De acuerdo con una reciente entrevista a Quetzalli de la Concha, vicepresidenta y consejera legal de CeMPro (Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor), publicada en El Universal, durante este sexenio aumentó la piratería de libros en México casi un 10% para libros en papel y un 12% para las ediciones digitales. O lo que es lo mismo, en la administración anterior 4 de cada 10 libros leídos eran pirata, mientras que en la actual son 5 de cada 10.
Lo anterior representa una pérdida para el mercado editorial de 15 mil millones de pesos. También se menciona que el mercado del libro ha tenido una caída de 30% en su tamaño. Es curioso además que se mencione que el único apoyo que han recibido por parte del Estado es el de realizar reuniones con la Coordinación de Memoria História que tiene a su cargo la Estrategia Nacional de Lectura.
Y digo que es curioso porque no se puede esperar nada de una coordinación que además se supone opera una “estrategia” que, en términos reales, sólo ha existido a nivel de nombre durante el presente sexenio.
Mucho se puede decir sobre la percepción de la piratería de libros (mi postura ya la he explicado por acá), generalmente es vista como el gran crimen del lector; sin embargo, no nos detenemos a reflexionar quién piratea y, lo más importante, por qué.
Lo primero que viene a mi mente es que venimos de un periodo de pandemia que dejó bastante mermada la economía y afectó tanto a librerías, como al poder adquisitivo de los lectores. De hecho, las repercusiones del Covid-19 para la industria editorial también se esbozan en la entrevista.
Ojo, no estoy diciendo que esté bien, simplemente considero que antes de pensar en métodos punitivos como lo espera la vicepresidente de CeMPro, conviene detenernos a buscar las razones. Porque, más allá de la ilegalidad de adquirir un libro pirata o descargarlo de forma ilegal y de la intervención del crimen organizado en un país ya muy violentado, más allá de hablar de las pérdidas de la industria editorial debidas a la piratería; llama poderosamente mi atención que sea precisamente en México, un país en el que se supone no hay lectores, donde se registre este aumento de piratería de libros.
Los “expertos” en el tema aseguran que no se lee y desde hace varios años nos ronda la fatídica cifra de “tres-punto-y-cachito” libros leídos por año; 3.2 de acuerdo con el Módulo sobre lectura Molec 2024 o 2.9 de acuerdo con otros estudios. Entonces, ¿cómo es posible que crezca tanto la piratería de libros? ¿quién los está leyendo? Si hay oferta, es porque hay demanda, ¿cierto?
También llama mi atención que la Ciudad de México sea considerada como el gran mercado pirata; francamente yo hubiera esperado que se diera más en otros Estados del país donde no hay una oferta de librerías y ferias del libro como la que existe en la capital. Y esto me lleva nuevamente a reflexionar: si la CDMX tiene un mercado amplio y con una gran oferta para los lectores, por qué es precisamente donde se piratea más. ¿Hay más lectores acá que en el resto del país? ¿o quizá en el resto del país la piratería es más digital y por tanto no se puede rastrear tan fácilmente como en la CDMX?
Son muchas preguntas las que me hago con esta entrevista, desde luego es preocupante que el brazo del crímen organizado esté tan metido en la industria del libro, pero vuelvo a lo mismo, ¿esta oferta/demanda puede traducirse en la presencia de lectores? Yo insisto que sí, quizá no es la deseable, pero los lectores ahí están.
Por ello estoy de acuerdo con la entrevistada sobre la necesidad de que el Estado se involucre de una vez, sí, con atacar el problema, pero también es urgente destinar presupuesto a la investigación. Urge que las encuestas como el Molec indaguen más a fondo sobre los lugares donde los lectores adquieren sus materiales de lectura, cuánto destinan económicamente a estos materiales o si los están descargando gratuitamente de sitios pirata.
Nos urge saber si los lectores de libros pirata también van a la biblioteca, adquieren además materiales de lectura en librerías físicas o plataformas digitales legales. Nos urge investigar para entender qué los lleva a piratear. Urge entender a las y los lectores. Urge entender que sí hay lectores.