¿El uso de smartphones en la educación y en la promoción lectora? ¿alguna vez lo habían pensado?
El día de ayer me tope con el artículo Hay más celulares que libros en las escuelas primarias, donde se habla del caso de las 201 escuelas primarias en el Municipio Benito Juárez en Cancún, México, donde la mayoría de los estudiantes cuentan con un teléfono celular, en contraste con la falta de bibliotecas escolares o de aula.
Este artículo me hizo recordar otro del que también hablaba en el post Sexo vs Lectura, Bibliotecas y Cultura haciendo alusión a un artículo publicado en el diario El Sudcaliforniano y donde se hablaba que en La Paz, Baja California Sur (al otro lado del país) existen más sex shops que bibliotecas públicas en aquel municipio. Si buscamos más casos a lo largo de la república, seguramente no faltarán donde se prefiera cualquier otra forma de entretenimiento a la lectura.
En aquel entonces les comentaba que no era una sorpresa y que, de hecho, no era culpa de los sex shops y nadie le arrebataba nada a la lectura, sino de la falta de programas lo suficientemente atractivos para promover la lectura y competir con tantas otras formas de entretenimiento que existen hoy en día. Los celulares, las consolas de videojuegos, los iPas y demás tablets, los smartphones y la TV no son los responsables de la falta de lectura en nuestro país, sino la casa y la escuela.
Sin embargo, este artículo también hace visible lo gastado e incongruente de un argumento que muchos mencionan para la falta de lectura: los libros son caros y no alcanzan los sueldos para conformar bibliotecas personales. Un argumento que, refleja no sólo la falta de interés, sino también la falta de conocimiento e imaginación, ya no para no leer, sino para inventarse pretextos más creíbles para no hacerlo. Nadie niega que los libros son caros, pero los que argumentan eso no se detienen a analizar que un smartphone tampoco es precisamente barato. Creo yo, que no es cuestión de ingresos, sino de prioridades, vuelvo a lo mismo, la lectura no es prioridad y de eso no tienen la culpa los celulares o cualquier otro medio que encontremos actualmente.
Por cierto, recordemos que para leer un libro no es necesario comprarlo, podemos recurrir al préstamo bibliotecario, al préstamo con nuestros conocidos, a los clubes de lectura y si insistimos en adquirirlos, existen ofertas y descuentos interesantes en varias ferias del libro, como la del Gran Remate de Libros que se realiza cada año en el Auditorio Nacional. Otro por cierto, podemos incluso aprovechar nuestros teléfonos inteligentes para leer, si no un libro (por aquello que a muchos resulta cansado), sí blogs, revistas y los diarios. Recordemos que no sólo se leen libros.
De hecho, la Unesco ya se ha dado cuenta del uso que tienen los smartphones en países como México (donde es más fácil tener un teléfono celular que uno residencial y donde es más fácil tener un teléfono celular que un libro) y han analizado las diferentes iniciativas en seis países de América Latina (Chile, Colombia, Paraguay, Argentina, El Salvador y México) para aprovechar el potencial de estos dispositivos no sólo en el entretenimiento, sino también en la educación haciéndola atractiva para los estudiantes.
En el caso de México, el programa se llama Edumóvil enfocado a estudiantes de educación primaria y que pretende que utilicen los celulares para aprender matemáticas, español, ciencia e historia; M-iLab es una iniciativa enfocada en estudiantes universitarios para apoyar la enseñanza en Física.
Este análisis ha quedado plasmado en la serie de documentos Mobile Learning Mobile learning for teachers in Latin America: exploring the potential of mobile technologies to support teachers and improve practice y Turning on Mobile Learning in Latin America: illustrative initiatives and policy implications, ambos se puede descargar de manera gratuita en formato PDF, recomiendo ampliamente su lectura.