Hay libros, fíjense a partir de hoy, que están en todas las casas, que tiene toda la gente que conocemos. Cuando voy de visita y me pongo a cotillear libros veo mucho El Principito de Saint-Exupèry, El Quijote, que suele estar en todas las estanterías y El nombre de la rosa, de Eco. También aparece con frecuencia Camus, El extranjero, y algo de Echenique, casi siempre La vida exagerada de Martín Romaña. Hubo un momento, hace años, que todos mis amigos tenían Juan Salvador Gaviota, y ahora todos tenemos algún tomo de Harry Potter. Dice Luis Landero que las bibliotecas están llenas de corredores y pasadizos secretos que comunican con otras bibliotecas: con las de amigos, enemigos, conocidos, pero también con la de Ariadna Gil o la de Galdós…
Jesús Marchamalo, Tocar los libros
El viernes pasado ReadItLater publicó Is mobile affecting when we read? (algo así como ¿Los dispositivos móviles afectan los horarios de lectura?), un artículo sobre los hábitos de lectura de usuarios con iPad/iPhone/iPod por demás interesante y al que hizo eco CNN con un artículo titulado iPad reading could cut into TV’s Time (El tiempo de lectura en el iPad podría superar al destinado en la Televisión). Y al que en un arrebato de entusiasmo titularía ¿Estamos viviendo un renacimiento de la lectura gracias a los dispositivos móviles?
Este estudio se basa en los horarios de uso de ReadItLater que es una aplicación para el iPod/iPhone/iPad, Blackberry, dispositivos móviles con Android y Windows phone y distintos navegadores que permite salvar cualquier página web para una posterior lectura sin necesidad de estar conectado; ReadItLater a la fecha tiene más de 100 millones de artículos guardados por los usuarios. Como les contaba, este estudio se basa en los horarios de uso de ReadItLater especialmente en el iPad y arroja resultados a los que deberíamos estar atentos todos aquellos que de alguna manera nos relacionamos con el mundo del libro y la lectura:
El horario con mayor número de artículos guardados es a las 3 pm; sin embargo, estos artículos son guardados para leerse en un mejor momento.
Los horarios de mayor lectura en la computadora son entre las 6 y las 9 pm. Mientras que los usuarios del iPhone leen principalmente durante los siguientes horarios:
6am, durante el desayuno
9am, en el traslado al trabajo y al inicio de la jornada laboral
5pm-6pm, al final de la jornada laboral y en el camino de regreso a casa.
8pm-10pm, durante la cena, cuando vemos algo de televisión y antes de dormir.
Los usuarios del iPad, por su parte, destinan la mayor parte de sus lecturas entre las 8-10 pm, lo que representa los horarios de mayor audiencia televisiva, es decir, que los usuarios del iPad prefieren leer a ver televisión.
ReadItLater cierra este artículo con lo siguiente:
Cuando a un lector se le deja elegir la forma en cómo consume el contenido se produce un gran cambio en los hábitos de lectura; ya no leen en sus computadoras durante el día, sino que utilizan los horarios de mayor audiencia televisiva para leer en dispositivos que les permiten una mayor comodidad.
En un principio parece que las preferencias de lectura de los usuarios son los dispositivos móviles, especialmente el iPad que está encabezando la lectura en pantalla.
Conforme la experiencia lectora en estos dispositivos se haga más accesible, este comportamiento irá creciendo. Los lectores quieren leer en lugares cómodos y en sus propios horarios, y los dispositivos móviles le están permitiendo tener el control una vez más.
Sería interesante que Instapaper (aplicación similar a ReadItLater de la que ya les hablé anteriormente) hiciera un estudio de la misma naturaleza para saber si los usuarios se comportan igual y si acaso estamos viviendo un renacimiento de la lectura, aunque en otro soporte pero lectura al fin. Sería interesante también conocer el comportamiento de lectura de los usuarios de e-readers como el Kindle, el Nook o el Sony Reader.
Por último, recordemos que en noviembre pasado los resultados del estudio de Business Insider revelaban que el 74.5% de los usuarios leen libros en el iPad. Así que, como lo comenté al inicio de este post, debemos estar atentos a estos comportamientos y aunque no todas las personas tengan un iPad, la existencia de 7.5 millones de usuarios con iPad y más de la mitad leyendo en este dispositivo, debe indicarnos algo.
Entre las tantas campañas “innovadoras” de fomento a la lectura que a menudo se lanzan en este país, recientemente encontramos en Tijuana la de una pizza por cada diez libros leídos propuesta por el diputado panista Max García López para promover la lectura entre los alumnos de primaria y según la cual los niños recibirían una pizza como premio por leer diez libros.
Como lo comenté en Twitter: ¿y si también quiero los refrescos y las papas? Eso de leer para recibir compensaciones como si de condicionamiento al más puro estilo “perros de Pavlov” se tratara, no creo que sea la forma ni la fórmula para convertir lectores y es totalmente incongruente con el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria: estrategia contra el sobrepeso y la obesidad que recientemente lanzó el gobierno para luchar contra los índices de obesidad infantil.
Podría decir tantas cosas más de esta campaña en concreto, pero creo que ya he hablado mucho de campañas fallidas, mal planteadas y mal entendidas en torno a la lectura, de hecho en el post anterior hablaba precisamente de la del Consejo de la Comunicación. Yo sólo les recuerdo que México es el primer lugar a nivel internacional en obesidad infantil, así que darles pizza a cambio de lecturas es francamente irrisorio y no promoverá el hábito de la lectura.
Insisto, en lugar de buscar el hilo negro, debemos replicar programas que han probado su efectividad: Salas de Lectura o Para leer de boleto en el metro, por mencionar unos ejemplos.
Seguramente muchos capitalinos habrán visto en sus traslados en auto, bus, metro o simplemente caminado por la calle, varios anuncios con mensajes (aunque no sean las palabras exactas) del tipo “Leer es divertido”, “Leer nos hace más inteligentes”, la nueva campaña de lectura del Consejo de la Comunicación.
Estos mensajes y videos como el del inicio de este post son parte de la campaña “Diviértete leyendo” lanzada por el Consejo de la Comunicación y en la que además participa la SEP y el Gobierno Federal. Diviértete leyendo pretende, según palabras de Salvador Villalobos, presidente ejecutivo del CC:
Vamos a enfocar toda una campaña para que se lea en familia, con sus hijos y por otro lado, invitar a toda la sociedad a leer mínimo 20 minutos diarios. Eso nos va a dar una capacidad de aprender, de visualizar, de imaginar un mundo, de lograr mayores competencias matemáticas. Esta comprobado también que las personas que leen de alguna manera pueden aprender mucho más rápido.
Fuente: Grupo Fórmula
Es como un déjà vu, eso ya lo he escuchado y visto en las tantas campañas de lectura que las diferentes administraciones han implementado en, al menos, los últimos 30 años en nuestro país y ¿qué creen? que las estadísticas oficiales siguen con la misma historia: en México no hay lectores y el mexicano lee 2.9 libros al año.
México ha estado lleno de “buenas intenciones” en materia de lectura, en este blog he hablado de algunas:
Lo anterior es la legislación vigente, y como les mencionaba cada nuevo presidente trae su propia ley de lectura:
Durante la administración de Miguel de la Madrid (1982-1988) se estableció la Ley General de Bibliotecas como parte del Programa Nacional de Desarrollo. De esta ley surgió el sistema de bibliotecas públicas.
La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro del ex presidente Ernesto Zedillo y aprobada el 29 de abril de 20 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 8 de julio del mismo año.
El Programa Hacia un país de lectores, presentado el 28 de mayo de 2002 por las autoridades de cultura del gobierno del entonces presidente Vicente Fox.
El Programa Para leer de boleto en el metro
La implementación del primer Libro Puerto en el metro y con el que se pretende fortalecer el programa Para leer de boleto en el metro.
Por leyes, programas e iniciativas no paramos y siendo francos, ninguna de estas ha hecho algo concreto para mejorar las competencias, habilidades, capacidades lectoras o como quiera llamárseles. Espero equivocarme, pero la campaña Leer es divertido del Consejo de la Comunicación parece ser una más de las tantas “buenas intenciones” sobre la lectura que se quedan en la superficie, en el discurso oficial de “Leer es bueno”:
Pretende instalar bibliotecas en todo el país (¿más?), la Red Nacional de Bibliotecas Públicas opera con 7,296 en 2,277 municipios (93% del total de municipios en el país).
En la primera etapa de la campaña 40 personalidades hablarán sobre lo divertido que es leer: he escuchado y visto a Belanova, Mariano Osorio y el video de arriba forma parte de la campaña; no se ustedes, pero no me dice mucho y tampoco me anima a tomar un libro.
En la página divierteteleyendo.com se lanzarán guías de lecturas recomendadas. Resulta curioso que, cuando los mensajes radiofónicos y en la calle llevan algunos meses, la página sigue en construcción.
Se espera además que el próximo 25 de enero los secretarios estatales de educación firmen un compromiso para mejorar el rendimiento escolar de los niños a través de la lectura. En teoría con cada nueva legislación todas las entidades involucradas asumen el compromiso y se adhieren a la ley; por otro lado, hablar nuevamente de la escuela como si fuera el único espacio para fomentar la lectura nos deja en el típico leer por obligación.
Por último, la CANIEM (Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana) se comprometerá a poner los libros al alcance de las personas.
Creo que en lugar de invertir recursos humanos y económicos en tratar de encontrar el hilo negro en materia de lectura con nuevos programas, proyectos, leyes o lo que se ocurra en el camino; deberíamos de enfocarnos en fortalecer los existentes, evaluarlos y si es necesario reestructurarlos, es decir, voltear a las campañas que han probado ser no sólo interesantes, sino que pueden o están dando resultados, como es el caso del Programa Nacional de Salas de lectura, el programa Para leer de boleto en el metro o el reciente Libro puerto instalado en metro División del Norte.
En México existen 3,476 salas de lectura que proporcionan un 3.3% del acceso a los libros a nivel nacional.
295 de estas salas se ubican en espacios donde atienden a sectores específicos de la población: reclusorios, albergues infantiles, cementerios (como el caso de Yecapixtla), parques e incluso ferrocarriles.
33% de estas salas se ubican en casas particulares.
66% de los usuarios son estudiantes entre 5 y 20 años.
60% de los usuarios son mujeres
En 2009 y 2010 comenzó la distribución de libros en Sistema Braille y en distintas lenguas indígenas que se hablan en el país: maya, mixteco, zapoteco, entre otros.
45% de los mediadores de sala son profesores y, muy importante, bibliotecarios.
Estas son algunas cifras del Programa Nacional de Salas de Lectura que tiene como principal objetivo hacer llegar los libros a más personas. Este programa fue creado hace 15 años por la Dirección General de Publicaciones y recientemente fue nombrado modelo de difusión en América Latina por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe.
El programa funciona básicamente con voluntarios lectores, llamados Mediadores de Lectura, interesados en abrir una sala y que acuden a la Secretaría de Cultura de su entidad o bien a la Coordinación Nacional de Salas de Lectura, misma que les otorga un acervo inicial de 100 títulos para que comience a funcionar su Sala de Lectura, entre estos libros se encuentran:
Pessoa. Infancia sin fin. Fragmentos sobre la infancia
Gordas: Historia de una batalla / Isabel Velázquez
La Constitución ilustrada por Trino
El libro negro de los colores
El guardagujas
Necesitamos más Iniciativas de este tipo, que involucren a la población —finalmente son ellos los que los que dan cuenta de las necesidades reales de lectura— y que les permitan ser precisamente quienes administren los espacios, son los que pueden acercar a otros a los libros sin restricciones ni trámites.
Una noticia, de las buenas, de las mejores para comenzar el año y que, al menos a mi me llena de emoción: como parte del fortalecimiento del programa Para leer de boleto en el metro, que la Secretaría de Cultura en conjunto con el Sistema de Transporte Colectivo Metro llevan a cabo en la Línea 3 del metro, inauguraron el primer Libro Puerto en el Metro División del Norte y que tiene como finalidad prestar libros a los socios así como llevar a cabo talleres de lectura.
Por fin tendremos la lectura más a la mano en uno de los espacios más utilizados para esta actividad, además de la del transporte. En países como Chile, las bibliotecas del programa Bibliometro funcionan desde 1995, así que creo que en una ciudad como la nuestra nos estábamos quedando cortos con iniciativas de esta naturaleza.
Libro Puerto, comenzó como un proyecto piloto con un acervo de 400 títulos en noviembre de 2010, tiene cerca de 200 socios y se espera que durante este 2011 se extienda a otras estaciones, las siguiente serán Juárez y Guerrero de la línea 3.
Sin duda, un proyecto interesante al que debemos aplaudir pues más allá del discurso político y correcto en torno a la lectura, está aprovechando y rescatando un espacio que es quizá para muchos el único que tienen destinado a la lectura. Acciones concretas de este tipo son las que hacen falta en materia de promoción lectora, más que grandes recintos o análisis fríos. Espero pronto tengamos más Libro Puertos en todas y cada una de las estaciones que componen toda la red del metro en nuestra Ciudad.
El libro como exoesqueleto que deja el hueco necesario para que, en un futuro, las cabezas rebosen ideas, sueños, aspiraciones. Hoy es tiempo de lectura. Siempre es tiempo de lectura.
Tamara García. Tiempo de lectura
Hace unos meses leía en el blog de la Biblioteca Pública de Seattle el post Metro Reads 4: What are you reading on your commute? y debo confesar que me gustó la idea, así que decidí replicarlo como un ejercicio interesante para saber lo que lee la gente en el metro de la capital de un país que se supone no lee.
Cuatro cosas antes de comenzar:
Resulta que es mucho más complicado de lo que esperaba cazar a los lectores de metro, y no por falta de, sino por la forma como toman los libros, en su mayoría cubrían con sus manos las portadas.
Extraño que no vi un sólo bestseller, y digo extraño porque al ser los “más vendidos” lo lógico hubiera sido encontrar Crepúsculos, Harry Potters o más Larsons; pero los títulos distan mucho de estar a la moda de los consentidos de las librerías.
Más extraño no ver a nadie leyendo Para leer de boleto en el metro, la serie de 10 antologías que la Secretaría de Cultura del DF y el Sistema de Transporte Colectivo Metro han puesto a circular en la línea 3 del metro con el objetivo de fomentar la lectura. Como nota, quiero mencionar que este es uno de los pocos programas de lectura que me parecen buenos en la medida que rescatan un espacio que para muchos es quizá el único donde leer; por cierto, pueden descargar las antologías en formato PDF en este link.
No vi a nadie con un Kindle, Nook o Sony Reader, pero sí vi a muchos embebidos con sus celulares, me pregunto si alguno de ellos lo estaría gracias a un e-book.
Ahora sí, va la lista de lecturas de metro:
Compre un millón: lo que usted y sus hijos no aprendieron en la escuela sobre cómo hacer crecer su dinero / Greco García
Manual para principiantes en la observación de las aves “Pajareando” / Gerardo del Olmo.
La señora que leía el libro anterior, al cabo de un rato lo cambió por Las Calandrias y sus parentelas, ictéridos de México. Como dato curioso, esta señora llevaba un bolso con un ave estampada.
Hamlet (edición de Porrúa)
Evolución y revolución de la fiesta de toros: (ensayo juridico-politico-administrativo de la Fiesta Brava) / Tomás Cuevas Villamán
Psicoterapia breve y de emergencia / Leopoldo-Small, Leonard Bellak.
Walter Scott. Obras selectas
El perdón / Deepak Chopra
Hasta aquí mi lista, ¿ustedes leen en el metro? ¿cuál es su actual lectura de metro?