Glosario Bibliotecológico: Biblioclasmo (o del odio al libro)

Quema de Libros, Berlín 10 de mayo de 1933

Quema de libros. Berlin, 10 de mayo de 1933

Un libro es una escopeta cargada en la casa de al lado. Quemémoslo. Descarguemos el arma.
Ray Bradbury. Fahrenheit 451

Bibliofilias, bibliomanías, bibliopatías… todas estas relacionadas con un amor desmedido, y algunos pensarían que enfermo, hacia los libros, aunque generalmente hacia el libro como objeto. Sin embargo, existe una contraparte, el biblioclasmo: un odio desmedido o en su defecto, un temor desmedido hacia el libro, pero en este caso, no hablamos del libro como objeto, sino como contenido.

Biblioclasmo o biblioclastia es un neologismo de iconoclasmo, es decir, la destrucción de pinturas o esculturas sagradas (íconos). De esta manera el biblioclasmo supone la animadversión y odio hacia el libro, el intento de destrucción por cualquier medio.

El biblioclasmo se ha presentado en formas tan sutiles que van desde la simple e “inocente” mala publicidad hacia un libro, pasando por la censura, y hasta convertirse en una verdadera amenaza para el que guarde algún libro prohibido, en estos casos libro y lector, libro y dueño pueden sufrir las consecuencias de quienes odian y temen a los libros.

En el texto Desear, poseer, enloquecer Umberto Eco habla de tres tipos debiblioclasmo:

  1. Biblioclastia fundamentalista: odio al libro por su contenido.
  2. Biblioclastia por incuria: no es un odio al libro, sino un abandono, dejarlos en el olvido. Eco menciona el caso de las Bibliotecas italianas, aunque el caso de algunas bibliotecas mexicanas ejemplificaría igual de bien el biblioclasmo por incuria.
  3. Biblioclastia por interés: destrucción de libros para venderlos por parte y sacar un mayor provecho.

Es posible afirmar que el término es poco conocido y utilizado, desafortunadamente, no son pocos los que han ejercido algún tipo de hostilidad hacia éste: es bien conocido el caso del incendio de la Biblioteca de Alejandría que en el año 48 a.C sufre su primer embate posiblemente a manos del emperador romano Julio César; pero sería siglos más tarde, siglo IV d.C, cuando la Biblioteca se convierte en una amenaza “pagana” para la ya entonces extendida religión Cristiana. Otro caso famoso del odio y destrucción de libros la encontramos en la historia reciente, el 10 de mayo de 1933, donde se destruyeron libros considerados como anti-alemanes. Quizá el caso que más llama la atención es el que aparece en el mito de Teut, relatado por Platón en el Fedro y donde el dios Tamus asegura que la escritura causará olvido e ignorancia, además los libros contienen conocimiento fijo, algo que no evoluciona, algo que no se dialoga y no se critica no merece ser tomado en cuenta. Por increíble que nos parezca, el escritor y filósofo Jean Jacques Rousseau afirmaba que “demasiada lectura sólo sirve para hacer presuntuosos ignorantes.”

Los abecedarianos son otro caso de biblioclasmo: una secta religiosa que aseguraba que la lectura y la escritura eran perniciosas para la salvación del alma.

En la literatura, tampoco faltan los enemigos del libro: ¿cómo olvidar el ya clásico no sólo de la literatura, sino de la bibliotecología, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Un mundo feliz de Aldoux Huxley o 1984 de George Orwell, por mencionar los ejemplos literarios más emblemáticos.

¿Existe un nuevo biblioclasmo?
Me aventuro a responder afirmativamente, este nuevo tipo de biblioclasmo y tiene que ver con los que odian, temen o rechazan de alguna manera el libro electrónico, libro electrónico como objeto y no como contenido. Los que defienden a capa y espada el olor del papel y afirman que los 1 y los 0 no pueden llamarse libro. No pueden hacer una quema del libro, pero se esfuerzan cada día por hacerlos quedar mal.

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