Cada que tengo la oportunidad de hablar de la biblioteca pública me gusta pensarla como un tercer espacio, es decir, como ese remanso de paz y de cobijo donde los libros y la lectura son sólo una de las muchas cosas que se pueden encontrar y que en la mayoría de las ocasiones se convierten en el pretexto para que los usuarios puedan llegar a estar, a descansar, a leer, a estudiar, a pensar, a dormir, a platicar, a crear y tantas actividades que día a día la biblioteca pública resguarda y que me lo ha estado demostrando desde hace algunos años.
En fin, que la reflexión de arriba viene a cuento porque de un tiempo a la fecha mucho se habla del papel de las bibliotecas públicas en los tiempos que corren y también se habla sobre nuevos roles que, en el fondo no son tan nuevos y sólo nos llevan a pensar que cambian las formas, pero no el fondo, que los tiempos cambian y quizá nos obliguen a trabajar distinto, pero en aras de un mismo fin. El rol de la biblioteca pública ahora y siempre (o al menos desde hace varias décadas) es, o debe ser, precisamente del que les hablaba al inicio de este post.
El nuevo rol de las bibliotecas públicas es una interesante infografía publicada en el blog de Jan Holmquist, un blibotecario danés, y que habla sobre el rol de las bibliotecas en una época en la que, a pesar de la abundancia de contenidos, las bibliotecas siguen siendo y deben ser ese remanso del que ya les hablaba.
Y aunque a mi gusto esta infografía se queda un poco corta en el rol o roles de la biblioteca pública y se centra sólo en la lectura y la llegada de internet o el libro electrónico cuando, como ya lo mencionaba, la biblioteca es mucho más que eso; sin duda, uno de los datos más sorprendentes es que, al menos en Estados Unidos, 24 millones de usuarios van a la biblioteca para actividades formales y no formales de aprendizaje. Si pudiéramos escalar este dato a nivel global nos daríamos cuenta del importante rol educativo que tiene la biblioteca.
Como lo dice la infografía, la biblioteca cambia vidas y, esto más que una frase hueca me lleva a pensar en todas las historias de vida que he podido conocer dentro de la biblioteca pública.
Recientemente leo Weeding the worst library books, un artículo publicado en The new Yorker sobre el revuelo que causó el verano pasado el descarte fallido de más de 39,000 ejemplares, entre libros y otros materiales como colecciones de música (incluida la colección de Jazz, una de las más conocidas), de la biblioteca pública de Berkeley, en California, Estados Unidos.
Aunque Jeff Scott, director de la biblioteca, anunció que los libros descartados casi no habían salido de la biblioteca, la cifra generó tal indignación que el proceso pronto fue conocido como Librarygate pues, al parecer y de acuerdo con los testimonios de dos bibliotecarias, el proceso no siguió las reglas que todo descarte debe seguir: los libros no serían puestos en venta a los Amigos de la Biblioteca, sino que serían destruidos y al parecer durante el proceso se intimidó al personal.
Cerca de 100 personas se manifestaron frente a la biblioteca pública el 15 de agosto de 2015 para protestar por la destrucción de los libros y aunque en un inicio el director intentó explicar la importancia del descarte en las bibliotecas, la irregularidades, la presión y las 1039 firmas reunidas en MoveOn.org lo hicieron recular.
En lo personal me da gusto que la comunidad haya alzado la voz para defender la biblioteca, pues es una forma de reconocer y defender la importancia de estos recintos. Si bien es cierto que el descarte propuesto por el director de la Biblioteca Pública de Berkeley estuvo plagado de irregularidades y parecía obedecer más a capricho de éste que a un verdadero análisis de la utilidad de la colección, es importante señalar que el descarte es un mal necesario, parte de los procesos que toda biblioteca debe tener, por la simple y sencilla razón que ninguna recinto bibliotecario tiene el suficiente espacio para albergar todos los libros que van llegando ya sea por compra, canje o donación, de hecho, la función de las bibliotecas no es la de almacenar toda la producción, a excepción de las Bibliotecas Nacionales, desde luego. ¿Qué pasa cuando no se realiza el descarte? Llega un momento en que la biblioteca ya no puede dar entrada a los materiales nuevos requeridos por los usuarios y, por ende, la obsolescencia de la colección.
El descarte es un proceso muy difícil de realizar, los bibliotecarios que en algún momento nos le hemos enfrentado corremos el riesgo de caer en uno de dos errores, ambos igual de graves: 1) pensar que todo es necesario y terminar con la misma cantidad de títulos, es decir, no descartar, o 2) realizar un descarte indiscriminado y perder materiales valiosos para la comunidad. Por lo tanto, ¿cómo encontrar el punto medio?
Sin embargo, a pesar de las reglas y la importancia del descarte, siempre queda la duda de si lo hicimos bien y nos guste o no hemos de estar conscientes que esta decisión generará polémica entre los usuarios, especialmente entre aquellos que desconocen lo necesario de este proceso. En el caso de la Biblioteca Pública de Berkeley es comprensible la indignación y se agradece la unión de los usuarios para defender y dar marcha atrás a lo que pareció ser un capricho del director; pero, como ya lo dije, siempre queda la duda y siempre causará incomodidad hablar de títulos y ejemplares descartados, así que, ¿cómo rescatar a los libros condenados al descarte en las bibliotecas?
Esto me trae a la mente Library: making space, el capítulo 8 del libro The Shelf: From LEQ to LES: Adventures in Extreme Reading, un libro por demás interesante donde su autora Phyllis Rose habla de las reflexiones que le dejó autoimponerse la tarea de leer todos los libros del estante LEQ a LES de la Biblioteca de la Sociedad de Nueva York. En algún momento de su recorrido por el estante escogido se percató que el libro que estaba en la lista de espera ya no se encontraba en la estantería porque había sido removido de la biblioteca durante el fatídico proceso de descarte.
La reflexión final de esta lectura y que supongo la mayoría de los bibliotecarios conocemos para no condenar a nuestros materiales al descarte –y aunque en el ciclo de vida de un libro en la biblioteca hay de descartes a descartes, infortunadamente no todos los materiales tienen una segunda oportunidad en otras bibliotecas o colecciones personales– es precisamente haciéndolos circular, es decir, ir a la biblioteca y sacarlo de la estantería, leerlo en sala o llevarlo en préstamo a domicilio, buscarlo en el catálogo; dejarle pistas al bibliotecario encargado de este proceso de que este material ha sido usado. De otra forma, como usuarios estamos contribuyendo y condenando a los materiales al descarte.
El equipo de la Biblioteca de Shoalhaven, en Australia, publicó Rapsodia Bibliotecaria (Librarian Rhapsody), un video en Youtube que recrea Bohemian Rhapsody (el éxito de la banda británica Queen aparecido en 1975 en el album A night at the Opera y considerado y considerado uno de los mejores sencillos de todos los tiempos) pero a un estilo muy bibliotecario y que a la fecha ha alcanzado más de 230 mil vistas.
Aunque todavía no he definido si me ha encantado o no, lo cierto es que la letra para promover el valor de la biblioteca y los servicios bibliotecarios (tradicionales y emergentes) resulta muy interesante.
Ya anteriormente otros equipos de bibliotecarios han hecho sus pinitos en el mundo de la farándula bibliotecaria, así que videos como estos no dejan de aparecer y esperemos así siga pues es una forma de que el bibliotecario se salga de su discurso habitual para promover la biblioteca de manera distinta y divertida.
Esperemos ver más videos de este tipo y, ¿por qué no? no estaría nada mal que en estas latitudes también nos animáramos a experimentar y promover con nuestros propios videos musicales, cortos, trailers, etc.
Por lo pronto, les dejo también la letra que muy amablemente nos comparten en Ebook Friendly.
Is this non-fiction?
Is this just fantasy?
Work in the Library
We escape from reality
Open your eyes
Pick up a book and read…
I’m volunteering, there’s many more like me
We treat them well, don’t let them go
Train our staff- watch them grow
Tell me where the cool kids go
Must be to the library to read
To read
Well, it’s been a year
With so many things we’ve done
Hard to narrow down to one
Achievements, yeah that’s what we’ve done
So now we’re gonna sing and let you know
Children, (babies too)
Read them stories all the time
And now their reading stories to canines
Paws n Tales, Paws n Tales, because literacy matters.
I see a suite of new databases
Storybox, Aussie Driver and Computer School
Ancient, medieval and modern history
eBook titles, (eBook titles)
eBook titles, (eBook titles)
Overdrive and Zinio-o-o-o-o-o-o-o
I culled the reference so it’s nice and tidy
New shelves and carpet so it’s nice and shiny
SMS increased functionality
Twenty two authors- many you will know
Kurt Fearnley! Yeah he put on a show (on a show)
Bruce Whatley! No we didn’t want him to go (him to go)
Lisa Heidke! Oh, now we’re really on a roll (on a roll)
On a roll
On a roll
We upgrade to Libero-o-o-o-o-o!
No-no-no-no-no!
Pop-up Library, Pop-up Library, Pop-up Library pack and go
Our outreach crew is coming to a place
Near you
Near you
Near me? (yes!)
So you think you can print in the blink of an eye?
So you think you can scan and email that guy?
Oh baby! Yes you can with this baby [MFD/LDS]
Just wanna connect? We have free Wi-Fi in here
Libraries really matter
In the community
Libraries really matter
Libraries really matter
To me-e-e-e-e
Cayó en mis manos (en mi pantalla, propiamente escrito) el artículo 10 obras fallidas en México publicado en una revista de arte, arquitectura y diseño (y cuyo link no compartiré, porque no merece la promoción gratuita), donde se mencionan 10 obras arquitectónicas fallidas en México. De acuerdo con esta revisión, las diferentes obras analizadas:
Sus presupuestos han sido desatinados y su funcionamiento poco productivo. Revisamos los 10 ejemplos más llamativos y menos eficientes, comparándolos con casos exitosos de otras partes del mundo.
En el listado de 10 obras aparece en primer lugar la Vasconcelos, que es en el caso que me voy a centrar por obvias razones.
Pues nada, que después de leerlo, es un artículo más que habla desde la ignorancia y el estancamiento en el pasado. Un artículo que, en lo que toca a la Vasconcelos, nos habla también del pobre quehacer periodístico y que repite el lugar común del que se ha venido hablando en estos 10 años, lugar común al que curiosamente, suelen acudir las personas que nunca se han parado por la BV.
Para no hacerles el cuento largo, este artículo habla de los tropiezos que esta biblioteca tuvo en sus inicios, inicios que ya todos conocemos bien y que no vamos a ocultar o negar; sin embargo, es evidente que, como muchos otros artículos, se ha quedado en esa parte de la historia (2006-2008) sin darse a la tarea de averiguar que lo que actualmente sucede ahí dista mucho lo que fue en un principio.
No haría mal al autor de este artículo realizar un verdadero trabajo de investigación, comenzando por ir a la Vasconcelos a ver su funcionamiento actual, entreviste a algunos de sus usuarios, incluso al personal, se entere de las actividades que se realizan todos los días, los talleres, etc. Y, si no quiere darse la vuelta, también podría echar un ojo a las redes sociales donde se muestra todo lo que ocurre diariamente y la interacción que hay con el público, tan sólo en Facebook tiene más de 300 mil seguidores, lo que la convierte en la biblioteca pública con más seguidores en dicha red, superando a bibliotecas de la talla de la Biblioteca Pública de Nueva York, ¿será cierto entonces que su funcionamiento es poco productivo?Vamos, que por información no faltará dónde se documente, sólo es cuestión de que busque un poquito.
En este artículo también se agrega:
Las preguntas: ¿por qué no hacer una red de bibliotecas que operaran en diferentes zonas de México y no sólo en su capital?, ¿por qué hacer una gran biblioteca cuando ya existen dos en la ciudad: la Nacional y la Central, ambas ubicadas en Ciudad Universitaria?
A lo anterior podemos responderle que no está de más que también investigue un poco sobre las bibliotecas, los diferentes tipos que existen y los públicos a los que sirven; quizá sólo así se entere que, de hecho, ya existe una red de bibliotecas públicas en México, y que las Bibliotecas Nacional y Central en CU no pueden sustituir a la BV dado que, al tratarse de una biblioteca nacional y universitaria, respectivamente, su concepción y funcionamiento es muy distinto al de una biblioteca pública, como es la Vasconcelos. Si aún insisten en preguntar sobre la pertinencia de una biblioteca en el centro del país, la respuesta es sí, era más que pertinente y los usos que le da el público muestran que está cubriendo un espacio que estaba haciendo falta incluso en una ciudad donde se supone que tiene todo.
La Biblioteca Vasconcelos no es perfecta, aún le falta mucho por avanzar; sin embargo, actualmente se hacen muchas cosas que valen la pena, no por nada es el cuarto recinto cultural más visitado en el país, sólo superado por las zonas arqueológicas de Teotihuacán y Chichen Itza, así como por el Museo Nacional de Antropología e Historia. Como lo señalan en el blog de la misma biblioteca:
De la Vasconcelos se pueden decir muchas cosas, pero a la Vasconcelos definitivamente hay que vivirla, presten especial atención a aquellos usuarios que, ajenos o no a estos 10 años de historia, hacen eso diariamente, aquellos que están más allá del discurso oficial y que se apropian de sus jardines, sus terrazas, sus salas de lectura, aquellos quienes vienen a estudiar, los que la tienen en su agenda de turismo, los que vienen a ensayar una coreografía, a aquellos que como Cristina y sus dos hijos desescolarizados vienen a aprender, a los usuarios en situación de calle que vienen a buscar refugio, los usuarios de redes que diariamente nos siguen e interactúan con nosotros. Ellos son quienes realmente hacen esta biblioteca y quienes, con sus exigencias muchas veces insospechadas, la van moldeando y transformando.
Y ya para cerrar, les recomiendo leer “El insospechado despertar de la Vasconcelos“, un artículo publicado en el número 165 de la revista Frente (la ciudad de frente) que habla de la Vasconcelos en su justa medida y donde se nota que sí hicieron el trabajo de investigación que todo artículo periodístico requiere.
Asegurar que la biblioteca tiene un gran impacto en la vida de sus comunidades es algo que nosotros, los y las bibliotecarios no dudamos e incluso a muchos podría sonar como un argumento ya bastante hecho; sin embargo, pocas son las ocasiones en las que tenemos la oportunidad de plantearnos realmente cuál es el impacto de la biblioteca en la vida del usuario.
The library in the life of the user: engaging people where they live and learn, publicado en octubre del año pasado por OCLC es una compilación de los resultados de investigaciones realizadas a lo largo de diez años sobre el comportamiento de búsqueda de los usuarios. Entre lo más destacado de esta publicación encontraremos los siguientes puntos que nos pueden ayudar a identificar no sólo comportamientos, sino también, nos ayudarán en la planificación y diseño de los servicios bibliotecarios dependiendo de las necesidades del usuario del siglo XXI:
La gente aún asocia a la biblioteca con libros, no con recursos en línea o servicios de referencia en línea.
Los usuarios no piensan en acudir a las bibliotecas para obtener información porque no tienen conocimiento de los servicios que hay a su disposición y mucho menos están familiarizados con el flujo de trabajo de una biblioteca. Como siempre lo he dicho, a veces comentemos el error de organizar pensando en el bibliotecario, olvidando que es el usuario quien requiere de los servicios.
El contexto y las necesidades de información son los que determinan la forma en que la gente utiliza la tecnología y, por ende, las bibliotecas.
La construcción de una buena relación con la comunidad, tanto en forma física como virtual es importante para entender las necesidades y así poder desarrollar servicios efectivos, útiles y, desde luego, exitosos.
Los dos primeros puntos hablan de un desconocimiento por parte del usuario sobre los servicios y utilidad de la biblioteca; sin embargo, es el bibliotecario y su falta de pericia para dar a conocer y atraer a la biblioteca los que han provocado tal desconocimiento. Quizá por ello considero que la mejor manera que tuvo OCLC para abrir esta publicación fue centrarse en la pertinencia y actualidad de las 5 leyes de Ranganathan en las bibliotecas del siglo XXI –especialmente la 2a, 3a y 4a leyes– y donde vemos que, las leyes no cambian sólo se adaptan a los formatos, necesidades y usuarios actuales, es decir, la esencia sigue siendo la misma. Por cierto, resulta curioso que la quinta ley “la biblioteca es un organismo en crecimiento” sigue siendo la misma, ya que aunque no hablemos necesariamente de un crecimiento físico, lo cierto es que las bibliotecas están llegando a nuevos ámbitos y satisfaciendo necesidades que en otras épocas quizá no hubieran existido.
Imagen vía OCLC
Una publicación que da cierta luz sobre la importancia de la biblioteca, no sólo para los bibliotecarios, sino también para los usuarios quienes, al final de cuentas, son los que realmente deben preocuparnos.
En esta ocasión quise centrarme en el rol social de la biblioteca y el trabajo en conjunto que debe realizar con la familia para lograr lectores, sin importar el formato en el que lean. Para ello, en esta charla abogué por la importancia de dejar de ver a la biblioteca como un espacio para guardar libros y comenzar a entenderla en tres sentidos:
La biblioteca como un espacio: el tercer espacio, para ser más específica, donde además de libros, la gente va para estar, crear.
La biblioteca como personas: volviendo al mismo punto de que ya no se trata sólo de libros, debemos entender que la biblioteca está moldeada por la comunidad a la que sirve y, en este sentido, la biblioteca es las personas a las que sirve.
La biblioteca como una plataforma: las necesidades cambian y, como lo decía en el punto anterior, la comunidad y sus necesidades van moldeando la función de la biblioteca que debe convertirse en esa plataforma no sólo física, sino también tecnológica a la que la gente acuda.
La familia, por su parte, es un factor indispensable en el proceso de promoción lectora pues es el primer contacto que los niños tienen con el mundo, con la sociedad, es una microsociedad que nos enseña (bien o mal) cómo funciona el mundo, es pues el modelo a seguir; por ello es importante tener a padres convencidos de la importancia de las bibliotecas, asiduos a las bibliotecas, para así lograr que la biblioteca se convierta en algo corriente en la vida de los niños.
Les comparto la presentación y agradezco a Karen Coeman, Directora de Promoción de Literatura Infantil y Juvenil del Conaculta, por la invitación a participar en este encuentro.
—Una biblioteca no es algo por leer, sino una compañía —dijo, tras dar unos pasos más—. Un remedio y un consuelo.”
― Arturo Pérez-Reverte, Hombres buenos
Y como ya es costumbre en este blog, la mejor manera de festejar un día como este es leyendo; así que mi recomendación para celebrar a lo grande este día:
Galeano, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Siglo XXI, 2008.
Una obra imprescindible para conocer, reconocer y avergonzarse de las incongruencias e insensateces del ser humano en su devenir histórico. Un libro que emociona, indigna y entristece al contarnos una historia no oficial que nos abre los ojos permitiéndonos ver al otro desde esa visión de los vencidos donde el recuento es amargo.
Un gran libro contado de forma exquisita muy propia de Galeano: un poco de poesía, un poco de reflexión, otro poco de metáfora, un mucho de sarcasmo para contar lo que somos y cómo hemos llegado hasta aquí. Un libro indispensable para celebrar este día.
¿Han evolucionado las bibliotecas públicas a modo de satisfacer las siempre cambiantes necesidades de información de los usuarios en la era digital?, ¿tendrían que hacerlo o estas necesidades siguen siendo las mismas que se tenían hace, digamos, 30 o 40 años?, ¿las bibliotecas públicas se están viendo forzadas a replantear su rol en una sociedad que ya no sólo las ve como un espacio donde se guardan libros?
A estas y otras preguntas intentan dar respuesta en How Public Libraries are evolving to meet patron’s needs in the digital era, el reporte que es resultado de una encuesta realizada por Overdrive entre el 26 de junio y el 15 de julio del año en curso a 16,756 usuarios finales de bibliotecas públicas en Estados Unidos que utilizan a Overdrive como proveedor de libros electrónicos. Esta encuesta se realizó también como un adelanto a la iniciativa de la ALA “Las bibliotecas transforman las comunidades” que busca fortalecer el rol de los bibliotecarios como líderes centrales de la comunidad en la que están insertos y también como agentes de cambio. Los resultados de este informe serán utilizados para examinar el efecto positivo que ha traído el cambio a lo digital como forma de atraer a nuevos lectores.
Algunos de los datos más interesantes y que también se resumen en la infografía preparada por Overdrive son los siguientes:
95% de las bibliotecas públicas en Estados Unidos ofrecen libros electrónicos y audiolibros.
En lo que va del año se han prestado 120 millones de ebooks, lo que representa un incremento del 20% en comparación con el 2014.
Uno de los datos más interesantes que se desprende de esta encuesta: 80% de los usuarios encontraron algún otro material de utilidad cuando el requerido no estaba en existencia.
El 50% de los préstamos bibliotecarios se realizó desde un dispositivo móvil. Aquí debemos de prestar especial atención en el papel que están teniendo los smartphones como dispositivos de lectura y su creciente potencial en esta materia.
Y, a pesar de que actualmente los smartphones parecen ser omnipresentes, al menos en la encuesta de Overdrive las tabletas parecen tener un mayor uso entre los usuarios de bibliotecas 33%, el 25% utiliza un smartphone y sólo un 22% utiliza un dispositivo de lectura dedicado (ereader). La tercera parte de los encuestados utilizan más de un dispositivo, por lo que consideran que uno de los principales criterios que la biblioteca pública debe cumplir cuando ofrece libros electrónicos es la compatibilidad de los archivos en distintos dispositivos.
Las colecciones digitales en las páginas web de las bibliotecas públicas recibieron casi 4.5 millones de visitas únicas durante el segundo trimestre de 2015, esto representa un 18% de crecimiento anual.
Las visitas físicas y las visitas digitales a la biblioteca son sorpresivamente similares.
Por último, más de 15,000 bibliotecas en Estados Unidos y 20,000 a nivel mundial ofrecen libros electrónicos, audiolibros y contenidos digitales, lo que les ha permitido atraer a nuevos usuarios y dar un mejor servicio a los ya existentes, además de superar la barrera física.
Quizá el aspecto más interesante que se desprende de esta encuesta es que son los propios usuarios de las bibliotecas quienes respondieron, por decirlo de alguna manera, son datos obtenidos de primera mano y basados en el uso y de la experiencia que los usuarios tienen en las bibliotecas. Quizá las estadísticas de uso de todas estas plataformas puedan darnos un panorama de la utilidad de estos servicios, pero cuando son los mismos usuarios quienes están respondiendo con base en su experiencia, entonces tenemos datos más cercanos sobre la forma en que las bibliotecas están respondiendo a las demandas de sus usuarios en una era tan compleja como la que nos está tocando vivir.