Todo lo que está mal sobre regalar 2.5 millones de libros

Hace unos días se presentó la colección 25 para el 25, un proyecto del Fondo de Cultura Económica con el que se regalarán 2.5 millones de libros a jóvenes entre 15 y 30 años en México y otros países de América Latina (Argentina, Colombia, Guatemala, Uruguay, Chile, Ecuador, Venezuela, Cuba, Honduras, Perú y México).
Ha causado gran polémica la respuesta del director del FCE cuando se le cuestionó por qué en la colección conformada por 27 títulos no se había incluido a más escritoras (siete escritoras, frente a 20 escritores). La respuesta misógina, aunque fiel al estilo del titular del FCE, no es admisible en un funcionario público y menos en una administración presidida por una mujer.
Si partimos de la cuota, un poemario escrito por una mujer, horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de haber sido escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria en mitad de Guanajuato, ¿por qué hay que castigarlos con ese libro de poesía?
Se puede reflexionar y criticar un montón sobre este desafortunado pronunciamiento de Taibo II. Y aunque no quiero quitar la gravedad a sus palabras en un país con serios problemas de inequidad de género, tampoco quiero obviar la parte de la lectura, la formación de lectores y todo lo que está mal sobre regalar 2.5 millones de libros y llamar a eso proyecto de lectura, según él “la operación más grande a nivel universal”:
Regalar 2.5 millones de libros a ciudadanos de 15 a 30 años, deja nuevamente desatendida a las niñas y niños del país. Aunque con lo que ha ocurrido con la FILIJ desde la pasada administración, vemos que las niñas y niños no son prioritarios en la formación de lectores.
Pero lo anterior tampoco quiere decir que se esté atendiendo realmente a las y los 30.4 millones de jóvenes entre los 14 y 29 años en México, lo anterior de acuerdo con cifras del INEGI.
Además de las gestiones que se realizaron con las distintas editoriales de América Latina para la cesión de derechos, parte del presupuesto proviene del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado. Este presupuesto pudo invertirse mejor en infraestructura bibliotecaria. La colección 25 para el 25 en las más de 7,400 bibliotecas públicas de todo el país habría alcanzado para una dotación de poco más de 300 ejemplares por biblioteca; sí, ya sé que mi ejemplo es burdo, pero creo que se entiende la idea. Estos ejemplares y títulos en una biblioteca pública habrían llegado a más ciudadanos mediante el préstamo bibliotecario.
Sin duda esto habría tenido mayor sentido y utilidad a futuro. Sí, ya sé que esta colección también irá a las salas de lectura, pero las bibliotecas públicas son el engranaje cultural más grande del país, por qué abandonarlo nuevamente cuando ya existe. Con una buena planificación e inversión, las bibliotecas públicas dan resultados sorprendentes en lo social y en lo económico.
Quizá lo más preocupante de regalar libros es hacerlo con “La expectativa es que cambiemos la manera de leer de millares, decenas de millares, centenares de millares de adolescentes”, de acuerdo con las palabras de Taibo II.
No es algo nuevo, en la administración pasada, caracterizada por la alarmante inexistencia de un Plan Nacional de Lectura, cambiada a una Estrategia Nacional de Lectura “en borrador” y que actualmente se extiende para el periodo 2024-2030. En ambos casos, parece que la actividad estrella fue y es regalar libros y esperar que, como por arte de mágia, esto alcance para formar ciudadanas y ciudadanos lectores.
Actualmente se llama “Maratones por la lectura”, que no es otra cosa que los “Fandangos por la lectura” que organizó el Gobierno de la Ciudad de México en la pasada administración. Tuve la “oportunidad” de estar presente en un par de estos eventos y créanme que, si en algo animaban a las y los chicos de las escuelas donde se realizaban, era perder prácticamente un día de clases.
La experiencia ya debería decirles que regalar libros no va a formar lectores. Pero como tampoco ha habido seguimiento a quienes recibieron estos ejemplares, resulta muy difícil saber si se avanzó en los indicadores de lectura en el país. Como ocurre en estos casos, este tipo de actividades sirve para aumentar cifras, pero no nos hablan de un avance real, de ser así, el MOLEC ya nos estaría diciendo otras cosas. Si no me creen, échenle un ojo al Informe Final de la Estrategia Nacional de Lectura 2019-2024 donde se habla de millones de libros entregados, de millones de actividades realizadas, pero todo esto no se refleja en indicadores de lectura reales.
Ya casi para terminar, quienes trabajamos en estos temas, nos cuestionamos quién realizó la selección. En La Mañanera del pueblo, el titular del FCE mencionó que se trata de un rescate de escritores de la generación del boom latinoamericano y la selección se realizó preguntando al personal del FCE en los distintos países. Lo anterior, desde luego, dista mucho de ser un comité de selección en forma, además los títulos finales fueron básicamente aquellos con los que se pudo negociar los derechos.
La colección y el rescate no es malo, pero alguien se preguntó si estos títulos le hablan a las y los jóvenes de hoy. En esta idea adultocentrista de que sólo el gran intelectual tiene la capacidad de decidir lo que se debe o no leer, se están dejando de lado los intereses reales de las y los jóvenes. Algo que he aprendido en años de analizar, dictaminar y seleccionar libros, es que no se puede realizar esta importante tarea con base en mis gustos personales, fobias y filias literarias. Se analiza un texto en su totalidad, pero también se piensa en el lector final y la forma en la que espero/busco que esos libros le hablen.
Por último, no puedo evitar pensar que este trabajo monumental de gestionar derechos en América Latina, para imprimir un tiraje que puede parecer muy grande, pero en la realidad no va a dar para cubrir ya no 11 países, sólo México. Por qué no gestionar también la publicación digital del texto y en audiolibro y entonces sí, capacitar y darla a conocer entre bibliotecarios, mediadores y docentes, para que sean ellos quienes ayuden a circular estos 27 títulos.
Pues eso, todo o casi todo lo que está mal sobre regalar 2.5 millones de libros, porque podríamos seguir con el tema.
