacia afuera para que tengan varias opciones hacia donde saltar. Al menos esa es parte de la responsabilidad del bibliotecario y, de parte del escritor, su trabajo es hacer que su literatura aunque elevada (si así insiste que sea y sea lo sea que entiende por elevado), sea también lo suficientemente atractiva para que llegue incluso a esos lectores que se dejan atrapar por historias infantiles.
En esta ocasión quise centrarme en el rol social de la biblioteca y el trabajo en conjunto que debe realizar con la familia para lograr lectores, sin importar el formato en el que lean. Para ello, en esta charla abogué por la importancia de dejar de ver a la biblioteca como un espacio para guardar libros y comenzar a entenderla en tres sentidos:
La biblioteca como un espacio: el tercer espacio, para ser más específica, donde además de libros, la gente va para estar, crear.
La biblioteca como personas: volviendo al mismo punto de que ya no se trata sólo de libros, debemos entender que la biblioteca está moldeada por la comunidad a la que sirve y, en este sentido, la biblioteca es las personas a las que sirve.
La biblioteca como una plataforma: las necesidades cambian y, como lo decía en el punto anterior, la comunidad y sus necesidades van moldeando la función de la biblioteca que debe convertirse en esa plataforma no sólo física, sino también tecnológica a la que la gente acuda.
La familia, por su parte, es un factor indispensable en el proceso de promoción lectora pues es el primer contacto que los niños tienen con el mundo, con la sociedad, es una microsociedad que nos enseña (bien o mal) cómo funciona el mundo, es pues el modelo a seguir; por ello es importante tener a padres convencidos de la importancia de las bibliotecas, asiduos a las bibliotecas, para así lograr que la biblioteca se convierta en algo corriente en la vida de los niños.
Les comparto la presentación y agradezco a Karen Coeman, Directora de Promoción de Literatura Infantil y Juvenil del Conaculta, por la invitación a participar en este encuentro.