La Biblioteca Central “Juan Josafat Pichardo”, perteneciente a la Universidad Autónoma del Estado de México es, según el Consejo Nacional para Asuntos Bibliotecarios de Instituciones de Educación Superior una de las 20 primeras de 200 de América Latina, debido a los volúmenes registrados y a sus instalaciones: 46,769 títulos y un total de 68,830 volúmenes.
Los servicios bibliotecarios son los siguientes:
Préstamo en sala
Préstamo a domicilio
Préstamo interbibliotecario
Consulta
Fotocopiado
Además, como parte del Proyecto de la “Universidad Digital”, la Biblioteca Central tiene bases de datos como Scopus, ISI Web Knowledge, Access Medicine, Institute of Physics, Psychology Press, American Institute of Physics y REDALyC, entre otras.
Por último, es una de las pocas Bibliotecas de Instituciones educativas de nivel superior que cuenta con una Ludoteca destinada a la población infantil (otra biblioteca con un servicio para los niños es la Biblioteca de la UPN). La sala tiene un acervo de más de 700 películas, además de juegos interactivos y, desde luego, un acervo de libros infantiles adecuados para atender a una población de entre los 2 y 12 años.
Biblioteca “Dr. Juan Josafat Pichardo Cruz”
Dirección: Cerro de Coatepec, Ciudad Universitaria, C.P 50110, Toluca, Méx.
Tel: (01722) 2 14-22-57 / 2 14-23-15
Fax 2 14-76-87
e-mail: bibcen@uaemex.mx
Horario: Lunes-Viernes de 8:00-20:30 / Sábados de 9:00-15:00
El viernes pasado ReadItLater publicó Is mobile affecting when we read? (algo así como ¿Los dispositivos móviles afectan los horarios de lectura?), un artículo sobre los hábitos de lectura de usuarios con iPad/iPhone/iPod por demás interesante y al que hizo eco CNN con un artículo titulado iPad reading could cut into TV’s Time (El tiempo de lectura en el iPad podría superar al destinado en la Televisión). Y al que en un arrebato de entusiasmo titularía ¿Estamos viviendo un renacimiento de la lectura gracias a los dispositivos móviles?
Este estudio se basa en los horarios de uso de ReadItLater que es una aplicación para el iPod/iPhone/iPad, Blackberry, dispositivos móviles con Android y Windows phone y distintos navegadores que permite salvar cualquier página web para una posterior lectura sin necesidad de estar conectado; ReadItLater a la fecha tiene más de 100 millones de artículos guardados por los usuarios. Como les contaba, este estudio se basa en los horarios de uso de ReadItLater especialmente en el iPad y arroja resultados a los que deberíamos estar atentos todos aquellos que de alguna manera nos relacionamos con el mundo del libro y la lectura:
El horario con mayor número de artículos guardados es a las 3 pm; sin embargo, estos artículos son guardados para leerse en un mejor momento.
Los horarios de mayor lectura en la computadora son entre las 6 y las 9 pm. Mientras que los usuarios del iPhone leen principalmente durante los siguientes horarios:
6am, durante el desayuno
9am, en el traslado al trabajo y al inicio de la jornada laboral
5pm-6pm, al final de la jornada laboral y en el camino de regreso a casa.
8pm-10pm, durante la cena, cuando vemos algo de televisión y antes de dormir.
Los usuarios del iPad, por su parte, destinan la mayor parte de sus lecturas entre las 8-10 pm, lo que representa los horarios de mayor audiencia televisiva, es decir, que los usuarios del iPad prefieren leer a ver televisión.
ReadItLater cierra este artículo con lo siguiente:
Cuando a un lector se le deja elegir la forma en cómo consume el contenido se produce un gran cambio en los hábitos de lectura; ya no leen en sus computadoras durante el día, sino que utilizan los horarios de mayor audiencia televisiva para leer en dispositivos que les permiten una mayor comodidad.
En un principio parece que las preferencias de lectura de los usuarios son los dispositivos móviles, especialmente el iPad que está encabezando la lectura en pantalla.
Conforme la experiencia lectora en estos dispositivos se haga más accesible, este comportamiento irá creciendo. Los lectores quieren leer en lugares cómodos y en sus propios horarios, y los dispositivos móviles le están permitiendo tener el control una vez más.
Sería interesante que Instapaper (aplicación similar a ReadItLater de la que ya les hablé anteriormente) hiciera un estudio de la misma naturaleza para saber si los usuarios se comportan igual y si acaso estamos viviendo un renacimiento de la lectura, aunque en otro soporte pero lectura al fin. Sería interesante también conocer el comportamiento de lectura de los usuarios de e-readers como el Kindle, el Nook o el Sony Reader.
Por último, recordemos que en noviembre pasado los resultados del estudio de Business Insider revelaban que el 74.5% de los usuarios leen libros en el iPad. Así que, como lo comenté al inicio de este post, debemos estar atentos a estos comportamientos y aunque no todas las personas tengan un iPad, la existencia de 7.5 millones de usuarios con iPad y más de la mitad leyendo en este dispositivo, debe indicarnos algo.
Entre las tantas campañas “innovadoras” de fomento a la lectura que a menudo se lanzan en este país, recientemente encontramos en Tijuana la de una pizza por cada diez libros leídos propuesta por el diputado panista Max García López para promover la lectura entre los alumnos de primaria y según la cual los niños recibirían una pizza como premio por leer diez libros.
Como lo comenté en Twitter: ¿y si también quiero los refrescos y las papas? Eso de leer para recibir compensaciones como si de condicionamiento al más puro estilo “perros de Pavlov” se tratara, no creo que sea la forma ni la fórmula para convertir lectores y es totalmente incongruente con el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria: estrategia contra el sobrepeso y la obesidad que recientemente lanzó el gobierno para luchar contra los índices de obesidad infantil.
Podría decir tantas cosas más de esta campaña en concreto, pero creo que ya he hablado mucho de campañas fallidas, mal planteadas y mal entendidas en torno a la lectura, de hecho en el post anterior hablaba precisamente de la del Consejo de la Comunicación. Yo sólo les recuerdo que México es el primer lugar a nivel internacional en obesidad infantil, así que darles pizza a cambio de lecturas es francamente irrisorio y no promoverá el hábito de la lectura.
Insisto, en lugar de buscar el hilo negro, debemos replicar programas que han probado su efectividad: Salas de Lectura o Para leer de boleto en el metro, por mencionar unos ejemplos.
Seguramente muchos capitalinos habrán visto en sus traslados en auto, bus, metro o simplemente caminado por la calle, varios anuncios con mensajes (aunque no sean las palabras exactas) del tipo “Leer es divertido”, “Leer nos hace más inteligentes”, la nueva campaña de lectura del Consejo de la Comunicación.
Estos mensajes y videos como el del inicio de este post son parte de la campaña “Diviértete leyendo” lanzada por el Consejo de la Comunicación y en la que además participa la SEP y el Gobierno Federal. Diviértete leyendo pretende, según palabras de Salvador Villalobos, presidente ejecutivo del CC:
Vamos a enfocar toda una campaña para que se lea en familia, con sus hijos y por otro lado, invitar a toda la sociedad a leer mínimo 20 minutos diarios. Eso nos va a dar una capacidad de aprender, de visualizar, de imaginar un mundo, de lograr mayores competencias matemáticas. Esta comprobado también que las personas que leen de alguna manera pueden aprender mucho más rápido.
Fuente: Grupo Fórmula
Es como un déjà vu, eso ya lo he escuchado y visto en las tantas campañas de lectura que las diferentes administraciones han implementado en, al menos, los últimos 30 años en nuestro país y ¿qué creen? que las estadísticas oficiales siguen con la misma historia: en México no hay lectores y el mexicano lee 2.9 libros al año.
México ha estado lleno de “buenas intenciones” en materia de lectura, en este blog he hablado de algunas:
Lo anterior es la legislación vigente, y como les mencionaba cada nuevo presidente trae su propia ley de lectura:
Durante la administración de Miguel de la Madrid (1982-1988) se estableció la Ley General de Bibliotecas como parte del Programa Nacional de Desarrollo. De esta ley surgió el sistema de bibliotecas públicas.
La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro del ex presidente Ernesto Zedillo y aprobada el 29 de abril de 20 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 8 de julio del mismo año.
El Programa Hacia un país de lectores, presentado el 28 de mayo de 2002 por las autoridades de cultura del gobierno del entonces presidente Vicente Fox.
El Programa Para leer de boleto en el metro
La implementación del primer Libro Puerto en el metro y con el que se pretende fortalecer el programa Para leer de boleto en el metro.
Por leyes, programas e iniciativas no paramos y siendo francos, ninguna de estas ha hecho algo concreto para mejorar las competencias, habilidades, capacidades lectoras o como quiera llamárseles. Espero equivocarme, pero la campaña Leer es divertido del Consejo de la Comunicación parece ser una más de las tantas “buenas intenciones” sobre la lectura que se quedan en la superficie, en el discurso oficial de “Leer es bueno”:
Pretende instalar bibliotecas en todo el país (¿más?), la Red Nacional de Bibliotecas Públicas opera con 7,296 en 2,277 municipios (93% del total de municipios en el país).
En la primera etapa de la campaña 40 personalidades hablarán sobre lo divertido que es leer: he escuchado y visto a Belanova, Mariano Osorio y el video de arriba forma parte de la campaña; no se ustedes, pero no me dice mucho y tampoco me anima a tomar un libro.
En la página divierteteleyendo.com se lanzarán guías de lecturas recomendadas. Resulta curioso que, cuando los mensajes radiofónicos y en la calle llevan algunos meses, la página sigue en construcción.
Se espera además que el próximo 25 de enero los secretarios estatales de educación firmen un compromiso para mejorar el rendimiento escolar de los niños a través de la lectura. En teoría con cada nueva legislación todas las entidades involucradas asumen el compromiso y se adhieren a la ley; por otro lado, hablar nuevamente de la escuela como si fuera el único espacio para fomentar la lectura nos deja en el típico leer por obligación.
Por último, la CANIEM (Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana) se comprometerá a poner los libros al alcance de las personas.
Creo que en lugar de invertir recursos humanos y económicos en tratar de encontrar el hilo negro en materia de lectura con nuevos programas, proyectos, leyes o lo que se ocurra en el camino; deberíamos de enfocarnos en fortalecer los existentes, evaluarlos y si es necesario reestructurarlos, es decir, voltear a las campañas que han probado ser no sólo interesantes, sino que pueden o están dando resultados, como es el caso del Programa Nacional de Salas de lectura, el programa Para leer de boleto en el metro o el reciente Libro puerto instalado en metro División del Norte.
Según la entrevista realizada a Brian O’Leary, fundador de Magellan Media, es posible. Afirmación que resultará escandalosa para gran parte del medio editorial que se empeña en afirmar que la piratería es el gran problema al que se tienen que enfrentar, los más extremos anuncian la muerte del mundo editorial gracias a la piratería de e-books. Sin embargo, aunque no hay datos certeros, si este argumento fuera válido las ventas de libros impresos y electrónicos reportarían una caída vertiginosa, cosa que no está ocurriendo y, según O’Leary ocurre precisamente lo contrario.
Por otro lado, la piratería, afirma O’Leary puede servir a las editoriales como un termómetro de cuáles son las necesidades de los lectores, por ejemplo, en el tema de la traducción, es decir, que a una editorial antes que preocuparle que su libro en inglés lo estén pirateando en Rumania, debería indicarle que es necesaria una traducción para satisfacer la demanda de esos posibles lectores.
Es una entrevista que me hace pensar en que México, un país con supuestos bajísimos niveles de lectura, es a la vez uno de los principales países con piratería de libros impresos, entonces ¿leemos o no leemos? Pero lo más importante quizá, ¿qué están haciendo mal las editoriales para que el lector mexicano prefiera un libro pirata a adquirirlo en una de las grandes librerías? La primer respuesta que se me ocurre es el precio.
Como lo menciona O’Leary, no es que la piratería no represente un problema, sino que no hay pruebas concretas de que esté afectando a las editoriales o la forma en la que sucede; éstas antes de tapizar sus e-books de DRM y candados que complican la lectura al usuario, deberían de realizar un análisis profundo de cuáles son sus fallas y carencias y la forma en que esto puede relacionarse con la piratería.
No es novedad encontrar comentarios de lectores que estarían dispuestos a pagar por un libro, sin embargo lo tienen que bajar pirata porque la editorial no lo ha traducido, en el mercado de habla hispana es el “_pan nuestro de cada día_” y más cuando de e-books hablamos.
En esta entrega del Glosario Bibliotecológico hablaremos de los libros pop-up.
¿Quién no ha quedado fascinado frente a un libro que, cuando lo abrimos, saltan figuras tridimensionales en papel?
Yo de niña era una de esas personas y aún hoy en día puedo quedar encantada al encontrarme con uno de estos libros. Pues bien, estos libros son conocidos con el nombre de Pop-Up, es decir, libros que despliegan imágenes en tercera dimensión y acorde con la temática del texto; aunque también los hay con pestañas móviles que hacen interactuar a los lectores con los personajes del libro.
Aunque actualmente los pop-up se destinan en su mayoría a los lectores infantiles, esta técnica es muy antigua y en un inicio pensada para ilustrar libros de anatomía o astrología. El primer libro pop-up del que tenemos conocimiento es un manuscrito astrológico de 1306; en 1564, aparece otro libro movible titulado Cosmographia Petri Apiani y Lancelot Brown, mejor conocido como Capability Brown, fue uno de los arquitectos que más utilizó esta técnica para ilustrar sus diseños por ahí del siglo XVIII.
Pero es hasta el siglo XIX cuando, gracias a Ernest Nister and Lothar Meggendorfer, aparece el libro pop-up propiamente dicho. En 1929 esta técnica alcanza gran popularidad con la publicación del Daily Express Children’s Annual Number 1, producido por Louis Giraud y Theodore Brown, y a partir de ese entonces la publicación de libros pop-up no ha parado y se ha centrado en el público infantil.
Los primeros libros pop-up estadounidenses eran fabricados en Japón, Singapur, Colombia y México; actualmente, las fábricas especializadas en producir este tipo de material se concentran en Colombia, China y Tailandia donde los libros son ensamblados a mano. Cabe señalar además que para la publicación de un pop-up es necesaria la participación de al menos tres actores: el escritor responsable de la historia, el ilustrador y un ingeniero del papel que será el encargado de que cuando abramos nuestros libros, literalmente nos salte la historia.
Como anotación final, quizá quieras probar ofreciendo un libro pop-up a un niño al que no has convencido por ningún otro medio que lea. No se si conseguirás que se convierta en lector, pero casi puedo asegurar que lograrás que pase de la primera página.