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2 Comments

  1. Jorge Tlatelpa Meléndez
    30 septiembre, 2015 @ 19:50

    Desde luego que sería muy sano tener mayor conocimiento sobre la problemática, e imagino que podría ser un peligro -en realidad no lo sé, pues demasiada información “levantan” todas la redes sociales, y cualquier aplicación, google, facebook, uber, cualquier marca de smartphone, etc.
    Lo que considero es que “cualquier grupo criminal” puede -y lo hace- tener acceso a grandes cantidades de datos personales, pues existe mucha información sobre el nivel tan alto de tecnología de esos grupos. Así lo dicen los diversos reportes, como el de Norton, entre otros, o la venta del Padrón Electoral en México, y en realidad no vemos realmente sanciones severas. Antes el IFAI, y ahora el INAI si que es verdad que han multado a diversas empresas -principalmente bancarias- por el mal tratamiento de datos personales.
    En el caso que señala tu nota, habría que conocer muy bien qué tipo de dato levantan, pues como sabes existen diferentes categorías de datos: de identificación; laborales; patrimoniales; académicos; ideológicos; de salud; vida y hábitos sexuales, y un gran etc. Así que tendríamos que conocer la “trampa” de las empresas para levantar datos personales y de qué tipo o categoría; saber si tienen aviso de privacidad, etc.
    Lo que tu nota logra generar en mi persona es la confirmación de que los bibliotecarios siempre llegamos a destiempo a las discusiones importantes. Felicidades Verito! Me gustó

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    • Veronica Juárez
      30 septiembre, 2015 @ 22:29

      Hola Jorgito:

      Creo que la diferencia entre la información que “levantan” las redes sociales, compañías y el amplio etcétera donde los usuarios estén suscritos o desde los dispositivos propios que usan para navegación, es que es responsabilidad de ellos (aunque no siempre sea responsable y en la mayoría de los casos no sea incluso consciente de ello), son sus datos manejados por ellos mismos, no en resguardo de terceros. Los bibliotecarios, sin embargo, tenemos esa información a nuestro resguardo y, al no ser nuestra, estamos en obligación de garantizar esa seguridad, especialmente cuando la dinámica del uso de una biblioteca por parte del usuario puede ayudar a, digamos fines de vigilancia gubernamental. Me queda muy claro, por ejemplo, que Adobe en ningún momento debió entrar al disco duro de la computadora del usuario para sacar información que no estaban bajo el esquema Digital Editions.

      El hecho de que grupos criminales puedan acceder a esta información o que las redes sociales levantan esta información, es a todas luces evidente, pero eso no nos absuelve de cuidar toda esta información y muestra de ello es, precisamente, esta declaración de la IFLA. Aunque el padrón electoral esté localizable para todos y no se haya sancionado desde las instancias responsables, el trabajo desde bibliotecas es otro boleto y, si me lo permites, creo que hay o debiera haber un poco más de ética este lado.

      Es un tema harto complejo, como bien mencionas, y sí, hay muchos niveles de grises que deberíamos poner más sobre la mesa de discusión, discusión que a veces pareciera no interesar, estoy totalmente de acuerdo, llegamos a destiempo, especialmente en México; por ejemplo, en el caso que menciono de Adobe nadie más se pronunció al respecto y no sé si fue por apatía, desinterés o simplemente falta de conocimiento; cualquiera de las tres es, a mi gusto, igual de grave.

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