Hace algunos días, medio en broma, medio (completamente) en serio, comentaba en Facebook y Twitter que estamos perdiendo uno de los últimos bastiones de la lectura, el metro. Y ahora que lo pienso mejor, la lectura en estos espacios resulta ya tan complicada que bien nos vendría una guía de consejos prácticos para leer en el metro.
Un buen reportaje digno de la obtención del Pulitzer se titularía: “El metro: en extinción uno de los últimos bastiones de la lectura.”
— Veronica Juárez (@uvejota) July 25, 2013
Los que son usuarios recurrentes del transporte público, seguramente entendieron a qué me refería, y es que aunque el metro es quizá de los principales lugares en donde cientos de miles de capitalinos destinan para leer, lo cierto es que los vagoneros (personas que venden distintos productos, especialmente música) logran que para los usuarios sea cada vez más difícil realizar la noble y heroica actividad de la lectura: entre las horas pico, los gritos de los vendedores y la música estridente de los mismos, lo de heroica resulta muy en serio.
En fin que como ya me quejaba amargamente, estamos perdiendo uno de los últimos bastiones de la lectura, así que si eres uno de esos lectores descarados o empecinados en no ceder espacio y dejarte vencer ante las “adversidades” del otrora inmejorable lugar para leer, acá puedes escuchar algunos consejos útiles para hacerlo, disfrutar la lectura y además no volverte loco en el intento.
Y es que cualquiera puede pensar que ponerse a leer es tan sencillo como simplemente hacerlo, pues sí, pero no, el metro es en definitiva otra historia: posición, lugar, espacio, aprender a leer con una mano, mientras con la otra te sostiene y los vendedores (¡nuevamente los vendedores!) requieren estrategias especiales; pensando en eso Adrián Chávez, colaborador y editor de La hoja de arena elaboró en mayo un Breve manual para leer en transporte público, mismo que también les comparto en un audio de Eunice Domínguez, colaboradora en el mismo blog.
Breve manual para leer en el transporte público
Y bueno, si ya ni con estos consejos logras recuperar al metro como tu lugar de lectura, siempre quedará la opción de la siesta, aunque no olvides que para eso sí es necesario un asiento ;).
Nota: y aprovechando la ocasión, recuerden ceder el asiento a ancianos, mujeres embarazadas, niños o personas con necesidades especiales.
Les comparto este comentario que muy amablemente me hizo llegar Alejandro Abate al correo:
Muy interesante Verónica tu post! A título nomás informativo, te cuento que creo que más de la mitad de la “litertura” que me he echado a los ojos, (y al entendimiento), la he hecho mientras viajaba a mis trabajos en la linea de subtes “A” de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina,, culo del mundo.
Te cuento entre otras cosas, que ya hace más de tres o cuatro años que no viajo más en subterráneos… a no ser que sea en una hora totalmente alejada a las “horas pico”, pues directamente no solo no se puede pensar en leer ahí dentro, sino que no te puedes subir… Las líneas de subterráneos aquí en Buenos Aires, se han extendido, pero casi con la misma flota de trenes que antes (para ser justos, hace unos meses atrás, en ésta línea, han agregado unos vagones nuevos (refaccionados), pero igual es imposible viajar, si uno entiende que viajar es un medio par aun fin… pero aquí se hace difícil.
Por lo tanto, viajo en buses (aquí le decimos colectivos) y elijo las horas no pico, como para poder sentarme (raramente aún se puede)…Lo cierto, y ahora volviendo al tema que nos ocupa, es bastante costoso leer en los buses, ya sea por los barquinazos, los aceleres y desaceleres que el motor-man da, o en el peor de los casos, lograr reunir un poco de concentración… dado que, con las “nuevas tecnologías” mucha gente utiliza sus teléfonos celulares y va hablando a los gritos… en algunas casos, cosas de relativa importancia, pero en la mayoría las conversaciones son de índole totalmente vulgar… se escuchan conversaciones de generalmente señoritas (y no tomen como violencia de género lo que voy a decir:) que hablan “boludeces” -gilipolladas-, o con sus amigas o con sus noviecitos de turno. Por lo cual, es difícil concentrarse… En fin… el progreso, en resumen, no es tal… Sólo consumismo irresponsable…
Gracias.
Alejandro
Veronica me encantó, oye que interesante me ha parecido uufff apuntaré algunos consejos con tu permiso lo comparto y gracias!!! un abrazo