En México acabamos de pasar por un proceso democrático sin precedentes en nuestra historia impensable hace una década o en el siglo pasado. Este proceso, sin embargo, se caracterizó por la difusión de fake news que buscaron en todo momento desinformar, generar incertidumbre y miedo en los electores, y con ello influir en la toma de decisiones para un país.
Las fake news no han sido algo exclusivo de este proceso, nos enfrentamos a ellas desde hace ya bastante tiempo y, muy seguramente, nos seguiremos enfrentando a ellas en la administración venidera, de hecho, se han seguido viralizado noticias falsas aún después de finalizado el proceso electoral y aún cuando faltan varios meses para que entre en funciones el nuevo gobierno.
Lo anterior es a nivel nacional, infortunadamente las noticias falsas no son exclusivas de un país, se leen, ven, escuchan y repiten todos los días en todas partes del mundo. En la sección Bibliotecnología del programa de radio El Sonido de las Páginas, en la transmisión del 15 de junio pasado, hablábamos precisamente sobre este tema y el papel del bibliotecario frente a las fake news porque, curiosamente, como gremio hemos sido muy pasivos frente a la difusión de noticias falsas en este periodo electoral.
Pero, antes de atisbar siquiera nuestro rol debemos plantearnos, ¿por qué es importante dimensionar el impacto de las fake news en el acontecer diario?
De acuerdo con un estudio publicado en 2016, los estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad en Estados Unidos son propensos a ser engañados con información falsa porque no tienen la habilidad para evaluar las distintas fuentes. Pero esto va más allá de que reprueben a un estudiante en una materia o que haga una tesis con información falsa (que eso ya es bastante grave), lo realmente preocupante de las fake news y en lo que debemos prestar especial atención es que, no sólo estudiantes sino la población en general no sabe identificar los sesgos en la información, es decir, todos esos sitios donde hay “verdades a medias” muy convenientes. En este proceso electoral eran cosa de todos los días, no sólo noticias falsas, sino noticias con cierto sesgo o donde se decían cosas “reales” pero no completas, el clásico “sacar de contexto” una nota.
No debemos tomar a las fake news como un mal necesario del uso de internet, tanto la desinformación como la información juegan un papel importante en la toma decisiones; entonces es aquí donde debemos plantearnos, ¿cuál es o debería ser el papel del bibliotecario frente a las fake news?
Como se menciona en el artículo Beyond Fake News publicado por la revista American Libraries, las y los bibliotecarios históricamente hemos utilizado checklists como el Test CRAAP (Currency o Actualidad; Relevance, Relevancia; Authority, Autoridad; Accuracy,Exactitud; Purpose, Propósito) o el RADCAB (Relevancy, Relevancia; Appropriateness, Oportunidad; Detail, Detalle de la información; Currency, Actualidad; Authority, Autoridad y Bias, Sesgo o Tendencia) para evaluar y ayudar a los usuarios a evaluar recursos de información, aunque también recientemente en Facebook y Twitter se estuvo difundiendo mucho unainfografía elaborada precisamente por la IFLA para ayudarnos a reconocer una noticia falsa, y en la que no puede faltar el bibliotecario como parte importante en este proceso.
Las tres anteriores son herramientas muy útiles, aunque creo que la de la IFLA es particularmente clara. Sin embargo, como también recomienda Michael Caulfield, es tiempo de comenzar a leer lateralmente, es decir, no sólo leer la fuente original, sino también leer el Acerca (About) del sitio donde reside la información y corroborar los datos que proporcionan en esa sección, por ejemplo, si en el Acerca se menciona que es una agencia que trabaja para determinado medio, entonces nos tocar ir a verificar a ese medio al que se hace mención para saber si efectivamente hay relación entre ambos.
Entonces, ¿cuál es el papel del bibliotecario frente a las fake news?
Es decir, ya no basta con que el bibliotecario guíe y apoye con el test CRAAP o RADCAB para evaluar recursos de información, la tarea ahora se vuelve titánica si consideramos que dichos recursos y fuentes a evaluar ya no son necesariamente o exclusivamente los tradicionales (como es el caso de índices de citas, bases de datos, libros o revistas especializadas). El bibliotecario ahora debe replantearse la forma en que desde la profesión está estamos verificando nuestras fuentes, pero también tiene la enorme responsabilidad de ayudar al usuario a determinar el sesgo de la fuente consultada porque, como lo dije al inicio de este post, de la veracidad y sesgo de la información consultada no sólo depende un trabajo académico, ahí se puede jugar el futuro de una comunidad o un país.
Así que toca al bibliotecario abordar y concientizar sobre este tema ya sea con la impartición de talleres, elaboración de tutoriales, discusiones en blogs y podcast de bibliotecas, elaboración de infografías, guiar al usuario durante su proceso de búsqueda… ¿qué otrasse les ocurren?
Ahora que estamos ya a menos de una semana para las elecciones de México, parece que esos libros que nos hacen (me hacen) pensar al país van cayendo sin que yo lo planee. En esta ocasión, en lugar de viajar a un futuro distópico nada deseable para México como fue el caso de la extraordinaria novela Mexicoland, viajé al pasado con De Drácula a Madero: viaje todo incluido a la Decena Trágica de Mónica B. Brozon, una especie de novela histórica con toques de ciencia ficción y mucho humor, publicada originalmente por Ediciones B en 2010 (supongo que como parte de las celebraciones del Centenario de la Revolución Mexicana) y que ahora llega de la mano de Castillo creo yo en un momento inmejorable.
Cuando Gonzalo compró una antigua máquina de escribir, lo hizo con la certeza de que Bram Stoker había creado en ella su máxima obra Drácula. Emocionado por su adquisición, decide invocar al famoso escritor irlandés en una sesión espiritista a la que invita a sus amigos Juan Pablo y Marisol. Con esceptisismo y entusiasmo, los jóvenes inician el ritual que tendrá un final inesperado: los protagonistas amanecerán en una ciudad en guerra, durante el preámbulo de la Decena Trágica.
A primera vista De Drácula a Madero: viaje todo incluido a la Decena Trágica puede parecer simplemente una lectura entretenida; sin embargo, Mónica Brozon ha hecho un magnífico trabajo de investigación por uno de los pasajes más sanguinarios de la historia de nuestro país, lo que le permite ir hilando de forma magistral la ficción con la historia y el humor para darnos al final una obra, sí, muy entretenida, pero también una forma muy original de invitarnos a conocer México durante la segunda década del siglo XX sin sentir que nos están dando una lección de historia, aunque nos la estén dando. Este libro es una muestra de que se puede aprender sobre la historia de nuestro país de forma amena e incluso, dejarte con ganas de seguir investigando más sobre un periodo determinado.
Todo en De Drácula a Madero es natural, resulta impresionante la forma en que Brozon nos va adentrando en la historia, las calles, las costumbres, los diálogos, la visión de aquel México de 1913, todo ello sin perder de vista a los personajes y todas las viscicitudes que tienen que pasar para regresar al México actual. Y ya que estamos en los personajes, no puedo dejar de mencionar que están muy bien delineados y podemos ver cómo van madurando, en especial Marisol, quien en un inicio podría parecer el típico cliché de niña tonta, pero conforme avanza la historia va tomando un papel más activo.
Esta obra inmediatamente me remitió a Tinta y ceniza, otra novela histórica juvenil que leí hace casi un año y en donde todo parecía forzado. Sí, ya sé que las comparaciones no son buenas, pero en De Drácula a Madero todo fluye y Mónica Brozón ha sabido colocar cada uno de los aspectos de esta historia en su justo lugar.
Me gustan las licencias drámáticas que la propia Brozon, al final de la historia, admite que se tomó, por ejemplo, la “justicia poética” para el destino de Madero (y no digo más). Pero esta licencia poética da también para reflexionar “qué hubiera ocurrido si…” ¿sería México distinto? Y es precisamente en este punto donde vuelvo a aquello de los libros que nos hacen (me hacen) pensar al país, como lo dice Brozon:
No podemos viajar al pasado para cambiar la historia. Pero sí podemos estudiarlo para no cometer los mismos errores. Creo que el país lo necesita y lo merece.
Y este libro es sin quererlo eso, una forma de acercarnos a la historia y pensar al país; pero también es un libro que te deja con muchas ganas de seguir indagando sobre un periodo histórico tan sanguinario como lo fue la Decena Trágica y, quién sabe, de ahí saltar a conocer otros periodos históricos que conformaron a nuestro país y que nos hacen entenderlo un poco más. Bien vale la pena esta lectura previa y posterior al 1 de julio.
Ficha técnica Título: De Drácula a Madero: viaje todo incluido a la Decena Trágica Autora: Mónica B. Brozon Pie de Imprenta: México : Castillo, 2017. ISBN: 9786076217658 Calificación: *****
Mexicoland es perfecto, lo mejor de México en un sólo lugar: historia, música y comida. Lo malo es que todo es falso. Es un parque de diversiones en el futuro, el resto del país ha colapsado por la violencia y la anarquía. Apenas sobrevive un pequeño territorio donde se funda México Nuevo, una sociedad en la que cualquier delito es castigado con extrema crueldad. Ahí, Cuauhtémoc Rojo, en un sólo día, se queda sin padres, sin escuela y casa. Pronto descubrirá que si quiere sobrevivir, necesita encontrar respuestas.
Llevo ya algún tiempo con esta reseña pendiente, y es que cada vez que me sentaba a escribirla no sabía por dónde comenzar y hacerle toda la justicia que se merece. Creo, sin embargo, que no hay mejor momento para hablar de un libro que nos hace pensar al país, conforme sigan leyendo entenderán el por qué.
Cuando descubrí en iBooks que Mexicoland estaba en preventa no dudé un segundo en adquirirlo, Jaime Alfonso Sandoval siempre ha sido garantía de grandes historias, además la reseña prometía mucho. Así que después de varias semanas de espera agonizante (no exagero) por fin se lanzó Mexicoland y desde las primeras líneas me di cuenta no sólo que la reseña se quedaba corta, sino también que, aunque tiene ese toque de humor negro (esa acidez como bien lo mencionan en la portada del libro) tan familiar en la obra de Jaime Alfonso, es una historia atípica, muy crítica y una gran radiografía del México actual llevado al extremo en un futuro nada deseable.
Juro que intenté resistirme al pedido anticipado de Mexicoland de @jaimealfonsos 😳
Mexicoland es una historia con todos los elementos que toda buena distopía debe tener: muerte, violencia, gobiernos totalitarios, libros prohibidos, control absoluto, futuro despiadado, censura, desesperanza, rebelión, etc. Pero además de estos elementos ya conocidos, Mexicoland también viene llena de metáforas, guiños, referentes culturales, sociales, históricos y políticos de nuestro país, lo que la hace una novela muy familiar, yo diría que espeluznantemente familiar al darnos cuenta que lo que se nos platica no está necesariamente tan alejado de nuestra realidad.
Jaime Alfonso no le da tregua a Temo, Cuauhtémoc Rojo, su protagonista a quien hace sufrir y madurar con lujo de violencia al punto de querer entrar a las páginas a abrazarlo y también, por qué no, darle unas buenas cachetadas. Tampoco nos da tregua a sus lectores, nos lleva por una montaña rusa –tan similar a la de la portada– que a ratos da vértigo, a ratos da risa, a ratos asusta y a ratos todo junto cuando descubrimos todos los niveles que tiene Mexicoland y que se pueden apreciar desde las primeras páginas: muros fronterizos que nos recuerdan mucho al que el vecino país del norte quiere construir con nuestro dinero, aunque en este caso es un muro que divide a la nación (¿les suena eso de división?) que deja de serlo para convertirse en un corporativo, una marca, un souvenir para el extranjero; las bibliotecas como lugares de castigo pero que son, al mismo tiempo, lugares donde se puede encontrar la semilla de la rebelión; libros encadenados y quema de libros como en el ya célebre Fahrenheit 451; dirigentes que son títeres de intereses más altos; discriminación, clasismo, racismo; y podría seguir, pero corro el riesgo de spoilear la obra.
Al principio les comentaba que no hay mejor momento para hablar sobre este libro, pero lo más importante es que Mexicoland ha llegado en un momento clave para leerlo y reflexionar sobre nuestro país y la cercanía de ese futuro posible. Ahora que estoy a punto de terminar la reseña me viene a la mente A la altura, un artículo en el que Carola Martínez nos dice que la literatura infantil y juvenil debe estar a la altura del lector y su realidad; pues bien, Mexicoland es eso, una obra a la altura de los lectores, de la literatura y del momento que vivimos. Estoy convencida que en un futuro (que espero no sea el que nos pinta Mexicoland) seguirá estando a la altura y no por la vigencia del tema, sino por lo bien escrita que está la historia. Así que no lo duden ni tantito, la van a disfrutar, la van a sufrir, la van a amar.
Acá les dejo el video de la presentación de Mexicoland en la Biblioteca Vasconcelos (también conocida como OMI), en la cual tuve el honor de ser parte de los presentadores.
Ficha técnica Título: Mexicoland Autor: Jaime Alfonso Sandoval Pie de imprenta: México : Penguin Random House, Montena, 2018. Colección: Serie Infinita ISBN: 9786073162517 Calificación: *****
El 8, 9 y 10 de junio se estuvo llevando a cabo la Semana Chilanga del Álbum Ilustrado (@del_semana), evento organizado por Luis Téllez (@pavidonavido), escritor y experto en literatura infantil y juvenil. Tres días, cuatro mesas de discusión, talleres de lectura en voz alta y narración oral para niñas y niños, además de exhibición y venta de álbums y productos ilustrados, todo ello con el fin de reflexionar, cuestionar y discutir sobre los claroscuros (que hay muchos) del libro álbum en la Ciudad de México.
Aunque se analizaron muchos temas, todos ellos necesarios, les platicaré algunos que me parecieron especialmente importantes:
Colorear la escritura fue la charla inaugural a cargo de Valeria Gallo y Ana Romero. Una mesa en la que se habló sobre el diálogo que debe o debería existir entre escritores e ilustradores durante el proceso de elaboración de un álbum ilustrado, además de tocar un poco las particularidades de estos materiales: ilustración a doble página, formatos, licencias que el ilustrador se pueda tomar, qué cuenta el texto y qué cuenta la imagen, la pertinencia de los temas y la creciente percepción de que se está publicando sobre pedido para abordar (un tanto forzadamente) temas espinosos, dejando de lado (quizá) la libertad creativa de escritor, ilustrador y editor.
En la mesa El álbum en la Ciudad de México hoy a cargo de Grace Silva, Alejandra Quiroz y Abril Castillo se presentaron algunos de estos materiales, pero también se puso especial énfasis en la responsabilidad no sólo social sino también ambiental al momento de editar estos libros tomando en cuenta la huella de carbono que deja el libro álbum, la validez o no de la autopublicación (sobre la que se dice que hay mucha basura y en la que yo a veces me pregunto si es necesariamente mayor que la que hay en las librerías con libros publicados tradicionalmente). Y una pregunta muyinteresante quedó abierta, ¿vale la pena talar árboles para poner un libro álbum en las manos de un lector?
Analizar para disfrutar, miradas críticas, a cargo de Ana Luisa Tejeda, Maya Aguayo y Paola Zorrilla, se analizaron algunos libros silentes (de los que les hablaré en una próxima entrega). También se habló sobre la ausencia de crítica especializada, lo que a mi gusto es un reflejo del prejuicio ya no sólo hacia la literatura para niños y jóvenes, sino hacia los libros a los que despectivamente se les llama “con dibujitos”. El principal problema de la falta de crítica especializada es que: 1) no se llegan a conocer estos materiales, 2) no se aprecian en su justa medida, y 3) cuando llegan a las escuelas, no se aprovechan lo suficiente porque los maestros en ocasiones no saben qué hacer con ellos.
En la última mesa Fabricantes de universos, editoriales independientes y libro álbum a cargo de Erika Olvera, Carlos González y Luis Tellez, se habló sobre los retos a los que se tienen que enfrentar las editoriales independientes para poder poner sobre la mesa un libro álbum: costo del papel e importación, pues en México sólo se produce papel bond; el rol que juega o debería jugar el Estado no sólo en la producción de estos libros, sino también en la promoción de la lectura; apostar a libros originales o ir a la segura comprando de derechos; cómo mover estos libros entre los lectores; por qué son costosos estos libros; el valor o daño que las ferias del libro hacen a librerías, etc. Paradójicamente, pareciera que son precisamente las editoriales independientes quienes más apuestan por el libro álbum a pesar de los pesares.
Algunas cosas que quizá para algunos resultaron incómodas, pero sobre las que es necesario seguir discutiendo y visibilizando:
La importancia de ver al libro álbum no sólo como un material destinado a los niños. Todos podemos ser consumidores de estos libros. No se trata de libros con dibujitos, sino de toda una propuesta donde hay narrativa en todos y cada uno de sus componetes.
La necesidad de capacitar y sensibilizar a padres, maestros, bibliotecarios y promotores sobre estos materiales. ¿Por qué son costosos y a qué nos referimos realmente con costoso?
La necesidad de información estadística, la necesidad de compartir experiencias y de generar información; quizá nos toque a los involucrados comenzar a hacerlo y no esperar programas oficiales con evaluaciones oficiales que lo último que buscan es investigar qué ocurre realmente, sino justificar programas. Un buen inicio de compartir experiencias ha sido esta semana; sin embargo, insisto, y creo que también en algún momento se mencionó, sin quitar responsabilidad al Estado, nosotros debemos comenzar a generar y compartir datos.
Al final me quedo con este tuit:
Hubo polémica en nuestras mesas, se dijeron cosas que a algunos no gustaron, se tocaron temas ásperos, sí. Es que nos disgusta la autocomplacencia, ver sólo lo bello de los libros sólo nos estanca. ¡Gracias a todas y todos por el diálogo! ¡Y la diáloga!
— Semana Chilanga del Álbum Ilustrado (@del_semana) June 10, 2018
Excelente, monumental y muy loable iniciativa de Luis Téllez para hablar sobre el libro álbum de manera más cercana y, como bien lo dice, sin ser autocomplaciente. Enhorabuena, creo que muchos ya estamos esperando una segunda, tercer, cuarta… semana del álbum ilustrado.
En abril pasado el INEGI publicó el Modulo de lectura MOLEC 2018 (sustentado en la Metodología Común para Explorar y Medir el Comportamiento Lector del CERLALC y la UNESCO), un estudio en el que se presentan datos estadísticos actualizados sobre el comportamiento de los lectores mayores de 18 años que residen en áreas con una población a partir de 100,000 habitantes y que considera como materiales de lectura libros, revistas, periódicos e historietas en formato impreso o digital, además de lectura de páginas de Internet o blogs.
El Módulo de Lectura MOLEC 2018 resulta por lo menos soprendente en lo relacionado con los lugares destinados a la lectura, donde no están los que se podrían considerar más naturales para estas actividades; con los tipos de lectura por sexo y con los formatos de lectura en los que por algún motivo no se incluye a los audiolibros y en donde la lectura en formato electrónico aún no despega y donde siguen sin aparecer los audiolibros. Acá algunos de los datos que encuentro más interesantes:
Quizá el dato más relevante, y no en un sentido positivo, es queel número de lectores mayores de 18 años ha ido disminuyendo paulatinamente: en 2015 era el 84.2%, 80.8% para 2016; 79.7% en 2017 y 76.4% en este 2018. Esto representa un descenso de casi 8 puntos porcentuales en sólo cuatro años. Aunque, recordemos también que hay algunos otros estudios que indican lo contrario.
De la población considerada por el Módulo de Lectura, 97.7% es alfabeta y de estos, el 76.4% declaró leer al menos uno de los materiales de lectura del MOLEC. De cada 100 personas, 45 han leído al menos un libro. Sin embargo, en 2015 eran 50 de cada 100.
Sexo y tipo de lectura:la proporción de lectores hombres es mayor que las mujeres, 80.1% y 73.1%, respectivamente. Sin embargo, es mayor el porcentaje de mujeres que leyó algún libro en los últimos 12 meses, 46.5%, frente al 43.6% de los hombres. Mientras que los hombres leen más periodicos, páginas en internet, blogs e historietas, 53.1%.
Lo que más se lee es literatura, 40.8%; los libros de texto se encuentran en segundo lugar con el 33.6%; los libros de autoayuda están en tercer lugar de lo más leído con 28.2%.
Formato: el 84.9% prefiere leer en formato impreso, 89% busca revistas impresas y 91.6% periodicos impresos y sólo el 10.7% leen libros en formato digital.
A pesar de esta diferencia notable entre los que leen en impreso y digital, el porcentaje de los lectores en este formato ha ido aumentando constantemente; mientras que en 2005 sólo era el 5.1 de la población mayor de 18 años, como ya vimos en 2018 este porcentaje se ha duplicado. Encuentro sumamente interesante este dato y me pregunto si realmente se trata de preferencia de un formato o, si esto se debe realmente a que la oferta sigue sin ser la misma en impreso y en electrónico, también puede ser que los lectores siguen sin conocer el formato electrónico, que el acceso no es el mismo, que los lectores no están acostumbrados y/o no confían en las compras electrónicas, etc.
Tiempo de lectura y nivel educativo: 39 minutos en promedio, aunque el nivel educativo si juega un papel esencial, por ejemplo, los lectores con al menos un grado de nivel superior leen en promedio 49 minutos; mientras que las personas con educación básica sin terminar, como es el caso de la secundaria leen en promedio 29 minutos.
Pero, ¿por qué lee la gente? Por entretenimiento 39.3% para los que leen libros y 65.6% para los que leen revistas. Los que leen periodicos (62.1%) lo hacen por “cultura general”.
Y ahora, ¿por qué no lee la gente? Falta de tiempo, 45.6%; falta de interés, 24.4%; y preferir otras actividades, 14.8%. Un trabajo en el que sin duda las bibliotecas y los/las bibliotecarios tenemos un gran trabajo pendiente para lograr que la lectura sea una actividad tan atractiva como cualquier otra al punto que la gente se haga un tiempo para leer.
¿Dónde se lee? el hogar es el principal lugar para la lectura, seguido del lugar del trabajo. Resulta curioso que las bibliotecas, espacios que podrían considerarse naturales para la lectura, no figuren entre los espacios destinados para la lectura, lo cual es un trabajo pendiente para los bibliotecarios. Me resulta sorprendente, extraño quizá, que el transporte público no aparezca como lugar destinado a la lectura.
Quiero cerrar este post con uno de los resultados al que las y los bibliotecarios debemos prestar especial atención: el papel de las bibliotecas. De acuerdo con los resultados del Módulo de Lectura: sólo el 9.8% de la población asistió a estos espacios para adquirir en préstamo materiales de lectura y sólo el 24.6% recibió en el hogar estímulo para asistir a estos espacios. Es decir, las bibliotecas siguen sin figurar como un espacio natural para la lectura y no se hace mucho desde la escuela y/o el hogar para fomentar su uso, pero menos desde la misma biblioteca para convertirse en espacios atractivos para la lectura. Mucho que hacer en este terreno.
Valdría la pena que para encuestas futuras se amplíe más el espectro de materiales de lectura donde se incluyan audiolibros; además que, como ya lo comenté, vale la pena revisar más el papel de las bibliotecas y del transporte público como lugares de lectura.
El movimiento Booktube tiene muchos claroscuros (de los que ya he hablado en otro momento), Abril Karera, mi invitada del día como parte de los festejos del 10º aniversario del blog, está de lado de los claros, de esa luz que se llama Ensayos de Abril, su videoblog que precisamente el mes pasado cumplió sus primeros 5 años de vida, de muchos, muchos más que no me cabe duda vendrán. Por cierto, al final del post les pongo los videos en los que tuve el honor de ser invitada como parte de sus 5 años. 😀
Estoy segura que muchas personas se han iniciado en la lectura, se han acercado a una biblioteca, a una librería o a una feria del libro gracias a Ensayos de Abril, escucharla desmenuzar los libros es una delicia y un peligro, porque irremediablemente uno quiere salir corriendo a comprarlos. Coincidir con ella gracias al Comité Lector de IBBY México, ha sido un privilegio. A Abril le admiro ese tesón que implica mantener un canal en Youtube, desde la parte de grabar y editar, pero en especial la parte de mantenerlo de forma honesta sobre los libros que la provocan. Verán, Abril simplemente no podía faltar en esta fiesta.
Abril nos platica en esta colaboración sobre la relación que ha entablado con las bibliotecas públicas gracias a Booktube, una visión que no sólo me ha emocionado, sino que inmediatamente me ha remitido a muchos congresos, coloquios, foros sobre bibliotecología donde imperan los cebollazos y la palabrería de lo que se supone son las bibliotecas, pero que carecen de esa visión autocrítica hacia la profesión y hay mucho desconocimiento sobre lo que los usuarios piensan, quieren y exigen de las biblbiotecas.
Abril, mil gracias por haber llegado a la celebración.
¡Hola Abril! ¡Bienvenida!
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De cómo Booktube me enseñó a valorar las bibliotecas públicas
El blog de Verónica Juárez me ha abierto la mirada sobre muchos de los usos de las bibliotecas públicas y sus alcances a través de la red. Aunque frecuenté bibliotecas desde mi adolescencia, no fue sino hasta mi incursión en el mundo de Booktube que entendí la importancia de tomar una postura con respecto a ellas y, desde este lugar que ocupo en el mundo, defenderlas y exigir lo mejor para que estos espacios formen parte de la vida cotidiana de la sociedad, de toda la sociedad. Por eso decidí contar cómo nació mi relación con estos lugares que son más que un albergue de conocimiento y de cómo, poco a poco, fui entendiendo que asumirse como lector conlleva también una responsabilidad, cien por ciento opcional, pero que una vez que se asume no se puede dejar a medias: la de generar y salvaguardar todos aquellos espacios cuya espina dorsal sea la lectura. Acompáñenme, pues, en este breve recorrido.
La primera biblioteca que conocí fue la de mi casa. Siempre me he sentido muy afortunada por haber crecido entre libros. Mis padres, profesores ambos, destinaban cada quincena una parte de su presupuesto a adquirir nuevos ejemplares para el acervo familiar. Recuerdo con especial cariño que, para mí y mis hermanos, cada libro era sinónimo de un bloque para las ciudades que construíamos. Los libros se transformaban en carreteras, puentes, edificios, incluso monstruos; y, luego, cuando mis padres llegaban a casa y teníamos que ordenar todo de nuevo, lo hacíamos con cuidado porque volvían a su forma real. Así, aprendí que mi mamá se esforzaba por crear un orden en los tres libreros que teníamos en ese entonces: una sección para los libros de papá (de historia y matemáticas, sobre todo), una sección para los libros de ella (de literatura mexicana y poesía) y otra sección para las enciclopedias y libros de nosotros. “¿Por qué ordenarlos de esa manera?”, pregunté un día cuando ya iba al kinder. “Porque así es más fácil ubicarlos”, respondió mi mamá.
La segunda gran biblioteca de mi infancia fue, sin duda, la de aula; la que teníamos en mi salón de sexto grado de primaria conformada en su mayoría por los Libros del Rincón. Recuerdo que mi profesor tuvo que instalar unas repisas para colocar ahí los ejemplares que daba el gobierno. Cada viernes, luego de alguna clase, teníamos libertad para husmear entre los títulos y llevarnos a casa el que quisiéramos. Era mi actividad favorita de los viernes. Sobre todo, me preguntaba, ¿por qué no teníamos en mi casa libros como esos? Tardaría todavía muchos años en conocer lo que es la literatura infantil y juvenil y en entender que mis padres tenían poca o nula noción sobre ello, así que adquirían siempre los libros que les gustaban más a ellos -adultos- o que tenían en el título eso de “para niños”. De otra manera, era muy complicado que se enteraran de esa literatura que comenzaba a florecer en el país. Sumemos, además, que crecí en un municipio del Estado de México donde las librerías son prácticamente inexistentes.
La tercera gran biblioteca de mi vida fue la de la secundaria. Un lunes, en un homenaje, el director dio el anuncio de que había recibido varias cajas con libros que había mandado la SEP. Dio la orden a mi profesora de español para que ella llevara el registro de préstamo a domicilio y, con tono emocionado, nos invitó a todos a conocer el acervo y leerlo enterito. ¡Eran más de cien libros nuevos! Recuerdo que esperé la hora del receso con impaciencia y cuando por fin sonó el timbre, corrí hasta la biblioteca para ser la primera en formarme y conocer todos esos títulos. No había necesidad de tanta prisa, prácticamente era la única alumna interesada en todo eso. Recuerdo la mirada luminosa de mi profesora diciéndome que podía llevarme todos los libros que quisiera, siempre y cuando los regresara. “Nunca hay que robarle a una biblioteca, porque no sabes qué libro podrá hacer la diferencia con alguien y siempre es mejor que todos los títulos estén a su alcance”, me dijo. Palabras grabadas con fuego en mi corazón.
Después, vinieron las bibliotecas de la universidad que se vienen a relacionar estrechamente con mis inicios como booktuber. Pero vayamos paso por paso. La Biblioteca Central de la UNAM fue parte fundamental de mi vida escolar, si no es que la favorita. Tardes enteras sentada en su área de estudio no precisamente estudiando, pero sí siempre leyendo. Me gustaba pasearme entre los estantes del área de literatura y elegir al azar mi próxima lectura. También se suman la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras y la del Instituto de Investigaciones Filológicas, importantísimas para mi educación en letras y, sobre todo, para mantenerme cerca de griegos y romanos. Teniendo todo esto como base, es fácil entender que cuando comencé a ser booktuber pensaba que todos los lectores estarían relacionados con alguna biblioteca, así como lo estaba yo con las de la escuela y con las de mi pasado, pero la sorpresa fue que no.
Booktube es una comunidad de lectores que comparte sus opiniones sobre libros a través de videos en Youtube. Mi canal se incorporó a esta dinámica en el 2013 y comentaba, sobre todo, libros que tomaba de las bibliotecas. Todavía lo hago. La gran sorpresa para mí fue que casi todos los booktubers de ese entonces tenían, alimentaban y cuidaban una sola biblioteca: la suya. Lo cual me parece muy válido, por supuesto. Pero de las bibliotecas públicas no escuchaba nada. Y entonces comencé a dimensionar la cuestión de su uso.
Primero: Si yo me había mantenido siempre muy cercana a ellas era, sí, porque me gustaban, pero sobre todo porque no tenía mucho dinero para invertir en libros. Eso no quiere decir que no comprara de vez en cuando algunos, claro que lo hacía; sólo que no en la medida en que veía a otros lectores hacerlo. Entendí que las bibliotecas siempre tendrán una estrecha relación con la economía de los usuarios. De ahí la importancia de habilitarlas lo mejor posible en un país donde el salario mínimo es una burla y donde, por supuesto, siempre será más importante destinar ese dinero a la alimentación que a la lectura. Las bibliotecas son una de las mejores herramientas para demostrar que la pobreza no es excusa para la ignorancia.
Segundo: Entendí también que frecuentar las bibliotecas era la razón principal por la que no me sentía apegada al libro como objeto. Es decir, sin problema podía deshacerme de libros, prestarlos o regalarlos. Porque justo eso te enseñan las bibliotecas: que tendrás un ejemplar entre tus manos durante algunas semanas, que será parte de tu vida porque lo vas a leer, pero que al terminarlo tienes la responsabilidad de devolverlo para que lo lea alguien más, así te haya gustado muchísimo la historia. Resultó una gran sorpresa descubrir que muchos booktubers sentían tal devoción por sus libros que eran incapaces de prestarlos. Lo cual también es muy válido, no quiero que esto se malinterprete como una cuestión de comparación sobre qué es mejor y qué no. Para nada. Ambas actitudes me parecen válidas, sólo deseo compartir cómo fui descubriendo este mundo de lectores donde las bibliotecas no existían o tenían la mínima importancia.
Tercero: Debido a la poca atención que, en general, tienen las bibliotecas, no es de extrañar que las creencias en torno a ellas sean tristes. Que si los bibliotecarios siempre están enojados o que los acervos dejan mucho que desear, (pueden conocer más de estas creencias en un video que grabé junto con Verónica como parte de la celebración por el 5to aniversario de mi canal). Es más, en mi recorrido por varias bibliotecas públicas de las delegaciones de la Ciudad de México, pude constatar que en casi todas el apoyo brilla por su ausencia: espacios pequeños, descuidados, muchos sin actividades culturales. Por eso, cuando descubrí la biblioteca de IBBY México y la Vasconcelos, me aferré a ellas con alegría. Pero estoy consciente de que, como lectores citadinos, no podemos limitarnos a esas dos, aunque sean mega geniales. Y entendí una cosa más: Así como muchos de mis compañeros booktubers defendían el libro como objeto y tomaban una postura respecto a sus bibliotecas personales, sentí casi una responsabilidad tomar una con respecto a las bibliotecas públicas y su importancia en mi vida como lectora. No sé si esto hubiera sucedido de no conocer Booktube.
Quiero cerrar este texto diciendo que falta mucho por hacer para que las bibliotecas ocupen un lugar privilegiado en la mente de la mayoría de los lectores, pero que vamos por buen camino. Ahora, me da alegría constatar que muchos otros booktubers se han asumido como lectores de bibliotecas y comentan, siempre que pueden, los ejemplares que han tomado de ellas. He visto incluso bibliotecarios tomando el rol como booktubers para darle difusión a su espacio. En Booktube, mi postura como defensora del uso de bibliotecas incluye invitar a mis suscriptores a conocer la más cercana a su hogar, muchos me han escrito diciendo que no tienen ninguna y es ahí cuando cobra mayor importancia la concientización sobre su implementación y uso en la mayor cantidad de lugares posibles. ¿Quién lo va hacer? Pues de aquí a que el gobierno se pone de acuerdo, seguramente nos toca a nosotros los lectores, profesores, mediadores de lectura hacerlo: acercar títulos a las personas. Porque ¿qué son las bibliotecas sino un espacio donde tienes al alcance, literalmente, un mundo de posibilidades? Y no lo digo sólo por los libros que podemos encontrar en ellas.
En fin, ha sido un honor para mí celebrar los diez años de existencia de este blog con este texto tan personal, pero sincero, sobre lo mucho que las bibliotecas pueden cambiar, y mejorar, la vida de una persona. Que los textos de Uvejota no se acaben para que muchos más lectores alrededor de todo el mundo podamos seguir inspirándonos. Un abrazo, Vero, y mi más sincero saludo a los lectores de este maravilloso espacio.
Esto no se acaba hasta que se acaba o, lo que es lo mismo, la celebración sigue y aprovechemos mayo mientras sigan llegando los regalos.
Así que hoy toca el turno de festejar con mi querida María Esther Pérez Feria. Mediadora de lectura y compañera de lecturas con quien he tenido el privilegio de coincidir gracias al Comité Lector de IBBY México. Esther es alguien a quien definitivamente tienen que escuchar hablar de un libro y con un libro, una verdadera delicia. A ella la encuentran en escuelas, festivales de poesía y ferias del libro, pero como este país es muy grande, entonces seguro que mejor la lean en Palabras para Darte Vuelo, el blog que comenzó en 2017 y al que le deseo larga, qué digo larga, vida infinita o bueno, larguísima.
Convencida y conocedora del valor y la utilidad de la poesía, de escuchar al otro, de leerle a alguien; su colaboración y regalo es precisamente un reflexión sobre este tema. Así que búsquense un lugar cómodo para leerla, en verdad lo vale.
Esther, mil y un gracias por aceptar ser parte de este festejo, gracias por traernos más poesía al blog.
¡Bienvenida!
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¿Para qué sirve la poesía?
María Esther Pérez Feria Palabras para darte vuelo, cultura escrita, niñas y niños Blog
Foto de Marco Esteban Mendoza
Para Verónica Juárez y sus diez años de aportes a la lectura en medios digitales.
En verdad, las palabras sueñan.
–Gaston Bachelard
¿Sirve para algo la poesía? ¿La poesía es útil en la infancia? Hay quienes declaran que la poesía no sirve para nada. A veces se acota esta idea y se dice que no sirve nada en sentido práctico o utilitario. Se cuestiona la utilidad de la poesía y se la ubica en un ámbito etéreo, sublime, alejado de lo terrenal, misterioso, casi sagrado. Sin embargo, yo cuestiono esta afirmación. Declaro, en cambio, que la poesía es harto útil para la vida cotidiana y que sirve para resolver la vida práctica que implica sobrevivir el día a día. Trataré de argumentarlo en este texto, comenzando por revisar qué es lo útil.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, “útil” es un adjetivo que, en su primera acepción, significa que “trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés”. Según esta definición, si lo útil produce provecho, entonces produce beneficio, ¿qué podríamos decir respecto de la poesía, ¿de qué índole sería dicho beneficio? Si la poesía es útil y produce beneficio, siguiendo a la RAE, lo es porque ¿produce comodidad? Atendiendo que, a su vez, el término comodidad implica una “cosa necesaria para vivir a gusto y con descanso”, es justo decir que la poesía es una especie de cosa necesaria, ideal incluso, para vivir y, más aun, para sobrevivir. Si bien, no siempre con descanso ni tan a gusto, al menos se sabe que ha ayudado a muchos poetas, a muchos lectores y a muchos lectores-oidores (Frenk, M.) a vivir y a estar en el mundo, gracias a los versos que dan oxígeno para evitar el ahogo que suele acarrear la rudeza de la vida. Porque, sin duda, hay versos que nos dan comodidad, en el sentido de acomodo, esto es, que nos ayudan a acomodarnos en el mundo, a encontrar nuestro lugar sobre la tierra.
Así pues, la poesía, como cosa útil, puede proveernos de esa comodidad. Visto desde otro ángulo, también podríamos pensar que la poesía se acomoda en nuestra experiencia como sujetos y como lectores, es decir, que se presenta en nuestra existencia de manera conveniente, oportuna, a nuestras emociones o momentos de vida. Incluso cuando la poesía llega a resultarnos incómoda, puede ser absolutamente pertinente cuando nos habla de frente, cuando repercuten sus ecos en nuestras moradas interiores. La poesía es útil porque pasa de ser una cosa, un objeto cultural de lenguaje,a configurarse como una experiencia y como una manera de estar en el mundo, como ese entrar en poesía (Jean, G.) para pulir la mirada, aguzar el oído, hablar con el corazón, sonreír con el cuerpo y vivir con sueños, magia y esperanza.
Para ampliar esta argumentación sobre la utilidad de la poesía como experiencia, vayamos a ejemplos concretos. La manera de hacerlo será ofrecer unas cuantas respuestas a la pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Cada respuesta se acompaña de un único ejemplo poético, esperando que sea convincente y, a reserva, de los ejemplos que cada lector de estas notas pueda aportar por su cuenta. Empecemos.
¿Para qué sirve la poesía?
La poesía sirve para crear un universo de ensoñación y música:
Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar. En una barquita de plata y cristal, ayer por la tarde los vieron pasar con Pedro Gorgojo, con Pancho Pulgar, con Juan Ropavieja y Aurora Boreal. ¡Qué suave era el viento, qué azul era el mar, qué blancas las nubes en lento vagar, qué alegres las islas de rojo coral! Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar.
(Nicolás Guillén)
La poesía sirve para jugar con las palabras, oyéndolas brotar como capullos:
Pájara pinta, jarapintada, limiverde, alimonada. Ramiflorida, picoriflama, rama en el pico, flor en la rama. Pájara pinta, pintarapaja, baja del verde del limón baja.
(Mirta Aguirre)
La poesía sirve para ver cómo llega la lluvia una tarde cualquiera:
La lluvia de pelo largo, la lluvia de fino talle, la que ensarta de chaquiras los abetos de la calle.
(Gilda Rincón)
La poesía sirve para esperar la llegada de un momento decisivo:
Cuando todavía no nace el último lirio y los ruidos quieren ya convertirse en tibia y maravillosa alegría de las nubes…
(Efraín Huerta)
La poesía sirve para confirmar por qué nos gustan nuestros amigos:
Me gustan mis amigos porque cantan canciones de cangrejos como si fueran los últimos piratas del planeta e imitan a los pájaros y luego ríen. me gustan mis amigos porque sé que estarán por mí esperando, esperando a que entremos juntos girando, girando en los juegos del aire y la fortuna debajo de las sombras, a un lado de los días, con la risa más grande de las nubes.
(María Baranda)
La poesía sirve para mirar el mar en una noche transparente:
Reflejos que de estrellas son la cuna, olas que son columpio de la luna. en tus aguas, espejo y tembladero, el cielo se cayó de cuerpo entero.
(Fernando del Paso)
La poesía sirve para sentir la llegada de las estaciones:
No son brasas colgando en la higuera, sino el verano que arde en el corazón desfallecido de los higos.
(Enriqueta Ochoa)
La poesía sirve para formular preguntas con ton y son:
¿Que sueñan los sueños? Y… ¿qué soñarán las camas? ¿Contarán las ovejas personas saltando vallas?
(Mar Benegas)
La poesía sirve para aprender a decir nuestro nombre verdadero:
me llamo arboleda con vuelo de lápices pájaros que escriben con picos de azúcar un sueño de mar con barcos de nieve viento de flores que cubren los techos de verdad mi nombre es riachuelo cereza bañada por dicha violeta madrugada de escarcha y una taza de té me llamo amapola con vestido blanco pero mis papás me dicen Céline
(César Arístides)
La poesía sirve para mirar el mundo a través del vuelo iridiscente de una libélula:
Naciste de una gota –inmóvil prendedor de laca en los cabellos de la hierba–. Ayer bendijo Basho en un haikú tus alas. Trébol de vidrio, trébol de cuatro hojas, hábil equilibrista en la cuerda del junco desde el arco de la isirada flecha de tu vuelo. Libélula alazul alabélula. Frágil vitral, libélula, libéranos, porque cada mañana nos conmueven tus espejos en los que estamos vivos.
(Ramón Iván Suárez Caamal)
La poesía sirve para llorar:
Estoy llorando derramando lágrimas. No te preocupes me dicen. (Donde quiera que me paro, donde siembro mis pies, revientan las flores de sal).
(Mardonio Carballo)
La poesía sirve para nacer y ser en la otredad:
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, ¿todos somos
la vida? pan de sol para los otros,
¿los otros todos que nosotros somos?,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros
(Octavio Paz)
La poesía sirve para descubrir los colores:
Un día descubrí el amarillo. Y pensé que el sol, la miel y los canarios cabían dentro de él. También el verano y la vainilla. ¿Y el zumbido de las abejas? Lo pensé durate todo el día. Y supe que el zumbido de las abejas vivía en varios colores a la vez. Era amarillo. También violeta, naranjo y verde claro.
(María José Ferrada)
La poesía sirve para constatar que las cosas importantes se pueden guardar en una cajita:
En una cajita de fósforos se pueden guardar muchas cosas. Un rayo de sol, por ejemplo, (Pero hay que encerrarlo muy rápido, si no, se lo come la sombra.) Un poco de copo de nieve, quizá una moneda de luna, botones del traje del viento, y mucho, muchismimo más.
(María Elena Walsh)
La poesía sirve para recordar la luz de la infancia:
No cabe duda: de niño a mí me seguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.
(Alfonso Reyes)
La poesía sirve para saber qué es el tiempo:
—¿Qué es el tiempo, abuela? —Es el viaje de la semilla al árbol, el vuelo que nadie recuerda, la ola convertida en sal, la roca que se hace arena. Y esa playa por donde vuela una gaviota y lleva en su vientre una arboleda. »El tiempo son las niñas que se convierten en abuelas.
(Excilia Saldaña)
La poesía sirve para ver la luz de nuestro propio canto:
Si no fuéramos ciegos, cantaríamos en la oscuridad, para acompañarnos.
(Luis Cardoza y Aragón)
La poesía sirve para encontrar consuelo:
Perdiste a tu mejor amigo. No intentaste ningún viaje. No tienes coche, ni barco, ni tierra. Pero tienes un perro.
(Carlos Drummond de Andrade)
La poesía sirve para esperar la llegada de la paz:
Será cuando la luna se despida del agua con su corriente oculta de luz inenarrable.
(Roque Dalton)
La poesía sirve para imaginar el tamaño del mar:
Fuensanta: ¿tú conoces el mar? Dicen que es menos grande y menos hondo que el pesar.
(Ramón López Velarde)
La poesía sirve para encontrar remedios naturales a muchos de nuestros males:
La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas. Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Lleva siempre un frasquito con aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados. Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.
(Jaime Sabines)
Podríamos seguir con muchos más ejemplos, que seguramente cada lector podrá ampliar. Ahora, es momento de plantear algunas conclusiones.
Conclusión primera: la poesía es harto útil, ya que sirve para todo lo aquí soñado. Si no es así, si la poesía no nos desvela de asombro el universo, si la poesía no nos cura las heridas con sus ecos y silencios, si no nos salva del odio y el miedo, si no nos da aliento en medio del desierto, si no nos sostiene en el mundo, si no nos regala un prisma de luz para mirarnos, mirar a los otros y mirarnos en los otros, si no nos ayuda a cruzar los territorios más oscuros, los más desolados, si no nos anima a encontrar una voz propia, si no nos devuelve la esperanza, si nos nos arropa frente al vértigo de la vida, si no nos ayuda en la deconstrucción y reconstrucción del ser que somos con su música, belleza y poder del lenguaje… Si no es así o, mejor dicho, si no fuera así, entonces, la poesía no serviría para nada.
Conclusión segunda: la poesía debería ser parte de toda canasta básica, para tomarla y servirla con el desayuno y la merienda. Sería estupendo, en los hospitales de maternidad, dar la bienvenida al mundo a cada bebé con un paquete con pañales, ungüento y un libro de arrullos y de lírica popular de tradición infantil. Dar un libro de poesía como regalo en cada cumpleaños. Imaginemos dar poesía a los niños y las niñas como postre después de la merienda, un poema leído en voz alta o susurrado antes de ir a la cama o de apagar la luz, para acompañar su entrada al mundo de los sueños. En las escuelas, ni se diga, la poesía debería ser tan importante como el desayuno escolar, tan imprescindible como la hora del recreo. Pensemos qué sucedería si al abrir su lonchera, además de la torta y la fruta, los niños encontraran un papelito con unos cuantos versos para acompañarlos en el recreo. Si cada día damos la bienvenida al aula o nos despedimos al final de la jornada con la lectura en voz alta de un poema. Así nada más, como un regalo para iniciar el día o despedirnos y desear la buenaventura: dejar ¡que la poesía nos acompañe!
Conclusión tercera: la poesía no sirve para resolver otras necesidades que a veces se le han exigido, por cierto, con resultados desastrosos para la poesía misma y para los lectores y oyentes. Si usted desea que sus niños, niñas, hijos, alumnos o vecinos, aprendan a leer o la buena ortografía, a declamar histriónicamente, a dar un bonito regalo el día de la madre o del maestro, o aprendan “valores”, POR FAVOR, NO lo intente a través de la poesía. Para esos otros menesteres hay excelentes diccionarios y manuales de gramática y escritura, estupendos talleres de teatro, hojas y lápices para que los mismos niños escriban y expresen lo que les inspiran directa y auténticamente sus propios padres y maestros. Y, en el caso de los valores, los que sean, éstos siempre se enseñarán mejor con el ejemplo vivo que usted muestre y demuestre en su actuar diario y, en especial, frente a quienes desee educar. La poesía, eso sí le digo, no sirve para esos fines.
Hay dos cosas que me han gustado mucho de esta muy particular celebración: 1) el tiempo de mis invitados para regalarnos su visión, y 2) la diversidad de miradas y de formas de entender y abordar a la biblioteca, al libro, a la lectura y a la información. Esta fiesta va quedando muy bien, lo mejor, aún no acaba.
Así que en esta ocasión viajamos al sur del continente, al bello Chile, para dar la bienvenida a la gran Marcela Valdés, Directora de la Biblioteca de Santiago, una de las bibliotecas públicas más grandes e importantes de ese magnífico sistema bibliotecario chileno al que por cierto, debemos de aprenderle muchas cosas.
A Marcela tuve el gran gusto y honor de conocer en 2015, cuando asistí al 5º Congreso Innovatics y, desde la primer charla ha sido fascinante conocer su visión de biblioteca; no por nada, ella junto con el personal a su cargo son el corazón de la Biblioteca de Santiago. También es fascinante verla de tanto en tanto convertirse en mariposa y hacer que nos revoloteen mariposas en el estómago (la guata, como dicen por allá) con cada nueva actividad en la Biblioteca de Santiago a quienes muchos, incluso los más lejanos físicamente, le tenemos un gran cariño.
Este post Marcela nos habla de las bibliotecas inclusivas, es decir, la visión que tiene y quiere de las bibliotecas públicas y que nos deja ver el por qué nos revolotean esas mariposas cada vez que nos llegan noticias de la Biblioteca de Santiago siendo cada día más inclusiva.
Marcela, mil gracias por aceptar ser parte de la celebración y compartirnos esa visión de biblioteca.
¡Bienvenida!
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Construyendo bibliotecas inclusivas que pueden cambiar la vida
Quiero compartir algunas reflexiones y apuntes sobre las bibliotecas públicas y la inclusión. Son notas que he ido construyendo en este transitar por las bibliotecas, pensamientos que van formando sueños, ideas que generan proyectos. Estas reflexiones que comparto con muchos y muchas son parte de mi sentir por las bibliotecas, mi necesidad de involucrarme con las personas y parte del sueño de que para construir un mundo inclusivo la mejor forma sea ver a las bibliotecas, esas bibliotecas que existen en tantos lugares y que se han construido con el trabajo de muchos y muchas. Las bibliotecas pueden ser una hermosa vitrina del buen mundo que queremos. Ese espacio de resistencia que cobija y acoge a tantos día a día. Parto entonces diciendo algo de sentido común: cuando pensamos en bibliotecas públicas partimos de la premisa que están enfocadas y destinadas a todos y todas. No obstante eso que es tan obvio, requiere de políticas, líneas de acción, capacitación, participación de la comunidad y compromiso de quienes componen la biblioteca, es decir, trabajadores, autoridades, público potencial y objetivo, para generar un espacio realmente inclusivo y que dé cuenta de su condición de biblioteca pública.
Una biblioteca pública se plantea como un espacio abierto y democrático y debe declarar desde su misión la necesidad de la participación e involucrar a la comunidad, porque en la medida que las comunidades son parte de las bibliotecas y estas últimas comprenden que más allá de cumplir estándares y misiones de atención y servicio, deben ser un espacio que apunte a generar herramientas donde la comunidad sea un ente activo en la gestión y calidad, se generará un vínculo único entre personas y bibliotecas que provoca también, encuentros únicos con la lectura o más bien con múltiples lecturas, ya que leemos el mundo de muchas maneras.
Desde esa premisa tenemos la posibilidad de crear y recrear bibliotecas acordes a sus comunidades, con lectores distintos que fomentaran la democracia, la participación y por ende provocarán la decisión política que es el fomento de la lectura. Desde ese punto al convocar a las personas, nos damos cuenta que una biblioteca abierta y participativa debe generar una línea de trabajo con la comunidad que será el corazón de la biblioteca y que la transformará en un espacio inclusivo. Y al hablar de incluir, tenemos que pensar en todos y todas, no en una sola comunidad, sino en diversas comunidades; en las diversidades sexuales, en las personas con capacidades diferentes, en los pueblos originarios, en la tercera edad, niños y niñas, jóvenes, mujeres, migrantes, personas en situación de calle, etc. Tener una mirada amplia que permita compartir la biblioteca y que la misma se transforme en una oportunidad para las personas, un espacio que pueda de alguna forma cambiar sus vidas y logren participar de ese espacio. Entendiendo que en algunos casos para remover debemos excluir y generar actividades enfocadas sólo a ciertos grupos, como una forma de llamar la atención y enviar un mensaje que dé cuenta de lo que es estar en el lugar de otro.
Biblioteca de Santiago
En ese sentido, la biblioteca, al igual que la lectura, junto con entregarnos conocimiento e información debe ser asimilada como un espacio de encuentro comunitario y quienes trabajamos en esas bibliotecas debemos provocar ese encuentro y crear una nueva comunidad, la comunidad inclusiva de nuestras bibliotecas. La biblioteca se tiene que convertir en un puente.
Hace algún tiempo, en un encuentro donde Mempo Giardinelli nos hablaba de lectura, le escuché una frase que hasta hoy rescato y recuerdo: “…Hacer leer a una nación es una decisión política…“. Esta frase, creo que aplica a las bibliotecas, hacer que las personas vayan a la biblioteca es una decisión política. Da cuenta de lo activo que debemos ser a la hora de plantearnos el compromiso con las bibliotecas y como ese compromiso debe ser parte de la decisión de todos los actores,involucrando a mediadores, autoridades y todos y todas aquellos/as que de alguna forma son responsables de que nuestras sociedades estén conformadas por personas con capacidad crítica, personas que puedan acceder a espacios democráticos, donde estén presente la lectura por placer, información, conocimiento, que genere libertad, democracia e igualdad.
La biblioteca debe ser un espacio comunitario, donde a las personas se le entreguen los mecanismos, canales y herramientas de participación que permitan la construcción conjunta de una verdadera biblioteca pública, una real biblioteca inclusiva.
Es entonces que cuando nos planteamos la inclusión como una decisión política debemos no sólo cambiar la infraestructura de la biblioteca y generar nuevos espacios y formas de acceso, sino que debemos generar líneas de acción reales, servicios, actividades, experiencias y, principalmente debemos involucrar a las personas, porque es la única forma que se apropien y se sienta parte de un espacio. No es desde un llamado paternalista o un mero proveedor de servicios, sino que desde un llamado a construir. Para que eso suceda, debemos partir con cambiar mentalidades y entender que debemos derribar mitos y prejuicios. Esos cambios de mentalidades, de infraestructura, de servicios, es lo que convierte a la biblioteca pública en un real espacio inclusivo, trabajando para tener la inclusión tan incorporada que no podamos imaginar otra forma de funcionamiento de las instituciones, del país, hacia allá debemos avanzar como sociedad, generando posibilidades que permitan mejorar la calidad de vida de las personas y acrecentar sus capitales sociales, económicos, humanos y culturales.
Entender que el corazón de la inclusión son las personas y debemos construir bibliotecasdestinadas a ellas, hechas por personas. Cambiar mentalidades, derribar falsos mitos y prejuicios se logra en la medida que nos acercamos a nuestras comunidades y generamos un puente para crear confianza. En la medida que los que estamos permanentemente en la biblioteca cambiamos la forma de mirar, podemos transmitir a otros y otras y, entregar esa mirada inclusiva que tanto queremos. Ese cambio de mirada y de mentalidad nos permitirá enseñar a otros y seguir construyendo, finalmente la biblioteca lo que genera son puentes para lograr el encuentro entre personas y donde todos y todas aprendemos de los diferentes saberes, vidas y experiencias.
Bibliometro, Chile
Cuando tenemos una biblioteca accesible a través de su infraestructura, de sus actividades culturales y de fomento lector y escritor, con personal capacitado, que entrega oportunidades laborales y que hace parte dentro de su misión la inclusión de manera permanente, nos queda pensar como ir más allá y eliminar cualquier otra barrera, construyendo confianza, especialmente en nuestros países donde tenemos una crisis de confianza, la biblioteca debe aproximarse a las personas y generar confianza, confiar en nuestro público y ellos pueden confiar en nosotros, eliminando barreras y trámites. Estar convencidos que la biblioteca es un espacio donde las personas son sujetos de derecho y merecen no sólo ser bien atendidos, sino que participar y satisfacer necesidades culturales, formativas, educacionales y sociales.
Finalmente, la Biblioteca debe ser un laboratorio, un espacio mágico donde mezclamos ideas, sueños, experiencias que permitan mejorar y ojalá cambiar la vida de las personas. En ese sentido siempre debemos estar abiertos a probar, a incorporar y especialmente a ser generosos, a entregar nuestra experiencia para que en otros espacios se mejoren y se conviertan en nuevas experiencias. Crear experiencias de servicio, generar espacios que efectivamente permitan a las personas, a las comunidades, sentir que las bibliotecas son el lugar que nos acompañan a lo largo de nuestra vida y pueden ser un lugar de puentes maravillosos para encontrarnos con expresiones, otras personas y culturas, para encontrar ventanas que miren al mundo.