Ya tiene bastante que discutí en este blog sobre los Starbucks y lo mucho que podríamos aprender las y los bibliotecarios de esta cafetería, desde atender siempre con una sonrisa y dispuestos ha hacer cuantas veces sea necesaria la bebida favorita del cliente (desde luego entendido como metáfora del servicio bibliotecario), hasta evitarnos la molesta “sugerencia” de guardar silencio. Definitivamente aún hay más de lo que las bibliotecas pueden aprender de Starbucks
En aquel entonces proponía en volvernos en una especie de “bibliotecarios-baristas” y era un llamado para ser un bibliotecario dispuesto a responder las necesidades de información de los usuarios y tener bibliotecas tan cómodas y accesibles que pronto se conviertan en ese tercer espacio, después de el hogar y el trabajo.
Aunque aquellas entradas tuvieron en general muy buena acogida, no dudo que muchos otros lectores se habrán sentido un poco ofendidos por mi osadía en comparar una biblioteca con una cafetería y, en aras del orden y de quedarnos como estamos, casi es seguro que no les habrá gustado nada mi propuesta; sin embargo, hoy leo un post que me da un poquito de razón y me dice que, después de todo, no estaba “confundiendo la gimnasia con la magnesia.”
Starbucks Cards and Libraries – Would it Work? es el post en cuestión, publicado por David Lee Kink en su blog. Su propuesta es muy sencilla y útil: proporcionar a los usuarios tarjetas como las que se ofrecen en Starbucks pero, a diferencia de las de la cafetería, las de las bibliotecas permitirían al usuario descargar libros electrónicos.
Para no acabarnos el escaso presupuesto, David Lee propone, ofrecer en descarga libros electrónicos gratuitos, menciona que sitios como el Proyecto Gutenberg pueden resultarnos bastante útiles; aunque estas tarjetas no se limitarían a libros, también podríamos ofrecer música gratuita, entrada a diferentes eventos y otras cosas que nuestro ingenio proponga.
Y ya fantaseando y metiendo de mi cosecha, se me ocurre que podríamos sumergirnos por otros sitios donde hay libros electrónicos gratuitos que no sean exclusivamente los clásicos de la literatura que generalmente se ofrece en el Proyecto Gutenberg, por ejemplo, entrar a las ofertas de Amazon, los libros gratuitos de Kobo o los libros gratis de Bluefire Reader y ofrecer un servicio al más puro estilo X Free Kindle Books que casi a diario se publica en el blog Kindle Review.
Se me ocurre además que sería interesante apoyarnos de un buen diseñador (ya sea un usuario ávido de participar, algún profesor del área si es que trabajamos en una biblioteca universitaria) para elaborar estas tarjetas y hacerlas tan “coquetas” que pronto se conviertan en artículos de colección y algo que identifique a la biblioteca.
Desde luego, esto último también puede ir en contra del presupuesto, así que si no tenemos los recursos para ofrecer una tarjeta cada semana o cada mes, funcionaría perfectamente bien trasladar esta especie de servicio de diseminación a la página web de la biblioteca, así como a las distintas redes sociales donde tenga perfil.
Y bueno, que la lluvia de ideas no para y aunque quizá aún no estemos preparados aún para ofrecer el café, sí podemos hacer muchas cosas más para lograr bibliotecas más amigables y atractivas.
Acá les dejo el video con la propuesta y, espero sus sugerencias.
no.nunca el gusto por la lectura no es algo que se ofrece en las cafeterías, después que sigue,en los puestos de memelas ?
Hola David:
Curioso lo que comentas, porque muchas cafeterías (independientemente de la marca), están llenas de lectores. Como que café y libro hacen siempre buena pareja, además si hay algo que siempre veo en Starbucks, es gente trabajando, estudiando o leyendo…
Por otro lado, mi post debe ser entendido como una metáfora y lo que podemos ofrecer como servicio.
Curioso que aunque a David pueda parecerle negativo que después sigan puestos de memelas… es un hecho que si la gente obtuviera libros en puestos de memelas… ¡habría muchos más lectores! #toing!