
Cayó en mis manos (en mi pantalla, propiamente escrito) el artículo 10 obras fallidas en México publicado en una revista de arte, arquitectura y diseño (y cuyo link no compartiré, porque no merece la promoción gratuita), donde se mencionan 10 obras arquitectónicas fallidas en México. De acuerdo con esta revisión, las diferentes obras analizadas:
Sus presupuestos han sido desatinados y su funcionamiento poco productivo. Revisamos los 10 ejemplos más llamativos y menos eficientes, comparándolos con casos exitosos de otras partes del mundo.
En el listado de 10 obras aparece en primer lugar la Vasconcelos, que es en el caso que me voy a centrar por obvias razones.
Pues nada, que después de leerlo, es un artículo más que habla desde la ignorancia y el estancamiento en el pasado. Un artículo que, en lo que toca a la Vasconcelos, nos habla también del pobre quehacer periodístico y que repite el lugar común del que se ha venido hablando en estos 10 años, lugar común al que curiosamente, suelen acudir las personas que nunca se han parado por la BV.
Para no hacerles el cuento largo, este artículo habla de los tropiezos que esta biblioteca tuvo en sus inicios, inicios que ya todos conocemos bien y que no vamos a ocultar o negar; sin embargo, es evidente que, como muchos otros artículos, se ha quedado en esa parte de la historia (2006-2008) sin darse a la tarea de averiguar que lo que actualmente sucede ahí dista mucho lo que fue en un principio.
No haría mal al autor de este artículo realizar un verdadero trabajo de investigación, comenzando por ir a la Vasconcelos a ver su funcionamiento actual, entreviste a algunos de sus usuarios, incluso al personal, se entere de las actividades que se realizan todos los días, los talleres, etc. Y, si no quiere darse la vuelta, también podría echar un ojo a las redes sociales donde se muestra todo lo que ocurre diariamente y la interacción que hay con el público, tan sólo en Facebook tiene más de 300 mil seguidores, lo que la convierte en la biblioteca pública con más seguidores en dicha red, superando a bibliotecas de la talla de la Biblioteca Pública de Nueva York, ¿será cierto entonces que su funcionamiento es poco productivo?Vamos, que por información no faltará dónde se documente, sólo es cuestión de que busque un poquito.
En este artículo también se agrega:
Las preguntas: ¿por qué no hacer una red de bibliotecas que operaran en diferentes zonas de México y no sólo en su capital?, ¿por qué hacer una gran biblioteca cuando ya existen dos en la ciudad: la Nacional y la Central, ambas ubicadas en Ciudad Universitaria?
A lo anterior podemos responderle que no está de más que también investigue un poco sobre las bibliotecas, los diferentes tipos que existen y los públicos a los que sirven; quizá sólo así se entere que, de hecho, ya existe una red de bibliotecas públicas en México, y que las Bibliotecas Nacional y Central en CU no pueden sustituir a la BV dado que, al tratarse de una biblioteca nacional y universitaria, respectivamente, su concepción y funcionamiento es muy distinto al de una biblioteca pública, como es la Vasconcelos. Si aún insisten en preguntar sobre la pertinencia de una biblioteca en el centro del país, la respuesta es sí, era más que pertinente y los usos que le da el público muestran que está cubriendo un espacio que estaba haciendo falta incluso en una ciudad donde se supone que tiene todo.
La Biblioteca Vasconcelos no es perfecta, aún le falta mucho por avanzar; sin embargo, actualmente se hacen muchas cosas que valen la pena, no por nada es el cuarto recinto cultural más visitado en el país, sólo superado por las zonas arqueológicas de Teotihuacán y Chichen Itza, así como por el Museo Nacional de Antropología e Historia. Como lo señalan en el blog de la misma biblioteca:
De la Vasconcelos se pueden decir muchas cosas, pero a la Vasconcelos definitivamente hay que vivirla, presten especial atención a aquellos usuarios que, ajenos o no a estos 10 años de historia, hacen eso diariamente, aquellos que están más allá del discurso oficial y que se apropian de sus jardines, sus terrazas, sus salas de lectura, aquellos quienes vienen a estudiar, los que la tienen en su agenda de turismo, los que vienen a ensayar una coreografía, a aquellos que como Cristina y sus dos hijos desescolarizados vienen a aprender, a los usuarios en situación de calle que vienen a buscar refugio, los usuarios de redes que diariamente nos siguen e interactúan con nosotros. Ellos son quienes realmente hacen esta biblioteca y quienes, con sus exigencias muchas veces insospechadas, la van moldeando y transformando.
Y ya para cerrar, les recomiendo leer “El insospechado despertar de la Vasconcelos“, un artículo publicado en el número 165 de la revista Frente (la ciudad de frente) que habla de la Vasconcelos en su justa medida y donde se nota que sí hicieron el trabajo de investigación que todo artículo periodístico requiere.