Libros en las bibliotecas: hay de ciclos a ciclos y de descartes a descartes

320-072013_Un_libro_con_contenido_02Foto vía: FGSR

Hace algunos días publicaba un post sobre el ciclo de vida del libro en una biblioteca, derivado de este otro post que es un recuento más o menos poético  de los diferentes estadios del libro desde que llega a la biblioteca y hasta que enfrenta el inevitable descarte, ya sea debido al deterioro por el uso (en el mejor de los casos) o por falta de uso e interés (en el más triste de los casos). Desde luego que para los libros en las bibliotecas hay de ciclos a ciclos y de descartes a descartes, es decir, que dependiendo de la biblioteca y sus políticas, serán las diferentes etapas por las que pase su acervo, especialmente cuando llega el fatídico momento de expurgar.

Por eso mismo, les preguntaba al final del post referido cuál era el procedimiento en sus bibliotecas, algunos de ustedes muy amablemente me han compartido el destino de estos libros y no quiero dejar pasar la oportunidad de compartirlo con el resto de los lectores. Para mi grata sorpresa, dos de estas historias tienen un final feliz, la tercera… no tanto:

Alejandro G. Abate, colega argentino, me comenta que el se desempeñaba en Instituciones grandes donde el espacio nunca representó realmente un problema, de tal forma que lo que descartaban se enviaba a los “depósitos”; sin embargo, y aquí viene lo interesante, en más de una ocasión llegaba un usuario (de esos que una no cree que existen) buscando el libro descartado y que tenía perfectamente ubicado, en estos casos había que dirigirse a los depósitos a rescatarlo; afortunadamente, a pesar del descarte, el registro se conservaba en el catálogo, así que el rescate no iba más allá de ensuciarse las manos en “depósitos” llenos de polvo, olvido y muchas cosas que ya no eran necesarias, o que así lo aparentaban. Alejandro cuenta además que este proceso siempre le dejó un mal gusto como de velorio:

Una entidad que fue “utilizada” por un tiempo, y que luego de quedar inservible, se lo manda a su geriátrico de libros. En fin… cosas de esta vida y de las bibliotecas, que son como un reflejo de las almas humanas.

Una vez me tocó dar una clase a un grupo de adolescentes acerca de “qué era una biblioteca”, y se me ocurrió que lo más justo era empezar por definir más exactamente qué era un libro. “Un libro, es una porción del pensamiento humano”, les dije. Y empezaron a entender mejor de qué se trataba.

Un “final esperanzador”, si bien no para todos los libros, al menos queda la esperanza del rescate. Y de ahí muchas de las dudas que los bibliotecarios tenemos al llegar a esta etapa, si bien es cierto que hay parámetros y criterios que nos permiten determinar cuál se queda y cuál se va, siempre existirá la posibilidad de que alguien busque precisamente dicho libro.

Por el otro lado, tenemos un testimonio de lo que ocurre en las bibliotecas públicas de la DGB en México, una historia triste que yo desconocía y, aunque podía imaginarla, no esperaba confirmarla. Gracias Mary por informar:

…El famoso descarte, para mi es lo crucial, porque DGB pide un descarte de libros como se menciona el llanero solitario, pero nunca salen de la biblioteca, sólo quedan enclaustrados en unas cajas y no se puede hacer nada con ellos ni para venta ni nada, porque son propiedad de la Federación y pues de ser llaneros solitarios terminan como las monjas.

Supongo pues que los libros que caen en la desgracia (y aquí sí hablamos de una auténtica desgracia) del descarte además de no poder ser donados o vendidos, tampoco pueden ser rescatados, salvo que me equivoque, que espero que sí. ¡Una lástima tal desperdicio!

Es urgente, considero, replantear este destino trágico de los libros en las bibliotecas públicas de la DGB, legislar en esta materia y pensar en opciones para que la inversión no termine en bodegas esperando a que el tiempo haga lo suyo. Estos libros serían de gran utilidad en otros espacios que no cuentan con los recursos para adquirir un acervo “decente” o bien, se pueden estudiar otras alternativas como las del tercer y último destino para los libros expurgados…

Dejé en último lugar a este “descarte” pues es sin duda mi favorito y me gustaría que más libros en otras bibliotecas tuvieran el mismo destino: María Antonia Moreno, del Centro de Desarrollo Sociocultural de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, nos compartía en los comentarios un post publicado en el blog del CDS (del que, espero no se molesten, me tomé la libertad de utilizar una foto para ilustrar este post) donde hablan del taller de escultura “Un libro con contenido” dirigido a sus usuarios y en el que  utilizaron libros de descarte, este taller fue impartido en julio pasado por el artista japonés Yamagochi. Las esculturas se subastaron y lo recaudado se destinó a apoyar la investigación contra el cáncer de mama. Sin duda alguna, el mejor final para todos estos libros y un buen ejemplo de que estos materiales tendrán vida más allá del su ciclo en las bibliotecas, siempre noble y siempre útil. ¡Gracias María por compartir!

Sirva pues este último destino como ejemplo para otras bibliotecas que no saben cómo enfrentar al descarte.

Si alguien más tiene finales felices o no tanto, sean bienvenidas sus historias.

Una Respuesta

  1. Avatar for Veronica Juárez
    22 septiembre, 2013

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