Toda literatura existe, pues, en un medio material, sea éste cera, piedra, arcilla, papiro, papeo o incluso – en el caso del lenguaje peruano a base de nudos, el khipu- en cuerda. Dado que tiene una dimensión material, la literatura misma participa de la vulnerabilidad de su sustancia. Todos los elementos conspiran contra ella: el fuego y el agua, el aire seco que altera, la tierra fangosa que descompone. El papel resulta especialmente vulnerable: puede romperse o desgarrarse, mancharse o rasparse. Son incontables los seres vivos que pueden comérselo, desde parásitos y hongos hasta insectos y roedores; incluso se come a sí mismo, quemándose con sus propios ácidos.
– Kelly, Stuart. La biblioteca de los libros perdidos.
Debo confesar que aprecio el papel y el olor de los libros y que no es lo mismo al tacto un e-book que un buen librote, pero ya lo dijo Saint Exupéry, lo esencial es invisible a los ojos. Es el contenido, la sustancia, el espíritu, lo que hace la literatura y no su soporte, aunque muchas veces éste sea bellísimo.
Como ves, me he vuelto una admiradora de tu blog.
Cordialmente,
maría
María
En efecto, la nostalgia por papel es innegable; quizá hace siglos, cuando llegó la imprenta los copistas y amanuenses se sintieron tan perdidos como muchos hoy en día ante la aparición del e-book.
Muchas gracias por tu comentario hacia este espacio.
Saludos