En esta entrega del Glosario Bibliotecológico, hablaremos sobre los Abecedarianos, un grupo de los tantos enemigos que el libro ha tenido a lo largo de su historia.

Los Abecedarianos fueron una secta de la reforma protestante durante el siglo XVI que argumentaban que la lectura y la escritura eran perniciosas para la salvación del alma. Es decir, no libros, no letras y, de hecho, los únicos libros buenos eran las Sagradas Escrituras o cualquier otro libro de índole sagrado, a los que no era necesario leer, sino que era posible interpretarlos con la intuición y la inspiración.

Fue Nicolás Storch, discípulo de Lutero y perseguido posteriormente por los mismos protestantes, quien inició esta secta bajo el argumento de que Dios, al ser el autor de los textos sagrados (o lo que es lo mismo la palabra de Dios), era el único capaz de dar a su vez la inteligencia al ser humano para entenderlos, sin valerse de la ciencia o del estudio. Los abecedarianos surgieron pues como una forma de protesta a los intelectuales de la época que, según los primeros, interpretaban la escritura y diversos textos como más les convenía.

Lo más increíble de los abecedarianos es que bajo este precepto, argumentaban además que mediante los libros y el estudio sólo se creaban distracciones que alejaban al ser humano de Dios. Así que rechazaban cualquier forma de instrucción y se proclamaban ignorantes del abecedario, como única forma de alcanzar la salvación.

Resulta curioso que este movimiento se extendiera rápidamente en Alemania, menos curioso resulta que sus principales seguidores fueran a menudo campesinos que no habían pasado por la escuela.

En los tiempos que vivimos, no dudaría que todavía quedan algunos miembros de esta secta ocultos en las más altas esferas, no se por qué se me viene a la mente aquel que puso el grito en el cielo cuando supo que su hija leía Aura de Carlos Fuentes, aunque quizá, cualquier parecido con la realidad sea sólo una triste coincidencia.

Deja un Comentario